Todos sabemos que:
- ‘normalmente’ las cosas no son blancas o negras, ya que siempre hay matices, grises, (es conocido, asimismo, que la simbología de los colores es diferente en función de determinadas culturas y, por ejemplo, el blanco, en Occidente, simboliza la pureza, la virginidad, etc., mientras que en Oriente representa la muerte, el luto, la mala suerte; e igualmente pasa con el color negro);
- también sabemos que la negociación para solventar un conflicto requiere que ambas partes acuerden una solución que no satisfaga totalmente a una parte, en detrimento de la otra, si no, que ambas partes han de ceder, para que ese acuerdo sea aceptable por todos.
Pero, a veces, la situación no es ‘normal’, y por eso, sí que podemos aplicar la polaridad; por ejemplo:
- en el caso de la invasión de Ucrania, ¿un posible acuerdo debería comportar la pérdida de determinados espacios geográficos, como el Donbass o Crimea, favoreciendo, de ese modo, al invasor?;
- asimismo, en el milenario problema del estado español con Catalunya, ¿debe seguirse perpetuando el expolio y dominación conseguida tras la conquista del Borbón Felipe V, en 1714?
Centrándonos en el conflicto entre el estado español y Catalunya, la mayoría de los catalanes percibimos, efectivamente, las connotaciones negativas, opresivas, del estado español; pues sabemos que en los más de 300 años que van desde el citado 1714, el reino borbónico y la dictadura franquista, junto con la actual ‘democracia’, han representado y siguen representando un largo túnel negro para los catalanes (incluso las dos repúblicas españolas, la primera (1873-1874) y la segunda (1931-1939), que si bien tuvieron aspectos sociales positivos, no reconocieron el hecho diferencial catalán en toda su amplitud)
Los catalanes tenemos la mente abierta, reconocemos la dualidad (luz-oscuridad), que, bien entendida, es positiva, como lo refleja que tengamos la Virgen de Montserrat, como patrona, negra, como las diosas hindúes Kali y Durga; pero eso no priva que sepamos diferenciar, de forma clara, los aspectos determinantes que nos colonizan, como expresó Manuel Fraga Iribarne, ministro franquista, después, fundador del PP, y uno de los padres de la actual constitución:
‘Hay que decir español y no castellano. El español es la lengua de todos. Se ha transformado ya en la lengua de España (…) Haré todo lo posible para evitar que se destruya la unidad nacional. Porque Cataluña fue ocupada por Felipe IV, fue ocupada por Felipe V, que la venció; fue bombardeada por el general Espartero, que era un general revolucionario; y la ocupamos en 1939 y estamos dispuestos a ocuparla tantas veces como sea necesario y para ello estoy dispuesto a coger el fusil de nuevo. Por consiguiente, ya saben ustedes a qué atenerse, y aquí tengo el mosquetón para volverlo a utilizar’.
(respuesta de Fraga al empresario catalán J. B. Cendrós, en 1968, que le solicitó la retirada de la primera edición de la ‘Història de Catalunya il.lustrada’)
Y así seguimos, llevados en una verdadera ‘nave de los locos’ (que, según J-E Cirlot, en su ‘Diccionario de símbolos’, ‘expone la idea de navegación como finalidad en sí, es decir, contraria al concepto de tránsito y de evolución’). El pintor flamenco El Bosco (Jheronimus van Aken (1450-1516), (basándose en la obra satírica alemana ‘La nave de los necios o Narrenschiff, (1494) de Sebastian Brant (1457-1521) pintó, en 1504, un cuadro titulado ‘la nave de los locos’)
En estos últimos 308 años, los catalanes hemos sufrido todas las plagas, recordando las plagas (en hebreo Makot Mitzrayim) que Yavhé infligió a los ciudadanos del reino de Egipto; pero, en nuestro caso, en contraposición a las sufridas por los egipcios, que tenían como objetivo que el faraón Ramsés II (1279-1213 a. C.) dejara libres a los esclavos hebreos y les permitiera salir de la nación.
