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La ciudad de los pozos

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

En mi escrito de ayer comenté que, con la fábula de hoy, cerraría la trilogía de fábulas, dedicadas al momento actual de los independentistas catalanes. La fábula de hoy es la siguiente:

‘La ciudad de los pozos

Había una vez una ciudad, una ciudad en la que no habitaban personas como sucedía en el resto de ciudades de ese planeta. Esta ciudad en concreto estaba habitada por pozos.

Sí, por pozos, pozos vivientes … aunque suene raro, pero pozos, al fin y al cabo. Además de por el lugar en el que estaban excavados, los pozos se diferenciaban unos de otros por su brocal, la abertura que los conectaba con el exterior. Por lo tanto, en la ciudad se podían admirar brocales de mármol y metales preciosos, cuyos dueños eran pozos pudientes y con gusto por la ostentación, pozos humildes de ladrillo y madera, y otros más pobres que solo eran agujeros que se abrían en la tierra.

Los pozos habitantes de esta ciudad se comunicaban de brocal a brocal, y las noticias se extendían rápidamente de una punta a otra.

Un día la noticia fue la llegada a la ciudad de los pozos de una nueva ‘moda’, a buen seguro que esta moda tenía su origen en cualquiera de los pueblos humanos de los alrededores. Esta nueva tendencia decía que cualquier ser vivo que se precie debería cuidar con mucho más mimo su interior que su exterior, o, dicho de otra forma, que importa más el contenido que lo superficial.

Siguiendo esta nueva moda, los pozos de la ciudad empezaron a llenarse de cosas. Algunos se llenaban de monedas de oro y piedras preciosas. Los más prácticos se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Otros preferían el arte y se llenaban de pinturas y esculturas sofisticadas. Los músicos se llenaron de pianos de cola, violines y guitarras, y los intelectuales se terminaron llenando con libros, publicaciones especializadas y manifiestos ideológicos.

Con el paso del tiempo, la mayoría de los pozos se habían llenado hasta tal punto que ya no les cabía absolutamente nada más. Como pasa con los humanos, los pozos no eran todos iguales, por lo que, si bien algunos se conformaron, otros muchos empezaron a pensar que debían hacer algo para poder seguir metiendo cosas en su interior … El más ocurrente pensó que en lugar de apretar su contenido podía aumentar su capacidad ensanchándose y así, en poco tiempo comenzaron a imitarlo y todos los pozos gastaban la mayor parte de su energía en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior.

Había un pozo, pequeño, discreto y alejado del centro de la ciudad que observaba a sus compañeros ensanchándose sin medida y pensó que si continuaban así, en breve, se confundirían sus bordes y cada uno de ellos perdería su identidad. Quizás, preocupado por esta idea, fue como se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, sí, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Pensó que mejor hacerse más hondo en lugar de más ancho.

No tardó en darse cuenta que todo lo que tenía en su interior le imposibilitaba su tarea de profundizar … si quería continuar con su idea de ser más profundo debía tomar la decisión de vaciarse de todo su contenido … al principio tuvo miedo al vacío, pero luego, poco a poco, cuando vio que no existía otra opción, lo hizo y, totalmente vacío de sus posesiones, el pequeño pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás pozos se adueñaban de los objetos de los que él se había deshecho.

Un día, sin esperarlo, como sucede con estas cosas, se llevó una gran sorpresa: adentro, muy adentro, y muy, muy en el fondo, encontró agua. Nunca, antes, otro pozo había encontrado agua…

Necesitó unos días para superar la sorpresa y cuando lo hizo empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y, por último, sacando agua hacia afuera.

La ciudad de los pozos nunca había sido regada más que por la lluvia, que era bastante escasa, así que la tierra de alrededor del pozo se revitalizó con el agua recibida y empezó a despertar.

Las semillas que la tierra tenía en sus entrañas brotaron en un verde pasto, en tréboles, en flores, y en tronquitos endebles que no tardaron en convertirse en árboles … y así, la vida explotó en mil colores adornando el alejado pozo al que comenzaron a llamar ‘El Vergel’.

