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Los perros de paja españoles y catalanes

‘‘Perros de paja’ es una expresión para referirse a aquellos que aparentan fuerza y poder y ocultan, en realidad, una naturaleza hueca y falsa. También para aquellos a quienes se utiliza para un fin sin su conocimiento’.

(…)

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

‘La frase hecha ‘perros de paja’ aparece en el Tao Te King (Dào Dé Jing), el libro más importante del Taoísmo, obra de Lao Tse (Laozi, s. IV-V a.C.), escrita en el año 600 a. C.

Emplea la expresión para referirse al tratamiento que Cielo y Tierra (universo, yin y yang) da a todas las cosas, entre ellas a los hombres:

‘El Cielo y la Tierra no tienen benevolencia, para ellos los seres son perros de paja. El sabio no tiene benevolencia, para él las gentes del pueblo sólo son perros de paja’ (V.49 A.12)

(Wikipedia)

Muchos vemos que, en general, en todos los órdenes de nuestra vida, empezando por nosotros mismos, predominan esos ‘perros de paja’. Evidentemente, en el corrupto y antidemocrático estado español abundan de forma excesiva, su concentración es casi máxima; pero entre nuestros políticos catalanes también los podemos observar, desgraciadamente.

Empezando por nosotros mismos, no es infrecuente que personalmente aparentemos ser ‘mejor’ de lo que realmente somos; por lo que es común que acabemos desmereciendo a nuestros semejantes. Pero en este escrito no pretendo efectuar un comentario psicológico individual, sino psicosocial.

Es sabido que lo más fácil, siempre, es considerar al pueblo, a las bases, como si fueran conjuntos homogéneos. De ese modo, los ‘dirigentes’ nos utilizan como chivos expiatorios o cabezas de turco, de todos los desaguisados (excepto en las campañas electorales, claro).

El origen de los ‘chivos expiatorios’ se encuentra en el pueblo judío, en tiempos del Antiguo Testamento, que sacrificaba un chivo (un joven macho cabrío) de acuerdo con el mandato de Dios, a fin de purificar las culpas por medio del sacrificio (Levítico 16), la expresión proviene del latín ‘expiatorius’ (antes de venerar).

Asimismo, el origen de la expresión ‘cabeza de turco’ se halla en las Cruzadas. Los cristianos, al matar a un turco, le cortaban la cabeza y lo colgaban de un hierro, como un trofeo bien visible, y se le invocaban todos los males.

Y, como hemos visto, la citada expresión de ‘perros de paja’, también tiene una acepción para referirse a ‘aquellos a quienes se utiliza para un fin sin su conocimiento’.

En todas esas expresiones se trata de cargar a un animal, a un objeto, a una persona o a un grupo, todas las culpas, con independencia de su inocencia. De ese modo, los verdaderos culpables se ‘salvan’, se libran de asumir sus culpas reales.

Y es evidente que todos los que utilizan estas estrategias para exculparse, ellos sí, efectivamente, son meros ‘perros de paja’, pues pretenden aparentar una fuerza y un poder, ocultando su realidad, su naturaleza hueca y falsa.

En base a todo lo expuesto, y centrándonos en el conflicto entre España y Catalunya, podemos ver que, como he comentado, proliferan los ‘perros de paja’, pues:

Hemos constatado que el estado español sí que puede ser visto como un conjunto, pues los unionistas han actuado y actúan de forma homogénea, sin críticas internas (salvo contadísimas y honrosas excepciones); y, al grito de su infumable rey Felipe VI, que abrió la caja de Pandora (que he citado bastantes veces), permitió que salieran todos los males y desgracias, pues todos los poderes del estado salieron desbocados y enloquecidos contra nosotros, los independentistas.

Efectivamente, la aparente fortaleza del estado no deja de mostrar su debilidad. El rey intentó matar a cañonazos los mosquitos, a los débiles independentistas, para defender su negocio familiar. Esa desmesura mostró y muestra sus nulas fuerzas y argumentos morales y democráticos. Esa es su debilidad. Y precisamente por eso, es el mayor de los ‘perros de paja’.

