Por Nicolás Rosales Pallares (*)
Ciudad de México, a 9 de marzo de 2022.- A dos años de la pandemia de SARS-CoV-2 el mundo se ha conmocionado y cambiado. La movilidad urbana no es una excepción: Con descensos de hasta el 80% en el número de viajeros, el transporte público se ha visto especialmente afectado. Las autoridades y operadores de transporte están haciendo todo lo posible para enfrentarse a los retos inmediatos que el virus ocasionó. Es una realidad que la pandemia ha cambiado muchas cosas y, entre ellas, nuestra forma de desplazarnos por las ciudades.
La situación actual por la pandemia del COVID-19, ha llevado a que las dinámicas de la población cambien, y también los ámbitos en la movilidad para cada contexto territorial; por lo tanto, las problemáticas se vuelven otras y las necesidades para el transporte público aumentan. La postura de prevención frente a la pandemia, la necesidad de los habitantes de realizar sus viajes, las restricciones para la libre movilidad, la salubridad en las maneras y modos disponibles para realizar estos desplazamientos, han generado nuevas problemáticas afectando la sostenibilidad que se espera en los sistemas de movilidad, ya que el servicio de transporte se debe seguir prestando para garantizar la accesibilidad de todos los ciudadanos a los bienes y servicios, bajo las nuevas condiciones sociales a las que nos enfrentamos hoy día.
Perder de vista esto y no atenderlo de manera prioritaria esperando que las condiciones cambien, llevará a que nuestra estructura de transporte sea cada vez más insostenible en nuestras ciudades, afectando las condiciones económicas, las relaciones sociales y el desarrollo de la región.
A lo largo de la historia, las epidemias han afectado no sólo al ser humano, sino también al desarrollo y diseño de sus ciudades. Los centros urbanos están sufriendo las peores consecuencias de la crisis, muchas de ellas con sistemas de salud sobrecargados, servicios de agua y saneamiento inadecuados y otros servicios como el transporte público.
Hoy tenemos la oportunidad de recuperarnos y mejorar, construyendo ciudades más resilientes, inclusivas y sostenibles, así como la forma en que las vivimos y nos movemos.
A partir de 2020, municipios y entidades locales han necesitado creatividad y resiliencia para responder a la crisis desde la planificación y transformación urbanas.
El informe Cities and Pandemics: Towards a More Just, Green and Healthy Future, de ONU Habitat, explica que muchas ciudades han transformado su infraestructura para potenciar el transporte a pie o en bicicleta con medidas de emergencia contra la crisis sanitaria, pero cuyo fin es que tengan un impacto a largo plazo. Muchos municipios han aprovechado la pandemia para cambiar hacia la movilidad activa, fomentando la bicicleta o el desplazamiento a pie.
Mientras miramos hacia el futuro, las ciudades, operadores de transporte público y empresas necesitarán reinventar la movilidad urbana. La continuación del transporte público es fundamental para mantener a los ciudadanos conectados con sus trabajos, colegios y servicios esenciales, especialmente para aquellos que no cuentan con otras alternativas de transporte.
En medio de este panorama social, es necesario fortalecer las estrategias y políticas que inviten a los usuarios a evitar la realización de sus desplazamientos en modos como el auto y la moto, que ellos perciben más seguros con el fin de evitar incomodidades y un posible contagio. Si el usuario empieza a buscar como alternativa estos modos, las condiciones de movilidad van a ser cada vez más limitadas y deficientes, la contaminación y la congestión aumentarán, haciendo insostenible la infraestructura existente y los desplazamientos, lo cual estaría acabando con lo avanzado en temas de movilidad sostenible volviendo hacia las condiciones que experimentábamos tiempo atrás.
En las grandes ciudades el transporte público colectivo ha sido el camino más eficiente para mejorar las condiciones de movilidad urbana, en ese caso deberíamos buscar fortalecerlo y no debilitarlo bajo las limitaciones de ocupación actuales.
La mayoría de las estrategias y políticas desarrolladas están orientadas a procurar una movilidad más sostenible con su entorno, transformando los territorios positivamente, y buscando su eficiencia a través del tiempo.
Debemos redefinir la manera en que se planean nuestras ciudades y sistemas de transporte e innovar la prestación del servicio.
La recuperación de la crisis ocasionada por el COVID-19 no puede significar “seguir haciendo las cosas como siempre”, transformar el sector del transporte para que sea más respetuoso con el medio ambiente después de la pandemia de COVID-19 podría crear hasta 15 millones de nuevos empleos en todo el mundo y ayudar a los países a avanzar hacia economías más verdes y saludables.
(*) Presidente de la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad (AMTM)
Texto aparecido en la Revista Transporte y Ciudad editado por la AMTM