El historiador romano Gaius Suetonius Tranquillus (70 – 126), autor de ‘Vidas de los doce césares’ contó que el emperador Gaius Octavius Augusto (63 a. C. – 14 d.C.) juraba que pagaría ‘ad kalendas graecas’, prometiendo, por lo tanto, una cosa en apariencia razonable, pero que al mismo tiempo era imposible, ya que en el calendario griego no había ‘kalendas’, mientras que, en el romano, sí.
En el calendario romano, al primer día del mes, es decir, al primer día de la primera semana, le llamaban ‘kalendas’ (inicio de la luna nueva); al último día de la segunda semana, le llamaban ‘idus’; y al último día de la tercera semana, le llamaban ‘nonae’.
De ese modo, la expresión mencionada de ‘ad kalendas graecas’, tiene el significado metafórico de nunca. Según el diccionario de la RAE, es una locución adverbial ‘para designar un plazo que nunca ha de cumplirse’, similar a ‘cuando las vacas vuelen’.
Efectuada esta introducción, me parece preciso destacar que de cada vez veo más reforzado mi pesimismo, reflejado en los últimos escritos, respecto al carácter negociador de Pedro Sánchez; y, como he ido apuntando, creo que la mejor opción es abandonar al tahúr Sánchez, que se las componga a su modo y conveniencia. Que los unionistas españoles se espabilen y apechuguen; si no pueden gobernarse, que convoquen nuevas elecciones.
El president Carles Puigdemont seguro que no caerá en la trampa que le tienen preparada, y no se dejará atrapar con el abrazo del oso español, que pretende desprestigiarlo ante los independentistas, acorralarlo, para hacerle aceptar un trágala con escasos beneficios para nosotros.
Ya sabemos cómo ‘cumple’ Pedro Sánchez, un personaje indigno, pues es una persona sin palabra, o incumplidora de su palabra, por lo que no es de fiar, en absoluto.
En estas negociaciones, y de acuerdo con el plan señalado por Puigdemont el pasado 5 de setiembre, dada la desconfianza con Sánchez, se proponía ‘cobrar por anticipado’ cada paso.
Un primer ejemplo fue la aceptación de las lenguas minorizadas (que no minoritarias), como el catalán, el euskera y el gallego, fueran de uso normal en el congreso y senado, así como en el parlamento de la UE. Ese fue el primer compromiso, para aceptar la composición de la mesa de y la presidencia del congreso.
Al ver los primeros pasos, como el uso en las cámaras de Madrid, Junts votó a favor de la candidata del PSOE, Francina Armengol.
El segundo paso era el reconocimiento en el parlamento de la UE, y, ciertamente, el ministro de exteriores, José Manuel Albares, realizó sus gestiones y discursos defendiendo la incorporación de esas lenguas, a las 24 ya aprobadas.
Pero el uso del tiempo, por parte de Sánchez, es demoniaco, ya que sabe muy bien, cómo se mueven sus socios, los estados, en ese mercado de mercenarios.
Así, el estado español, hace diez años, representado por Mariano Rajoy (PP), presionó a los primeros ministros de Letonia y Lituania, que se habían manifestado partidarios del derecho de autodeterminación de Catalunya, y compró su silencio a cambio del despliegue de aviones militares españoles, en el marco de la OTAN, aprovechando el entorno favorable por las crecientes hostilidades con Rusia, como explica muy bien el politólogo Abel Riu (@abel_riu)
Y ahora no ha trascendido el tipo de chantaje que haya podido utilizar Pedro Sánchez, para que el primer ministro letón se oponga a la aceptación de nuestra lengua en la UE; seguramente será el mantenimiento de esos aviones militares.
Otros países exigieron los correspondientes dossiers económicos, judiciales y políticos, preceptivos para cualquier cambio tan sustancial. Y, claro, el gobierno español apenas había mostrado unas breves páginas, para la primera cumbre y, al exigir esos documentos, los elaboró, pero ni siquiera fueron incluidos en el temario de la pasada cumbre, ya que requieren el estudio por parte de las comisiones preceptivas.
