Los líderes de los partidos de oposición se la pasan criticando las estrategias gubernamentales, incluso, al extremo de calificarlas como predecibles, ante ello muchos ciudadanos se hacen la siguiente pregunta: ¿por qué no plantean algo más realista para impedir que las violaciones a la ley continúen?
PAN, PRI y PRD se envuelven en la bandera plástica de una supuesta lucha inquebrantable contra el autoritarismo, cuando lo único que hacen es orbitar en torno a los temas que les avientan desde Palacio Nacional. La triste realidad es que la oposición no tiene agenda y así es muy difícil cambiar las cosas.
¿Dónde quedó el supuesto triunfo de Acción Nacional por obtener una mesa de diálogo con Gobernación? El resultado fue una burla a la que Santiago Creel se prestó y de la que, una vez arriba, ya no sabía ni cómo bajarse conservando algo de dignidad. Al final, fue el propio gobierno el que les dio las gracias, llevándose en la bolsa tiempo de sobra y endilgándoles un desgaste innecesario.
También tenemos al PRI, en donde, a falta de carteras para repartir, el gobierno les expropia a sus liderazgos y los convierte en embajadores. El PRI es la bisagra y en la Presidencia lo saben. Es por ello por lo que no hay muchos que envidien a Marko Cortés y Jesús Zambrano, ¿qué difícil es tener que sentarte a la mesa con los tricolores sabiendo que ni entre ellos hay lealtad?
Al Sol Azteca, el mismo que vive con el tanque de oxígeno pegado a la cama, le sobran motivos para patalear. Desde el nacimiento de MORENA, el PRD no tiene cabida en el espectro político nacional, se aferra a los contados cotos de poder y hará todo lo posible por no perder los cacicazgos locales cada vez más estrechos. ¿Qué se puede esperar de tan elevados ideales de esa otra izquierda sin brújula?
De tan terribles escenarios vienen quienes dicen enfrentarse a la dictadura, esos son los supuestos salvadores de quienes no están de acuerdo en cómo se van dando las cosas en el país. Lo cierto es que ni PAN ni PRI ni PRD hacen nada concreto y efectivo por salvar a México.
No es necesario rascar tanto para caer en la cuenta de que lo que hay son intereses de grupo y dirigencias caciquiles en los partidos que, en tres años, no han hecho nada factible por detener los atropellos. Ante este clima, no hay señales próximas de cambios posibles, ni remotos dejos de que la oposición partidista pretenda despertar.
Mientras sigan jugando a armar casitas con piezas de Lego; a disfrazarse de héroes desde la comodidad de las redes sociales; a saltar con los anzuelos de las mañaneras; y, a contestar sin antes plantear un movimiento con cuerpo que abrace la insatisfacción nacional, el escenario de crisis continuará lejos de encontrar una solución.