Los demás pozos le preguntaron cómo había conseguido el milagro, no es ningún milagro, contestaba El Vergel, solo hay que buscar en el interior, hacia lo más profundo … Muchos quisieron seguir su ejemplo, pero fueron perdiendo la idea cuando se dieron cuenta de que para ir hacia lo más profundo, primero debía vaciarse. Y, siguieron haciéndose cada vez más anchos para llenarse de más y más cosas … hasta que, en la otra punta de la ciudad, otro pozo tomó la decisión de aceptar el riesgo del vacío … y empezó a profundizar … y también llegó al agua … y también salpicó hacia afuera creando un segundo oasis verde.

¿Qué harás cuando se termine el agua?, le preguntaban.

No sé que pasará, contestaba. Pero, por ahora, cuánto más agua saco, más agua hay.

Todavía pasaron algunos meses antes de que llegara el gran descubrimiento.

Un día, sin esperarlo, como suceden estas cosas, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma … que el mismo río subterráneo que pasaba por lo más profundo de uno también inundaba la profundidad del otro … y así, se dieron cuenta de que se abría ante ellos una nueva vida. Ahora no solo podían comunicarse de brocal a brocal, superficialmente, como lo hacían con los demás pozos, su búsqueda les había llevado a descubrir un nuevo y secreto punto de contacto:

La comunicación profunda, que sólo la consiguen aquellos que tienen el coraje de vaciarse de todos sus contenidos y buscar en lo más profundo de su ser lo que tienen para dar …

(https://daraespinaco.com/2017)

Pues bien, como esos pozos, a lo largo y ancho de Catalunya muchos colectivos llevamos desde el 2017 manifestándonos con diferentes formatos y periodicidades.

Entre estos colectivos, a título de ejemplo: Blanes, Cassà de la Selva, Cervera, Col.lectiu Silenci, Comissió Dignitat, Cor Paeria, Cornellà, Enriqueta Gallinat, Esparreguera, Gracia Llibertat, Gurb, Les Corts, Llibertat Música, Lluitem i Guanyem, Meridiana Resisteix, Nen de la Rutlla, Olot, Orís, Plaça del Rei, Ponts per la independència, Sabadell, Sant Andreu del Palomar, Teià, Torelló, Vic, Vilanova i la Geltrú, etc.

Pero, constatamos la prácticamente nula repercusión de estas manifestaciones, que el propio gobierno de la Generalitat ha cuidado de descafeinar, limitando el derecho democrático de toda manifestación. Un ejemplo lo hemos vivido y sufrido el colectivo de Meridiana Resisteix, que casi durante dos años cortamos la avenida en cuestión, pero, el actual conseller de interior y el president de la Generalitat (ambos de ERC) cedieron a las presiones inverosímiles de la alcaldesa de Barcelona, que, nuevamente, traicionó su programa electoral y el núcleo duro de su movimiento, pues como ella, la mayor parte provienen del activismo directo.

De ese modo, nos recondujeron a una placita al lado de la avenida, pero sin permitirnos cortar el tránsito. Y claro, con gran regocijo de los unionistas. Nos derrotaron, pero seguimos testimonialmente. Si bien, el objeto de toda manifestación es hacerse visible, con las molestias que comporta; los poderes, favoreciendo a la ‘derechona’, nos traicionaron y traicionaron sus principios, si todavía los tienen.

Ante esta situación, me parece que deberíamos replantearnos la estrategia, buscando otras tácticas más efectivas y visibles.

Efectivamente, los diversos grupos de manifestantes, tenemos el denominador común de reclamar la amnistía y la independencia. Pero, en lugar de actuar como los pozos individualizados de la fábula, deberíamos concienciarnos que nos une, asimismo, el agua del río independentista; y eso nos debería permitir una coordinación efectiva.

También es preciso señalar que tenemos estructuras como la ANC, Ómnium Cultural y, especialmente, el Consell de la República, que organizan esporádicas actividades de carácter general y amplio, pero muy puntuales.

Muchos pensamos que, en estos momentos, limitarnos a las grandes manifestaciones de la Diada de Catalunya, del 11 de setiembre, que conmemoramos la resistencia efectuada en 1714 (no la derrota ante los borbones), o el aniversario anual del referéndum (1 de octubre), apenas sirve para nada. Ya no sirvieron cuando nos concentrábamos más de un millón de personas, y ahora, siendo menos, quedan prácticamente como testimoniales.

