En mi escrito de ayer comenté que el estado español, a los independentistas catalanes, nos quiere como muertos vivientes, pero que nosotros seguimos teniendo nuestra ‘tigreidad’.
Realmente, me esfuerzo en ser positivo y optimista, pero la realidad siempre se acaba imponiendo; y ayer ‘nos dimos’ una nueva ducha de agua fría. Y lo triste y penoso es que era esperable que así fuera.
Ayer, vinieron a Barcelona Felipe VI, Pedro Sánchez y toda la corte celestial, para inaugurar el Mobile World Congress 2023. Todos los representantes del estado represor vinieron, nuevamente, a pasearse por su colonia reprimida, como vienen haciendo últimamente, para mostrar al mundo que la colonia está pacificada gracias a su gestión de diálogo y de concordia.
Muchos, en Catalunya, sabemos que no es así; pero la realidad es que el pasotismo que comenté en otro escrito, está haciendo mella y ganando la batalla. Buena prueba de ello fue que ayer, apenas acudieron unos 200 manifestantes a la llamada de la ANC, para mostrar el descontento y la repulsa a esa visita. Y de ese modo, facilitamos que el estado consiga la fotografía buscada.
Como sabemos, la división y subdivisión entre los partidos y asociaciones sociales independentistas, es tal, que ayer, el único convocante fue la ANC, pues ni Òmnium, ni ERC, ni Junts, ni la Cup, participaron como tales.
Incluso, ERC hizo su paripé habitual, pues Pere Aragonès, president de la Generalitat, no estuvo presente en la recepción de la comitiva, pero sí en la cena posterior. Y, claro, el rey y sus súbditos secuaces visitaron los estands españoles, pero no los catalanes.
El argumento de ERC es que están dónde han de estar para defender los intereses de las empresas catalanas. Y ese argumento es muy débil, ya que todos sabemos que las decisiones relevantes, al final, precisan el visto bueno del estado y, claro, este nunca llega.
Y, como decía, la respuesta de los independentistas catalanes refleja nuestro estado de zombis, mejor dicho, ni eso, pues los zombis, según la leyenda, eran muertos resucitados, y nosotros somos muertos bien dormidos. Así que estamos peor que los zombis.
Y es triste, pero eso no deja de ser un reconocimiento de la victoria del estado represor.
Muchos alegarán que las manifestaciones no sirven para nada; y es verdad, difícilmente tienen una consecuencia inmediata, salvo que fueran manifestaciones millonarias. También dirán que, en el momento oportuno, ya actuarán; y quizás sea cierto. Pero la realidad es que asumiendo y tragando lo que nos imponen, acabamos bien muertos; y así, difícilmente despertaremos. El refrán que dice que somos lo que comemos, es perfectamente adecuado a nuestra situación, pues somos lo que tragamos y consentimos.
Seguidamente reproduzco una fábula, referida a Argentina, pero que es aplicable a nuestra situación, dada la desconfianza entre los partidos y asociaciones independentistas.
‘Fábula de los hombres caídos en un pozo
Venían caminando dos personas por el bosque discutiendo a viva voz ya que se odiaban desde hacía mucho tiempo. Tan enfrascados en la discusión estaban, que no advirtieron que había una trampa y cayeron a un pozo de unos cuatro metros de diámetro y tres de profundidad.
Todavía con el desconcierto por la caída y el golpe contras el fondo se dieron cuenta que en el pozo había también una niña y un niño de unos ocho años que los miraban con sus ojos muy abiertos.
Por sí solos ninguno de ellos podría salir de la trampa. Arriba, colgando de una gruesa rama de un árbol, se veía una polea con una fuerte soga. Uno necesitaba del otro para poder alcanzar el borde.
Uno de ellos debía montar al otro sobre sus hombros para lograr tal cometido.
El problema es que reinaba entre ellos una enorme desconfianza producto de sus históricas desavenencias. Ninguno estaba dispuesto a levantar al otro, por miedo a que se fuera dejándolo atrapado y sin salida.
