Siguiendo los diferentes medios de comunicación, todos ellos interesados y manipuladores (con notables excepciones), nos creemos enterados y conocedores de la ‘realidad’ del mundo, cuando, efectivamente, apenas nos ofrecen simplistas aproximaciones, con las que ya nos damos por satisfechos. Y en base a estos meros flases, establecemos cátedra, por ejemplo, sobre la invasión de Ucrania por el ejército ruso, el alza de los precios de las diferentes energías, el cambio climático, etc.
Obviamente, y como contrapartida, lo que no se refleja en los titulares de esos medios de comunicación, es como si no existiera; por ejemplo, las guerras africanas.
Es evidente que no podemos profundizar en todo. Los sabios renacentistas podían abarcar el conocimiento de su mundo; actualmente eso es imposible dada la complejidad, por lo que se requieren especialistas y súper-especialistas.
Ante esa situación caben diferentes opciones: desde el pasotismo más absoluto, hasta el esforzado intento para ‘conocer’ los grandes ejes de los principales temas. Y, entre ambos polos, es posible una gran graduación.
Sobre el particular es preciso recordar la filosofía del kantiano Hans Vaihinger (1852-1933), autor de ‘Die Philosophie des Als-Ob’ (La filosofía del ‘como si’: un sistema de ficciones teóricas, prácticas y religiosas de la humanidad), publicada en 1911, a la que también se le da el nombre de ‘ficcionalismo’; según la cual, al no conocer verdaderamente la realidad subyacente, construimos sistemas de pensamiento y nos comportamos ‘como si’ el mundo encajara en nuestros modelos.
De acuerdo con esa filosofía, todas las hipótesis científicas y filosóficas han de considerarse ficciones o constructos de la mente; recordando la afirmación platónica, expresada en su famoso ‘mito de la caverna’ (al que ya me he referido en otros escritos, por lo que no reiteraré su explicación), pues no sabemos si nuestro conocimiento se ajusta efectivamente a los hechos o no. Y al no saber positivamente que sea falso, debemos considerarlo ‘como si’ fuera verdadera. En ese sentido, por señalar un ejemplo, consideramos las mentiras políticas como la ‘realpolitik’.
‘Vaihinger se preguntó ‘¿cómo pueden lograrse efectos justos, mediante pensamientos conscientemente falsos?’, pues ‘el pensamiento tiene una función orgánica que opera con arreglo a determinados fines’.
Ese autor consideró que el conocimiento es un instrumento de orientación que se sirve de verdaderas ficciones, usadas como reales, aunque contradictorias consigo mismas y con la realidad (por ejemplo, el átomo); nos basamos, generalmente, en ficciones analógicas (mitos, categorías, etc.), por las que se llegamos a un conocimiento simbólico’.
(fuente: https://www.criticadelibros.com/sin-clasificar/la-filosofia-del-como-si-obra-de-hans-vaihinger)
‘Vaihinger describe el conocimiento humano como erróneo y contradictorio y pregunta cómo explicar el hecho de que todavía se puede llegar a lo correcto, basándose en estas suposiciones falsas. La respuesta de Vaihinger es que los supuestos son una ficción prácticamente útil y que, por lo tanto, el conocimiento solo puede fundarse pragmáticamente mediante el éxito que se logra en su aplicación. Los puntos de vista religiosos y metafísicos, como la lógica, no son verdaderos en un sentido objetivo, ya que esto no se puede establecer. En su lugar, había que plantearse la cuestión de si era útil actuar ‘como si’ fueran ciertas.’
(https://hmong.es/wiki/The_Philosophy)
En base a esta filosofía podemos constatar que vivimos felices o infelices, en función de si el ‘como si’ nos es suficiente o no, si está en nuestro marco de confort o no. Es evidente, asimismo, que hay hechos positivos (la pareja, los hijos, etc.;) y negativos (desgracias, enfermedades, etc.) que tienen una objetividad aparentemente indiscutible, pero, por su transitoriedad, no pueden elevarse a categorías.
Pero lo que me interesa resaltar en este escrito, es, precisamente, nuestro conocimiento ‘como si’ de nuestra cotidianidad. Y, a este respecto, hay que considerar, asimismo, que hay elementos perturbadores que, de forma interesada, complican el magma del ‘como si’, por ejemplo:
- Catalunya es ‘como si’ fuera una autonomía’, cuando no deja de ser más que una gestoría;
- el estado español es ‘como si’ fuera un estado, cuando es un ‘cortijo’ de las familias patricias dirigidas por el rey ‘preparao’;
- el estado español actúa siguiendo al filósofo José Ortega y Gasset (1883-1955), pues aplica, al pie de la letra, el discurso que este filósofo efectuó en mayo de 1932, durante la Segunda República, en el debate sobre el Estatut catalán:
‘el problema catalán no es un problema para resolver, sino para conllevar, y solo conociendo la autenticidad del problema se le puede aplicar un contraveneno eficaz. Hay catalanes que quieren vivir separados de nosotros, y éste es el problema que no se puede resolver, sino conllevar. Porque si existen estos catalanes hay muchos españoles que siente a Catalunya como un ingrediente de la Historia de España. Tenemos, pues, dos sentimientos antagónicos; de modo que pretender resolver de una vez para siempre este problema, como se dice, es la mayor insensatez. Sería hacer el problema más insoluble que nunca.’
