La reciente celebración del cumpleaños de la hijastra del hijo mayor del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), José Ramón López Beltrán, ha desatado una polémica que va más allá de los destellos
dorados y el espectáculo circense que se aprecia en los videos y fotografías que circulan en medios de comunicación y redes sociales.
La fiesta, que tuvo lugar en la Casona Centenario en Culiacán, Sinaloa, ha generado debate sobre la coherencia entre el estilo de vida de la familia presidencial y el discurso de austeridad que el presidente ha pregonado desde el inicio de su mandato, vamos, desde sus campañas.
La imagen de la lujosa celebración se viralizó rápidamente el fin de semana en redes sociales, gracias a las publicaciones del diseñador de modas sinaloense, Will Medina, quien compartió imágenes del vestido que diseñó para la joven.
Aquí lo interesante es que la controversia no radica simplemente en el lujo del evento, sino en la aparente falta de coherencia entre este y el discurso presidencial, y además en que esta no es la primera vez que los hijos del presidente demuestran que no viven acorde a ella. Y es que, si bien los hijos de AMLO, al igual que cualquier otro ciudadano, tienen derecho a celebrar sus eventos personales como deseen, o usar los tenis que les gusten o de vivir donde mejor les plazca, dada la posición pública y política de su padre, sus acciones y las de su familia en general son escrutadas con lupa, y cualquier contradicción entre sus palabras y acciones se vuelve objeto de debate, lo que inevitablemente merma la imagen de su padre, ya que les guste o no son, en última instancia, una extensión de su imagen pública, y por ende todo lo que hagan o digan se refleja directamente en la imagen del presidente, y viceversa.
Ahora, el tema tomó aún más revuelo ya que, la nuera de AMLO, Carolyn Adams, publicó desde su cuenta de Instagram una «NOTA DE REPUDIO» misma que también fue difundida por su esposo, quien se ha mantenido a raya al no pronunciarse más que al replicar la postura de su pareja en sus redes sociales. En esta nota, a grandes rasgos señala que “aunque no tiene por qué hacerlo” va a aclarar los rumores sobre el gasto de la fiesta de su hija Natalia, que “no tolerará difamaciones ni ofensas convirtiendo el sueño de su hija en un juego político”, para finalmente rematar diciendo que cada vez que hacen mención sobre ellos, resurgen el tema de la casa que rentó en Houston de la cual ya hay investigación y aclaración.
Ciertamente, la polémica persiste, y la familia presidencial deberá ser más consciente sobre cómo, dónde y cuándo comparte momentos tan íntimos, ya que, aunque no haya nada teóricamente incorrecto en ello, en la práctica, puede alimentar especulaciones que erosionan la imagen del presidente y su filosofía de austeridad, y la realidad es que esta no es la primera vez que el estilo de vida de sus hijos lo mete en aprietos.