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Universos paralelos

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Efectivamente, los unionistas españoles viven en una dimensión paralela, en una dimensión desconocida, ya que siguen en su agujero negro, como nos confirman diariamente.

Por ejemplo, hoy, 14 de setiembre, pues:

‘El exconseller d’interior, Miquel Buch, ha sido condenado a cuatro años y medio de prisión y nueve de inhabilitación, por haber designado un mosso d’esquadra, Lluís Escolà, como escolta del president Carles Puigdemont en el exilio; la condena ha sido por delitos de malversación y prevaricación. Escolà ha sido condenado a cuatro años de prisión y, también, a nueve de inhabilitación.

(…) es preciso señalar que los anteriores presidentes de la Generalitat tienen derecho a ser protegidos, pero a Puigdemont, después del 155 y en el exilio, se la negaron (…)’.

(Arnau Lleonart, 14 de setiembre del 2023, Vilaweb)

Inmediatamente, el president Carles Puigdemont, ha comentado en su twitter:

‘He trasladado al conseller Miquel Buch y a Lluís Escolà toda mi solidaridad y afecto, y mi consternación por este acto de barbarie que acaba de cometer España, con los jueces y los fiscales al frente. España está podrida en sus fundamentos y las órdenes del rey de ir por todos nosotros, continúan intactas. El ‘¡a por ellos!’ guía la política, la justicia y la información, y la verdad importa muy poco.

Si no han entendido por qué razón nunca no renunciaremos a la unilateralidad y a la independencia, y por qué desconfiamos del Estado español, aquí tienen una de las muchas que tenemos acumuladas.

El conseller Buch y Lluís Escolà están condenados por un delito que no han cometido, sólo por el hecho de haber sido leales y comprometidos política y personalmente conmigo. Punto. Los condenan como un acto de venganza y de represalia, porque no me han podido detener.

Era previsible que hubiese una condena, igual que era evidente que no había delito. Lo sabíamos todos los que hemos tenido alguna cosa que ver en la causa’.

Esta es la ‘realidad’ paralela del corrupto estado español, en la que los unionistas permanecen en su ciénaga, viven en un lugar pantanoso y, por lo visto, están satisfechos, como muestran las momias que han salido de sus pirámides: Felipe González, Alfonso Guerra, José María Aznar, etc., cada uno de ellos intentando superar la agresividad dialéctica del anterior, Todas esas malas réplicas del conde Drácula, nos enseñan que el mal nunca muere.

Que tristeza y que pena.

Por esto, me parece muy oportuno y clarificador reproducir un fragmento del artículo del sociólogo Salvador Cardús, titulado ‘Alabar la diversidad para negar la nación’:

‘Uno de los argumentos retóricos que más se han utilizado en contra de la aspiración de los catalanes para ser reconocidos como un sujeto político, es decir, como una nación, ha sido apelar a nuestra diversidad interna. Se ha dicho y repetido hasta la extenuación, que Catalunya es una sociedad plural y diversa, poniendo implícitamente el acento en un supuesto problema interno de cohesión y de convivencia. Aquello de la fractura interna.

Como que el discurso político no es nunca el resultado de la mera intención de describir la realidad, sino de la voluntad de controlarla, es preciso estar atentos a por qué se insiste tanto en afirmar el carácter diverso de la sociedad catalana.

En primer lugar, hace malpensar porqué descubrir que los catalanes somos plurales y diversos es una banalidad. No es nada nuevo en una sociedad que ya hace décadas que Vicens Vives calificó de ‘marca’, de pasillo o frontera. O sobre la cual Anna María Cabré ha demostrado que su crecimiento demográfico hace siglos que se hace con la aportación, al cincuenta por ciento, de población inmigrada.

Pero todavía es más sospechosa esta insistencia cuando, de hecho, todas las sociedades avanzadas y modernas son plurales y diversas. ¿Qué no lo es, también España? ¿Qué no hay dificultades de convivencia en los países más desarrollados, económica y democráticamente, del norte de Europa? Entonces, ¿qué se quiere decir cuando se insiste obsesivamente en la diversidad y pluralidad de los catalanes?, ¿es que hay algún hecho grave que nos diferencia negativamente del resto de los pueblos de Europa, en relación con los desafíos propios de las políticas de inclusión y cohesión social?

La respuesta me parece clara. Se nos está diciendo que, a causa de la diversidad interna, no deberíamos aspirar a la unidad nacional que justifica la aspiración a ser un estado soberano. Se nos dice que vayamos con cuidado, porque la defensa de nuestra unidad nacional comporta la fractura de la sociedad y riesgos de exclusión social. Que un referéndum democrático de autodeterminación dividiría a los catalanes (cosa que no hizo, por lo visto, ni el referéndum de la Constitución, ni el de la OTAN, ni los de los Estatuts). Que la independencia dejaría fuera a los que no la quieren, como si el nuevo estado lo hubiese de expulsar. En definitiva, la insistencia en la diversidad interna no es otra cosa que un grito encubierto en contra del reconocimiento de Catalunya como nación.