Todos hemos repetido un sinfín de veces el lema ‘el pueblo manda, el gobierno obedece’, que subyace en diferentes expresiones:

  • en la canción ‘Grandola, Vila Morena’, de Zeca (José) Afonso, la canción publicada en 1964, que dio inicio a la revolución de los claveles portuguesa (1974): ‘O povo é quem mais ordena, dentro de ti, ó cidade’.
  • en el grito de Pepe Molina, en sus reivindicaciones en el barrio de Vallecas de Madrid, en las décadas del 70 y 80; en realidad, él decía ‘sólo el barrio salva al barrio’.
  • etc.

Pero, en realidad, todos somos conscientes de que siempre hace falta un cierto liderazgo, como tuvimos en el 2017.

Efectivamente, en el 2017 todos éramos más ingenuos, y pensábamos que la UE no toleraría ciertas actuaciones ni desmanes desproporcionados; del carpetovetónico estado español sí que nos esperábamos su peor cara represiva; por eso, ahora, vista la experiencia sufrida, es humano que todos tengamos miedo y nadie quiera asumir puestos de liderazgo decididos, ya que una vez el estado español abrió la caja de Pandora, se han esparcido todos los males, desbocados. (Según el mito griego, cuando Pandora pudo cerrar la caja, mejor dicho, la vasija (pithos), quedó dentro la esperanza; y nosotros no confiamos en nada bueno de España, que sólo vela por la corona y la unidad territorial)

En este momento, agotados esos líderes del 2017, por diferentes motivos, confiamos únicamente en el president en el exilio, Carles Puigdemont, y, aquí, en el país, ahora nos queda la ANC, pues su presidenta Dolors Feliu dijo que el 1 de octubre sería un momento de inflexión. Y esperamos que, efectivamente sea así, pero que no se limite a simples actos folclóricos como la acampada durante dos días en la Plaza de Catalunya.

No queremos héroes, queremos que esos líderes necesarios, se limiten a coordinar actos de confrontación democrática y pacífica.

Y vuelvo a repetirlo, por tercera y última vez en estos escritos:

En esa línea de confrontación, los independentistas jubilados, podríamos hacer diversas pequeñas acciones:

  • Al nivel cultural, para defender el idioma catalán: generalizar su uso (especialmente con los cuerpos policiales, judiciales, etc.); exigir que los restaurantes tengan la carta y los menús en catalán (como los tienen en inglés, etc.); consumir productos rotulados en catalán; ver películas y obras de teatro en nuestro idioma, así como seleccionar los canales de televisión y radio en catalán; etc.
  • Al nivel económico: además de las medidas citadas, algunas de las cuáles tienen una lógica incidencia económica, consumir productos de proximidad (km 0); independizarnos de las empresas del Ibex35 (bancos, eléctricas, telefónicas, etc.) sustituyéndolas por alternativas locales; en días acordados, sacar determinadas cantidades de euros, no necesariamente importantes a nivel individual y, al cabo de unos días, volverlos a ingresar, para volverlos a sacar; hacer turismo local reducido al país catalán; etc.
  • Al nivel social: en determinados momentos acordados, ponernos a traspasar, masivamente, las principales calles, pasando con los semáforos en verde; volver a colocar la bandera ‘estelada’ (bandera independentista catalana) en ventanas y balcones; llevar pins o distintivos independentistas; etc.

En definitiva, debemos ser conscientes de que no somos pozos individualizados, y que debemos aprovechar el río que nos une y alimenta a todos, pues la independencia es nuestro objetivo compartido.

Y si aprovechamos el flujo de ese río, veremos que los frutos aflorarán; tenemos todo el poder para vencer, para doblegar al Ibex35 y todo lo que comporta, que sólo entienden de su cuenta de resultados y de maximizar el beneficio de sus acciones, como hemos visto por las nefastas actuaciones de la asociación patronal Fomento del Trabajo, y las declaraciones de su presidente Josep Sánchez Llibre, contra la campaña de la ANC a favor del consumo estratégico de país. Y, como no podía ser de otra forma en el estado español, la INjusticia le ha dado la razón y ha obligado a cerrar la web de la ANC.

Es evidente, el estado español siempre ha sido extractivo respecto a Catalunya, y toda su estructura y poderes están enfocados, precisamente, a consolidar y perpetuar su dominio.

Así que, o nos organizamos y arriesgamos, o seremos acribillados por los arqueros o devorados por la bestia o el dragón.