Y eso el gobierno español lo sabe perfectamente, pero ‘juega’ con el tiempo, como he dicho, para beneficiarse al máximo; tanto si se aprueba, como si no, pero, claro, para seguir teniendo la ‘carta marcada’ durante toda la negociación. Por eso, con su cara dura habitual, Sánchez dijo ayer en Bruselas, a preguntas de los periodistas españoles que: ‘nada está aprobado hasta que todo está aprobado’; intentando, de ese modo, desmontar la estrategia de Carles Puigdemont, de ir consiguiendo cada cosa, paso a paso.
Es decir, cuando al estado español le interesa, juega a fondo, cueste lo que cueste y comporte lo que comporte. Pero, cuando se trata de hacer teatro, de hacer una mera apariencia, su ‘gran apuesta’ es hacerse cargo del coste de las traducciones (cuando es sabido que no todos los documentos se traducen a las 24 lenguas; la mayor parte se emiten en alemán, francés, inglés e italiano, los países fundacionales de la anterior Unidad Económica Europea (CEE) en 1957).
Y ese teatro también lo hacen todos los estados miembros de ese club de mercaderes, ya que, si bien no quieren mostrar su veto, ponen todo tipo de excusas burocráticas, pues conocemos que las comisiones de trabajo son verdaderos pozos para el ‘olvido / entierro’ de ciertos temas.
El poder es el poder. Y, por más que el catalán tenga más hablantes teóricos (10 millones) que otras lenguas reconocidas en la UE, y a pesar de que, como comenté en mi escrito de ayer, el Tratado de Lisboa (2009), diga que la UE es la agrupación de estados y ciudadanos, siempre tienden a favorecer a los primeros. Así, ahora la UE sigue reconociendo el inglés, por ser cooficial en Malta, junto al maltés, un estado con 465.292 habitantes. Y reconoce el letón, que es el oficial de Letonia, que tiene 1,8 millones de habitantes. Y si Andorra, con sus 79.034 habitantes entrase en la UE, el catalán pasaría a ser oficial. Y esa es una muestra de que lo que prevalecen son los estados, no la ciudadanía.
Ahora, que apenas falta un mes para finalizar el plazo máximo para la posible investidura de Pedro Sánchez (el 27 de noviembre próximo), vemos que el citado ministro Albares nos dijo ayer que ‘España ya había hecho su trabajo’, y, si ese ministro, hasta ayer se mostraba optimista del éxito de sus gestiones, ayer dijo que ‘la aprobación definitiva puede llevar más tiempo, y recordó que en el caso de Irlanda, fueron precisos dos años (…) que el tiempo europeo es diferente del tiempo estatal (…) si bien comentó que se está avanzando mucho y muy rápido, que lo importante no es la velocidad, y estamos siguiendo una velocidad inusual, lo importante es conseguir el objetivo (…) pero que se podría tardar entre dos o tres meses (…) y que no hay ninguna expectativa puesta en la cumbre del 15 de noviembre, la última reunión prevista entre los ministros europeos, antes de que finalice el plazo para la investidura de Sánchez’.
Prescindiendo de todos los otros aspectos, y considerando únicamente éste, creo que ya nos debe enseñar que no tenemos nada que hacer, que no podemos esperar nada de Pedro Sánchez ni del estado español. Ellos juegan en su liga, y, para ellos, nosotros jugamos en categorías inferiores.
Así, vimos como anteayer, Pedro Sánchez (PSOE) y Yolanda Díaz (Sumar) presentaron con gran alarde de medios y difusión, los acuerdos sociales aprobados por ambos partidos, para formar el nuevo gobierno súper progre, chachi guay, como se consideran. Y esa exposición (sin derecho a preguntar; otra de las vergüenzas que los periodistas aceptan, mostrando su servilismo), no es más que otra forma de presionar a Junts.
Pues, si al final se tienen que convocar nuevas elecciones el 14 de enero, siempre podrán decir que ellos han sido pactistas y dialogantes, pero que no han sucumbido a las exigencias extremas de los independentistas; y que Puigdemont es contrario a reducir la jornada laboral (de 40 a 37,5 h semanales), de ampliar las bajas parentales, la derogación de la ley mordaza, etc.; y de que votamos en contra de su investidura, de la mano del PP y Vox, en contra de toda la ‘progresía española’.
