Los independentistas catalanes NO queremos vivir en la ‘Isla del Nunca Jamás’, pues sabemos que para nosotros, nuestra isla es la ‘Isla del Tesoro’, si bien, transitoriamente, desde hace más de tres siglos (desde 1714), en realidad vivimos en la ‘Isla del Dr. Moreau’, aunque, metafóricamente, en realidad, Catalunya presenta aspectos de todas esas islas, como trataré de explicar en el presente escrito.
La ‘Isla del Nunca Jamás’, es una isla ficticia descrita en la novela fantástica ‘Peter Pan y Wendy’ (1904) del escritor escocés James Matthew Barrie (1860 – 1937); en esa isla, los niños (los niños perdidos, que se habían caído del cochecito, mientras sus cuidadoras no estaban mirando, y antes de llegar al suelo, eran recogidos por las hadas; no habían niñas, pues, según Peter Pan, las niñas son muy inteligentes, para caerse del cochecito) no crecen y viven sin ninguna regla ni responsabilidad, divirtiéndose y viviendo aventuras, dirigidos por su líder, Peter Pan y su hada Campanilla. La isla está habitada, asimismo, por temibles piratas (sólo el capitán Garfio y su tripulación son adultos), indios, sirenas, hadas y demás criaturas que habitan en las selvas y en las aguas profundas.
Haciendo una lectura metafórica y entretenida, propia de las lecturas estivales, podemos ver que, Catalunya, tiene sus piratas, dirigidos por el Capitán James Garfio (Felipe VI) y sus secuaces, los colonizadores Pedro Sánchez, Alberto Núñez Feijóo, los jueces como Manuel Marchena, Pablo Llarena , etc., que, a bordo de su Jolly Roger, el gran navío pirata anclado en la costa de Nunca Jamás (recordando los ‘piolines’, de octubre del 2017), tienen como finalidad robar y saquear cualquier barco o mercancía que encuentren.
Garfio es objeto de burlas de todo tipo por parte de Peter Pan, tras cortarle una mano que se comió un cocodrilo (mano que sustituye por un garfio), y desde entonces está obsesionado por encontrar el escondite de Peter Pan, para asesinarlo. Garfio tiene fobia al sonido de los relojes, ya que cuando perdió la mano, el cocodrilo se tragó también su reloj, y desde entonces, la bestia persigue al capitán para devorarlo. Ese reloj ‘perdido’, en el caso español, bien podría ser la DEMOCRACIA, perdida (si es que tenía un mínimo) el 1 de octubre del 2017, con la agresión a los votantes, con total violencia impune, y, obviamente, con el mensaje del infausto Felipe VI, en su discurso del 3 de octubre, alentando el ‘a por ellos’, que éramos y somos nosotros, los independentistas catalanes. Y, desde entonces, viven obsesionados con la búsqueda, no de la democracia, que les importa un bledo, si no, con la búsqueda y captura de nuestro líder Carles Puigdemont.
Siguiendo con la novela, en Nunca Jamás vive una tribu de indios, los wigwam, formada por nativos norteamericanos, enfrentados con el Capitán Garfio, y con buenas relaciones con Peter Pan. Aquí no hay paralelismo metafórico posible, pues los catalanes unionistas (no independentistas, si no, dependentistas) no se enfrentan a Felipe VI y su corte, y, claro, no tienen buenas relaciones con nosotros, y desprecian a Puigdemont.
Psicológicamente, es conocido el ‘síndrome de Peter Pan’, tras la publicación del ensayo del psicólogo Dan Kiley (1942 – 1996), titulado ‘El síndrome der Peter Pan: los hombres que nunca crecieron’ (1983); en el que explica la inmadurez en ciertos aspectos psicológicos y sociales. La personalidad de esas personas es inmadura y narcisista, como coraza defensiva para protegerse de su inseguridad y temores.
En este paralelismo, vemos que ese síndrome se observa en todos los colectivos: en el nacionalista español, en el de los independentistas ‘mágicos’ y en el de los catalanes unionistas; pues pocos se escapan a esa catalogación, ya que son una minoría los que han madurado para adaptarse a la actual realidad, con sus peculiares características.