(https://www.lavanguardia.com)
Y Pedro Sánchez, a pesar de actuar fielmente con ese pensamiento, gesticula ‘como si’ quisiera resolver el problema con su falsa ‘mesa de diálogo’,
- los partidos independentistas catalanes nos venden su independentismo, ‘como si’ trabajaran para obtener la independencia, cuando no son más que ‘conllevantes’, es decir, que viven la ruptura como un fenómeno molesto, aunque no alarmante y evitable.
- los independentistas de base vivimos ‘como si’ estuviéramos en un proceso hacia la independencia, si bien vemos que, salvo honrosas excepciones (Puigdemont y los exiliados en Bruselas), todos nos engañan, pues en realidad estamos perdiendo el tiempo, ya que sabemos que la independencia se hace independizándose, como dice el refrán: ‘a Dios rogando y con el mazo dando’.
Filosóficamente siempre estaremos dominados por el ‘como si’, pero no podemos conformarnos, debemos esforzarnos para tener un conocimiento más aproximado.
Tenemos y debemos romper el ‘como si’ interesado del reino de España y de los conllevantes independentistas catalanes, pues no podemos seguir así.
Es inaceptable, por ejemplo, la información conocida ayer, de que la guardia civil intentó destruir las pruebas de la investigación del atentado del 17 de agosto del 2017, en Barcelona y Cambrils. Para ello:
‘la guardia civil efectuó la petición, exclusivamente, al ministerio fiscal y no al resto de las partes, de manera que hay bastante malestar entre las defensas y algunas de las acusaciones particulares. Finalmente, el magistrado Félix Alfonso Guevara ha frenado las pretensiones del instituto armado, advirtiendo que este tipo de peticiones no se pueden hacer cuando la sentencia todavía no es firme, y recuerda que las sentencias de primera instancia y de apelación abren la puerta a favor de la ‘verdad material’, ya que se podría reabrir una causa o deducir otra pieza, si se encuentran nuevas pruebas.
Sea como sea, las defensas y acusaciones particulares se han mostrado molestas por la velocidad con la cual la guardia civil ha querido destruir las pruebas que están bajo su custodia (…) de la petición del 29 de julio pasado para la destrucción no se conoce ni el alcance ni el porqué (…) y están molestas por el secretismo con la que se ha gestionado la petición de la guardia civil, hablando de nocturnidad y alevosía’
(Berto Sagrera, elnacional.cat, 21 de setiembre)
¿Cómo puede ser que se pretendan destruir pruebas de un tema tan sensible y con tanta oscuridad?, ¿el ministro de interior, Fernando Grande-Marlaska también alegará desconocimiento, y dirá que fue la decisión de un simple ´número’ de la guardia civil; tal como ha hecho la ministra de defensa, Margarita Robles, excusándose de la rectificación y manipulación efectuada por un empleado suyo, que, desde la sede de Segovia, censuró la página de Wikipedia de la película Alcarrás, justo el día de su nominación para los Óscar?
Y claro, Pedro Sánchez, mirándose al espejo, preguntándose ¿quién es el más bello?
No podemos seguir en un estado como el español, ‘como si’ fuera una democracia.
Siguiendo el refrán mencionado, debemos dar con la maza.
Esopo (s. VII a.C.), en la siguiente fábula, lo refleja muy bien:
‘El náufrago
El barco de un poderoso ateniense navegaba por el Mediterráneo, cuando una tempestad le sorprendió.
Las olas golpearon con fuerza en el casco de la nave y ésta saltó en mil pedazos justo antes de alcanzar el puerto.
Todos los tripulantes cayeron al mar y los marineros comenzaron a nadar hacia la orilla.
Sin embargo, el poderoso ateniense comenzó a implorar a los dioses: Por favor, gran Atenea, ayúdame. Yo que siempre rezo y cumplo con mis deberes, haz que no muera ahogado y sácame del agua.
A lo que oyó una voz, que no era de los dioses, sino de uno de los marineros, que le gritó desde la orilla: Pide a Atenea si quieres, pero también a tus brazos’
(https://tucuentofavorito.com)
No podemos aceptar la matraca de Pedro Sánchez que ayer, en New York, concedió una entrevista al diario norteamericano ‘Político’:
‘recomendando paciencia a los independentistas catalanes porque el diálogo con el gobierno de la Generalitat necesita tiempo (…) y para el reencuentro entre los catalanes es importante que el movimiento independentista hable claro a sus ciudadanos, para decirles que necesitamos encontrar alternativas, soluciones diferentes, para resolver esta crisis.
(…) Sería demasiado fácil debatir sobre el concepto que tiene Sánchez sobre los límites de la paciencia, en especial cuando él ha estado el primero en dilatar los encuentros entre todos los gobiernos y a incumplir sistemáticamente los compromisos adquiridos. Sánchez, como buen vendedor de humo, sabe que el éxito no es vencer, es convencer’
(Teresa Márquez, El PuntAvui, 22 de setiembre)
Estamos hartos de todo este ‘como si’, debemos tener nuestro avatar, reencarnar, metamorfoseado, el espíritu del 1 de octubre del 2017.
Como dijo Vaihinger, siempre viviremos en un eterno ‘como si’, pero que éstos sean los nuestros, no los engaños que los políticos interesados nos quieren vender y que, a estas alturas, ya nadie se cree, pues estamos hastiados de su ‘como si’.