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Cuando el alumno está preparado, aparece el maestro

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Con este escrito he vuelto a mi rutina habitual, ya que he estado unos días fuera, y estos últimos escritos los he debido preparar la noche anterior y, a primera hora, desplazarme a una población próxima, para poder enviarlos desde un bar con wifi. Por eso, hablar del pasado desde el futuro, me ha comportado algún fallo en los tiempos verbales, pues, comentar alguna cosa de ‘ayer’, siendo ‘hoy’ en el momento de escribir, exige un notable rigor del que no siempre he sido capaz, por lo que pido disculpas a los pacientes lectores. Y a ese desfase, hay que añadir, lógicamente, el debido a la diferencia horaria.

Mi escrito de ayer lo finalicé con la cita de dos importantes pensamientos:

  • ‘Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco’, frase atribuida a Eurípides (484 a.C. – 406 a. C.)
  • ‘Cuando el alumno está preparado, aparece el maestro’, frase atribuida a Sócrates (470 a. C. – 399 a.C.)

que me parecen fundamentales, por lo que creo que es interesante profundizar un poco más en el segundo de ellos, en el presente escrito, para aplicarlo a la situación política actual del independentismo catalán; mientras que el primer pensamiento lo relacioné con los unionistas españoles, y no vale la pena profundizar.

Así, el segundo pensamiento mencionado: ‘Cuando el alumno está preparado, aparece el maestro’, atribuido a Sócrates, y después aplicado por maestros de diferentes corrientes, desde el budismo zen, hasta el sufísmo, pasando por el cristianismo, si bien, en este último, con notables contradicciones, pues:

  • Mateo 10:24,35 – Un discípulo no está por encima del maestro, ni un siervo por encima de su señor …
  • Juan 13:16 – En verdad, en verdad os digo: un siervo no es mayor que su señor, ni un enviado es mayor que el que le envió.
  • Lucas 6:40 – Un discípulo no está por encima de su maestro; más todo discípulo, después de que se ha preparado bien, será como su maestro.
  • Etc.

Volviendo al pensamiento mencionado, es preciso detenernos en cada una de las expresiones:

Alumno: no sólo se refiere a los discípulos en clases académicas, si no a las personas a lo largo de toda nuestra vida, si estamos abiertos y dispuestos a aprender, a ser. Siendo conscientes de que cuanto estamos verdes de un tema, crecemos; y cuando estamos maduros, nos pudrimos. Es decir, lo importante es el momento adecuado para cada enseñanza, siendo conscientes de que podemos aprender de todo y de todos, en todo momento y lugar, si es el momento preciso para ello.

Estar preparado: debe entenderse por ‘estar dispuesto’. Con toda seguridad, todos hemos tenido experiencias de conocimiento de personas, lecturas, películas, etc., que en un momento dado no hemos captado bien y no lo hemos valorado suficientemente, pero, en otro momento, nos han tocado la fibra. Eso representa que el instante del primer contacto, no era nuestro momento, no era nuestro ‘momentum’; no estábamos preparados. Lo importante es estar preparado, abierto a nuevos conocimientos.

También es relevante resaltar que, aunque no queramos aprender nada, la lección aparecerá y reaparecerá insistentemente, hasta que aprendamos la lección.

Maestro: como he explicado, un maestro está en todas partes y aparece en diferentes formas, puede ser un profesor o un guía (que no abusen de su poder), un amigo, un libro, una canción, una película, etc. Pero es importante tener presente que, cuando aprendemos una lección o un tema, se nos planteará otro problema que requerirá otro maestro que nos permita profundizar más.

Aparecer: el conocimiento ‘aparece’ cuando el alumno, todos nosotros, está / estamos predispuestos para salir de nuestra cuadrícula y trascenderla. Sólo así podemos ampliar nuestro conocimiento.

Con toda seguridad, todos hemos tenido experiencias de conocimiento de personas, lecturas, películas, etc., que en un momento dado no hemos captado bien y no hemos valorado suficientemente, pero, en otro momento, nos han tocado la fibra. Eso representa que el instante del primer contacto, no era nuestro ‘momento’, no estábamos preparados ya que no hay accidentes ni casualidades, todo son causalidades. 

En nuestra situación, los independentistas catalanes, los alumnos, estuvimos preparados en el 2017, momento de nuestro referéndum y, en ese ‘momento’ apareció el pertinente ‘maestro‘, Carles Puigdemont. Pero aún así, una vez superada esa primera lección, después nos salieron nuevos retos, nuevas lecciones, que, cuando la coyuntura sea la adecuada y nosotros y él estemos preparados, se dará un nuevo nuestro ‘momentum’, que deberemos aprovechar. El conocimiento es progresivo.  

