Los funambulistas, conocidos entre los griegos como schoinobates (danzantes en la cuerda), fueron introducidos en Roma, pues ya Terencio (Publius Terentius Afer, 184 a. C. -159 a. C.) mencionó a un funámbulo (de ‘funis’ cuerda y ‘ambulare’ andar) que había distraído a su público durante la primera representación de su comedia ‘La suegra’ (Hecyra, 165 a. C.). Por su parte, cuenta Marco Aurelio (Marcus Annius Verus, 121 – 180) en sus ‘Meditaciones’ que, estando él y Lucio Vero presenciando los juegos mandados para celebrar sus triunfos y que habiendo caído uno de los funámbulos cuando estaba danzando, mandó Marco Aurelio que se tendiesen colchones debajo de la cuerda y que tal gesto de prudencia pudo ser el origen de la costumbre de poner debajo de ella una red.
(fuente: Wikipedia)
Pues bien, como sabemos, la política española en general, y algunos ‘independentistas’ catalanes, como ERC, son unos verdaderos funámbulos, volatineros, titiriteros, especialistas en el arte de caminar a lo largo de un delgado alambre o cuerda, pero, evidentemente, con la precisa red de seguridad, para preservar sus poltronas y privilegios. Y claro, todos ellos dirigidos por los verdaderos poderes del estado, comandados por su rey Felipe VI.
Una buena prueba de ello es la designación real de Alberto Núñez Feijóo (PP) como candidato para aspirar a la investidura de jefe de gobierno. Y es penoso ver que tras las elecciones del pasado 23 de julio, la fecha fijada para la investidura de Feijóo se haya fijado para los días 26 y 27 de setiembre, nada menos que dos meses después de los comicios; y, una vez puesto en marcha el calendario tasado, si no prospera esa investidura, Sánchez podrá optar a presentar su candidatura, o ya ir a nuevas elecciones, fijadas para el 14 de enero.
Así, claro, al final la decisión dependerá del funámbulo Pedro Sánchez, ‘como no puede ser de otra forma’, que es la coletilla más abstrusa que utilizan la mayoría de tertulianos del tres al cuatro.
Todos esos políticos nos dicen que por encima de todo está el interés del estado y la gobernanza para la solución de los problemas de la ciudadanía, pero vemos que eso es pura fachada, ya que únicamente cuidan de buscar el momento que les sea más propicio para presentarse a nuevas elecciones, confiando que los futuros vientos soplen a su favor.
El PP confía que ese momento les dé la mayoría absoluta que, junto con Vox, han estado a punto de alcanzar; por su parte, el PSOE confía que la presidencia rotatoria de la UE, potencie la imagen de líder de Sánchez. Obviamente, los partidos menores, como Sumar, ERC, etc., quieren evitar, a toda costa, esas nuevas elecciones, ya que temen una nueva debacle que confirme su tendencia hacia la irrelevancia.
Con todo, la ciudadanía constatamos que ‘el tempus fugit’ (‘sed fugit interea fugit irreparabile tempus’), es decir, que el tiempo se escapa y esa frase invita a no perderlo, a vivirlo, y, si es posible, mediante el ‘carpe diem’ de Horacio (Quintus Horatius Flaccus, 65 a.C. – 8 a.C.) (Odas, I, 11), a intentar aprovecharlo, pues ‘carpe diem quam mínimum crédula postero memento mori’, nos recuerda que debemos aprovechar el día, no confiar en mañana, debemos recordar que moriremos.
Por todo ello, los independentistas catalanes queremos y debemos aprovechar el tiempo, no dejarlo pasar y perderlo, ni que sea gobernando / gestionando las miserias de la actual autonomía, que, al parecer, satisface y ‘realiza’ a ERC, para, así, ir calentando sus poltronas y disfrutando de las prebendas para un sinfín de cargos públicos, excelentemente retribuidos, ya que, al fin y al cabo, ese es el objetivo de las maquinarias de los partidos políticos, que han acabado convirtiéndose en verdaderas empresas, que buscan maximizar sus beneficios económicos, y no los sociales, como señalé en mi escrito de ayer, en referencia a la obra ‘Un enemigo del pueblo’ de Henrik Ibsen (1828 – 1906)
Por eso sabemos que al final, los partidos unionistas, y sus acólitos, como ERC, culparán a Carles Puigdemont de todos los males, de todas las plagas, que puedan concernir a los españoles. Y buscarán, como en la novela mencionada de Ibsen, que nuestro President, siga pagando por todo, como el personaje de Ibsen, el doctor Thomas Stockmann.
