En la historia del pensamiento, es clásica la controversia entre los términos de la realidad y la apariencia, que queda clara atendiendo a la raíz de sus respectivos conceptos, pues:
‘La palabra que los griegos utilizaban para referirse a la ‘verdad’ era ‘alétheia’, un término compuesto: a-letho. Si ‘letho’ significa estar oculto, ‘alétheia’ significa la acción de desocultar, de descorrer el velo que oculta la realidad. Por eso la verdad era desvelamiento.
Pero ¿por qué la verdad se nos oculta tras el velo de la apariencia? ¿Por qué no se nos manifiesta tal como es? ¿No podemos conocer las cosas reales por su apariencia?’
Y, ‘apariencia’, ‘aparecer’ significa dejarse ver, manifestarse. Apariencia significa ‘aspecto que ofrece una cosa cuando se deja ver, se manifiesta, se presenta (generalmente a la vista)’
(https://www.diccionariodefilosofia.es)
Con estas definiciones me parece que ya es suficiente, por lo que no me detendré en los pensadores como Heráclito, Parménides, Platón, Aristóteles, Kant, etc., pues me extendería y, me desviaría del núcleo de este escrito. Pero, efectivamente, como dijo Platón, todo lo que se percibe y se conoce son apariencias, es decir, engaños o ilusiones.
En ese sentido, las apariencias son un conocimiento incompleto y superficial, en contraposición a la realidad, o conocimiento verdadero y profundo.
Ahora bien, para el presente escrito me interesa recordar el significado de ‘apariencia’ según el diccionario de la RAE:
- Aspecto o parecer exterior de alguien o algo.
- Verosimilitud, probabilidad.
- Cosa que parece y no es.
- Teatro.
Y de esas acepciones, me parece interesante centrarnos en la tercera, ‘cosa que parece y no es’.
Pues bien, siguiendo con esa tercera acepción, en el reino español tenemos una apariencia de democracia, de justicia, de igualdad, de libertad, de libre mercado, de información, etc.
Y, en el ámbito más personal e íntimo, tenemos una apariencia de amor, de amistad, de colaboración, etc.
Por eso, me parece didáctica la inclusión de la siguiente fábula:
‘El espejo estropeado
Había una vez un niño listo y rico, que tenía prácticamente de todo, así que sólo le llamaban la atención los objetos más raros y curiosos.
Eso es lo que le pasó con un antiguo espejo, y convenció a sus padres para que se lo compraran a un misterioso anciano.
Cuando llegó a casa y se vio reflejado en el espejo, sintió que su cara se veía muy triste.
Delante del espejo empezó a sonreír y a hacer muecas, pero su reflejo seguía siendo triste.
Extrañado, fue a comprar golosinas y volvió todo contento a verse en el espejo, pero su reflejo seguía triste.
Consiguió todo tipo de juguetes y cachivaches, pero aún así no dejó de verse triste en el espejo, así que, decepcionado, lo abandonó en una esquina, diciendo, ‘vaya, un espejo muy birrioso, es la primera vez que veo un espejo estropeado’.
Esa misma tarde salió a la calle para jugar y comprar unos nuevos juguetes, pero yendo hacia el parque, se encontró con un niño pequeño que lloraba entristecido. Lloraba tanto y le vio tan solo, que fue a ayudarle para ver qué le pasaba.
El pequeño le contó que había perdido a sus papás, y juntos se pusieron a buscarlos.
Como el chico no paraba de llorar, nuestro niño gastó su dinero para comprarle unas golosinas para animarle hasta que, finalmente, tras mucho caminar, terminaron encontrando a los padres del pequeño, que andaban preocupados buscándole.