La gracia de esta argumentación -y lo que demuestra su carácter falaz- es que sea el unionismo español el que lo avale. Es decir, que se recorra al argumento de la diversidad de los catalanes para preservar la sagrada unidad de la nación española. Según estas razones, la pluralidad y diversidad de los españoles, sus problemas de inclusión y cohesión, no tan solo no ponen en cuestión la unidad de su nación, sino que es esta unidad la que les avala para imponer su lengua, otorgar o no el derecho de voto a los extranjeros, en el momento de hacer valer los derechos nacionales -por ejemplo, en el momento de ocupar una plaza de juez o de médico- sobre los derechos de la ciudadanía a ser atendidos en su lengua (…) La unidad para ellos, la diversidad para nosotros (…)’

(Ara, 14 de setiembre del 2023)

Todos sabemos que el ‘monaguillo’ que más repite ese mantra de la diversidad, etc., es, precisamente, Salvador Illa, el ‘líder’ de PSC/PSOE, pues, así, removiendo el río, piensa que nos distraerá, y muchos han picado, si bien, la mayoría, pensamos como el citado Cardús.

Pero no debemos dejarnos engañar, ni por esos falsos argumentos de los unionistas, ni por otros, como señala Josep Costa, en su artículo titulado ‘Más movilización, menos negociación’:

‘(…) Si hoy se plantea negociar una amnistía, es porque la operación de los indultos fue un éxito suyo y una derrota para nosotros. Que nadie se engañe: habrá amnistía si piensan que tendrá el mismo efecto que los indultos.

Y no es preciso haber escrito una tesis doctoral sobre el tema, para saber que la España plurinacional es el antídoto contra el independentismo. Por eso levantan la bandera las izquierdas españolas cuando el independentismo avanza posiciones. Que nadie se engañe en esto tampoco: si España deja hablar en catalán en el congreso, no es por debilidad del estado, sino porque la izquierda española piensa que le será útil para satelizar la parte independentista que todavía no lo está.

En los últimos años hemos sufrido una intensa campaña de desmovilización en base, entre otras cosas, a decir que el estado es demasiado fuerte para derrotarlo y que es preciso negociar. Con el govern de la Generalitat rendido, los partidos desangrados, la gente en casa y los indultados removiendo las cerezas, no derrotaremos nunca al estado, ni en la calle, ni en una mesa de negociación. Si un día nos ofrecieran algún tipo de referéndum, entonces, que nadie se engañe: sería porque verán la posibilidad de derrotarnos definitivamente (…)’

(Josep Costa, LaRepublica.cat, 11 de setiembre del 2023)

Todo es un engaño, como vemos, con otro ejemplo, el de la posible oficialidad de la lengua catalana en la UE.

Ahora, todos los medios unionistas se multiplican para señalar que el gobierno sueco podría impedir esa oficialidad. Pero, como muy bien ha venido apuntando Vicent Partal en su Vilaweb:

‘(…) el periodista de Vilaweb, Alexandre Solano, ha repasado estos días, una a una, todas las decisiones adoptadas por el Consejo de la UE, durante esta última década tienen un claro resultado: ni una sola propuesta presentada por ningún estado ha sido derrotada. Ni una. Y esto, evidentemente, no puede ser una casualidad, sino que responde a un modelo de funcionamiento, a una manera de hacer. Simplemente, las propuestas ya llegan a la reunión suficientemente pactadas, para que la decisión sea favorable, por unanimidad o por mayoría, dependiendo de la necesidad de cada caso (…)’

(editorial Vilaweb, 30 de agosto del 2023)

Y en su editorial de ayer, Partal añadió la siguiente nota final:

‘(…) Estas últimas horas se ha hecho público el recelo de algunos estados sobre la oficialidad del catalán. En esta línea, la situación es muy clara: la responsabilidad de conseguirlo es de Pedro Sánchez y del gobierno español. Y si no se sale, o no se esfuerza suficientemente, entonces no es preciso continuar hablando de nada más: elecciones. Sin ningún miramiento. Perderá la pelota’

(Vicent Partal, editorial titulada: ‘¿Pedro Sánchez puede ser cruyffista?, 13 de setiembre del 2023)

Como vemos, la situación es complicada, pero, es más compleja, especialmente, por el interés unionista de remover las aguas de su ciénaga y por su afán de abrir los ataúdes de sus ancestros mencionados; y no sacan a ‘relucir’ al asesino dictador Franco, pues saben que eso no vende en el actual contexto europeo.

Ante esta situación, me parece interesante reproducir dos fábulas; sé que ya me he extendido mucho, pero las dos vienen a cuento y me parecen didácticas en el conflicto que tenemos.

‘El hombre desesperado

Un hombre avanza desesperado por el desierto. Acaba de ver la última gota de agua de su cantimplora. El sol sobre su cabeza y los buitres que lo rondan anuncian un final inminente.

¡Agua! grita, ¡Agua!, ¡un poco de Agua! Desde la derecha ve venir a un beduino en un camello que se dirige hacia él.

¡Gracias a Dios! -dice- ¡Agua, por favor … Agua!