Ese éxodo no es histórico, es mítico, y Moisés tampoco existió; y existen evidencias científicas de que las ‘plagas’ que sufrió Egipto, tuvieron su origen en la erupción del volcán de la isla de Santorini (actual Grecia), que comportó escapes de dióxido de carbono y de hierro cerca del Nilo, que, en contacto con el oxígeno, formó hidróxido de hierro. Y mientras los egipcios dormían, los israelitas celebraban la cena de Pascua (Pesáj) ordenada por Moisés; así, el dióxido de carbono, más pesado que el aire, mataría por asfixia a todos los que dormían, disipándose en la atmósfera, poco después. Los primigenios egipcios, por su privilegio, dormían en camas casi pegadas al suelo, los demás miembros de la familia dormían en los segundos pisos. Otras plagas, también por la nube tóxica, fue la epidemia del alga tóxica Oscillatoria Rubescens; etc.
Pero, a lo que iba, el estado español aplica sus plagas a los catalanes, no para liberarnos, sino para humillarnos, expoliarnos, desmoralizarnos, etc.; y así, seguir teniéndonos dominados (Fraga ‘dixit’). Y, más todavía, afectando a todos los catalanes, independentistas y unionistas, sin distinción.
Y estas plagas se han multiplicado desde la realización de nuestro referéndum de independencia, que ganamos el 1 de octubre del 2017. Y eso hizo que se desbocaran los cuatro jinetes del apocalipsis español que, emulando a los bíblicos, pretenden la conquista, la guerra, el hambre y la muerte de nuestra nación; y, de ese modo, sigamos en su Abadón / Abaddón (en hebreo), o (Apolión, en griego), el abismo insondable que, para los catalanes representa el estado español.
Desde el 2017 hemos visto como el estado español nos ha pegado por votar, ha encarcelado a nuestros líderes políticos y sociales, ha provocado que otros se fueran al exilio; que más de 3000 catalanes estén siendo juzgados o pendientes de serlo; que raperos estén perseguidos (Hasél en prisión, Valtònyc, exiliado); que nos espíen con el Pegasus (18 según su legislación, y más de 50, ni eso), pero eso sí, por ser, todos ellos, independentistas; que persigan nuestra lengua, el catalán, hablada por 10 millones como máximo, para defender a 580 millones de castellano hablantes, como explica J. B. Culla (Ara, ‘Èmuls de Putin’, 31 de mayo 2022); que el estado haya ejecutado en Catalunya un 35% del previsto en los presupuestos del 2021, mientras que a la Comunidad de Madrid le ejecutó el 184% del previsto, y eso a pesar de que ERC, partido independentista catalán, apoyó la legislatura y aprobó los presupuestos en cuestión, garantizando (Rufián) que eran los mejores de la galaxia para Catalunya; etc. Esta es su forma de cumplir sus leyes, que nos exigen a nosotros, pero que ellos se saltan libremente, sin escrúpulos ni pudor ni ética ni moral.
Y en ese río revuelto, siempre salen los pescadores que ‘ganan’, como aquí, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau que, en 2015, se benefició de los infundios que el estado profundo español lanzó contra el alcalde Xavier Trías, acusándole de tener cuentas en Suiza (que posteriormente fueron desmentidas por los bancos suizos), pero que, sin ninguna ética, Colau aprovechó para ganar las elecciones de una forma antidemocrática y amoral, igual que fue arrebatar la alcaldía a Ernest Maragall, en 2019, pactando con el populista Manel Valls; es decir, ese es el Abadón (el abismo insondable) de Colau y los Comunes, para los que todo vale, si es para frenar la independencia de Catalunya, y, así ‘agradar’ a los poderes fácticos del estado.
