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Hoy, 14 de marzo, en los EUA se celebra el ‘π Day’ (el día pi) (*), ya que en ese país se lee la fecha 3/14; algunos seguidores de ese número irracional, lo celebran a la 1:59 h. de la mañana, para contemplar más decimales; otra coincidencia feliz para los fanáticos de las matemáticas, es que el físico Albert Einstein nació, precisamente, el 3 de marzo (de 1879).
(*) iniciativa del físico Larry Shaw que, en el año 2009 contó con una resolución favorable de la Cámara de Representantes de los EUA, en la que se declaró, oficialmente, el 14 de marzo como Día Nacional de Pi.
En el presente escrito no me centraré en ese número irracional (un número real que no es racional, es decir, que no se puede expresar como una fracción a/b, en la que ‘a’ y ‘b’ son enteros, y ‘b’ diferente de 0), si no que lo utilizo, para desarrollar algunas elucubraciones alejadas de las matemáticas.
Es preciso señalar que casi todos los números reales son irracionales; pues los números reales entre el 0 y el 1, solo pueden representarse con sus decimales (diagonalización de Cantor (George Ferdinand Ludwig Philipp Cantos, 1845 – 1918), que demostró que el conjunto de los números reales no es numerable)
Pues bien, partiendo de esa realidad irracional, me permito efectuar una digresión, es decir, rompiendo el hilo discursivo, e introduciendo en él, cosas que no tienen aparente relación directa.
Y, en primer lugar, me parece relevante recordar que, precisamente hoy, 14 de marzo del 2020, el gobierno español aprobó el real decreto por el cual se estableció el estado de alarma y el confinamiento debido a la pandemia por la covid-19.
Es decir, hoy se cumple el quinto aniversario del inicio de ese mal sueño, de una pesadilla que cambió todas nuestras vidas, a nivel planetario, en diferente medida y forma, como todos sabemos y sufrimos.
Sobre el particular, me parece muy interesante la entrevista que Txell Partal efectuó a la socióloga Cristina Sánchez Miret, titulada: ‘Durante la pandemia se instaló poner el dedo en el ojo del vecino’, en la que señala que:
‘(…) por más discursos que se hagan, nunca volveremos a ser como en el 2019 y, precisamente, es debido a la falta de responsabilidad de las autoridades, que no pagarán las consecuencias, si no, nosotros. Ese discurso se centró en la idea que las personas éramos el problema, lo comunicaron mal. Faltó el sentido común y afectó a la convivencia y se potenció el individualismo, con su frustración y desconfianza (individualismo que ya teníamos, y que, con la pandemia se agudizó, al centrarse en las redes sociales)
(…)
Se impuso el relato de que había una única manera de hacer las cosas bien, y era la que nos impusieron, y no se podía cuestionar, ni plantear alternativas, y eso ‘en nombre de la ciencia’.
(…)
El poder jugaba con el miedo, pues es la cosa más fácil para dominar y controlar a la sociedad. No todos los países actuaron igual, pero en España se hizo de forma especialmente obtusa, fue una cosa muy fuera de todo lo que debería ser una sociedad democrática. Y mucha gente sentimos esa culpa.
(…)
Mucha gente se quedó sin atención (…) con todo el respeto por el sistema médico, no puedes decir que una enfermedad es prioritaria respecto a otra, por mucha pandemia que tuviéramos. ¿Por qué el coronavirus pasó por delante de la gente que tenía cáncer? A mucha gente no le detectaron a tiempo, ¿cómo justificas esta toma de decisiones? Hubiera sido necesaria mucha información y razonamiento, pero no se hizo. Yo no defiendo que no se hubiera de hacer una priorización, me pregunto quién tomó las decisiones y con qué justificación. ¿Por qué está bien morir de cáncer mientras hay una pandemia? ¿Quién es el responsable de haber decidido todo esto? Yo lo quiero saber. Si no nos explican estas cosas, no aprenderemos para la próxima pandemia, porque todos los científicos están de acuerdo que llegará otra. La pregunta es cuándo. Lo que hemos vivido con el coronavirus y los errores que se cometieron deberían servir para el futuro. Pero parece que no hemos aprendido nada. (…) han quedado muchas preguntas sin responder. Necesitamos el análisis de todo lo pasado.
