Acabo de leer un interesante artículo de Joaquim Coello, ‘La esperanza, el miedo y la humillación’. El articulista, ingeniero, expone las siguientes ideas, que me parece que requieren ser repensadas:
‘Hoy las emociones son más importantes que las ideologías. Hace cien años era al revés. Los europeos nos hemos matado durante el siglo XX en dos cruentas guerras civiles por las ideologías y los nacionalismos, que no son más que las ideologías a ras de tierra.
La esperanza es la confianza. El miedo, la falta de confianza en el presente y todavía más, en el futuro. La humillación es la confianza traicionada (…) (te sientes superior, y me lo haces sentir). Las tres emociones, esperanza, miedo y humillación derivan de la confianza.
Dominique Moïsi dice que las visiones simplificadas son peligrosas … Es la diferencia entre sintetizar ideas complejas o hacerlas sencillas y despojándolas de sus atributos esenciales. Pueden, por tanto, llevar a error.
Las ideologías, políticas y religiosas, han sido de gran ayuda para las personas, eran la muleta que sustituía el propio pensamiento, la conclusión racional. El paso de la racionalidad, pensar por uno mismo, a la fe, creer lo que te dicen sin demostración … Hoy la ideología ha sido sustituida por la identidad porque las referencias han perdido importancia, porque han dejado de serlo.
(…) La humillación lleva a la desesperación.
(…) El miedo es la emoción europea por naturaleza. Miedo de la propia decadencia; de ser invadido por inmigrantes, ‘habrá más minaretes que campanarios’, Oriana Fallaci; de la pérdida de confianza en uno mismo; de la inseguridad en el propio sistema; de la crisis económica que vuelve de manera recurrente; de la agresión de Rusia; en definitiva, miedo del propio futuro.
Tiene razón Dominique Moïsi: las emociones definen la política y la mentalidad de los pueblos’.
(Ara, 27 de marzo del 2023, traducción propia)
Efectivamente, estoy de acuerdo que el miedo es una emoción fundamental para garantizar la conservación de lo que tenemos, la vida, los bienes, las relaciones sociales, etc., pues:
‘Miedo: la percepción de un peligro o la anticipación de un mal posible provoca un sentimiento desagradable, acompañado de deseos de huida.
Antónimos del miedo: esperanza, confianza, impavidez’
(J. A. Marina y M. López, ‘Diccionario de los sentimientos’, edit. Anagrama, Barcelona, 1999)
Es curioso observar que, etimológicamente:
‘La palabra castellana ‘miedo’ es heredera del latín ‘metus-us’, que es exclusiva del castellano y del dominio gallego – portugués (medo). Las demás lenguas romances para expresar esta noción de miedo recurren a la voz latina ‘pavor’ de donde el italiano ‘paura’, el francés ‘peur’ o el catalán ‘por’, que, curiosamente, son todas voces femeninas’.
(etimologías.dechile.net)
Ahora bien, Coello considera que ‘las tres emociones, esperanza, miedo y humillación derivan de la confianza’, cuando, en realidad, siguiendo con los citados Marina y López, clasifican estas emociones mediante la siguiente agrupación:
- Experiencia de la aparición de un peligro o de algo que excede la posibilidad de control del sujeto. En este grupo incluyen el miedo, el susto, el horror, la fobia, la decepción y el fracaso.
- Mientras que, en el grupo de las experiencias derivadas de una evaluación positiva del futuro, incluyen la expectación, la esperanza y la confianza.
Así, el elemento diferencial es la percepción negativa o positiva del presente o futuro. Y el miedo, pertenece al primer cluster, mientras que la esperanza y la confianza, al segundo.
La humillación, del latín ‘humiliato’, significa ‘acción y efecto de ofender en público’, es decir, se trata de una consecuencia de determinada acción negativa, presente o futura, real o imaginada. Humillar, según el diccionario de la RAE, significa, por ejemplo, ‘abatir el orgullo y altivez de alguien’. Por lo tanto, no se trata de una emoción, aunque, efectivamente, puede alterar el estado de ánimo.
Siguiendo con Coello, dice que en el siglo pasado predominaban las ideologías sobre las emociones, y que ahora es la revés. No lo sé, pero más bien diría que se trata de una afirmación un tanto gratuita.
A mi modo de ver, los muertos de todas las guerras, mayoritariamente, son los soldados de leva, la población de base, ‘obligados’ por estar en el momento y logar desafortunado. Mientras que los que declaran las guerras, todas, se mueven por intereses geoestratégicos y económicos.
