Más rápido cae un hablador que un cojo y para muestra un botón: vaya clase de cinismo el que demostró durante el fin de semana el partido MORENA, porque de nada les sirve tanta palabrería sobre la autoproclamada superioridad moral, que dicen tener, si a la primera se exhiben como porros y mapaches electorales.
La cosa pintaba sencilla, se tenían que elegir mediante votación a los consejeros nacionales del partido del presidente López Obrador. La sorpresa fue que no hubo un solo lugar, de aquellos en donde aconteció la jornada electoral, en el que los disturbios estuvieran ausentes.
Se documentaron infinidad de movilizaciones ilegales auspiciadas por líderes del Movimiento de Regeneración Nacional. Ahí estuvieron mujeres y hombres cobijados por el partido en el poder, llevando y trayendo gente mediante pagos en efectivo y/o especie, la coacción o el engaño.
Hubo medios de comunicación que incluso llegaron a consignar terribles historias, como las de adultos mayores que fueron obligados a ir a las urnas bajo amenaza de que de no hacerlo perderían la pensión gubernamental.
MORENA demostró algo que no es sorpresa y que, incluso, se sabía: que no es ningún nuevo partido que refresque la política mexicana, más bien el reciclaje de lo más ruin y desagradable de los años oscuros del viejo régimen.
Con lo acontecido el fin de semana, varios recordaron a las tribus perredistas que se daban con la cubeta en peleas campales por los huesos. Al final de cuentas, aquellas prácticas pareciera que migraron a la médula del partido que dirige Mario Delgado.
Los muchos priistas alojados en las estructuras de MORENA también debieron recordar las enseñanzas que les dejaron aquellos escenarios trágicos de la vida política autoritaria. Lo cierto es que nadie puede negar que a los de MORENA se les veía cómodos, incluso contentos en ese ilegal «movimiento de conciencias».
Parece que los del partido guinda ya le agarraron el gusto a eso de violar la ley. Todo es cuestión de ejemplo, si el de arriba lo hace por qué yo no, de seguro se preguntan y auto contestan los caciques locales. Y mientras tanto, el partido del Ejecutivo se va pareciendo a ese PRI que tanto dicen odiar.
Cinismo fue lo que demostró la jornada del fin de semana, la vil lucha del poder por el poder. Ahí no hubo respeto por la democracia ni por los votantes, ahí hubo números y cuotas, agandalle marrullero.
MORENA no es un partido que esté a la altura del país, por la sencilla razón de que surgió como un instrumento unipersonal para que López Obrador llegara a la silla presidencial. Como la barracuda del océano, ese partido recogió para su propio daño lo peor de lo peor, y les dio a los mercenarios poder, puestos y recursos. La postal de lo que en realidad son ya quedó retratada.