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Posible final del largo túnel negro para los independentistas catalanes

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Todos sabemos que el negro es la suma de todos los colores, por lo que tiene múltiples potencialidades, si se superan las cualidades negativas de la negrura asociadas a la ceguera, a la muerte, a la depresión y, en definitiva, al no ser.

Nuestra sociedad se basa en la obsesión irracional por sumar, por acumular, ya sean objetos, logros, compromisos, etc., pero, también afrentas, ofensas. Cuando lo ideal sería no subestimar el proceso de restar, de dejar.

Es decir, todos padecemos el denominado ‘efecto del propietario’, un fenómeno que nos hace sobrevalorar lo que tenemos.

Asimismo, una vez hemos invertido nuestro tiempo en conseguir cierta meta, nos mantenemos firmes en perpetuar nuestra trayectoria, seguir sumando la inversión, aunque comporte una pérdida mayor, o nos cause un determinado dolor.

Nos es difícil reconocer que nos hemos equivocado, que debemos restar y cambiar de rumbo.

Y estas características las tenemos muy interiorizadas los independentistas catalanes; pues estamos excesivamente aferrados a hechos y actitudes que han resultado fallidos. Por eso me parece muy interesante reproducir parcialmente el siguiente texto:

‘Despegarnos: la clave para aprender a soltar y dejar ir

En realidad, se necesita mucho más coraje y fuerza para soltar y dejar ir, que para aferrar. Cuando nos aferramos a algo o a alguien, simplemente estamos siguiendo un patrón que nos han inculcado desde pequeños. Soltar, al contrario, demanda un ejercicio de análisis más profundo y maduro en el que nos damos cuenta de que no tiene sentido aferrarnos a determinadas cosas o personas porque de esa manera es probable que solo les hagamos daño o nos lo hagamos a nosotros.

Como escribiera Alan Watts: ‘la mano que apresa el mundo es un nudo corredizo en torno de tu propio cuello, que apresa y mata la propia vida que tanto deseas alcanzar’. Cuando apretamos demasiado el puño, el agua escapa. Solo podremos beber si mantenemos las manos distendidas.

Necesitamos reconocer que casi todas nuestras luchas, desde nuestras frustraciones hasta la ansiedad, desde la ira hasta la tristeza, todas derivan de lo mismo: estar demasiado apegados a algo.

Cuando nos apegamos demasiado nos ofuscamos y no logramos ver con claridad lo que nos ocurre. Como resultado, no podemos notar las cadenas que nos mantienen sujetos o los hábitos que nos hacen chocar una y otra vez con la misma piedra.

La solución radica en el desapego. El desapego, al contrario de lo que muchos piensan, no implica ‘ser una piedra’ o volvernos indiferentes, sino desarrollar una actitud en la que no bloqueamos nada. Simplemente dejamos que el mundo siga su curso, sin aferrarnos a aquello que debe cambiar.

‘El arte de vivir una situación difícil no consiste, por una parte, en ir descuidadamente a la deriva, ni, por otra, en aferrarse con temor al pasado y lo conocido. Consiste en ser completamente sensible a cada momento, en considerarlo como nuevo y único, en tener una mente abierta y receptiva’, aconsejaba Watts.

Cuando nos desapegamos comprendemos que la solución no pasa por sumar, sino por restar. Dejar ir lo que nos daña. Cambiar de rumbo. Soltar el lastre. Solo entonces podremos remontar el vuelo, esta vez sin cargas necesarias’.

Una antigua fábula india (que ya reproduje en un escrito hace meses), explica muy bien esa filosofía de restar, como veremos:

‘Un día, mientras un águila volaba sobre el campo, vio a un pez aflorar en la superficie del agua de un estanque. Rápidamente se lanzó en picado y con extraordinaria destreza, logró capturar al pez. Luego, volvió a levantar vuelo llevando al pez en su pico.

Sin embargo, una banda de cuervos que había sido testigo de la escena se precipitó sobre el águila para intentar arrebatarle la presa. Normalmente el águila no teme a los cuervos, pero eran muchos y sus graznidos eran retumbantes. A los primeros cuervos se sumaron otros.

El águila intentaba remontar el vuelo para escapar, pero los cuervos se lo impedían. Le atacaban sin tregua. En cierto momento, el águila se dio cuenta de que se debía al hecho de que seguía aferrada al pescado. Entonces abrió el pico y lo dejó caer.

Los cuervos se precipitaron detrás del pez y el águila, finalmente, pudo remontar el vuelo. Ahora podía volar con ligereza y libertad. Siempre más alto. Sin nada que la detuviese. En paz.’

(https://culturainquieta.com)

Los independentistas catalanes deberíamos aprender de estos consejos.