Es decir, que en la población de base siempre predominan las emociones mencionadas, fundamentalmente el miedo; mientras que las élites dirigentes se mueven por la ideología del poder. Y me parece que siempre ha sido y será así. Y por eso, no me parece muy precisa la afirmación del politólogo y escritor francés Dominique Moïsi, cuando afirma, según la cita efectuada por Coello, que ‘las emociones definen la política y la mentalidad de los pueblos’.
Las ideologías, son el ‘conjunto de ideas que caracterizan a una persona, escuela, colectividad, movimiento cultural, religioso, político, etc.’ (RAE), y, efectivamente, todos, además de ideas, tenemos emociones. Así, la política y la mentalidad de los pueblos, como es obvio, están definidas por las ideas y las emociones.
En nuestro colectivo de los independentistas catalanes vemos que, además de emociones positivas, también tenemos de negativas, como, por ejemplo, el miedo, un miedo real, no una mera percepción de peligro, pues la experiencia histórica nos muestra que el reino español es vengativo y sádico en sus castigos y humillaciones.
Y el miedo es la kriptonita que utiliza el estado español, ese es su ‘material cristalino verde y radiactivo’, como en el universo ficticio de Superman. Así, el miedo es la kriptonita a la española.
Por eso, los independentistas catalanes deberíamos aprender, reconocer nuestro talón de Aquiles, e intentar superar los temores de todo lo que pueda llegarnos de Kripton, por más sentimientos desagradables que nos comporten, así no caeremos en el deseo de huida, es decir, de desmovilizarnos y quedarnos en el sofá de casa, que es lo que quieren: vernos debilitados y sumisos.
Una buena prueba de esa sumisión, como comenté en mi escrito de ayer, y en otros anteriores, fue la declaración de Marta Rovira, secretaria de ERC, devaluando y descalificando el referéndum del 2017. Muchos independentistas de base sabemos, ahora, que los ilegítimos son los que han traicionado sus ideas y las nuestras, y ahora quieren reescribir la historia según su conveniencia personal y partidista.
Sabemos que el reino español, y sus principales responsables, Felipe VI, Pedro Sánchez, etc., son ‘colonizadores’ arrogantes y, por su propia supervivencia, aunque quisieran (que no quieren) no podrían ni plantearse ser y actuar de forma democrática, no pueden convocar un referéndum de autodeterminación, pues serían condenados por las fuerzas vivas del estado profundo, fomentadas y alimentadas por ellos mismos: Felipe (uve palito, el ‘Preparao’) y sus acólitos, como el narciso Pedro Sánchez.
Vemos que Pedro Sánchez y el PSOE, acaba de rechazar que Mariano Rajoy sea citado a la comisión de investigación del congreso de diputados, para averiguar las fechorías de su ‘policía patriótica’.
Se han filtrado muchas informaciones, pero falta conocer el relato completo de esa macabra película y, claro, es preciso conocer, de primera mano, la ‘versión’ del máximo responsable visible, es decir, del jefe de gobierno de ese momento. Un personaje que, además de leer los diarios deportivos, tenía algún momento de debilidad para ‘autorizar’ dichas fechorías. Él fue la ‘X’, como antes lo fue Felipe González en su guerra sucia y asesina de los GAL contra ETA. Pero claro, Pedro Sánchez salva el careto de Mariano Rajoy, y viceversa. Son dos caras de una misma moneda falsa.
Por esto, esa calaña de personajes se apoyan, como lo hacen con Enrique Peña Nieto, ex presidente mexicano en el período 2012 – 2018; otro de los personajes que utilizaron el sistema de espionaje Pegasus, con el que espió a más de 15.000 terminales. Pero, claro, gracias a la ley Montoro (del gobierno de Rajoy) para captar capitales extranjeros (conocida como ‘ley visa de oro’), Peña Nieto consiguió la residencia española.
Por todo eso, como he dicho, debemos superar nuestros miedos. Sabemos que todo cambio tiene y tendrá un coste, coste que ellos procuran y procurarán que sea máximo, ya conocemos su violencia y sus formas, y no se frenarán, incluso poniendo en peligro vidas humanas. Al fin y al cabo, son los mismos que durante décadas han demostrado lo que son, torturando y asesinando en la comisaría de Vía Laietana 43 de Barcelona, y en un sin fin de lugares, como ajusticiaban en el Camp de la Bota al acabar la guerra INcivil o como hicieron en el cuartel de Intxaurrondo, y en tantos otros lugares.