No se trata de un fenómeno nuevo, ni de un hecho insólito, ya lo hemos visto muchas veces. Cuando un deportista, un artista, un escritor catalán, destaca en su sector, los medios de comunicación españoles y muy españoles (como dijo M. Rajoy), al mencionarlos, citan que es un deportista, un artista, un escritor, etc., español.
Y así ha pasado estos días, con la visita de Susan Sarandon, los matrimonios Obama y Spielberg, y con el grupo de Bruce Springsteen (el Boss), que han visitado Barcelona, pero, según los medios españolísimos, todos han venido a España.
Y el colmo de los colmos, la medalla de oro españolizadora, se la ha ganado La Vanguardia, del conde de Godó, ya que cambió el saludo de apertura del concierto del Boss, pues éste dijo, en catalán:
‘Catalunya, Barcelona, us estimem, us estimem, us estimem’ (os queremos),
Pero La Vanguardia reprodujo el saludo, escribiendo:
‘Catalunya, España, us estimem’
Y, claro, el mensaje del Boss corrió por todas las redes y medios, así que llovieron chuzos de punta contra La Vanguardia, que se vio obligada a cambiar la versión digital, pero la de papel ya queda para la historia, mostrando la ignominia de unos ‘periodistas’ que quieren modelar los hechos, en lugar de informar de los mismos con objetividad.
Esa tergiversación de la historia la vimos también en el vídeo que hizo el F. C. Real Madrid, diciendo que el equipo del régimen era el F. C. Barcelona. Todo es vergonzoso, pues los medios de comunicación españolizadores, de forma acrítica e interesada, se limitan a reproducir las consignas del estado.
Y es evidente que todo eso no es más que una muestra de su complejo de inferioridad; pues, como mecanismo de defensa (pero consciente) les hace sacar lo peor que tienen, lo peor que les define.
Y si ese fenómeno lo observamos en aspectos menores, como los citados, en los temas cruciales, no digamos. Y, desgraciadamente, esos pasan más desapercibidos. Pero siguen el mismo patrón, quieren modelar nuestro pensamiento, reescribiendo la historia a su gusto y manera.
Es triste ver que todos los medios critican la inteligencia artificial, que puede confeccionar textos, fotografías, canciones, etc., de acuerdo con los algoritmos que tienen programados. Y, efectivamente, de estos productos desconocemos la fuente y su veracidad. Pero, claro, los medios tradicionales se quejan ya que se les escapa el control, el poder de manipulación, pues recae en otras manos, en otros intereses globales.
Los independentistas catalanes sabemos, históricamente, que nuestra suerte ya está echada (alea jacta est, como dijo Julio César (100 a.C. – 44 a.C.), al traspasar el Rubicón), pues el estado español nunca nos ha querido entender, siempre nos ha tratado y considerado una colonia. Los españoles, con una mentalidad castellana, no quieren ni pueden entender que tengamos nuestra lengua, nuestro país, nuestra historia, nuestras costumbres; ellos querrían que tuviéramos la suya, y que nuestras peculiaridades fueran simplemente hechos folclóricos, ‘regionales’.
No en vano los romanos consideraban ‘beati hispani, quibus bibere vivere est’ (bienaventurados los hispanos, para los que vivir es beber; juego de palabras en el que se indica el gusto por beber de los hispanos basado en su incapacidad para diferenciar en su pronunciación ‘bibere’ (beber) y ‘vivere’ (vivir)
Y en ese mismo sentido prepotente, tradicionalmente, los diferentes poderes españoles se han comportado con total desprecio, como en los siguientes ejemplos:
‘El emperador Tiberio (42 a.C. – 37 d.C.) empleó en cierta ocasión una palabra no latina. El lingüista Ateio Capitón se lo hizo notar, a lo que el regio personaje contestó ‘desde ahora pasará a serlo’, por lo que el lingüista contestó: ‘Caesar, non super grammaticos’ (César, no estás sobre los gramáticos)
‘Durante el concilio de Constanza, el rey Segismundo I (1467 – 1548), refiriéndose al concilio de Bohemia, dijo: ‘date óperam ut illa nefanda schisma erradicátur’ (procurad que esa nefanda cisma sea erradicada). Entonces, el cardenal Braule le susurró ‘dómine, schisma est géneris neutris’ (señor, cisma es de género neutro), a lo que el emperador contestó: ‘ego sum rex Romanus et super grammaticam’ (yo soy el rey romano y estor por encima de la gramática)
Y así nos va, pues el estado español lleva también, en su carácter, el espíritu conquistador castellano, basado en la espada, el espolio, la sangre y la muerte, como muy bien saben las excolonias americanas. Por eso, sus máximas, que nos aplican a los catalanes, son:
‘Divide et impera’ (divide y vencerás), y así nos lo aplican a los independentistas catalanes.
‘Ego primam tollo, nominor qüía leo’ (yo cojo el primero porque me llamo león), es decir, el estado español prima sobre todo.
‘Manu militari’ (con mano militar), la forma que tienen para do minarnos.
‘Delenda est Carthago’ (hay que destruir Cartago), frase con la que siempre acababa sus discursos Catón el Censor (234 a. C. – 149 a. C.); ese es el espíritu español contra Catalunya.
Por todo ello el estado español se bunqueriza con su constitución y sus leyes configuradas según sus intereses, sin saber que, en realidad: ‘Corruptissima re publica plurimae leges’ (la república más corrupta es la que tiene más leyes)
En definitiva, toda esta estructura de pensamiento del corrupto reino español, cuando quiera y le interese, nos dirán que 2+2=5, y lo determinarán legalmente, los medios de comunicación lo repetirán hasta la saciedad (y La Vanguardia la primera, claro), y la mayoría de la ciudadanía española y buena parte de la catalana, comprará la nueva fórmula de cálculo, ya que consideran que, efectivamente, su rey está por encima de todo, incluso de las matemáticas.
Por eso, y emulando al citado Catón (si bien cambiando el sentido), deberíamos repetir, siempre, que queremos la independencia de Catalunya, y actuar en consecuencia, no limitarnos a la mera palabrería.