Los dichos se sostienen con hechos y de no hacerlo así, es probable que la confianza se vea afectada. Algo parecido está sucediendo con MORENA y sus liderazgos, todos ellos colgados de la imagen presidencial a la que muchas veces no saben cómo justificar.
Vaya conflicto ha resultado lo anterior para los abanderados guindas, quienes han tenido que meterles el pecho a las balas y responder, entre muchos otros temas, sobre la escalada de violencia y los francos ataques a la inversión privada por parte de la administración federal.
En los cierres de campañas, los candidatos de MORENA recolectan con dificultad apoyos entre los empresarios locales, quienes están cada vez más enojados por el modo en que la cuatroté ha vituperado a los principales generadores de empleos en el país.
No saben los del partido oficial cómo asegurarles a los hombres de negocios que sus inversiones serán respetadas con todas las de la ley, que existirán condiciones de certidumbre y que se detonarán proyectos de gran potencial sin que de la noche a la mañana a alguien se le ocurra borrar todo de un plumazo.
La campaña de desprestigio hacia aquellos denominados por el poder en turno como conservadores, fifís y/o neoliberales, dinamitó la relación entre el empresariado formal y el gobierno de México. Las inversiones han tomado alas y ya es una constante que los capitales nacionales y extranjeros busquen mejores horizontes fuera de las fronteras.
Han pasado tres años de la actual administración y hay, entre los hombres de negocios, algunos que opinan que lo mejor es esperar a que termine este gobierno y ver cómo se acomodan las cosas; apuestan por retirarse de la mesa por un tiempo y enfocar las baterías en otras prioridades que les generen mayor plusvalía.
El gobierno ha tenido que aguantar las consecuencias de la soberbia desmedida en un escenario en donde, para colmo, los dineros empiezan a escasear ante la máquina devoradora de los programas sociales. Con tal polarización, no es raro que el empresariado rechace a los candidatos morenistas, quienes por más labia que traigan se enfrentan al rencor y rechazo provocados desde Palacio Nacional.
“No hay condiciones ni palabra”, es lo que escuchan los candidatos de MORENA de las cúpulas empresarias en los estados. Situación que provocó que algunas campañas tuvieran que ser rescatadas por instrucciones de arriba, ya que ante la falta de empuje estas iban naufragando. ¡Glup!
A MORENA le está saliendo muy caro el desprecio que continuamente hace de las mujeres y hombres de negocios quienes no han hecho otra cosa más que apostar con honestidad al crecimiento de las distintas regiones de México. Denostar desde el poder y con alevosía a quienes han impulsado con esfuerzo y sacrificios al país es jugarle chueco a la Patria. Al tiempo.