– Esta temática atraviesa íntegramente la región, que se constituye como la más desigual del mundo, situación que se exacerbó en todos los países latinoamericanos y caribeños a partir de 2020, producto de la pandemia.
– Un 10% concentraba el 37% de los ingresos, mientras el 40% de la población obtenía el 13% (2019). Para 2020, de cada 100 habitantes, 34 eran pobres y 13 se encontraban en pobreza extrema. El PBI total cayó 6,8%; y es donde menos se invierte: 17,6% del PBI, comparado con 26,3% promedio a nivel mundial.
– Las desigualdades por género son un rasgo estructural e histórico en la región, y se registra un retroceso de 18 años en la participación de las mujeres en el mercado laboral, como producto de la pandemia.
– La 9ª Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales es el mayor evento académico y político de las Ciencias Sociales y las Humanidades, en el que 5.000 conferencistas trabajarán 34 abordajes sobre la desigualdad.
El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) organizará su 9.ª Conferencia entre el 7 y el 10 junio de 2022, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Hasta el 10 de diciembre están abiertas las inscripciones para el envío de resúmenes de ponencias.
El objetivo es abordar las desigualdades sociales a partir de distintos ámbitos: derechos de acceso a la ciudad, la salud y la educación; ciencia, tecnología y sociedad; cultura; conflictos urbanos; feminismos y disidencias; infancias y juventudes; migraciones; sociedad del cuidado; violencias de género; violencias y políticas de seguridad; conflictos agrarios; procesos de paz; naturaleza y ambiente, entre otros. Además, habrá una feria internacional del libro de las ciencias sociales y las humanidades, y un ciclo internacional de cine, entre otros eventos especiales.
Desigualdades económicas
“En nuestro continente existe una profunda concentración de la riqueza, y el acceso a las prestaciones sociales, en términos amplios, sigue siendo un privilegio. Esto se da porque no contamos en América Latina y el Caribe con un Estado de bienestar universal. Antes de la pandemia esto ya era un problema fundamental”, sostiene Karina Batthyány, Secretaria Ejecutiva de CLACSO.
Las innumerables desigualdades existentes en el continente estructuran sus sociedades. En 2020, de cada 100 habitantes de América latina y el Caribe, 34 eran pobres (sus ingresos no cubrían la canasta básica). De esos, 13 se hallaban en la pobreza extrema (no cubrían la canasta alimentaria). Se trata de 209 millones de personas pobres (22 millones más que en 2019) y 78 millones en situación de pobreza extrema (8 millones más), según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
En cuanto a la desigualdad de ingresos, ya antes de la pandemia, la región concentraba los índices más altos: el 10% más rico en América Latina tiene mayores ingresos que cualquier otra región (37%); y viceversa, el 40% más pobre recibe la menor parte (13%). Esta brecha supera incluso la de África subsahariana, según el informe sobre desarrollo humano 2019 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Además, la reducción del empleo mayoritariamente se concentró en trabajadores informales y jóvenes. “El 52% de quienes trabajan remuneradamente lo hace en el sector informal (uno de cada dos) y eso implica ya como punto de partida la ausencia de seguridad social de todo tipo: cobertura de salud, previsión a futuro de pensión o jubilación”, explicó Batthyány.
Desigualdades de género
Respecto a las desigualdades en torno al género, rasgo estructural e histórico en América Latina y el Caribe, se registra en la actualidad un retroceso de 18 años en la participación de las mujeres en el mercado laboral, como producto de la pandemia.
Al interior de los hogares, las encuestas de uso del tiempo reflejan la desigualdad entre hombres y mujeres a partir de cómo opera la división sexual del trabajo. Mientras los varones utilizan dos terceras partes de su tiempo al trabajo remunerado, las mujeres solo uno, y dos tercios al no remunerado, que consiste en tareas vitales para el desarrollo económico y social (organización, la alimentación, la educación, etc.). Además, a menor nivel socioeconómico más horas se dedican a las tareas de cuidado.
Según diversos estudios realizados, durante la primera fase de la pandemia, por ejemplo, en Argentina, el 54% de las mujeres expresó sentir una mayor sobrecarga de trabajo de cuidados a raíz de la pandemia. En Colombia, mientras las mujeres solían dedicar 7 horas al trabajo no remunerado, con la pandemia dedicaron una hora más. En Chile, las mujeres sumaron 2 horas diarias y en Uruguay, una hora y media más a las que ya les dedicaban a las tareas de cuidado.
La situación más extrema de la desigualdad de género está representada por el feminicidio. Las estadísticas o registros de la Oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el Crimen (UNODC), muestra que en América Latina 14 de los 25 países tienen los índices de crímenes contra las mujeres más altos del mundo. Y que nuestra región es además la segunda más peligrosa para las mujeres, solo superada por África.
