Como estaba previsto, este mediodía, la mesa del Parlament ha destituido Laura Borràs de la Presidencia del Parlament, por la imputación de prevaricación y falsedad documental (que no de corrupción), dando por buenos los informes adoptados por la ‘justicia española’, mejor dicho, la injusticia española.
De los partidos unionistas (incluido el PSC, el ‘brazo tonto’ del PSOE), nada que decir, tienen una mentalidad servil, de súbditos, de colonos; pero de ERC y la CUP, haciendo seguidismo a los españolistas, no hay etiquetas publicables, el respeto al lector me hace censurarme.
Y, tanto ERC como la CUP tienen un largo currículo, por ejemplo, impidiendo la presidencia de Carles Puigdemont, eliminando el acta de diputado al president Quim Torra, impidiendo el voto delegado a los exiliados, y ahora, otra pieza mayor, la destitución de la presidenta del Parlament, Laura Borràs.
Objetivamente, una laureada hoja de servicios, merecedora de grandes elogios y reconocimientos por parte del reino más corrupto de la galaxia.
Y siempre por miedo a perder las prebendas, los sueldos, la libertad, el indulto, lo que sea. Y, si para salvar el propio patrimonio, se ha de matar políticamente al contrario, se le ejecuta, eso sí, argumentando que son verdugos, pero justos, neutros y objetivos (según las leyes españolas, claro); pues sus promesas y compromisos electorales ya no los recuerdan.
‘Entre todos la mataron y ella sola se murió’, es decir, nadie asume la responsabilidad y la culpa derivada de un acto colectivo. Este refrán castellano, referido tradicionalmente a la ‘verdad’. Podemos aplicarlo, ahora, también a la ‘democracia española y catalana’
En el año 2017, antes del referéndum del 1 de octubre, Oriol Junqueras (vicepresidente económico de la Generalitat) recorría todos los medios de comunicación, manifestando que el ‘Junquerismo es amor’, frase que se hizo muy popular.
La primera vez, fue tras una entrevista con Soraya Sáez de Santamaría, vicepresidenta de Mariano Rajoy), y suactuación de ‘Juan Tenorio’ junto a ‘Inés’ (Soraya) la explicó en RAC1, diciendo ‘que ellos quieren a todo el mundo, que el junquerismo es amor’.
Ahora nos ha quedado claro que el ‘poliamor’ de Junqueras, alcanzaba a muchos, pero no a sus compañeros de viaje independentista, especialmente quedaba excluido Carles Puigdemont, al que siempre ha considerado su peor enemigo.
Oriol Junqueras, desde las tramoyas, me ha recordado a Marco Junio Bruto (85 c. C.- 42 a.C.), hijo adoptivo -según algunos historiadores, hijo real- y pretendiente sucesor de Cayo Julio César (100 a.C.-44 a.C.).
Bruto, un estudioso de la filosofía (otra casualidad con Oriol), en los ratos disponibles en la campaña, leía y escribía; rico, por su familia adoptiva y por sus negocios de prestamista, emparentado por matrimonio con Claudia Pulcra, de la familia Claudia, una de las facciones más conservadoras del senado, opuesta a los ambiciosos políticos que trataban de conquistar el poder, como Pompeyo y Julio César.
‘Bruto, adorado por sus amigos, admirado por los buenos, y no odiado por nadie, ni siquiera por sus enemigos, pues era un hombre de carácterbenigno, magnánimo, ajeno a la ira, a la lujuria y a la ambición, y de ánimo firme e inflexible en lo honesto y en lo justo’ (…) tal era la imagen de Marco Bruto ante sus contemporáneos, según recoge Plutarco en su biografía. Pero este mismo hombre fue el instigador, y uno de los ejecutores, de uno de los asesinatos políticos más célebres de la historia: el de Julio César (…) dando así paso a la República Romana.
