Según Oracle, una empresa de tecnología especializada en el desarrollo de soluciones de nube y locales, la inteligencia artificial, AI por sus siglas en inglés se ha convertido en un término general para referirse a aplicaciones que realizan tareas complejas para las que antes eran necesaria la intervención humana, cuyo principio fundamental es replicar, y luego superar, la forma en que los humanos perciben y reaccionan ante el mundo.
La AI tiene muchos beneficios que simplifican la labor de programadores, escritores, investigadores, diseñadores y demás profesiones; sin embargo, no todas las aplicaciones de la IA son beneficiosas y algunos temen que pueda ser una amenaza para nuestra privacidad y seguridad, y esta vulnerabilidad es una que veremos en el corto plazo.
Pero, de momento podemos aprovechar estas plataformas para crear. Por ejemplo, uno de los campos en los que la AI ha tenido un impacto significativo es en la fotografía y la edición de imágenes. Los algoritmos de AI son capaces de analizar y modificar imágenes en cuestión de segundos, lo que ha llevado a una explosión de la creación de contenido visual, desde la mejora de la calidad de las imágenes hasta la generación de fotografías completamente nuevas.
Sin embargo, la generación de imágenes a través de la AI también ha planteado algunos desafíos éticos y sociales. En particular, la facilidad con la que se crean imágenes falsas, o deepfakes, pero ¿A qué se refiere esto? Los deepfakes son imágenes, videos o audios creados mediante la superposición de características de la identidad visual y/u oral de una persona en una imagen o video existente. En algunos casos, esto se utiliza con fines humorísticos o artísticos, pero también se ha utilizado para fines malintencionados, como la difusión de noticias falsas sustentadas con imágenes creadas con esta tecnología, que por su realismo se toman como verdaderas, y es que alterar digitalmente la vestimenta o el contexto en el que un personaje se encuentra, podría tener un daño importante para su reputación.
Por lo que, hoy, más que nunca, debemos preguntarnos dos veces si lo que vemos o leemos en internet es real o sólo es una producción hecha con Inteligencia Artificial. Como unas imágenes generadas con esta herramienta que muestran a Donald Trump en prisión y vistiendo un uniforme naranja algo que, no sonaría descabellado, ya que actualmente el ex presidente y empresario está bajo investigación criminal.
También tenemos como ejemplo el trabajo realizado recientemente por el software Midjourney que publicó una imagen tan realista que ha causado controversia: la generación de imágenes del Papa Francisco en las que se le representa como un ícono de la moda con un puffer coat blanco y accesorios de alta gama. La serie de imágenes, -porque la primera fue suficiente para que después se publicaran varias en diferentes escenarios y vestimentas- aunque con errores propios del proceso de desarrollo en el que se encuentran las plataformas de Inteligencia Artificial, ha sido criticada por la comunidad católica como un uso irrespetuoso de la imagen del líder religioso. Pero, para otros plantea la posibilidad de adaptar la imagen de un ícono religioso a los nuevos tiempos, que podría permitir la modernización de una institución ávida de renovación y que esta se acerque, desde la tecnología, a las nuevas generaciones.
Lo cierto es que la generación de medios sintéticos y la manipulación de imágenes pueden tener consecuencias negativas para la sociedad porque, si somos honestos, no todos nos cuestionamos e investigamos realmente si lo que vemos en Internet es real o no, casi siempre lo damos por cierto. Al final debemos adaptarnos a las nuevas tecnologías, con sus beneficios y desafíos, ya que estas no frenarán su crecimiento y evolución sólo porque éticamente no son compatibles con una moral humanista que, no entiende.
Te invitamos a conocer el podcast de Imagogenia para escuchar las opiniones