Etimológicamente, el término pascua deriva del hebreo ‘Pesaj’, que tiene dos significados:
La fiesta que conmemora el Éxodo judío de Egipto, la liberación de la esclavitud. Esto se hace con una cena donde hay varios rituales, cada uno de ellos con significados marcados y explicados por la ‘Hagadá de Pesaj’, un libro que marca el ‘seder’ el orden a seguir. Es la fiesta de la primavera, que se celebra 4 o 5 meses lunares después del solsticio de invierno.
Aunque se celebraba antes del Éxodo judío, se asegura que deriva de la raíz hebrea psh (pasja, cojear, andar dando saltos); porque Yahvé (YHV) ‘se saltó’ las casas de los judíos en la última plaga que envió sobre Egipto.
La Pascua cristiana se denomina ‘Pasjá’
Según el diccionario de la RAE: ‘Cada una de las solemnidades del nacimiento de Cristo, del reconocimiento y adoración de los Reyes Magos y de la venida del Espíritu Santo. Así como la Pascua Florida, que celebra la Resurrección (domingo siguiente al plenilunio posterior al 20 de marzo)’
Según este diccionario, se recogen expresiones como: ‘estar como unas pascuas’ (estar alegre y regocijado); ‘hacer la pascua’ (fastidiar, molestar, perjudicar)
Lo que no he podido encontrar es una explicación razonada para unir la expresión pascua con la de militar. Mezclar una celebración religiosa con una victoria militar (como explicaré más adelante), no tiene ningún sentido. Aunque se quiera aprovechar una fecha, es o debería ser un sacrilegio unir ambas expresiones, salvo que se acojan a las dos expresiones citadas por la RAE: celebrar los vencedores, para fastidiar a los menorquines vencidos y, por extensión, a todos los que no piensan como esa casta.
Hoy, el rey Felipe VI ha vuelto a perder otra ocasión para desmarcarse de los militares golpistas (que le enviaron whatsapp proponiendo fusilar a 26 millones de españoles de izquierdas), y tampoco ha hecho ninguna referencia a su padre huido.
La ministra de defensa sí que ha señalado a estos militares jubilados, diciendo que ya no representan al ejército, pero tampoco ha hecho referencia a los militares en activo que difundieron vídeos con cantos nazis (de la división azul) y con el brazo en alto. Asimismo, tampoco ha dicho nada de expulsarlos (en su día dijo que les sancionarían, por esa falta; cosa que no sucederá, ya que en los cuarteles sigue predominando la ideología franquista)
Por lo tanto, el rey ha demostrado, nuevamente, que sintoniza con esas declaraciones, ya que, en caso contrario, como jefe de las fuerzas armadas, debería descalificarlos. Y limitarse a hacer llamadas a la constitución, no dejan de ser palabras vacías, huecas, que no le salvan la cara. Y, de este modo, el ‘preparao y prepagao’ Felipe VI, ha adoptado el significado original del término, el de saltar los temas molestos, mostrando, de ese modo, que, como expresa la raíz hebrea del término, anda cojeando, democráticamente.
Referente histórico:
Esa ceremonia castrense, anual, que celebra el rey Borbón con el presidente del gobierno, y los jefes de los ejércitos, tiene su origen en su antepasado Borbón Carlos III, para festejar la toma de la isla Menorca a los británicos, realizada por una armada franco-española de 52 navíos, en 1782 y fuerzas de infantería de marina española.
Tras la Guerra de Sucesión, Menorca permaneció en poder de Inglaterra desde 1708 hasta su conquista por Francia, que la mantuvo durante 7 años, para ser de nuevo cedida a Inglaterra otros 19 años, hasta 1782.
El 19 de agosto desembarcaron unos 14.000 soldados de Felipe V, los ingleses se hicieron fuertes en el castillo de Sant Felip, y la madrugada del 6 de enero de 1782 tomaron Maó todos esperaban el final, pero Felipe V ya no podría ser informado de los adelantos, pues había fallecido años atrás, en 1746. Tras el intenso asedio artillero de un mes, en el que la artillería española disparó 66.815 proyectiles de cañón y 17.160 de mortero, el 5 de febrero el general británico Murray ofreció al general Crillón las condiciones para rendirse y abandonar Menorca.
Tras la rendición, la guarnición británica estaba compuesta por 2667 militares y 434 civiles.
Tras la rendición, Carlos III ordenó volar el castillo de Sant Felip.
(Fuente: Wikipedia)
Ese es el hecho conmemorado. Mi familia es menorquina, que se remonta al siglo XVI; una familia campesina, popular.
Joan Palliser Riera (1755-1809), siete generaciones atrás der la mía, nació y vivió en Ferreríes y, junto con toda su familia vivieron estos hechos y sus consecuencias, directas o indirectas.
Asimismo, en Menorca se conservan muchos vestigios (vocabulario, costumbres, construcciones, comidas, etc.) de origen inglés, lo que demuestra una cierta asimilación cultural, que se ha ido considerando positiva.
