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En el Espacio Cultural San Lázaro se realizó una Mesa redonda por el cierre del ciclo de cine: “Juárez en 35 mm”

• Especialistas analizaron las cuatro películas en torno a la vida del Benemérito de las Américas en el marco de su 150 aniversario luctuoso

En el cierre del ciclo de cine: “Juárez en 35 mm”, en el Espacio Cultural San Lázaro realizó una Mesa redonda en torno a la exhibición de cuatro películas, en el marco del 150 aniversario luctuoso del Benemérito de las Américas.

A través de la Cineteca San Lázaro, se presentaron durante este mes las cintas: “Juárez”, realizada en 1939, por William Dieterle; “Mexicanos al grito de guerra”, de 1943, de Alvaro Gálvez y Fuentes e Ismael Rodríguez; “Juárez y Maximiliano, la caída de un imperio”, filmada en 1934, por Miguel Contreras Torres y Raphael J. Sevilla, y “El joven Juárez”, de 1954, del cineasta Emilio Gómez Muriel.

Al moderar la mesa redonda, Sergio Bárcenas Huidobro, escritor, periodista y crítico de cine, refirió que este cierre del ciclo de cine “Juárez en 35 mm” fue un recorrido por cuatro proyecciones importantes que retratan desde la ficción, alegoría, símbolo y traslación cinematográfica la figura de Benito Juárez y todo lo que le rodea en los ámbitos: mitad histórico, romántico y mitológico de las reformas juaristas de la década de los sesenta del siglo XIX.

De las intervenciones de ese periodo y de los cambios se derivaron en la vida pública mexicana desde lo legislativo hasta la vida doméstica, los credos religiosos y la representación de todos estos temas en el arte, la arquitectura y el urbanismo, agregó.

Miguel Ángel Rosas, curador del Museo Legislativo Sentimientos de la Nación, comentó que entender al liberalismo implicó no sólo una reforma política, sino una transformación del pensamiento, cuyas posibilidades de cambiar las formas de pensar y nuestra manera de entender y mirar impulsó el concebirnos como actores sociales, lo cual es fundamental para insertarnos dentro de un esquema de Estado y que, de alguna manera, a través de ello, tratemos de encontrar nuestras propias libertades.

Señaló que una cinta es al mismo tiempo un registro histórico y una manipulación de los hechos, por los sesgos de los acontecimientos que narra, por la época en que fue realizada y quién encargó hacerla. Se convierte, consideró, en un documento que tiene multiduplicidades de aristas.

También refirió que esa época del siglo XIX se ha trasladado a la imagen urbana, a través de monumentos como el Hemiciclo a Juárez, convertido en un lugar de culto para rememorar su legado político y legislativo. Además, en la nomenclatura como un acto conmemorativo alegórico de Juárez, a través de la importante avenida que lleva su nombre.

Desde la historia del arte el cine histórico como medio visual puede cumplir o aspira a cumplir una función para rememorar las actividades de Juárez. El cine de temática histórica ambientado en otras épocas gravita alrededor del héroe Juárez, representación de la microhistoria mediante las canciones, arquitectura, comida y los tonos del habla popular, explicó.

Estas cuatro películas no nacen de la vocación artística de un autor, sino que son hechas por diversos encargos, a veces, de instituciones, debido a pactos diplomáticos, como el “Juárez” de Dieterle, y otras, por la mera intención pedagógica. “No son películas hechas en un afán del arte por el arte, sino con una intención preclara que las anima desde el encargo mismo”.

Francisco Martín Peredo Castro, doctor en historia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), sostuvo que es positivo que se vean las películas sobre Juárez, porque pueden servir como detonador para hacer reflexiones y discusiones en torno a los periodos y personajes históricos sobre la corriente liberal que luego se plasmó en Las Leyes de Reforma y en la Constitución de 1857, que sentaron el precedente de la construcción del México como un Estado moderno y constitucional al evolucionar al proyecto mestizo constitucional.

Eso es importante, porque si las cintas se ven con atención nos van a llevar a cuestionar, a querer indagar, aclarar, desmontar y deconstruir el discurso plasmado en el celuloide. No obstante, aclaró que una cinta jamás puede sustituir una clase. Se puede ver la película, pero luego discutirla y desmontarla en lo que tiene de verdad y detectar las fallas, omisiones y distorsiones, eso sí es constructivo y útil.

“No es ningún desperdicio ver las películas de temas históricos y biográficos, incluso si han perdido cierta vigencia, porque eso nos obliga a pensar en por qué se hicieron esas cintas en el momento en el que se realizaron”, apuntó.

Las cintas son un detonador de mayores investigaciones para acercarse a otras líneas de conocimiento, como recuperar la imagen de Juárez en la prensa francesa y europea de aquella época.

Estamos ante representaciones y tenemos que hacernos seis preguntas primordiales: ¿Qué es lo que se está representando? ¿En qué contexto? ¿Dónde y cuándo se construyó esa representación? ¿Quién produjo esa representación? ¿Para la mirada de quién? ¿Con qué intenciones y con qué impactos? Son una guía muy útil para tratar de entender el ¿por qué de una película? ¿Por qué con esas características? ¿Por qué son esos sesgos? ¿Por qué con esa perspectiva?, lo cual introduce en el análisis de los contextos.

Explicó que la sola película por sí misma, por sus yerros y aciertos lleva a preguntarnos sobre esa historia para indagarla y, donde verdaderamente se tiene que investigar, como en los archivos que remiten a la historiografía.