‘En el año 50 a.C., los senadores se enfrentaron a un dilema dramático: debían optar entre defender la causa de la República bajo un líder desacreditado, Pompeyo, o sumarse al golpe de estado del mejor general romano del momento, Julio César.
Bruto odiaba a Pompeyo por haber ordenado la muerte de su padre y su abuelo, que habían prestado su apoyo a la revuelta del ex cónsul Lépido tras la muerte del dictador Sila; Plutarco recuerda que Bruto, ‘cuando se encontraba con Pompeyo, ni siquiera le saludaba’. Pero también tenía motivos para odiar a César, por la relación de éste con su madre (y, según algunos, también con su hermanastra Junia). Finalmente, optó por Pompeyo, por considerar que su causa era más justa que la de César y marchó a alistarse a su ejército.
La participación de Bruto en la guerra civil entre Pompeyo y César no fue muy destacada (…) En Farsalia, en el año 48 a.C., según Plutarco, Pompeyo se maravilló de verle llegar a su tienda, y venciendo el desdén que sentía por su antiguo adversario ‘se levantó de su asiento y le abrazó como a persona muy distinguida y aventajada’. En cuanto a César, ordenó a sus oficiales que respetaran la vida de Bruto; y en c aso de que este se resistiera a ser capturado deberían dejarlo marchar. Sin duda pensaba en complacer así a su amante Servilla.
Tras su victoria en Farsalia, César perdonó la vida a Bruto, no se sabe si porque éste le escribió pidiéndole perdón o a ruegos de Servilia. En todo caso, Bruto se pasó decididamente al bando del vencedor. No tuvo reparo en descubrir que Pompeyo se había fugado a Egipto, donde el líder derrotado encontraría la muerte.
En una de sus típicas muestras de clemencia calculada, César recompensó sus servicios concediéndole el cargo de gobernador de la Galia Cisalpina (…) y al año siguiente le nombró pretor urbano (la máxima autoridad judicial en Roma)
Bruto, sin embargo, no se sentía cómodo en su nueva situación, y fue así como en el año 45 a. C. decidió divorciarse de su mujer -en contra de la voluntad de su madre y provocando un gran escándalo en Roma- para casarse con Porcia, la hija de Catón el joven, el archienemigo de César (…) sin duda, su nuevo matrimonio significaba una clara toma de partido por parte de Bruto.
Algunos advirtieron a César de que su favorito se estaba volviendo en su contra, pero el dictador desechó las acusaciones y, tocándose el cuerpo con una mano, les decía: ‘Pues qué, ¿os parece que Bruto no ha de esperar el fin de esta carne?’. Con esta frase quería decir que Bruto tenía en su mano convertirse en su sucesor natural en la más alta magistratura romana.
Pero Bruto empezó a escuchar los argumentos de Casio, que lo instaba a sublevarse contra el hombre que había acaparado todo el poder (…) Finalmente, Bruto se implicó en la conspiración para matara a Julio César (…) fijado el día para el atentado, Bruto no faltó a la cita y fue uno más de los que clavaron su daga en el cuerpo de César hasta acabar con su vida.
Tras el magnicidio, Bruto y sus compañeros marcharon al capitolio ‘con las manos ensangrentadas y mostrando los puñales desnudos, llamaban a los ciudadanos a la libertad’. Pero el pueblo romano, hábilmente manejado por Marco Antonio, reprobó la acción. Bruto marchó a Asia con una misión oficial, y de allí pasó a Creta y luego a Grecia.
(…) de modo que en 43 a.C., organizó en Oriente, junto a Casio, un ejército para defender la causa Republicana frente a Antonio y Octavio. (…) tres semanas después, Bruto fue derrotado. En un paraje retirado, desesperado ya de la vida y entre confusas parrafadas filosóficas, Bruto se suicidó arrojándose contra una espada sostenida con firmeza por su buen amigo y compañero en sus estudios de retórica, el griego Estrabón.