Un nuevo informe de ONU Mujeres, también para América Latina y el Caribe basado en datos de 13 países desde la pandemia, muestra que dos de cada tres mujeres padecieron alguna forma de violencia o conocían a alguna mujer que sufría alguna forma de violencia. Los diez países con mayores tasas de feminicidios son Honduras, seguido de República Dominicana, El Salvador, Bolivia, Brasil, Panamá, México, Guatemala, Uruguay y Argentina.
En relación con los avances en cuestiones de agenda de género, el 97% de las mujeres latinoamericanas y caribeñas en edad reproductiva viven en países donde el aborto no está permitido. Se estima que aproximadamente entre 5 y 10 mil mujeres pierden la vida al año en la región por abortos clandestinos. En cuanto a la situación de las distintas comunidades LGBTIQ+, existen enormes limitaciones en el acceso a derechos como un trabajo o vivienda digna. En cuanto al matrimonio igualitario, el avance es dispar: en América latina sólo es reconocido por Argentina, Brasil, Colombia, México (21 estados mexicanos) y Costa Rica, Ecuador y Uruguay.
Otras desigualdades
El acceso al conocimiento se ha convertido en “uno de los nudos centrales de la desigualdad” (Karina Batthyány). Según datos de la UNESCO (2020), se estima que un 2,3% de los y las estudiantes del segundo ciclo de secundaria en América Latina y el Caribe no retomarán sus estudios luego de la pandemia. Además, casi 1 de 3 jóvenes que trabajan en América Latina y el Caribe reporta un empeoramiento en su situación laboral debido a la pandemia, según Naciones Unidas (2020).
América latina y el Caribe se encuentran muy lejos de contar con un reconocimiento pleno de los Pueblos originarios, sus derechos políticos, culturales, económicos y territoriales, y el carácter plurinacional de los estados. El racismo es otro punto importante: uno de cada cuatro latinoamericanos y latinoamericanas se identifica como afrodescendiente, quienes tienen 2.5 veces más probabilidades de vivir en la pobreza que el resto, y a su vez, en promedio, menos años de escolarización, mayores índices de desempleo y menos representación en los cargos de toma de decisiones en todos los niveles, ya sean públicos o privados.
“Es absolutamente necesaria la integración y la cooperación a nivel regional. América Latina es una y son muchas a la vez; si bien hay una comunidad de intereses, proyectos y aspiraciones, también existe una enorme diversidad de idiomas y culturas, y justamente es allí donde creemos que está la mejor versión de nuestra región”, concluye Karina Batthyány.
Información institucional sobre la Conferencia:
La 9ª Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales tendrá lugar entre el 7 y el 10 junio de 2022, en la sede de la Universidad Autónoma de México (UNAM).
El encuentro contará con 5.000 conferencistas; habrá ponencias, paneles y diálogos magistrales de destacadas figuras del campo político, académico y social de América Latina y el Caribe como Adriana Puiggrós (pedagoga argentina), Elisa Loncon (Presidenta de la Convención Constituyente de Chile), Manuela D’Avila (Brasil), Joan Subirats (Barcelona); Dora Barrancos (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina); Elsie Rockwell (Instituto Politécnico Nacional, México); Gabriela Ramos (Directora General de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO, México); Enrique Dussel (Universidad Nacional Autónoma de México, México); Rita Segato (Universidade de Brasilia, Brasil-Argentina); Boaventura de Sousa Santos (Universidade de Coimbra, Portugal); Elizabeth Jelin (socióloga e investigadora social argentina); Saskia Sassen (Columbia University, Estados Unidos-Holanda); Guadalupe Valencia (Coordinadora de Humanidades de la Universidad Nacional de México); Marta Lamas (Universidad Nacional Autónoma de México, México); Luciano Concheiro Bórquez (Subsecretario de Educación Superior de México, México); María Elena Álvarez-Buylla (Directora General/CONACYT, México), Montserrat Sagot (Universidad de Costa Rica, Costa Rica), Karina Batthyány, Secretaria Ejecutiva de CLACSO (Uruguay), Fernando Calderón Gutiérrez (Bolivia), Marcia Rivera (Puerto Rico), además de los argentinos Atilio Boron y Pablo Gentili, ex Secretarios Ejecutivos de CLACSO.
Previamente, los días 5 y 6 de junio, se desarrollarán: la Asamblea Extraordinaria de CLACSO, con el objetivo de considerar los estatutos, y la Asamblea Ordinaria, que se realiza cada tres años, y es donde se discuten las perspectivas a nivel regional y mundial, y donde se fijan los grandes lineamientos para el trabajo de los años siguientes.