La ‘Isla del Tesoro’, novela publicada en 1883, escrita por el escocés Robert Louis Balfour Stevenson (1850 – 1894), narra las aventuras de Jim Hawkins, el hijo del dueño de una posada, en la que un bucanero peculiar, que se hace llamar capitán, canta canciones marineras; y tras varias escaramuzas, Jim, al irse todos, descubre un baúl, en el que había un fajo de papeles, dinero de muchos países, y el plano de la ‘Isla del Tesoro’.
Jim, junto al doctor David Livesey y el caballero John Trelawney, embarcan en ‘la Hispaniola’ (vaya casualidad), al mando del capitán Alexander Smollett, y tras múltiples aventuras, como un motín a bordo, que superan gracias al cocinero John Silver, llegan a la isla, y se sorprenden al ver que ya se lo ha llevado Ben Gunn, un par de meses antes; al final encuentran el tesoro. Pero en el viaje de regreso, hacen escala en un puerto de la América española, y John Silver el largo, huye con parte del botín.
El paralelismo metafórico con Catalunya, es claro, pues nuestros antepasados vieron en 1714, como las fuerzas borbónicas les invadieron, mataron y expoliaron. Invasión y robo que sigue produciéndose en la actualidad, con el déficit fiscal, por ejemplo.
Felipe V buscaba poseer el tesoro catalán, y su descendiente actual, Felipe VI, sigue con la misma obsesión, que llevan en su ADN; así, los catalanes, independentistas y unionistas, vemos como se llevan nuestros impuestos, y después nos infrafinancian, y dejan nuestras infraestructuras a mínimos.
‘La Isla del doctor Moreau’, (1896) , escrita por el novelista británico Herbert George Wells (1866 – 1946), narra las aventuras de Edward Prendick, un naufrago en el océano, que es recogido por el barco en el que viaja el doctor Montgomery, que se dirige a una isla sin nombre, en la que vive el doctor Moreau, un investigador que trabaja en horripilantes experimentos de vivisección de seres humanos. Después de varios sucesos, Prendick se da cuenta de que él será el siguiente ‘conejillo de indias’, pero consigue huir, y se encuentra con bestias de todo tipo, especialmente el hombre-bestia. Finalmente, consigue huir de la isla en una pequeña barca, y días después, es recogido por un buque, dejando atrás la isla dominada por esa nueva especie de hombres-bestia, que acaban matando a los doctores Moreau y Montgomery.
No quiero hacer excesivos paralelismos metafóricos, ya que me arriesgaría a ser mal interpretado y criticado como lo fue el president Quim Torra por su artículo titulado ‘La lengua y las bestias’, publicado el 19 de diciembre del 2012 (elmon.cat), llevado ante los tribunales de justicia, en plena sesión de su investidura como president de la Generalitat, en 2018.
En ese escrito decía:
‘En casa de mis padres corría un viejo ejemplar de un libro que todos los hermanos habíamos de leer: ‘De cuando las bestias hablaban’, de Manel Folch i Torres. Mi padre era inflexible y, como ‘La rosa y el anillo’ de Thackeray y ‘Bolavà’ de José María Folch i Torres, consideraba que uno no podía hacerse mayor, sin haberlos leído. Era un libro delicioso donde lechuzas, osos, elefantes, cervatillos y abejorros, hablaban, un recopilatorio de fábulas destinadas a la educación de los niños.
Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias. Pero son de otro tipo. Carroñeras, escorpiones, hienas. Bestias con forma humana, sin embargo, que beben odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con verdín, contra todo lo que representa la lengua. Están aquí entre nosotros. Les repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay algo freudiano en estas bestias. O una pequeña sacudida en su cadena de ADN. ¡Pobres individuos! Viven en un país del que lo desconocen todo: su cultura, sus tradiciones, su historia. Se pasean impermeables a cualquier acontecimiento que represente el hecho catalán. Les crea urticaria. Les rebota todo lo que no sea español ni castellano. Tienen nombre y apellidos las bestias. Todos conocemos a alguna. Abundan, las bestias. Viven, mueren y se multiplican.
Una de ellas protagonizó el otro día un incidente que no ha llegado a Catalunya y que merece ser explicado, como un ejemplo extraordinario y de la bestialidad de estos seres. Pobres bestias, no pueden hacer nada más.