Todos tenemos claro que no podemos olvidar ni perdonar los agravios que sufrimos desde 1714, cuando Felipe V, el primer Borbón, nos ‘conquistó’ violentamente. Y tampoco podemos ni debemos olvidar ni perdonar las agresiones que nos inflige el corrupto estado español, desde el referéndum realizado el 1 de octubre del 2017, siguiendo el mandato del Borbón Felipe VI, su ‘a por ellos’, para reafirmar su ‘conquista’.

Pero no podemos aferrarnos a lo que hicimos, y seguir con la misma estrategia.

Debemos ser más inteligentes, y desapegarnos de España y de todos los partidos que hemos visto que han aceptado el statu quo existente. Sabemos que todo eso nos impide levantar el vuelo. Debemos dejar esos peces.

También debemos dejar de consolarnos con pequeñas victorias morales, como, por ejemplo, la que hemos tenido hoy con el borrador del informe del parlamento europeo contra el gobierno español por el escándalo del Catalangate, mediante el sistema de Pegasus; pues la experiencia nos ha enseñado que antes de que ese informe sea definitivo, las inconfesables presiones del gobierno de Pedro Sánchez, ‘convencerán’ a sus ‘socios’ del mercado persa de Bruselas, para suavizarlo y contrarrestarlo.

Sabemos, por experiencia, que es cierto el refrán de que ‘poco dura la alegría en casa del pobre’.

Hemos visto estos días que, en los medios de comunicación subvencionados y controlados por la extrema derecha económica, ha sido nula la importancia que han tenido las declaraciones del criminal útil José Barrionuevo, reconociendo la autoría de la dirección del grupo terrorista estatal (Gal), y asumiendo los crímenes del estado. Ni Felipe González ha dado la cara (está muy ocupado con sus ‘negocios’), ni el PSOE ha dado una explicación, ni Pedro Sánchez.

E igualmente pasará mañana con el borrador del citado informe.

Por eso, debemos cambiar de estrategia, considerarnos, a todos los efectos, independientes de España, siguiendo, para ello, el decálogo de actuaciones, democráticas y pacíficas que ya he sugerido en varias ocasiones, y que no repetiré, para no hacerme el pesado.

Y, de cara a las próximas elecciones, las municipales de mayo, NO votar a los partidos ‘dialogantes y conllevantes’. Debemos superar el síndrome de Noé, es decir, tenemos que ‘curarnos’ del trastorno mental que representa ir acumulando determinados animales de compañía que nos esclavizan.

E irnos preparando para colaborar con la ANC, en la confección de la lista cívica para las elecciones autonómicas, actuando como copia del partido nacionalista escocés (SNP), es decir, de forma homogénea y coherente. De ese modo podremos penalizar, duramente, a los partidos políticos y pseudo ‘líderes’ que tanto nos han defraudado.

Y esa lista vencedora, con toda seguridad, debería copiar el plan escocés expuesto por Nicola Sturgeon; que ha propuesto un segundo referéndum el 19 de octubre del 2023; y, en el caso de que la Corte Suprema del RU, en línea con el gobierno, no acepte ese nuevo referéndum, realizar unas elecciones autonómicas que serán un ‘referéndum de facto’ y actuar en consonancia. (Ese es el plan ‘C’ del SNP, si no se consigue el ‘A’, que el gobierno acceda; ni el ‘B’, que el parlamento lo autorice y el gobierno, no)

Todos recordamos que ya en el año 2014, aquí en Catalunya, se había preparado el ‘libro blanco de la transición nacional de Catalunya’, en base a los informes del consejo asesor dirigido por Carles Viver Pi-Sunyer. Y ese trabajo deberá ser recuperado y aplicado.

Evidentemente, eso tendrá un coste económico, social y político, que debemos estar dispuestos a asumir. No hay otra. ‘La flor cae, aunque la amemos; y la mala hierba crece, aunque no la amemos’ (Dögen Zenji)

Sabemos que nadie regala nada, y menos el corrupto estado español.

Nos volverán a enviar a sus fuerzas, para replicar su actuación brutal.

Pero también sabemos, y lo he repetido en varias ocasiones, que, en el momento actual, el estado español no podrá actuar como hizo en el 2017; y menos si los próximos días 24 y 25 el Tribunal General de la Unión Europea, en Luxemburgo, falla a favor de nuestros líderes exiliados.

Sabemos que el negro túnel español no desaparecerá. Pero si actuamos unidos y decididos, con el liderazgo de Carles Puigdemont, esta vez podríamos conseguirlo.

Con este escrito pretendo ‘superar’, en cierto modo, mi pesimismo del escrito de ayer; aunque no sea un claro alegato positivo, pues sé que todo será muy dificil.