Análisis teórico:
El análisis de los conflictos debe contemplar los factores culturales, estructurales y de comportamiento, para determinar las causas que los provocan: conflictos de relación y comunicación, conflictos de información, conflictos de intereses, conflictos de valores, conflictos de roles.
Asimismo, ante un conflicto, deben analizarse las actitudes, que pueden ser asertivas, de cooperación (ganar/ganar), de negación, de competición (ganar/perder), de acomodación (perder/ganar), de evasión (perder/perder), de negociación, etc.
La escalada conflictual puede presentar diferentes dinámicas, basadas en la incomodidad, insatisfacción, incidentes, malentendidos, tensión, crisis. Y, en todo caso, se dan las siguientes fases: existencias de necesidades no satisfechas, aparición del problema y disputas, explotación de la crisis.
Las partes de un conflicto son: las personas afectadas, el proceso del propio conflicto y el problema en sí mismo.
Y, en definitiva, para la resolución de los conflictos, generalmente se busca la mediación y el arbitraje.
La teoría de juegos (dilema del prisionero) consiste en la aplicación de una herramienta basada en modelos matemáticos para estudiar la interacción entre los diferentes comportamientos para conseguir las estrategias óptimas para evitar la destrucción mutua garantizada, debida al egoísmo generalizado.
Análisis histórico:
Centrándonos en nuestra historia catalana, en un anterior escrito ya traté el conflicto entre los ‘nyerros’ y ‘cadells’ los dos bandos, originados en el siglo XIII, si bien con especial virulencia en los siglos XVI y XVII. El primero defendió los derechos feudales de los señores (en especial de la família de Nyer), mientras que el segundo defendió los intereses de los campesinos y de las ciudades. Las confrontaciones se basaron en el bandolerismo, destacando: Bertomeu Camps, Montserrat Poch, Perot Rocaguinarda, Joan Sala Serrallonga, etc.
En el presente escrito recuerdo el conflicto entre otras dos facciones históricas, la ‘Biga’ y la ‘Busca’.
Estas dos facciones políticas centraron su conflicto en la ciudad de Barcelona, durante el siglo XV.
La ‘Biga’, en analogía a la viga, el madero largo y grueso de madera que sostiene los edificios, estaba integrada por la mayoría de los ‘ciudadanos honrados y algunos mercaderes’, es decir, los ‘patricios’ que tenían el control del poder municipal.
La ‘Busca’, la ‘astilla’, en oposición a la ‘Biga’, era la facción de los menestrales, mercaderes y artesanos (que también eran honrados, aunque no tuvieran esa consideración), que aspiraban a participar en el citado poder municipal.
El rey catalán Alfons el Magnànim (el Magnánimo) (1396-1458), mantuvo una postura ambigua, pues necesitaba el dinero de los nobles, pero también le convenía el apoyo de los ‘buscaires’ para neutralizar al poderoso estamento social de los ‘bigaires’, apoyada por la oligarcía rural y la nobleza laica.
En 1453, el lugarteniente general de Catalunya, Galcerán de Requesens, como máxima autoridad en ausencia del rey, que estaba en Nápoles, ordenó la suspensión de las elecciones municipales de Barcelona, e impuso un gobierno municipal ‘buscaire’.
Me parece de interés destacar que en el breve período en el que los ‘buscaires’ controlaron el gobierno municipal, unos años inmersos en una gran depresión económica que las medidas adoptadas no pudieron solucionar, comportaron una pérdida de su popularidad.
El citado rey, en 1455, concedió un nuevo sistema de regulación de la ciudad, que repartía de una manera fija la composición de los órganos del gobierno municipal, entre los diversos estamentos. Así, los jurados del ‘Consell de Cent’, que siempre serían 128, se repartirían en cuatro grupos, de 32 escaños cada estamento: ‘ciutadans honrats’, mercaderes, artistas y menestrales. El ‘Trentenari’, formado por 32 miembros, 8 de cada uno de los estamentos anteriores. Y el poder ejecutivo: el ‘conseller en cap’ y el ‘conseller segon’, para los ciudadanos honrados, y los ‘consellers’ tercero, cuarto y quinto, para los estamentos ‘buscaires’ citados.
El encarcelamiento del príncipe Carles de Viana y rey de Navarra (1421-1461) por orden de su padre, el rey Joan II, el ‘Sin Fe’, fue un elemento más del conflicto, pues los ‘bigaires’ se identificaron con el príncipe.
