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Siguiendo su tradicional actitud conquistadora de arrasar, expoliar, violar, torturar, matar y aniquilar a los vencidos, como desgraciadamente sufrieron las poblaciones americanas; también la sufrimos nosotros desde 1714, y sabemos cómo se las gasta el estado español, pues nos aniquilaron, expoliaron y violaron, torturaron y mataron; y esa actitud castellana sigue firme, aunque hayan perdido el imperio (por eso todavía es peor)
Y esa ‘gallardía’ de hidalgo venido a menos, les caracteriza, por más que quieran disimularla bajo el manto de la democracia. Todo el mundo vio el desplante de Felipe VI ante la urna con la espada de Simón Bolívar, en Colombia en agosto pasado, siendo el único mandatario que permaneció sentado.
Personalmente, que Felipe VI esté en contra del general que lideró la independencia de lo que sería Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, sólo es ‘comprensible’ pensando en su negocio familiar, en su finca y su empresa borbónica.
Pero lo que pueda pensar ‘personalmente’ ese ciudadano, a todos nos importa un bledo, máxime viendo su escaso nivel intelectual y su proximidad a la ultraderecha; él estaba allí, en un viaje pagado, para representar al estado español, teóricamente democrático. Pero ‘el preparao’ es así, lo lleva su ADN borbónico.
Este simple ejemplo de desprecio mal disimulado, que pretenden esconder, pues los tiempos actuales no están muy de acuerdo con esas actitudes pretéritas, es lo que caracteriza al estado español, en su conjunto, ya que, como dice el refrán ‘genio y figura hasta la sepultura’.
Es verdad que el ‘show’ seguido por el Reino Unido para el funeral de Isabel II fue anacrónico y extremadamente ridículo, pero eso fue folclore, ya que ese país es democrático, como sabemos; pero aquí, los borbones pretenden seguir ese boato, a menor escala, pero mostrando su nulo nivel democrático (borboneando). Aquí la monarquía sólo es parlamentaria en el texto de la constitución; pues hemos visto diferentes actuaciones de parte, que dejan al rey, fuera de lugar.
Y un claro ejemplo de esa forma de actuar antidemocrática, ilegal, amoral, aética, anticonstitucional, y anti todo lo que sea modernidad e intelectualidad, la tuvimos el 3 de octubre del 2017, azuzando a todos los poderes, que, al grito de ‘a por ellos’, vinieron a reprimirnos y siguen reprimiendo, exprimiendo, aniquilando, expoliando, etc.
Hemos visto, también, que todos los poderes: judicial, policial, económico, mediático, político, etc., se doblegaron ‘voluntaria, dócil y alegremente’, a su llamada, y siguen doblegados y felices, por haber sacado las sedes sociales de grandes empresas catalanas.
Lo manipularon todo, la ley de seguridad nacional, la modificación de la ley del tribunal constitucional, la aplicación del artículo 155 de la constitución, el bloqueo por parte del constitucional de todas las iniciativas legislativas catalanas, los juicios farsas con testigos mintiendo descaradamente, desde Mariano Rajoy y su brazo derecho Soraya Sáenz Santamaría, etc., diciendo que no sabían o no les constaba nada; y los policías y guardias civiles, exponiendo su gran temor, peor que en los años duros en el País Vasco, por nuestras terribles miradas de odio, etc.
Y siguen con la represión generalizada, y aplicada, más si cabe, a la lengua catalana, a la seguridad personal, vulnerada por los espionajes masivos, etc. Ese es su sistema, su proceder.
Es normal, se sienten impunes, todo el sistema del estado, desde las cloacas ocultas, hasta las visibles, les acoraza y protege, pero nada es perfecto, siempre hay posibles puntos de fuga: al gánster Alphonse Gabriel ‘Al’ Capone (1899-1947), lo detuvieron por ‘evasión de impuestos’, un delito menor; y aquí vemos que a Mariano Rajoy y a su equipo, les juzgarán en Andorra, por la ‘Operación Catalunya’, por haber coaccionado, extorsionado y chantajeado a autoridades del Principado de Andorra, hasta hundir la Banca Privada de Andorra (BPA)
Está claro que aquí no se puede esperar nada de la injusticia española, por eso tenemos que esperar y confiar en la justicia externa.