Una de las escasas compañías aéreas que vienen aceptando con normalidad el catalán, es Swiss. Si han cogido alguno de sus vuelos en la vieja Confederación, habrán constatado cómo es utilizada nuestra lengua en el momento de despegar o de aterrizar el aparato. Una excepción, ya que, desgraciadamente, con el resto de compañías venimos siendo tratados exactamente como lo que somos, la última colonia en tierras de Europa.
Pues bien, hace un par de semanas viajaba en un vuelo de Swiss una de estas bestias. Al llegar al destino, se anunciaron en catalán las típicas observaciones previas al aterrizaje. La bestia, automáticamente, segregó su salivera rabiosa. Una peste de cloaca salía de su asiento. Se removía inquieta, desesperada, horrorizada por haber oído cuatro palabras en catalán. No tenía escapatoria. Un sudor mucoso, como de sapo refriado, le salía por los sobacos. Es preciso imaginársela, a la bestia, después de tanto tiempo, ellas, que pueden vivir en su mundo español sin ningún problema, escuchando cuatro palabras en una lengua que odia. Indignada decidió escribir una carta en un diario alemán de Zuric, quejándose del trato recibido ya que ‘se violaban sus derechos’ al ser el castellano la ‘primera’ lengua oficial de España’. Y, fue publicada a toda plana, la queja de la bestia’.
(elmon.cat, 19 de diciembre del 2012)
Es evidente que descontextualizar esta narración de las obras que Torra menciona, y olvidarse del paralelismo con esas narraciones mágicas, es un artificio acrítico y falsario.
Pero, evidentemente, este escrito me parece que también encaja a la perfección, con la novela del doctor Moreau, como habrá podido comprobar el lector.
Observaciones globales: Todos sabemos que los sueños, la realidad y la percepción de esta, siempre difiere de la perspectiva de cada sujeto. Y sabemos, también, que, puntualmente, todos sufrimos pesadillas, que no son más que la forma cómo maneja nuestro cerebro las tensiones, los temores cotidianos, la ansiedad, el estrés, etc.
Efectivamente, los unionistas españolistas, pueden tener pesadillas al temer que pueden perder un brazo, al independizarse Catalunya, como decían y repetían. Y esas pesadillas son propias de Peter Pan, de personas que no han madurado, ya que no han asumido que la democracia, la libertad y el respeto a las expresiones populares, deberían ser el cimiento de toda sociedad ‘avanzada’.
Los independentistas, obviamente, tenemos nuestras pesadillas al ver los experimentos de los doctores Moreau españoles, que quieren ‘humanizarnos’, es decir, castellanizarnos, a costa de atacar nuestra lengua y cultura.
Ayer, jueves 27, el president Carles Puigdemont hizo un tuit, sobre la fiabilidad de Pedro Sánchez, diciendo que:
‘España es más una percepción de la realidad que no una realidad contrastada’, y explica ‘la tergiversación de la historia que se incluía en el informe que el ministro de justícia elevó al consejo de ministros español para la concesión de los indultos a los presos políticos me llamó mucho la atención un punto. Tuve que leerlo dos veces, por si me había pasado por alto alguna cosa, pues lo que se desprendía era tan fuerte que no podía creer que un informe oficial, adoptado al más alto nivel y que constará en los archivos oficiales para la historia, fuese capaz de una omisión tan flagrante.
En la explicación de los hechos que han provocado la ruptura profunda entre Catalunya y España (entendidos como sujetos políticos diferentes), el gobierno español ignora el elemento más disruptivo de todos: la sentencia del tribunal constitucional contra el estatut de Catalunya, dictada el año 2010. El hecho más relevante, sin el cual no se puede explicar ni en términos políticos ni en términos históricos todo lo que vino después, es ignorado de manera consciente. Leed la captura del texto original y poneos en la piel de un historiador de aquí cien años, examinando esta parte de la historia. Vienen a decir que, ‘tras diversas vicisitudes’ los catalanes perdimos la chaveta. Es el relato que han impuesto los medios españoles (y algún catalán) según el cuál, a los catalanes se nos lavó el cerebro de tanto mirar TV3 o escuchar las radios en catalán (lo que demuestra que tampoco saben lo que dicen esos medios) (…)’
Pues bien, ese informe me parece que es una exacta metáfora de los doctores Moreau y Montgomery, de la novela que nos ocupa, pues los poderes españoles ‘viviseccionan’ cómo y lo que les place, para autojustificarse.
