El presidente, Andrés Manuel López Obrador sabe la importancia del impacto que tendrán sus “magnos proyectos” en su imagen, pero no sólo sobre la imagen que hoy tiene o aquella que le pesa en el pasado, no, sino sobre su imagen “legado”; Es decir, sobre la percepción que se construirá entorno a lo que él representará en el futuro, esa imagen que se erigirá gracias a cómo se cuente la historia, sí, esa historia que leerán nuestros hijos y futuras generaciones en los libros de texto. Por eso, es de esperarse que le moleste de sobre manera cuando alguna figura pública o medio de comunicación hace públicos los aspectos “incómodos” de sus obras emblema como las muchas fallas del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, la Refinería de Dos Bocas o el Tren Maya.
Y es este último el que hace unos días le generó dolores de cabeza pues el medio internacional, The Washington Post publicó un reportaje en el que se desvelan una serie de adversidades que atraviesan los arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) pues tienen que determinar de forma casi inmediata que vestigios mayas “salvar” con un sistema de clasificación. Y no sólo eso, también señala la devastación que el tren hará a la selva, una de las más grandes que quedan en el hemisferio occidental.
El reportaje fue publicado el 9 de diciembre, para el día 12, el INAH ya había realizado un comunicado que se titula “Falso que exista destrucción arqueológica en el proyecto Tren Maya”, el encabezado lo dice casi todo, en general defienden el proyecto, se dicen apegados a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, y destacan la participación del antropólogo Diego Prieto Hernández, director general del INAH, en las mañaneras de AMLO, para informar de los avances en el área. Además, como es costumbre, Elizabeth García Vilchis como cada miércoles en el “Quién el quién en las mentiras de la semana”, salió a desmentir este reportaje.
Esta no ha sido la primera y única vez que un medio internacional cuestiona la obra, por ejemplo, La Vanguardia publicó un reportaje sobre el tren maya donde, entre otras cosas, dio voz a la asamblea maya que cuestiona la viabilidad de la obra por sus implicaciones medio ambientales y de preservación histórica, y también pone el dedo sobre la inseguridad que impera en el área debido al narco.
Ahora, el reportaje de The Washington Post, firmado por Kevin Sieff y Whitney Leaming es uno que si bien pone en evidencia varios supuestos sobre la preservación del patrimonio que existe en el área, también levanta el cuestionamiento sobre poner en la balanza la preservación de lo histórico y el avance tecnológico. Es decir, el reportaje en un inicio hace un duro señalamiento sobre lo que está en juego en materia de conservación histórica, pero también habla sobre los beneficios que ha traído, como la inversión que se tuvo que realizar para que de hecho se lograran estos hallazgos arqueológicos.
Al final, como lo dije, el presidente tiene que cubrirse por completo y, la realidad, es que el reportaje -digno de lectura- hace unos cuantos señalamientos, que sin duda lo incomodaron porque afectan el proyecto y, así, su imagen. En 2024, como sea y bajo las condiciones en que se encuentre, veremos el Tren Maya como la obra máxima con la que cierre su sexenio, porque sin duda esta será una de las más importantes de su administración y la va a llevar a término a como dé lugar, para que así lo marque la historia y por ende, su imagen legado.