Mientras los hombres discutían y porfiaban, ambos niños los miraban en silencio con lágrimas en los ojos.
La única solución posible era que dialogaran, negociaran, acordaran y fueran construyendo una confianza mutua en el proceso. El hambre y la sed no daban mucho tiempo para lograr el consenso. Sus vidas, y la de los dos niños, dependían de ello. Solo así, respetando al otro, acordando y cediendo, podría escapar primero uno para luego ayudar con la cuerda a los otros. Lo contrario representaba una muerte segura para los cuatro.
Lamentablemente, esto es lo que pasa en Argentina (y entre los independentistas catalanes) desde hace varias décadas. La imposibilidad de acuerdo con el que piensa distinto nos condena a la pobreza y a la decadencia moral y social.
¿Y si probamos algo distinto?’
Esta fábula refleja a la perfección, a mi modo de ver, la situación en la que estamos después del batacazo del 2017. Y esa desconfianza sigue, como expresa la fábula de Augusto Monterroso (1921 – 2003):
‘La fábula del camaleón
En un país muy remoto, en plena Selva, se presentó hace muchos años un tiempo malo en el que el Camaleón, a quién le había dado por la política, entró en un estado total de desconcierto, pues los otros animales, asesorados por la Zorra, se habían enterado de sus artimañas y empezaron a contrarrestarlas llevando día y noche en los bolsillos, juegos de diversos vidrios de colores para combatir su ambigüedad e hipocresía, de manera que cuando él estaba morado y por cualquier circunstancia del m omento necesitaba volverse, digamos, azul, sacaban rápidamente un cristal rojo a través del cual lo veían, y para ellos continuaba siendo el mismo Camaleón morado, aunque se condujera como Camaleón azul; y cuando estaba rojo y por motivaciones especiales se volvía anaranjado, usaban el cristal correspondiente y lo seguían viendo tal cual.
(…) Pero lo bueno fue que el Camaleón, considerando que todos eran de su condición, adoptó también el sistema.
(…) Como es fácil comprender, esto se convirtió en una especie de peligrosa confusión de las lenguas; pero pronto, los más listos se dieron cuenta de que aq1uello sería la ruina general si no se reglamentaba de alguna manera, a menos de que todos estuvieran dispuestos a ser cegados y perdidos definitivamente por los dioses, y restablecieron el orden.
(…) Sólo el León que por entonces era el Presidente de la Selva se reía de unos y otros, aunque a veces, socarronamente, jugaba también un poco, para divertirse (…)
(https://joseantoniocobena.com)
El teólogo y paleontólogo Pierre Teilhard de Chardin (1881 – 1955) consideró que ‘El mundo sólo tiene interés hacia adelante’, y ese sería un buen consejo, olvidarnos todos de nuestras rencillas y mirar hacia el futuro.
Pero sabemos que, como dijo el filósofo y matemático Bertrand Rusell (1872 – 1970), mientras haya intereses para conquistar, habrá guerras. Y los partidos y asociaciones independentistas tienen muchos intereses a conquistar en las batallas electorales que se avecinan, por eso no habrá paz, ni confianza, ni diálogo, ni nada.
Por todo eso, los independentistas de base deberíamos ser proactivos, deberíamos movilizarnos, actuar por nuestra cuenta y, así, demostrar de nuevo que somos el motor, y si ellos quieren subirse al carro, que lo hagan, si no, que sigan en sus poltronas el poco tiempo que les quede.
Como base, deberíamos tener una hoja de ruta, pero sabemos que confrontándonos al estado, de forma pacífica y contundente, el gigante de barro tambalearía, y, en ese momento, podríamos acordar el reconocimiento de un referéndum de autodeterminación (sin cortapisas ni mínimos; sólo democracia: un hombre un voto), o, si tenemos suficiente fuerza, reconocer el que ya hicimos el 2017.