Y ante todo esto, los independentistas debemos aprender, prepararnos y reforzarnos, para superar el posible ‘peter panismo’, y, así, poder plantearnos futuros embates con viabilidad.
Nota final: Anteayer, el 26 de julio, falleció Sinéad Marie Bernadette O’Connor, a los 56 años, la excelente cantante y compositora irlandesa.
El president Carles Puigdemont, mostrando una gran sensibilidad y conocimientos históricos y musicales (y mostrando, una vez más que ‘no da puntada sin hilo’), tuiteo lamentando la muerte de la cantante, e incluyendo el enlace a la canción ‘The Foggy Dew’.
‘Esta canción es una balada irlandesa que evoca el llamado Alzamiento de Pascua de 1916, en que unos centenares de independentistas y republicanos irlandeses ocuparon diferentes edificios estratégicos de Dublín, a la vez que leían la proclamación de la República; insurrección que fue sofocada al cabo de unos días con contundencia por el ejército británico y se saldó con casi medio millar de muertos, centenares de heridos y el posterior fusilamiento de los líderes de la revuelta.
‘The Foggy Dew’, que insta a los irlandeses a luchar por la causa de su país y no por la británica, se convirtió en una pieza muy popular entre los intérpretes irlandeses, entre los cuáles Sinéad O’Connor (…) y esta ha sido precisamente la pieza que ha escogido el president en el exilio, Carles Puigdemont, para homenajear a Sinéad O’Connor, con un tuit en su cuenta de twitter, en que publica la versión que la cantante registró con la banda irlandesas The Chieftains en 1995’
(Elnacional.cat, 26 de julio del 2023)
Para finalizar, me parece interesante reproducir la letra de esta balada:
El rocío brumoso
Cuando una mañana de Pascua
atravesaba yo la cañada
camino de una feria en la ciudad
había filas de hombres armados marchando
en escuadrones que pasaron cerca de mí,
ninguna gaita tarareó ni el tambor de la batalla
hizo sonar su pavorosa marcha
Pero la campana del Ángelus
sobre el oleaje del río Liffey
zumbó a través del
Rocío brumoso.
Erguida orgullosamente alta
sobre la ciudad de Dublín,
ellos izaron la bandera de la guerra
era mejor morir bajo un cielo irlandés
que en Suvla o Sud-El Bar
y a través de los llanos
del monárquico Meath
los hombres fuertes vinieron deprisa
Mientras los hunos de Gran Bretaña
con sus armas de largo alcance
navegaron a través del
Rocío brumoso.
Cuando regresé a través
de la cañada otra vez,
mi corazón me dolía de pena,
al separarme entonces
de los hombrees valerosos
que nunca más volveré a ver
Una y otra vez en
mis sueños me arrodillo
y rezo por vosotros
que abandonasteis la esclavitud,
oh, muertos gloriosos,
cuando caísteis en el
Rocío brumoso
Pero la campana del Ángelus
sobre el oleaje del río Liffey
zumbó a través del
Rocío brumoso
Me parece que no puede haber mejor colofón para el presente escrito, pues abandonar las islas de Nunca Jamás, la del Tesoro, la del doctor Moreau, etc., requieren un total realismo y sacrificios.
Pero, como buenos pacifistas, esos sacrificios nunca comportarán violencia por parte nuestra. Sobre este particular, y como anécdota, el otro día, un ‘pajarraco extranjero’, que se nos acercó mientras nos manifestábamos cruzando la avenida Meridiana, nos ofreció una ‘fuerza de amenaza y agresión’, que, lógicamente, rechazamos, mientras él explicaba que ‘era necesaria: no para hacer, si no para asustar’, y ante nuestra negativa, argumentando que preferíamos la filosofía gandhiana, nos dijo ‘que así nunca conseguiremos nada’, y se marchó.