Sabemos que el estado español es como la parte más negra de la historia de Atila, pues, donde pasa, no crece la hierba:
Atila (406-453) el rey de los hunos, construyó un gran imperio, y fue el enemigo más temido de los imperios romanos oriental y occidental, si bien al invadir la Galia, fue frenado en la batalla de los Campos Cataláunicos o batalla de Châlons.
Su imperio se deshizo a su muerte, si bien su leyenda, como ‘el azote de Dios’, que ‘por donde pasaba su caballo no volvía a crecer la hierba’; pero, como pasa siempre, esta visión es interesada, desde la perspectiva de los invadidos, pues las fuentes centro europeas lo consideraban un gran rey y noble.
Según relató Priscus (Prisco de Panio), Atila falleció durante las fiestas para celebrar su boda con la joven Ildico, por una hemorragia interna, consecuencia de una borrachera, según el citado cronista, que fue contemporáneo; muerte que ‘quizás’ estuviera influenciada por el emperador Marciano, del imperio romano de oriente.
Otras versiones, como la del cronista romano Comte Marcelinus, Atila fue apuñalado por su propia esposa; la ‘Saga volsunga’ y la ‘Poética Edda’, también se inclinan por el asesinado a manos de su esposa Gudrun (según Priscus, era Íldico)
Una teoría recurrente, pero con escaso soporte entre historiadores y filólogos, es que el nombre de Catalunya proviene de la tribu celta de los cataluns, que habitaba la zona de los Campos Cataláunicos y que habrían migrado hacia el sur. En el Diccionari català-valencià-balear se pone como prueba que siglos atrás se había utilizado el adjetivo ‘catalans’ para referirse a los campos: ‘Li fo donada (a Atila) la batalla en los camps catalans de la Gallia prop Tolosa, e en aquella va morir Theuderet’, Boades Feyts 57.
(fuente: Wikipedia)
Sea como fuere, y aunque la batalla de los Cataláunicos, no tuviera que ver nada con nosotros, no deja de ser una coincidencia que no deja de ser una cierta justicia poética.
Hoy, en el quinto aniversario de nuestra votación, el 1 de octubre del 2017, tenemos que mostrar nuestra fuerza, conformar una gran manifestación, la primera organizada por el Consell de la República (Carles Puigdemont). Debemos estar todos, para mostrar al estado español que seguimos de pie, por mucho que nos intenten doblegar.
Y los partidos que, finalmente, por su corta mirada e intereses partidistas y personales, efectúen otros actos alternativos, espero y confío que en las próximas elecciones queden hundidos en la miseria más absoluta, y se vayan a casa. El primero, Pere Aragonès y sus compañeros, que ya no fueron a la manifestación de la Diada, el pasado 11 de setiembre, y que tampoco irán hoy al acto del Consell de la República.
Ahora que he descubierto la verdadera cara de ERC, y los improperios por segundo que lanzan sus responsables, Oriol Junqueras, Marta Rovira, etc., alucino, al pensar que antes me gustaban y les había votado; pero, claro, antes, el ‘junquerismo’ era amor, ahora …, es odio, pura bazofia.
Es vergonzoso air y ver las referencias a un acto que ERC realizó ayer en La Ràpita (Montsià), defendiendo que ‘su partido está dispuesto a seguir acompañado de Junts. Eso sí, siempre y cuando dejen de pelearse y se pongan a trabajar por el país (…) Aunque no siempre nos quieran acompañar, nosotros no lo dejaremos de hacer nunca y no dejaremos de acogerlos generosamente’. Vaya desvergüenza, un partido con estructuras verticales súper férreas, que siempre votan y ganan las propuestas de la cúpula, a la búlgara, con porcentajes rodeando el 100%; y que considere que ‘ellos’ son los que trabajan por el país, los que tienen otras hojas de ruta, por lo visto, no.
Igualmente, el discurso institucional que hace un momento ha realizado Pere Aragonès, proclamando su nueva hoja de ruta, la ley de claridad canadiense. Una desvergüenza más. Con esa gente no nos entenderemos nunca. Pero los necesitamos. Tenemos que ir todos a una.
Y la solución es dejar de lado a todos, todos y todas, las ‘figuras’ que estuvieron en primera fila hasta el 2017; no hay otra. Sólo podemos contar con los cuatro políticos exiliados en Bruselas, con Puigdemont, el president legítimo.