Si bien es preciso señalar que esas mejoras sociales anunciadas, no dejan de ser un mero ‘compromiso’, un mero farol, aplicable gradualmente en la legislatura, que, como sabemos, nunca se cumplirá totalmente, como no lo fue la derogación de la ley mordaza en las legislaturas anteriores, aún llevándola en el programa electoral el PSOE.
Y claro, Pedro Sánchez, como los grandes trileros, juega con las cartas marcadas, no en vano tiene la banca y el reloj del calendario. Por eso, anteayer, Àngels Barceló Suárez, periodista catalana de la cadena Ser de radio (históricamente pro-socialista), en su programa ‘Hoy por hoy’ criticó las demandas de Puigdemont en las negociaciones de investidura, preguntándose, en su editorial: ‘¿Se puede permitir este país renunciar a mejoras sociales a cambio de una medida que beneficiará a alguien que proclamó la independencia, mintió a los que creían ciegamente y se fugó en el maletero de un coche?
No se puede ser más servil, aceptando y divulgando las mentiras del manual de los más recalcitrantes unionistas españoles. Pues todos sabemos que los políticos en el exilio marcharon bastantes días antes de que se promulgaran las órdenes de búsqueda y captura; y, por lo tanto, no fue preciso esconderse en el maletero, como repiten para ridiculizar al president legítimo Carles Puigdemont, que, cuando ha sido requerido por la justicia en los diferentes tribunales europeos, siempre ha acudido.
Y que esa ‘periodista’, catalana de nacimiento, pero española de ideología, como por desgracia tenemos muchos aquí, demuestre que puede ser muy buena correa de transmisión del PSOE (y se lo deben pagar, claro), pero nos muestra, asimismo, que no es una profesional, ya que carece de la necesaria ética, objetividad e imparcialidad.
Como digo, viendo este tema de forma exclusiva, me reafirma en la idea de que Junts (Puigdemont) no debe votar a favor de la investidura; que se repitan las elecciones y que salga el sol de nuevo. Y si gana la derecha, que gane, peor que con el PSOE no nos irá. Todos están contra Catalunya, unos de forma clara, otros mintiendo, pero el resultado siempre es el mismo.
Para reforzar todos estos comentarios, me parece interesante reproducir parcialmente, fragmentos de la editorial de Vicent Partal, en su editorial de hoy:
‘La emboscada de Sánchez acorrala cada día más claramente a Junts:
Todo está pensado desde la Moncloa, para acabar dejando el mínimo espacio de maniobra al president Puigdemont y hacer que toda la presión recaiga sobre él, para hacerle tan difícil como sea posible decir que no, a pesar de no haber conseguido nada.
Jugar con el reloj es una táctica difícil de dominar, pero muy efectiva si la sabes utilizar. En una negociación, con el reloj, se puede jugar muy bien contra cualquier contrincante, y fastidiarlo, sin dejarlo argumentar ni dejarle ninguna posibilidad de romper decentemente el diálogo. Es una táctica, de hecho, antiquísima’. (aquí, Partal hace referencia a Suetonio, que yo he tomado como título del presente escrito ‘ad kalendas graecas’, y he explicado como nota inicial)
(…) Por eso hemos visto que la incorporación del catalán como lengua oficial de la UE, que era un pre-requisito de la negociación, se aleja definitivamente a un etéreo espacio de ‘meses o años’, según el ministro Albares. Cosa que, en términos prácticos, equivale a decir nunca.
