Los mismos que pregonan que aún sin López Obrador el movimiento forjado por el tabasqueño podría continuar sin problemas después del 2024, son también a quienes se les apagó la sonrisa tras la súbita recaída del Presidente ocurrida en Yucatán.
Endeble y frágil se vislumbró la estructura del poder cuando el mandamás mostró, una vez más, signos de enfermedad. De manera oficial se dijo que el causante fue el Covid, aunque diversas patologías se han ido sumando con el paso de los años al cuerpo del hombre que ocupa la silla del águila.
Ni Morena ni el gabinete dieron muestra de estar preparados para la ausencia de AMLO. El único que se mantuvo estoico y que salió más o menos de apagafuegos, justo en momentos en que se necesitaban aguas mansas, fue el secretario de Gobernación, Adán Augusto López. El número dos de Palacio Nacional aprovechó el hueco y en medio de la confusión jaló toda el agua que pudo hacia su molino.
Con los hechos recientes se evidenció que hay muchos personajes que no quieren entender que, simplemente, no entienden de qué va la cosa. Todos aquellos que suelen llenarse la boca diciendo que el “movimiento” trasciende a López Obrador, se dieron de topes al darse cuenta, por las malas, de que esa idea está muy alejada de la realidad.
Se acuerdan de las tribus del PRD… Ahhh, pues algo así surgiría en Morena sin López Obrador, dijeron algunos estudiosos del tema, ya que el partido que hoy detenta el poder está sostenido por un único y poderoso alfiler de nombre Andrés Manuel.
Con lo acontecido en los últimos días relativo a la salud presidencial, quedó claro que el dedazo es y será la forma más tersa de procurar unidad para lo que venga a partir del 2024, siempre y cuando la figura del Tlatoani originario de Macuspana se mantenga tras bambalinas en una especie de asesoría prolongada.
Será un grave error si alguno de los suspirantes más adelantados pretende sacudirse al padrino político. Sin antecedentes en las últimas décadas, el próximo sexenio será uno en el que la sombra del Presidente saliente se quede por largo rato en los pasillos de las grandes decisiones.
Una vez fuera del tablero, incluso en un aparente retiro de la vida pública, la injerencia de López Obrador en los asuntos públicos será marcada. De forma indefinida tendrá el poder de quitar y poner gobernadores, legisladores y presidentes municipales, la fuerza que lo llevó a la presidencia es propia y se irá con él. La pregunta es qué le queda al resto. Al tiempo.