CIUDAD DE MÉXICO (AP) — México extraditó el viernes a Estados Unidos a Ovidio Guzmán López, hijo del exlíder del cártel de Sinaloa Joaquín “El Chapo” Guzmán, para que enfrente cargos por narcotráfico, informó el secretario de Justicia estadounidense, Merrick Garland, en un comunicado.
“Esta acción es el paso más reciente en el cometido del Departamento de Justicia para atacar cada aspecto de las operaciones del cártel”, dijo Garland.
El gobierno mexicano no respondió por el momento a solicitudes de comentarios.
Las fuerzas de seguridad mexicanas aprehendieron en enero a Guzmán López, alias “El Ratón”, en Culiacán, capital del estado de Sinaloa.
El gobierno había intentado capturarlo tres años antes, pero abortó la operación después de que los aliados de Guzmán desencadenaran una ola de violencia en Culiacán.
La detención de enero provocó incidentes de violencia similares en los que murieron 30 personas en Culiacán, entre ellas 10 militares. El ejército usó helicópteros artillados Black Hawk contra las ametralladoras calibre .50 del cártel instaladas sobre camionetas. Sicarios del grupo delictivo lograron balear dos aeronaves militares, obligándolas a aterrizar, y algunos llegaron al aeropuerto de la ciudad, donde aviones militares y civiles fueron blanco de disparos.
La captura se produjo pocos días antes de que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, visitara México para sostener conversaciones bilaterales seguidas de la Cumbre de Líderes de América del Norte.
El viernes, Garland expresó su reconocimiento a los miembros de las fuerzas de seguridad que han dado su vida en Estados Unidos y México. “El Departamento de Justicia seguirá haciendo rendir cuentas a los responsables de alimentar la epidemia de opioides que ha devastado demasiadas comunidades en todo el país”, manifestó.
Mike Vigil, exdirector de operaciones internacionales de la DEA, dijo creer que el gobierno mexicano facilitó la extradición, ya que para alguien tan conocido como Guzmán López suele llevarse hasta dos años el obtener la extradición, pues los abogados presentan numerosas impugnaciones como estrategia para ganar tiempo.
“Esto ocurrió más rápido de lo normal”, señaló Vigil, e hizo notar que algunos legisladores conservadores del Congreso estadounidense habían planteado la idea de que Washington interviniera militarmente si México no hacía más para detener el flujo de drogas. Vigil rechazó esa idea por considerarla “teatro político”, pero insinuó que sí incrementó la presión para que el gobierno mexicano actuara.
Liz Sherwood-Randall, asesora de Seguridad Nacional, dijo en un comunicado que la extradición “es un testimonio de la importancia de la cooperación entre el gobierno estadounidense y el mexicano para combatir los narcóticos y otros retos cruciales, y le agradecemos a nuestras contrapartes mexicanas por su colaboración para proteger a nuestros pueblos de los delincuentes violentos”.
Sherwood-Randall hizo varias visitas a México este año para reunirse con el presidente Andrés Manuel López Obrador, la más reciente de ellas el mes pasado.
En abril, la fiscalía estadounidense dio a conocer una amplia lista de cargos contra Guzmán y sus hermanos, conocidos colectivamente como los “Chapitos”. En ellos se expone con detalle cómo, tras la extradición de su padre y su posterior sentencia a cadena perpetua en Estados Unidos, los hermanos enfocaron el cártel cada vez más hacia drogas sintéticas como las metanfetaminas y el potente opiáceo sintético fentanilo.
Según la acusación desprecintada en Manhattan, su objetivo era producir grandes cantidades de fentanilo y venderlo al precio más bajo. El fentanilo es tan barato de fabricar que el cártel obtiene inmensas ganancias incluso vendiéndolo al por mayor a 50 centavos de dólar por pastilla, según la acusación. Los hermanos refutaron tales acusaciones en una carta.
Los Chapitos se distinguieron por una violencia grotesca que parecía superar cualquier noción de moderación mostrada por generaciones anteriores de líderes de cárteles.
Vigil describió a Guzmán López como un líder de nivel medio en el cártel, y ni siquiera el líder de los hermanos.
“Es una victoria simbólica, pero no va a tener ningún tipo de impacto sobre el cártel de Sinaloa”, declaró. “Seguirá funcionando, seguirá enviando drogas a Estados Unidos, especialmente dado que son los mayores productores de fentanilo”.
El fentanilo se ha convertido en una prioridad en la relación bilateral en materia de seguridad. Pero López Obrador ha descrito al país más como un punto de tránsito de precursores procedentes de China y con destino a Estados Unidos, a pesar de las afirmaciones del gobierno estadounidense y de sus propias fuerzas armadas acerca de la producción de fentanilo en México.
López Obrador culpa al deterioro de los valores familiares en Estados Unidos por los altos niveles de drogadicción en ese país.
Se calcula que el año pasado se produjeron 109.680 muertes por sobredosis en Estados Unidos, según cifras de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Unas 75.000 de ellas estuvieron relacionadas con el fentanilo y otros opioides sintéticos.
El barato fentanilo está siendo mezclado cada vez más con otras drogas, frecuentemente sin que los compradores lo sepan.
Las incautaciones de fentanilo en México suelen realizarse cuando la droga ya se encuentra en forma de píldoras y se encamina a la frontera de Estados Unidos.
Los fiscales estadounidenses alegan que gran parte de la producción ocurre en Culiacán y sus alrededores, donde el cártel de Sinaloa ejerce un control casi total.