Con un gabinete gris el Presidente López Obrador apuesta por el control de las dependencias haciendo unos de subsecretarios leales que navegan con bajo perfil. Ellos son los verdaderos generales que tras bambalinas mueven y controlan los ejes de la política lopezobradorista.
Desde Segob hasta Economía y pasando incluso por Salud la historia se repite. Amasan poder los subalternos mientras los secretarios sólo están para la foto flanqueando al jefe en las mañaneras. Ejemplos hay muchos:
Olga Sánchez Cordero no es para nada la envidia de anteriores secretarios de Gobernación. En esa oficina ya no se apagan fuegos como antes, ni mucho menos se operan temas de seguridad nacional.
En Bucareli ya no hay bloqueos de obreros o transportistas porque todo ya se resuelve directo en Palacio Nacional. Mientras tanto Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración es el que trae la línea y confianza directa de Presidencia.
Por su parte, en la Secretaría del Trabajo la joven titular navega en la superficie, mientras el operador inmediato de López Obrador es el subsecretario de Empleo, Horacio Duarte. Este último, político mexiquense de mil batallas, que tiene en sus manos uno de los programas más importantes de la administración, el de “Jóvenes construyendo el futuro”.
La historia se replica con Hugo López Gatell, quien desde la segunda cartera de la Secretaría de Salud hace la chamba que debiera asumir su titular Jorge Alcocer. Es quien sale a dar la cara en temas importantes y a quien tiene el respeto de los servidores públicos de la dependencia.
Los poderosos subsecretarios incluso traspasan los ámbitos de sus diligencias. Para muestra el caso de Jesús Seade en Relaciones Exteriores, que desde la subsecretaría para América del Norte estuvo a cargo de las negociaciones del T-MEC, asunto que correspondía a la titular de la Secretaría de Economía que se dice llamar Graciela Márquez y pocos conocen.
El poder tras el trono es más real de lo que uno pudiera imaginar y se viven muchas historias como estas en los feudos del gabinete. AMLO ha defendido su nueva forma de hacer política, en la que tal parece que los verdaderos generales no son los que ocupan las primera filas.