(…)
El estado utilizó el miedo para hacernos dóciles, para que no hubiera una revuelta. ¿Dónde se ha visto que el estado no te deje tirar adelante con tu actividad económica y te cobre los impuestos igualmente?
(…)
Había el mensaje ‘de esta pandemia saldremos mejores’, ¿tú lo has notado? Realmente no sé que hay mejor (…) dejamos de ser racionales. Hicimos tonterías … limpiando todo lo que entraba en casa con legía… (…) y, a la vez, la gente de las residencias de la tercera edad no podía ir a los hospitales ¿dónde se ha visto esto? ¿quién lo decidió? Entiendo que habían de cribar, pero ¿cómo se hizo? ¿quién lo decidió? ¿por que una persona mayor tenía menos derecho de vivir que una de joven? Sé que la gente se pondrá las manos a la cabeza y dirá que hace más pena que muera una criatura que no una persona mayor, que tienen más vida por delante, pero ¿quién te asegura esto? Las estadísticas, pero ¿lo tenemos comprobado en este caso? Nadie me asegura que mi abuela vivirá menos años, ¿y si es mejor persona?
El coronavirus ha hecho que diésemos menos importancia a la gente mayor. Es un mundo de jóvenes. Cada vez se ha instalado más la idea de que la gente mayor es prescindible, que somos una rémora (…)’
(Vilaweb, 13 de marzo)
Pues bien, todas estas preguntas nunca nadie nos las resolverá, ya que nadie quiere asumir responsabilidades.
Y es verdad que vista la situación ahora, transcurridos cinco años, es más fácil analizar la situación de forma objetiva y serena, claro.
Y también entiendo que, en aquel momento, de gran desconocimiento, lo principal era evitar el contagio y, por eso, puedo llegar a entender que se priorizase la atención a los contagiados por el virus (para que no siguiesen contagiando a otros sanos), a los que padecían otras dolencias, como el cáncer, que cita la socióloga. Pero, como ella dice, ese no debía haber sido un criterio exclusivo, claro.
Y, obviamente, también me parecen muy adecuadas sus observaciones críticas sobre el concepto economicista y estadístico; pues en mi realidad actual, con mi cáncer, estoy sufriendo, en primera persona, que los actuales protocolos siguen basándose en criterios económicos y estadísticos, ya que fijan la edad de los 70 años, para intervenir o no, atendiendo a la esperanza de vida. Y eso lo tenemos que asumir, como un trágala más.
El argumento de priorizar recursos es otra pura mentira más, ya que vemos que, cuando el gobierno lo decide, ‘aparecen’ miles de millones para el rearmamento. Y eso es la prueba definitiva de la falta de ética y de moral del sistema, de todos los gobernantes.
Y es penoso ver que el estilo de gobernanza de Pedro Sánchez sigue caracterizándose por un aire presidencialista – narcisista, ya que, ni en la pandemia, ni ahora, está dispuesto a plantear un diálogo para negociar alternativas. Él decide lo que se ha de hacer, y hace el teatro de explicarlo a los líderes de los otros partidos, en unas breves entrevistas individuales, sin dar explicaciones ni sobre la forma de financiación, ni el destino y control del modo de la respuesta.
También es vergonzoso ver, ahora, que durante toda la pseudo democracia, los diferentes gobiernos han ido camuflando el verdadero presupuesto militar, entre diferentes partidas y ministerios; así, por ejemplo, el coste de la guardia civil no se considera un coste de defensa, ni las pensiones de los militares jubilados, ni los gastos de ‘investigación tecnológica’, etc. Todos los gobiernos querían mostrar un bajo coste de defensa, comparativamente con los otros estados europeos. Así, pensaban que éramos ‘mejores’. Y, ahora, Sánchez quiere revertir esa mentira secular, para ‘justificar’ lo injustificable, las repetidas falsedades habituales.