Menorca siempre ha tenido sus peculiaridades, pues, haciendo un largo salto en el tiempo, hacia el siglo XX:
En 1939, tras la batalla del 4 de al 9 de febrero, se rindió al ejército del insurrecto general Franco, formado por la división 105 del cuerpo del ejército marroquí, al mando del coronel Natalio López Bravo, siendo una de las últimas plazas en ser conquistadas por los rebeldes franquistas.
El común denominador, como se puede ver, es el de ser uno de los últimos reductos de la legalidad; en el siglo XVIII contra los borbones (como los catalanes), y en el XX contra el dictador Franco (también como muchos catalanes).
Volviendo a Carlos III (1716-1788) fue el quinto hijo varón de Felipe V (el primer Borbón de lo que posteriormente sería el estado español), que reinó durante los años 1759-1788, tras los breves reinados de sus hermanastros Luis I (1707-1724) rey desde el 15 de enero del citado 1724, por lo que fue rey 229 días; y Fernando VI (1713-1759), reinó desde 1746 hasta su muerte. Ambos sin descendencia. Igualmente, el primer hijo de Felipe V, Felipe Pedro (vivió 16 días) y el segundo hijo de Felipe V, Felipe Pedro Gabriel de Borbón (1712-1719), son muestra de la endogamia borbónica.
Es preciso aclarar que Felipe V de Castilla y IV de Aragón, fue rey de ‘España’, de 1700 a 1746, con un intervalo el 1724, que reinó su hijo Luís I.
El padre de Carlos III, Felipe V, había sido un depresivo que desarrolló un trastorno bipolar; su hermano Fernando VI padeció demencia progresiva, y su hijo Felipe Antonio era deficiente mental.
Su hijo, el futuro Carlos IV, en una tertulia cortesana en la que se hablaba sobre las esposas adúlteras, de las que, al parecer, había muchas en la corte, dijo:
‘Nosotros los reyes, en este caso, tenemos más suerte que el común de los mortales’.
‘Por qué?, le preguntó el padre, escamado
‘Porque nuestras mujeres no pueden encontrar a ningún hombre de categoría superior con quien engañarnos’.
Carlos III se quedó pensativo. Luego sacudió la cabeza y murmuró con tristeza:
¡Qué tonto eres, hijo mío, qué tonto!
Es curioso resaltar que Carlos IV, casado con su prima María Luisa de Parma (de quien recibió el nombre la hierbaluisa), seguramente la reina menos agraciada que ha tenido España, quizá hasta Europa. Esta señora fue tan promiscua que no sabemos a ciencia cierta la parte que cupo al monarca en los catorce hijos (y diez abortos) que tuvo. En el lecho de muerte confesó a su director espiritual, el fraile agustino Juan de Almaraz, que ninguno de sus hijos lo era de su augusto esposo. Fernando VII, el heredero de la corona, lo supo y para evitar que se divulgara la noticia confinó a Almaraz de por vida en un lóbrego calabozo de la fortaleza de Peñíscola. Ignoraba que el fraile, viéndolas venir, había confiado su terrible secreto a un documento que guardó bajo el epígrafe ‘reservadísimo’. El memorial ha llegado a nuestros días y actualmente se custodia en el archivo del Ministerio de Justicia.
En su más famoso retrato, el del Museo del Prado, Mengs reproduce a Carlos III sin misericordia alguna: feo, ojos ahuevados, enorme nariz borbónica, estatura media, enteco, tez apergaminada y algo cargado de espaldas. Y una media sonrisa burlona como si nos dijera: ‘Ya veis a lo que me obliga el cargo’.
Carlos III fue el creador de la bandera actual, roja y gualda, para evitar que los navíos ingleses los cañonearan si los confundían con los otros estados borbónicos enemigos de los británicos, pues hasta 1785 todos los borbones ondeaban la bandera completamente blanca con el escudo borbón. Durante la república española, la franja inferior fue sustituida por el morado de los comuneros castellanos que se alzaron contra Carlos V.
Como hemos podido ver, Juan Carlos I adoptó la costumbre de sus antepasados en muchas cosas, y, esa mal llamada pascua militar, ‘de casta le viene al galgo’, como dice el refrán, en todo su sentido y todas sus expresiones.
Y pensar que, posiblemente, Fernando VII no fue hijo de Carlos IV, como reconoció su madre María Luisa al fraile Almaraz, castigado por saber, nos muestra que esto de las monarquías es un puro teatro, un engaño y, claro, siguiendo con ese estilo, vimos que Juan Carlos I pasó de jurar los principios fundamentales franquistas, a ‘auto-considerarse’ un rey democrático (sin necesidad de jurar la constitución).
Y los catalanes independentistas vemos muy claro que tenemos que quitarnos de encima esa casta y la caspa de sus aduladores cortesanos, pues nos da grima ver a Felipe VI, jugando a ser como sus antepasados, pues le encanta vestirse con el uniforme de gala con todos sus medallones. Es un crío mal criado, pues ya sabemos que su padre (Juan Carlos I), su abuelo (Juan), su bisabuelo (Alfonso XIII), etc., fueron todo, menos ejemplos a seguir, y ya no digamos del tutor de Juan Carlos, el dictador Francisco Franco.
Amadeo Palliser Cifuentes