El filósofo y estratega militar Sun Tzu (c. 544 a.C.-c. 470 a.C.), vivió en el período de las ‘Primaveras y otoños’ de China (722 a 481 a.C.), y en su obra ‘El arte de la guerra’, entre sus muchos pensamientos escribió que ‘descubrir la vulnerabilidad del adversario significa conocer a los otros’. Asimismo, añadió que la ‘relevancia de privar al enemigo de los medios necesarios para el enfrentamiento y remarcó que aquellos recursos detraídos al enemigo equivalen a veinte veces los que se consigan para el propio bando’.

Los independentistas hemos constatado que el principal talón de Aquiles del régimen unionista es su alergia a la democracia, pues no dejan votar a la población para que decidamos nuestro destino. Y eso, siendo extremadamente grave, no es lo único, pues otra muestra la tenemos en la represión que ejercen contra nosotros, por tierra, mar y aire, saltándose todo criterio de proporcionalidad y saltándose sus propias leyes, que interpretan de forma tergiversada, prevaricando.

Y esa vulnerabilidad, que no es nueva, ya que tiene su origen en 1714, es la que expone el abogado de Carles Puigdemont, Gonzalo Boye, en todas las instancias judiciales europeas que, por cierto, los próximos días 24 y 25 se verán en el tribunal de Luxemburgo.

Evidentemente, aquí en España, esta estrategia no es válida, ya que todas las instancias judiciales: supremo, audiencia nacional, tribunal constitucional, etc., tienen una lectura única basada en la defensa de la unidad de su patria. Todos sus miembros son meros ‘monosabios’, los mozos que ayudan al picador (Felipe VI) en la plaza de toros.

Ahora bien, entre nuestros políticos catalanes, teóricamente independentistas, hemos visto que por el miedo a la represión sufrida o programada (por estar encausados pendientes de juicio) se han quitado su careta independentista, y ahora se han acomodado al autonomismo (aún más recortado). Y por eso se han vuelto, también, en meros ‘perros de paja’.

Y, a la vez, nos cargan las culpas a los que seguimos manteniendo los ideales y pensamientos del 2017; nos consideran los ‘chivos expiatorios’, las ‘cabezas de turco’, pues nos dicen que seguimos fantaseando, que no hemos aprendido nada; y los más ‘letrados’ nos recuerdan la famosa expresión de Albert Einstein (1879-1955): ‘Locura: hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes’.

Y esas acusaciones son del todo falsas, ya que no queremos repetir lo que hicimos, el referéndum lo ganamos. Y sabemos que la independencia no nos vendrá de fuera, de la justicia internacional, aunque los exiliados ganen todos sus juicios. Pero efectivamente, eso nos dará fuerzas y moral de cara a una buena parte de los estados. Y esa, digamos, presión internacional, junto a la presión que debemos seguir ejerciendo desde las bases, confiamos que nos sirva para nuestros fines.

Los independentistas de base sabemos que estamos jugando una partida complicada. Y debemos actuar de forma inteligente, como en el competitivo juego del ‘go’ (*), pensando bien la estrategia a seguir.

(*) el ‘go’ se originó en China hace más de 2500 años, y fue considerado una de las cuatro artes esenciales. La referencia más antigua son las Analectas, de Confucio (551 a.C.-479 a.C.)

El citado Sun Tzu dijo que toda guerra es un engaño, y sabemos que el reino de España, desde hace siglos, nos detrae nuestros recursos, pues, como he citado, valen veinte veces más de los que consigue para su propio bando.

Por todo eso, los independentistas de base somos pacientes, pues sabemos que Sun Tzu aconsejó que ‘la guerra sólo hay que declararla cuando ya está ganada de antemano’, ‘los buenos guerreros toman posición en un terreno donde no puedan perder, y no pasan por alto las condiciones que hacen que sus adversarios puedan ser derrotados’; en definitiva: ‘un ejército victorioso primero gana y luego entra en batalla; un ejército derrotado, primero lucha e intenta alcanzar la victoria después’.

En definitiva, primero ganaremos en los tribunales internacionales, y después actuaremos de forma efectiva, democrática y pacífica, para ganar la partida, es decir, la independencia.

Obviamente, ese lenguaje belicista lo utilizo exclusivamente como una metáfora, de la que obtener enseñanzas; pues todos saben que somos pacíficos.