Asimismo, el aumento del presupuesto militar no debe ser un cheque en blanco. Y no podemos aceptar discursos como los que hace Pedro Sánchez y repiten sus monaguillos, debidamente apoltronados, diciendo que no comportará recortes en sanidad, educación, vivienda, etc., pues, por más aumento de deuda que autorice la UE (ahora sí), a largo plazo deberán sufrirla nuestros hijos y nietos, que verán recortados los servicios sociales, pues las deudas deben pagarse. Pero, claro, en ese momento, el miserable Pedro Sánchez ya será historia, y hará como sus antecesores (Felipe González y J. M. Aznar, es decir, enriquecerse gracias a sus contactos y favores), y nadie le pedirá explicaciones por los daños colaterales causados.
Efectivamente, el PP es peor, el nefasto José María Aznar nos metió en la guerra contra Irak, sin consultar nada, ya que sus adocenados diputados tenían mayoría, y llegaron a aplaudir la decisión de ir a la guerra, planteada por el criminal Aznar, que no debería tener paz ni después de muerto, y si tuviera conciencia, no podría dormir ni vivir, como hace.
Pero, como he dicho muchas veces, el mal menor sigue siendo un mal, y esa es una constante, como la de pi (π) de Arquímedes (287 a. C. – 212 a. C.), que se obtiene dividiendo el perímetro de cualquier círculo entre su diámetro.
El mal nunca es aceptable, ya que, elegir el mal menor es legitimar y normalizar el mal y desvía la atención de la búsqueda de soluciones, además de ser manipulada y utilizada.
Y claro, también es inmoral que el gobierno español nos oculte que:
‘(…) España ha aumentado un 29% las exportaciones de armas y es el noveno en el ranking mundial, con el 3% global; y que los principales clientes son Arabia Saudita, Australia y Turquía, según el informe sobre transferencias internacionales de armas, publicadas por Stockholm Institute (Sipri), y según Albert Caramés, director de Fundipau, ‘España capitaliza la bajada de las exportaciones rusas’.
(Cristina Mas, Ara, 10 de marzo 2025)
Efectivamente, el armamento, como sistema de defensa, es un error, como ya expliqué en un escrito anterior, que titulé: ‘La ley de la selva’, ya que deberíamos haber superado el discurso basado en el primario ‘si vis pacem para bellum’ (si quieres la paz, prepárate para la guerra) o el ‘si vis pacem fac bellum’ (si quieres la paz, haz la guerra), ya que, si queremos la paz, deberíamos preparar / trabajar por la paz, ‘si vis pacem pacta pactum’ (si quieres la paz, debes mantenerla); frases, todas ellas, que cité debidamente, en mi escrito mencionado.
Pero, es evidente que, en un momento crucial como el presente en Ucrania, no hay alternativa, ya que Vladímir Putin sólo entiende la fuerza bruta; y, en este contexto, la decisión que hubiera debido adoptar Pedro Sánchez, es la de entregar todas las armas disponibles a Ucrania, que las necesita realmente, y no así, otros países, como Arabia Saudita, Australia, Turquía, etc. Esta hubiera sido una decisión de estadista, pero, claro, eso es justo lo que no es Sánchez, pues es un gris gobernante, esclavo de las grandes empresas y sus beneficios (que hubiera podido asumir el estado) y de su imagen personal.
Por todo eso, los catalanes en general, y los independentistas en especial, deberíamos independizarnos del prepotente reino español, que nos tiene ‘atados y bien atados’.
Debemos recordar la canción popular que dice: ‘somos gente pacífica y no nos gusta gritar’, que empezábamos susurrando, para acabar gritándola. Pero, claro, no solo gritando se solucionan ni se cambian las situaciones, es preciso actuar.
Y, volviendo al inicio de este escrito, en el que he citado que ‘todos los números reales son irracionales’, deberíamos hacer un salto propio de los equilibristas (y ajeno a las matemáticas), para darnos cuenta de que no todo lo que nos vende el poder como real es racional, si no, irracional (en el sentido de ilógico), pues no hay nada más irracional e ilógico, que la forma de actuar impuesta ante la pandemia o, ahora, ante el armamentismo actual.