En 1462 empezó la guerra civil catalana con la ejecución de muchos ‘buscaires’ incluso de moderados; guerra que duró hasta 1472, con la firma de la Capitulación de Pedralbes, por la que los ‘bigataires’ controlaron el poder municipal, eliminando las medidas introducidas por los ‘buscaires’.
Esa guerra civil, en realidad, arruinó a todos los catalanes, si bien, como pasa siempre, los oligarcas lo sufrieron menos.
Es importante señalar que estos conflictos catalanes no fueron una excepción europea, ya que en todos los reinos se produjeron ese tipo de confrontaciones sociales, para revocar la cultura feudal, ante la progresiva importancia de las ciudades. Y esa división, vista con nuestra perspectiva actual, refleja una dualidad, un bipartidismo (anterior a los partidos)
Situación actual:
Efectuado ese repaso histórico, me parece de interés destacar que en toda sociedad aparecen o pueden aparecer conflictos de intereses, es decir ‘situaciones jurídicas en las que el juicio del individuo -concerniente a su interés primario- y la integridad de una acción tienden a estar indebidamente influidos por un interés secundario, de tipo generalmente económico o personal’.
Y lógicamente, cuando se plantea un conflicto de identidad, que afecta, asimismo, a la esfera de los sentimientos, el tema se complica. Y esto es lo que pasa actualmente en Catalunya y en España, pues en ambos espacios, hay ciudadanos con unos sentimientos nacionalistas: catalán o español.
Pero, independientemente del nacionalismo y de los valores, sabemos que, en el fondo, hay intereses secundarios, de tipo económico, potenciados por la desinformación y que tienen estrategias de negación y de competición, por lo que consideran innecesaria la mediación y el arbitraje.
Estoy convencido de que si hubiese una información objetiva y transparente, especialmente sobre el déficit fiscal y las ínfimas inversiones estructurales, la financiación catalana, muchos de los catalanes unionistas se volverían independentistas.
Sabemos que el estado español, en los años previos al referéndum del 2017, desinformaba utilizando todo tipo de mensajes mentirosos, como, por ejemplo, diciendo que con la independencia se ponían en peligro las pensiones, cuando, en realidad, todos sabemos que éstas deben afrontarlas los estados que han cobrado las cotizaciones. Pero, ese tipo de mensajes calaron entre las capas sociales más desinformadas y, especialmente, entre las personas mayores.
Pero no debemos caer en la falsa argumentación de Pedro Sánchez, que por mucho que repita, nunca será cierta, pues no se trata de un problema de convivencia entre catalanes. El conflicto es entre Catalunya y España.
Ayer, el ministro de la presidencia, Félix Bolaños, reconoció que en el 2017, la mayoría de los catalanes queríamos la independencia. Y que reconozca eso, es importantísimo. Pero, claro, el estado español, con Pedro Sánchez, sigue reconociendo que saltarse la constitución siempre se solucionará ‘constitucionalmente’ con la aplicación del 155.
Les es indiferente que queramos votar, ellos no creen en la democracia.
Solo creen que la ley está por encima de todo, Su ley, claro.
Pero, cuando les conviene, son los primeros en incumplir sus propias leyes: no renovando la cúpula judicial, aplicando indebidamente el 155, no investigando la actuación de la casa real, incumpliendo sistemáticamente las inversiones presupuestadas para Catalunya, la indefensión y persecución del catalán, etc.
Y sobre todo esto es imposible que podamos hacer una información pedagógica, ya que no controlamos los medios de comunicación (incluso ahora, los medios catalanes, mayoritariamente están controlados por ERC, que buscan ‘desmotivar y desmovilizar’, en lugar de informar como sería preciso)
Por todo eso, dada la rendición de ERC, creo que, desgraciadamente, la situación actual entre unionistas e independentistas, pasaremos a formar parte de la serie de confrontaciones históricas catalanas, como los nyerros vs cadells, o la biga vs la busca.
De todos modos, los independentistas debemos asumir, transversalmente, la ideología de las facciones históricas mencionadas, pero sintiéndonos la viga, el madero que ha de sustentar nuestra República Catalana, es decir, el ‘pal de paller’ (palo del pajar) mencionado repetidamente por el ex president de la Generalitat Jordi Pujol.