La ley de amnistía parece encarrilada, pero no sabemos en qué condiciones y, en cualquier caso, es la medida menos conflictiva, por lo que puede favorecer también a España delante de las instituciones europeas. Pero hay un factor poco comentado y que es muy importante: es la pieza que puede hacer más presión sobre Puigdemont. No por él. Él ha demostrado de sobras que no busca una solución personal y que, si ha de continuar en el exilio, continuará tantos años como haga falta. Pero ahora tendrá un millar largo de personas próximas, muchas de su partido, a quiénes cambiará la vida substancialmente, si da soporte a la investidura. Y no me creo que este chantaje no forme parte del plan. De hecho, un chantaje similar -con los indultos y los prisioneros- funcionó, porque recordemos que el 2018 Puigdemont era muy clarividente y se oponía a hacer presidente a Sánchez, pero acabó cediendo a la presión de los que no querían continuar cerrados.
(…) El mediador será la cosa más difícil de aceptar por Pedro Sánchez (…)
(…) Sánchez intenta girar la presión que debería tener él y pasarla toda a Junts.
(…) De aquí la solemnidad con que ha vendido esta semana el acuerdo entre el PSOE y Sumar. Que es un acuerdo de feria, ridículo, lleno de aspectos vagos que no se concretan de ninguna manera. Mucho estudiaremos, miraremos, avanzaremos, procuraremos, probaremos, haremos para, intentaremos, bla, bla, bla, y un conjunto de jeremiadas como el acuerdo sobre la prohibición de vuelos -que no tendría ningún efecto- o la derogación de la ley mordaza, que ya se ha prometido mil veces desde hace años, y continuará siendo una promesa.
(…) Todos los otros partidos apoyan a Sánchez, sólo queda Junts, y ya tienen preparado el arsenal de invectivas y ataques por si se atreve a no pasar por el aro: exclamar que Puigdemont está loco, presentar a Junts como aliado del PP y la extrema derecha, ya os podéis preparar a escuchar de todo. El plan, la trampa, la emboscada, ya está a punto. Y cada día se verá más claramente’.
(Vilaweb, 25 de octubre del 2023)
Creo que los independentistas catalanes lo tenemos todo muy negro, como siempre. Y, en cuanto hace a estas negociaciones, creo que podemos pensar que ‘Alea iacta est’ (el dado ha sido tirado, la suerte está echada), como dijo Gaius Julius Caesar (100 a.C. – 44 a.C.) al pasar el Rubicón (49 a.C.) empezando la guerra contra Gnaeus Pompeius Magnus (106 a.C. – 48 a.C.).
Por eso, y según dijo Sigmund Freud (1856 – 1939): ‘Existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra es serlo’
Es muy importante saber diferenciar entre quiénes somos y qué somos. Y los independentistas catalanes lo sabemos claramente, tenemos un conjunto de rasgos que nos definen, nuestra historia y cultura, nuestros recuerdos, nuestras experiencias, nuestros proyectos y nuestros deseos; y no nos consideramos felices, pues tampoco somos idiotas.
Así que, por mi, Pedro Sánchez y toda su corte celestial, se pueden ir a freír espárragos, que ellos se las compongan como quieran, sin contar con nosotros.
Por nuestra parte, veremos que las cosas se irán solucionando con las sentencias del TJUE. Y, veremos que ese tribunal acabará dando un serio revolcón al estado español, invalidando ciertos juicios o haciéndolos repetir.
La amnistía llegará de forma explícita en ese momento, así que deberíamos pasar del juego de trilero que hace Pedro Sánchez, ‘concediendo ese gran favor’, cuando, si lo hace, lo hará para salvar la cara del estado español, y, así, frenar la sentencia.
Todo es cuestión de tiempo, así que la presión de los independentistas encausados, con la que cuenta Sánchez (el poder central siempre ha utilizado a las víctimas), será cuestión de meses, espero. Es duro decirlo y hablar por unas personas que tienen la espada de Democles (*) sobre sus cabezas, pero es preferible esperar, ya hemos esperado muchos años. Sabemos que el reloj del TJUE también tiene vida y ritmo propio, pero, más pronto que tarde saldrá la sentencia.
(*) (siglo IV a.C.)
Así que, si yo tuviera acceso al president Carles Puigdemont, le aconsejaría que se olvidase de la presión que le hace Pedro Sánchez, y, que no entre en su juego, pues nunca se puede jugar con tramposos arribistas, ventajistas y falsos; y si no se puede jugar, menos se puede ganar.