En medio de la polémica y los cuestionamientos mediáticos, Joe Biden, presidente de Estados Unidos, enfrenta una difícil situación debido a las actividades de su hijo, Hunter Biden. Las recientes noticias sobre
el acuerdo al que ha llegado Hunter con la Fiscalía estadounidense, declarándose culpable de evasión fiscal y posesión ilegal de un arma de fuego, han generado un grave problema para la carrera política de
su padre.
El acuerdo alcanzado con la Fiscalía pondría fin a una investigación de cinco años, pero coloca los reflectores sobre los Biden a meses de que comience el proceso electoral en Estados Unidos, lo que pone en desventaja al actual presidente y su partido en su búsqueda de la reelección. Y es que, hay varios factores que operan en su contra desde el punto de vista de la imagen pública, no sólo la imagen de su
hijo Hunter. Primero es importante destacar que la gestión adecuada de la imagen implica también invertir adecuadamente en los activos que pueden representar las extensiones de la imagen de la figura pública que encabeza un concepto o figura pública central, en este caso veámoslo como “el presidente de Estados Unidos”; esto es algo que tienen muy en claro los asesores de Biden y por eso, en 2021, en un intento por humanizar la imagen de Hunter, evitar que salga la información de boca de alguien más usándola en su contra y aminorar el problema, se publicó un libro en el que relata su historia personal y sus problemas con las adicciones, en un esfuerzo no sólo de reivindicar su imagen y justificar su forma de actuar, sino también de “empatizar” a través de temas que afectan a muchos estadounidenses y lo que propiciaría, un sentido de «comunidad» o entendimiento con él.
Sin embargo, la problemática hoy no se limita sólo a Hunter Biden. Las declaraciones del presidente Joe Biden también están metiéndolo en aprietos de imagen y, ciertamente, su equipo de asesores debe evitar
que hable fuera del guión establecido. Esto porque durante una recaudación de fondos políticos en California el martes por la noche, Biden comparó al presidente de China, Xi Jinping, con «dictadores», lo
que puso en riesgo la política exterior de Estados Unidos y la relación con uno de los países más poderosos del mundo. La situación empeora cuando se considera que un día después, aproximadamente, el
secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, dijera que su reciente viaje había producido “progresos” en la reparación de la fracturada relación entre Washington y Beijing.
China respondió a los comentarios de Biden a través de su portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Mao Ning, calificándolos como una «provocación política abierta» y señalando que contradicen los hechos básicos, violan la etiqueta diplomática y dañan la dignidad política
de China. Una verdadera bomba para la política exterior de Estados
Unidos.
Al final, resulta crucial que Biden y su familia trabajen en el mensaje que transmitirán primero en relación con la aceptación y el cumplimiento de una posible condena en el caso de Hunter. Y segundo, en que Biden evite hacer declaraciones públicas o privadas sobre temas que afecten directamente a su país. Recordemos que la gestión de la imagen y el control del discurso son elementos clave que deben ser
abordados de manera efectiva para evitar consecuencias negativas en el ámbito político y en la percepción global de Estados Unidos, en este caso.
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