No puedo darte agua, le dice el beduino. Soy un mercader y el agua es necesaria para viajar por el desierto.

Véndeme agua – le ruega el hombre. Te pagaré.

Imposible, ‘efendi’. No vendo agua, vendo corbatas.

¿Corbatas?

Sí, mira qué maravillosas corbatas … Estas son italianas y están de oferta, tres por diez dólares … Y estas otras, de seda de la India, son para toda la vida… Y éstas de aquí…

No …no…no quiero corbatas. ¡Fuera! ¡Fueraaa!

El mercader sigue su camino y el sediento explorador avanza sin rumbo fijo por el desierto. Al escalar una duna, ve venir por la izquierda a otro mercader.

Entonces corre hacia él y le dice:

Véndeme un poco de agua, por favor…

Agua no, le contesta el mercader, pero tengo para ofrecerte las mejores corbatas de Arabia.

¡Corbatas!, ¡no quiero corbatas!, ¡quiero agua!, grita el hombre desesperado.

Tenemos una promoción -insiste el otro- Si compras diez corbatas, te llevas una sin cargo…

¡No quiero corbatas!

Se pueden pagar en tres cuotas sin intereses y con tarjeta de crédito ¿Tienes tarjeta de crédito?

Gritando enfurecido, el sediento sigue su camino hacia ningún lugar.

Unas horas más tarde, ya arrastrándose, el viajero escala una altísima duna y desde allí otea el horizonte. No puede creer lo que ven sus ojos. Adelante, a unos mil metros, ve claramente un oasis. Unas palmeras y un verdor increíble rodean el azul reflejo del agua. El hombre corre hacia el lugar temiendo que sea un espejismo. Pero no, el oasis es verdadero. El lugar está cuidado y protegido por un cerco que cuenta con un solo acceso custodiado por un guardia.

Por favor, déjame pasar. Necesito agua … agua.

Imposible, señor, está prohibido entrar sin corbata’.

(Jorge Bucay, https://es.scribd.com)

Y la siguiente fábula es:

Si pusieras la misma fuerza …

Cierta vez, un hombre decidió consultar a un sabio sobre sus problemas. Luego de un largo viaje hasta el paraje donde aquel Maestro vivía, el hombre, finalmente, pudo dar con él:

Maestro, vengo a usted porque estoy desesperado, todo me sale mal y no sé qué más hacer para salir adelante.

El sabio le dijo: puedo ayudarte con esto … ¿sabes remar?

Un poco confundido, el hombre contestó que sí. Entonces, el maestro lo llevó hasta el borde de un lago, juntos subieron a un bote y el hombre empezó a remar hacia el centro del lago, a petición del maestro.

¿Va a explicarme ahora cómo mejorar mi vida?, dijo el hombre, advirtiendo que el anciano gozaba del viaje sin más preocupaciones.

Sigue, sigue, -dijo éste-, que debemos llegar al centro mismo del lago.

Al llegar al centro exacto del lago, el maestro le dijo:

Arrima tu cara todo lo que puedas al agua y dime lo que ves.

El hombre pasó casi todo su cuerpo por encima de la borda del pequeño bote y tratando de no perder el equilibrio, acercó su rostro todo lo que pudo al agua, aunque sin entender mucho para qué estaba haciendo esto.

De repente, el anciano lo empujó y el hombre cayó al agua. Al intentar salir, el maestro tomó su cabeza con ambas manos e impidió que el hombre llegara a la superficie.

Desesperado, el hombre manoteó, pataleó, gritó, inútilmente, bajo el agua hasta que casi, a punto de morir ahogado, el sabio lo soltó y le permitió subir a la superficie y luego al bote.

Al llegar arriba el hombre, entre toses y ahogos, le gritó:

¿Usted está loco?, ¿no se da cuenta que casi me ahoga?

Con el rostro plácido, el maestro le preguntó: ¿Cuándo estabas abajo del agua, en qué pensabas?, ¿qué era lo que más deseabas en ese momento?

¡En respirar, por supuesto!

Bien, cuando pienses en triunfar, con la misma vehemencia con la que pensabas en respirar, en ese momento y no antes, estarás preparado para triunfar…’

(https://dosideas.com)

Me parece que el paciente y amable lector que haya sobrevivido hasta aquí verá, de forma clara, que ambas fábulas pueden adaptarse, metafóricamente, con la situación en la que estamos, y podemos aplicarnos las moralejas pertinentes.

Sabemos que Pedro Sánchez es el perfecto vendedor de corbatas, que nos quiere imponer a toda costa; y sabemos, también, que el estado español, sólo deja entrar si se llevan esas corbatas. Es decir, nos quieren hacer pasar por su aro, está claro.

Por eso, necesitamos un maestro que, como en la segunda fábula, nos despierte, y nos saque de la zona de confort que tenemos. En caso contrario, acabaremos siendo absorbidos por su agujero negro, presos en su universo paralelo, en su dimensión desconocida, y llevando una de sus corbatas, que no es más que su unificador ‘pijama a rayas’.