También es interesante resaltar que aunque alguien se niegue a aprender, cabe confiar que, a ese alguien unionista español, también podrá llegarle su ‘momentum’ y darse cuenta de que realmente nuestra actual situación es injusta e insostenible, y se una a nosotros.

Sobre todo lo expuesto, me parece que son didácticas las siguientes fábulas:

‘La fábula del maestro y el alumno

Érase una vez un anciano maestro que iba recorriendo los desiertos africanos junto a su discípulo, entregado por sus padres en su más tierna infancia, para que dicho maestro fuese su educador, mentor y persona que le abriese los ojos al mundo, para convertirse en un gran líder, de mayor.

Una de las noches, mientras descansaban a orillas de un oasis, el discípulo le preguntó al maestro: Maestro, ¿cuántos conocimientos tienes?

El maestro miró al discípulo por un instante, levantó su mano, para, posteriormente introducirla en la arena del desierto, cogiendo un puñado de arena y dejando escapar los granos de arena mientras la abría. Y le dijo al discípulo: Mis conocimientos equivalen a un grano de toda la arena contenida en este desierto.

El discípulo se quedó perplejo por la respuesta tan insólita de su maestro y le parecía que eran pocos los conocimientos que podía tener su maestro al compararse con la inmensidad del desierto. Pasados unos minutos, sin embargo, en la boca del discípulo se dibujaba una sonrisa de complicidad y sobre todo, de comprensión por lo que antes había dicho su maestro, y, nuevamente, le preguntó: ¿Maestro, cuándo llegaré a ser tan sabio como vos?

El maestro, nuevamente miró a su discípulo, le agarró del hombre, y le dijo: Lo serás, cuando dejes de hacerte esta pregunta’

(https://marketingworl.wordpress.com)

Todos tenemos claro que el conocimiento es limitado, incluso el de nuestros ‘líderes’, ya que la situación, como apunté en un escrito anterior, es como el apeirógono, un polígono con gran cantidad de lados, ángulos y vértices. Y, asimismo, los problemas y los retos son variables, cambiantes, máxime cuando, en gran parte, dependen de los poderes del estado español.

Por eso, no podemos esperar, ni confiar, que nuestro líder sea el ‘gurú’, el guía mágico.

‘El discípulo y el maestro en el lago

Maestro, vengo a usted porque estoy desesperado. Todo me sale mal y no sé qué hacer para salir adelante.

El sabio le contestó: Puedo ayudarte con esto, ¿sabes remar?

Un poco confundido, el hombre contestó que sí.

Entonces, el maestro le acompañó hasta un lago. Juntos subieron a un bote y el sabio le dijo que remase hasta el centro del lago.

¿Va a explicarme ahora como mejorar mi vida?, dijo el hombre, advirtiendo que el anciano gozaba del viaje sin más preocupaciones.

Al llegar al centro exacto del lago, el maestro le dijo: acerca tu cara al agua y dime qué ves.

El hombre se asomó por encima del pequeño bote y, tratando de no perder el equilibrio, acercó su rostro todo lo que pudo.

De repente, el anciano le empujó y lo tiró al agua. Al intentar salir, el anciano le sujetó impidiendo que subiera a la superficie. Desesperado, el joven manoteó, pataleó, gritó inútilmente bajo el agua. Cuando estaba casi ahogado, el sabio le soltó y le permitió subir.

Una vez en el bote, entre toses y ahogos, el hombre gritó: ¿está usted loco? ¿no se da cuenta, casi me ahogo?

Con el rostro tranquilo, el maestro le preguntó: Cuando estabas bajo el agua ¿qué es lo que más deseabas?

¡Respirar!, por supuesto.

Bien, pues cuando luches para salir adelante con la misma vehemencia con la que luchabas por respirar, entonces estarás preparado para triunfar’

(https://noawis.com)

La moraleja de esta fábula nos aconseja a los independentistas que, si realmente queremos conseguir la meta de la independencia, debemos dedicar todos nuestros esfuerzos y acciones a este fin, no desperdigarnos hasta ser irrelevantes y quedar difuminados en el humo de la nada.

Y, como sabemos, la mayor parte de los independentistas estamos perdidos, como el discípulo de la fábula, y confiamos que nos llegue el momento; pero, como hemos visto, nuestro ‘momentum’ llegará cuando estemos preparados, si nos llega antes o después, no lo podremos aprovechar adecuadamente y resultará que no era nuestro momento.