De ese modo, el estado profundo español (desde Felipe V y el ‘emérito’ Juan Carlos I; pasando por Carlos Lesmes, el nefasto presidente del tribunal supremo y del consejo general del poder judicial, cuyo mandato está caducado desde el 2018, pero, a falta de acuerdo de los partidos sistémicos (PSOE/PP), no tiene la ética de dimitir (ahora veremos, si tras ser ‘pillado’, parece, con 17 millones de euros en un paraíso fiscal, se mueve alguna cosa); los gobiernos del estado PPSOE, que ‘juegan al ‘tanto monta, monta tanto’ del yugo y las flechas de los mal llamados reyes católicos (Isabel I de Castilla y Ferran II de Aragón), si bien, Ferran II de Aragón tenía el lema heráldico, ‘Tanto monta’ (abreviación de ‘tanto monta cortar como desatar (‘tant és tallar com desfer’ de Carlo Magno, pero, al casarse, lo ampliaron al ‘tanto monta monta tanto’, perdiendo, por lo tanto, el espíritu inicial.
Es decir, que todas las instancias españolas siguen montadas en ese lema, todo vale para defender la unión de la sacrosanta España (‘unión de destino universal’ falangista). Todos son iguales, el indolente Mariano Rajoy, en los ratos libres que le dejaba la lectura de diarios deportivos, es igual que el mentiroso Pedro Sánchez, preocupado por su imagen, pero, ambos, defendiendo el corrupto reino de España.
Para Catalunya, todos ellos representan el papel de la parca, nuestra muerte política.
Ante esta situación, lo que es difícil de entender es que la mitad de los catalanes sigan queriendo depender de esa España. Unos por incultura o por miedo a la incertidumbre (pensiones), pero otros, más jóvenes, por puro masoquismo, ya que no se me ocurren otras posibles explicaciones.
Asimismo, muchos independentistas catalanes, están sufriendo un proceso depresivo, en sus diferentes fases: negación (de las posibilidades del 2017 y actuales), negociación con la realidad (adaptación neo-autonómica), depresión (abandono total), ira (incluso contra los independentistas que siguen y seguimos expresando nuestros deseos iniciales), aceptación (de la imposibilidad de ser independientes).
Ante todo ello, es preciso que la base nos movilicemos, democrática, pero decididamente, con pequeños gestos, pero contundentes, como expresé en un escrito anterior. Ya que la alternativa, es no salir de la depresión, seguir sometidos a la parca española, que nos sitúa en su Abadón infernal.
El psiquiatra C. G. Jung (1875-1961) explicó un sueño suyo, en el cuál se veía como el discípulo de un mago blanco vestido de negro, quien le instruyó hasta cierto límite, a partir del cual, le dijo, que le seria preciso aprender del mago negro vestido de blanco.
Ese es un consejo claro y positivo, no podemos dejarnos engañar por argumentos como los de los ‘magos’ Pedro Sánchez, que no quiere mostrar las cuentas territorializadas del estado, para evitar discusiones ‘académicas’, es decir, para evitar la realidad, la esconden; o como el ‘mago’ Mariano Rajoy, que dijo que, a efectos fiscales, no hay catalanes, hay ciudadanos españoles de Catalunya, que tributan como todos (pero a la hora del gasto, ya no somos tan iguales, como hemos visto); o como muchos de los políticos catalanes, independentistas hasta el 2017, que, actuando también como falsos ‘magos’ nos esconden sus verdaderos objetivos actuales.
En definitiva, que debemos obviar a esos truculentos magos, seguir con los que no nos han traicionado, buscar unos nuevos líderes, y seguir picando piedra, para salir del ‘atzucac’ (callejón sin salida), del agujero negro del estado español, que todo lo absorbe, y con el cuál no podremos negociar nunca, y nunca es nunca; no deberemos ni asumir la parte proporcional de su deuda, que ellos se las apañen por si solos, si pueden y saben. Que nos dejen, y los catalanes que no estén de acuerdo, que lo asuman democráticamente o marchen, si quieren seguir siendo súbditos de una corona corrupta.