Los ‘españoles y muy españoles’ (citando al infame Mariano Rajoy) no son capaces de solucionar sus problemas de gobernanza, como han venido demostrando desde la pérdida de su paraíso perdido, es decir, desde el final del bipartidismo imperfecto al que estaban acostumbrados, pero que, con la aparición de Podemos, en 2014, y posteriormente Ciudadanos, desapareció el bipartidismo, esperamos que definitivamente, pues la alternancia del PP / PSOE o PSOE / PP, hemos constatado que es más de lo mismo, pues ambos partido representan sendas caras de la misma moneda, la del régimen del 78.
Y tenemos claro que los independentistas no debemos solucionar ese problema institucional español. Es su problema, aunque, claro, tiene consecuencias y derivadas de todo nivel.
Y ya estamos cansados de tanto fariseísmo y de tanta amoralidad, de la doble moralidad, como perfectamente describió el mencionado Ibsen en su obra ‘Espectros’ (Fantasmas), escrita en 1881, en la que relata:
‘Helen Alving es una viuda acomodada que está financiando la construcción de un orfanato que dedicará a la memoria de su marido fallecido, el Capitán Alving, que conserva una enorme estima social en la zona. Sin embargo, en su día, Helen le confesó a su consejero espiritual, el Pastor Manders, las miserias de su matrimonio: el Capitán era un alcohólico mujeriego, que además había dejado embarazada a una sirvienta. Helen se esforzó por ocultar la situación, y, por consejo del Pastor y por temor al rechazo de la comunidad, se mantuvo junto a su marido hasta su fallecimiento, pese a las continuas infidelidades que hubo de soportar.
Posteriormente, Helen descubre que Oswald, su único hijo (al que había enviado lejos para evitar que fuese corrompido por el padre), padece sífilis hereditaria y, lo que es peor, se ha enamorado de la joven Regina Engstrand, que resulta ser hija ilegítima del Capitán, y, por lo tanto, hermana paterna de Oswald.
Helen se ve abocada a confesar esta verdad a su hijo y a Regina, que huye destrozada. Oswald, por su parte, se enfrenta a la muerte por su enfermedad’
(fuente: Wikipedia)
Estamos cansados, y ya no consideramos válidas determinadas premisas como la que ’qui dia passa, any empeny’ (quien día pasa, año empuja), es decir, que desatienden las dificultades diarias, que van postergando; y dejan para otro día las cosas que tienen que hacer hoy, eso es procrastinar (término que ‘gusta’ mucho a un compañero de la Meridiana)
‘La inutilidad de lo inútil’, es una obra de Nuccio Ordine, Editorial Acantilado, en la que el autor, ‘con ese oxímoron, defiende la paradoja de la utilidad de los saberes cuyo valor esencial es del todo ajeno a cualquier finalidad utilitarista, frente al mortífero canto de las sirenas que nos impele a perseguir el beneficio’ (Jordi Llovet, El País).
En la línea de Ordine, sabemos que lo poco que podemos hacer los que nos manifestamos en la avenida Meridiana de Barcelona, nuestros actos, no son inútiles, en absoluto, aunque la visión empresarial de ciertos partidos políticos, destaquen los nulos beneficios de nuestras manifestaciones.
Otro compañero de manifestación me comentó hace unos días la siguiente expresión: ‘de cintura para arriba, Eufilina; de cintura para abajo, Buscapina; Urbasón, un montón; y antibióticos, si hay infección’.
Pues bien, los independentistas de base, queremos y necesitamos que nuestro líder Carles Puigdemont, efectúe un análisis correcto de la actual situación, pues es básico para el correcto diagnóstico, que, forzosamente, determinará la prescripción específica, concreta y efectiva, que la situación actual exige. Sólo así superaremos la fase regida por los funambulistas y volatineros que padecemos.