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Creo que todo lector extraerá los paralelismos y puntos comunes, y podrá ver que la historia se repite.
La ya expresidenta Laura Borràs, en su duro discurso de despedida (que TV3, la televisión pública catalana no ha retransmitido íntegro, claro), ha dicho que cinco miembros de la mesa del Parlament, parecía que habían asistido al Parlament investidos con la toga de jueces, y ha señalado que, de ellos, cinco, los de ERC, PSC y CUP, habían actuado de ejecutores del ‘lawfare’, la guerra jurídica, para eliminar indebidamente a los adversarios políticos, desprestigiándoles.
La mesa del Parlament, actualmente está compuesta por:
Laura Borràs i Castanyer (presidenta del Parlament), de Junts. Que ha debido ausentarse, durante la deliberación.
Alba Vergés i Bosch (vicepresidenta primera), de ERC
Assumpta Escarp Gibert (vicepresidenta segunda), del PSC
Ferran Pedret i Santos (secretario primero), del PSC
Aurora Madaula i Giménez (secretaria segunda), de Junts. La única que ha votado a favor de Borràs.
Carles Riera Albert (secretario tercero), de la CUP
Ruben Wagensberg Ramón (secretario cuarto), de ERC
Sabemos que todos los que han votado contra Borràs, han seguido las instrucciones de sus respectivos jefes de fila: Pere Aragonès (ERC) y Salvador Illa (PSC/PSOE), así que nadie se salva del magnicidio que han efectuado.
Y todos deberíamos recordar, también, a los verdugos materiales, es decir a: Alba Vergés i Bosch, AssumptaEscarp Gibert, Ferran Pedret i Santos, Carles Riera Alberty a Ruben Wagensberg Ramón; pues, como los asesinos de César, todos son culpables. Y, claro, también debemos recordar al ‘poliamoroso’ Oriol Junqueras, el verdadero Bruto de la historia.
Respecto a la CUP, que debía traernos la revolución izquierdista, hemos visto que, salvo contadas y respetables excepciones, se han acomodado al sistema. Ellos se vanagloriaron, en enero del 2016, de haber tirado a la papelera de la historia al president Artur Mas. Pero, nos han mostrado, con sus hechos, que la verdadera papelera son ellos mismos.
Laura Borràs, en su discurso final ha dicho: ‘Padre no los perdones, porque saben lo que hacen’. Y yo estoy totalmente de acuerdo con ella.
‘Alea iacta est’, ‘se ha tirado el dado’, ‘el dado ha sido lanzado’, ‘la suerte está echada’,
frase atribuida por Suetonio a Julio César en el momento de atravesar el río Rubicón (49 a.C.), la frontera del territorio metropolitano de Roma y la provincia de la Galia Cisalpina; por lo que estaba prohibido que los generales la cruzasen armados. No cumplir esa orden, era considerado una ‘causa belli’. César inició así la segunda guerra civil de la república romana y sentó las bases para la creación del imperio, tras vencer a Cneo Pompeyo (Pompeyo el grande)
Volviendo al problema catalán, podemos decir, también ‘Alea iacta est’, ‘la suerte ha sido echada’, ya no hay marcha atrás. No podemos soportar más intromisiones de intereses partidistas supeditadas al Pinocho Pedro Sánchez, el gran instigador de la división del independentismo, mediante su aceptación de la fantasmagórica y truculenta mesa del diálogo, que solo busca su perpetuidad personal en la Moncloa, lo único que le interesa al narcisista Pedrito. Y, claro, sin olvidar que Sánchez es el brazo tonto de la ley, el ejecutor de las instrucciones del verdadero poder, el rey y sus tentáculos: el poder judicial, poliail y todas sus cloacas.
Pero, si tras todo lo que está pasando, seguimos en el sofá de casa, seremos tan cómplices como los compañeros de Bruto. Y seremos culpables, como ellos.