El niño se despidió del chiquillo, volvió a su casa, sin haber llegado a jugar, sin juguetes nuevos y sin dinero. Ya en casa, al llegar a su habitación, le pareció ver un brillo procedente del rincón en que abandonó el espejo. Y, al mirarse, se descubrió a sí mismo radiante de alegría, iluminando la habitación entera. Entonces comprendió el misterio de aquel espejo, el único que reflejaba la verdadera alegría de su dueño. Y se dio cuenta de que era verdad, y de que se sentía verdaderamente feliz de haber ayudado a aquel niño.
Y desde entonces, cuando cada mañana se mira al espejo y no ve ese brillo especial, ya sabe qué tiene que hacer para recuperarlo’
(https://cuentosparadormir.com)
Pues bien, aplicando ese cuento a la política española, y a sus personajes, los políticos profesionales, vemos que todo es apariencia (mejor dicho, engaño, pues es interesado), cosa que parece y no es, y los personajes en cuestión, si se mirasen en ese espejo mágico, considerarían que estaba estropeado. No se replantearían si el problema son ellos.
Históricamente, en los últimos tres siglos, Catalunya ha sido ese espejo mágico, pues ha reflejado las carencias, la amoralidad y los políticos unionistas. Y claro, en esta última década, todos los poderes del estado español se han visto deformados, por sus propias acciones, mejor dicho, le reflejan como son.
Pero claro, como se consideran propietarios de la ‘verdad revelada’, actúan de forma sectaria, dirigidos por sus respectivos mesías.
Y esos falsarios, en lugar de desvelar lo oculto, la democracia, la libertad, la moralidad, etc., es decir, de hacer la alétheia, y desocultar los errores que se cometen de forma interesada, para, dejar translucir la pureza de esos conceptos humanos, éticos y morales. Pero, esos falsarios forman parte de los ocultadores de esos principios básicos.
Así nos quedamos con unas simples apariencias, con la apariencia, con lo que parecen y no son.
Y con estos malos mimbres, los cestos resultantes no pueden ser aptos ni correctos.
Por todo ello, si queremos ser ciudadanos de pleno derecho, nuestra labor es desvelar a esos falsarios personajes, a esas meras apariencias que no son lo que pretenden reflejar. Y ejemplos los tenemos a montones, pero me limitaré a tres ejemplos:
- Salvador Illa (PSC/PSOE), que quiere dar una imagen de intelectual con base filosófica (por ser licenciado en esa área), en realidad ofrece su verdadera y única cara, de acrítico felpudo de Pedro Sánchez.
- Oriol Junqueras (ERC), que se ha transmutado, dejando su ‘el junquerisno es amor’, su ‘happy flowers’, para mostrar su verdadero rostro de doctor Jekyll, siguiendo el patrón psicológico de la novela ‘El extraño cado del doctor Jekyll y el señor Hyde (1886)’, de Robert Louis Balfour Stevenson (1850 – 1894)
- Pedro Sánchez, por su parte, con su perfil narcisista y mentiroso, como buen vendedor de humo, es un verdadero encantador de serpientes, como bien sabemos los catalanes. Y con su teatro, consigue engañar a algunos, pero … la realidad acaba imponiéndose, y su apariencia queda clara, con sus actos.
Por todo eso, si realmente somos ciudadanos adultos, debemos obrar en consecuencia y evitar dejarnos deslumbrar por meras apariencias e intentar desocultar, desvelar, la verdad.
Independientemente de las apariencias, es cierto que hay realidades diáfanas desagradables y nefastas; por ejemplo, hay neofranquistas, neofalangistas, Vox, PP, etc., que son y aparentan su perfil, sin engaño.
Pero, en este escrito me refiero a las apariencias, a los engaños, como, por ejemplo, el de Joan Tardà (ERC), que ha cambiado de camisa, según el momento y, para broche, desde ayer postulando que su partido apoye la candidatura de Ada Colau y pueda continuar de alcaldesa, buscando también el apoyo de los socialistas. Vergonzoso, todo antes de que sea alcalde el ganador Xavier Trías (Junts). Y contra ese tipo de personajes debemos protegernos y evitarlos.