Y, como hemos visto también, no debemos esperar que nuestro líder lo haga todo, como vemos en las siguientes fábulas:

‘El maestro sufí

El maestro sufí contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma.

Maestro, le comentó uno de ellos, tu nos cuentas fábulas, pero no nos explicas los significados.

Pido perdón por eso, se disculpó el maestro; permíteme que, en señal de reparación te convide con un rico melocotón.

Gracias, maestro, respondió halagado el maestro.

Quisiera, para agasajarte, pelarte tu melocotón yo mismo, ¿me permites?

Si, muchas gracias, dijo el discípulo.

¿te gustaría que, ya que tengo el cuchillo en mi mano, te lo corte en trozos, para que te sea más cómodo?

Me encantaría … pero no quisiera abusar de su hospitalidad, maestro.

No es un abuso si yo te lo ofrezco. Sólo deseo complacerte. Permíteme que te los mastique antes de dártelo.

No, maestro. No me gustaría que hiciera eso, se quejó sorprendido el discípulo.

El maestro hizo una pausa y dijo: Si yo les explicara el sentido de cada fábula … sería como darles a comer una fruta masticada’

(https://laescuelaencasa.mx)

‘El colibrí y el fuego

Cuentan que un día hubo un enorme incendio en la selva. Todos los animales huían despavoridos, pues era un fuego terrible.

De pronto, el jaguar vio pasar sobre su cabeza al colibrí … en dirección contraria, es decir, hacia el fuego.

Le extrañó sobremanera, pero no quiso detenerse. Al instante, lo vio pasar de nuevo, esta vez en su misma dirección. Pudo observar este ir y venir repetidas veces, hasta que decidió preguntar al pajarillo, pues le parecía un comportamiento harto estrafalario: ¿qué haces, colibrí?, le preguntó.

Voy al lago, respondió éste, tomo agua con el pico y la echo en el fuego para apagar el incendio.

El jaguar sonrió, ¿estás loco?, le dijo. ¿Crees que vas a conseguir apagarlo con tu pequeño pico tú solo?

No, yo sé que solo no puedo, pero esta selva es mi hogar … me alimenta, me da cobijo a mi y a mi familia, y le estoy agradecido por eso, lo ayudo a crecer polinizando sus flores. Yo soy parte de este bosque y él es parte de mí. Yo sé que solo no puedo apagarlo, pero tengo que hacer lo que pueda, yo hago mi parte, y, tras decir esto, se marchó a por más agua al lago’

(https://www.museodelasculturas.mx)

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Me parece que podemos aplicar las moralejas de esta fábula guaraní, y de la anterior, la del discípulo cómodo, para repensar nuestra actitud, nuestro proceder, para defender mejor a nuestro país, en el que vivimos con nuestras familias.

Sabemos que individualmente somos impotentes, y que nuestras acciones incluso podrían ser tímidas, pero no queremos héroes ni mártires. Si bien somos conscientes de que cualquier gesto, por pequeño y mínimo que pueda parecer, sirve de recordatorio a otros independentistas (y a los unionistas). Los que nos manifestamos en la avenida Meridiana de Barcelona pretendemos que nuestra pequeña acción, nuestra pequeña lucecita, sirva, cuanto menos, para ese recordatorio.

Un principio de derecho dice ‘que quien puede lo más, puede lo menos’, es decir, el que puede hacer cosas importantes sobre un tema, también puede hacer las menos importantes sobre ese mismo tema. Y yo creo que al revés también es interesante, ‘el que puede lo menos, puede lo más’, todas las maratones empiezan por un primer paso.

Pero tampoco se trata de aplicar la teoría taoísta del Wu Wei, pues no es lo mismo no actuar que no hacer nada. Esa filosofía implica dejar ir, dejar fluir. Y en ese fluir, cuando estemos preparados como discípulos, aparecerá el maestro, el maestro de nuestro interior.

No se trata de hacer cosas, muchas cosas, lo preciso es hacer las acciones debidas y con habilidad.

Este popurrí de ideas y de fábulas, me parece que tienen un hilo común, un eje vertebrador. No son un cajón de sastre. Y confío que cada lector, extraiga su propio hilo, sin esperar que nadie se lo mastique.

Asimismo, confío que la aplicación al movimiento independentista catalán también permita extraer alguna conclusión positiva.

Si actuáramos unidos, ayudaríamos a que su cumpliera, también, el primer pensamiento citado, es decir que ‘Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco’, pues los unionistas españoles, volverían a perder los papeles, si es que alguna vez los han tenido en solfa.