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A los independentistas no nos pararán

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Siguiendo la línea de mi escrito de ayer, me parece interesante constatar que muchos independentistas tenemos un carácter cíclico, y tan pronto nos sentimos en un estado eufórico (hipertimia) o más deprimido (hipotimia), y, entre ambos, tenemos estados de normalidad, de eutimia. Y con ello no me refiero a ningún trastorno del estado de ánimo bifásico, pues la fluctuación y la inestabilidad la racionalizamos y controlamos.

Somos conscientes de que, como sociedad, históricamente, venimos sufriendo una continua represión desde 1714 y, por eso, cualquier acto o gesto positivo, por pequeño que sea, lo magnificamos e investimos simbólicamente. Nos conocemos, somos así.

Otros, como Pedro Sánchez, tan embebido en su narcisismo, es incapaz de reconocer que él y su partido han sido corresponsables de la aplicación del 155 y de la represión que nos han aplicado. Tiene una amnesia interesada, una esquizofrenia racionalizada, que no es ningún diagnóstico, es, más bien, un burdo truco para mentir, sin escrúpulos.

Por eso, ayer, en la réplica a Alberto Núñez Feijóo (PP) le dijo, de forma repetida, que ellos (PP) habían creado el problema de Catalunya, para tapar su propia corrupción. Y, por eso, ahora, él (Sánchez) se veía obligado a solucionar el problema, devolviendo a la política lo que nunca hubiera tenido que dejar de ser tratado políticamente.

Este comportamiento de Pedro Sánchez, a mi modo de ver, es amoral y falto de toda ética, pues cambiar de careta, según las conveniencias, es propio de una persona sin ideales, y con el único criterio de sobrevivir y vencer.

Y claro, de una persona así, nadie se puede fiar.

Ayer, Santiago Abascal (Vox) en su soflama, acusó a Pedro Sánchez de dar un golpe de estado, comparó a Sánchez con Hitler, etc., y demás salvajadas, dijo, también: ‘un personaje de ambición desmedida capaz de todo con tal de aferrarse a un sillón pasará a la historia, pero al listado de personas nefastas (…) y desconocer problemas de conciencia de esa manera está diagnosticado y le insto a pedir una cita médica’.

Me parece que mencionar etiquetas, como narcisista, etc., como hago yo de forma repetida, es útil para describir a un personaje, pero profundizar, hasta el extremo de aconsejar explícitamente, que requiere la visita a un psiquiatra, me parece un uso denigrante, ya que la salud, las diferencias físicas, de género, etc., nunca deben ser utilizadas como armas de ataque. Y, claro, una mentalidad como la de Abascal, que concibe como denigrante la necesidad de ir a la consulta de un psiquiatra, sí que me recuerda la locura de la raza pura pretendida por los nazis.

Asimismo, utilizar el nazismo y expresiones como la de golpe de estado, etc., como hemos visto en el congreso, y, especialmente en las manifestaciones diarias de estos días en Madrid (con emblemas preconstitucionales, saludar con el brazo en alto, etc.), muestran una falta de conciencia histórica, y debería estar perseguido penalmente.

Pero, por encima de toda esta parafernalia destinada a sus respectivos colectivos, los independentistas catalanes no debemos desorientarnos; afortunadamente, podemos seguir confiando en el president Carles Puigdemont, ya que muchos queremos confiar de que las cesiones del acuerdo firmado (respecto al discurso del 5 de setiembre) sean dar un paso atrás, para coger carrera y poder dar muchos saltos adelante. Sabemos que gracias al trabajo realizado desde el exilio estamos donde estamos, pues si sólo hubiéramos tenido a los políticos que se quedaron aquí, la historia sería mucho más negra.

Pero, claro, tan importante como la gestión que pueda hacer Junts en las negociaciones pactadas, es que los independentistas de base sigamos movilizados, presionando.

Y para eso, es preciso que nos reinventemos, que nos reorganicemos y nos redefinamos, para adaptarnos a la nueva situación.

Todos tenemos claro que no desistiremos, que no lo sueñen los unionistas españoles, eso únicamente pasará en sus sueños húmedos, la realidad es que eso sucederá ‘ad kalendas graecas’ (*) (nunca), por todo ello, me parece interesante y estimulante recordar la siguiente leyenda:

(*) los griegos no contaban el tiempo en calendas, eso lo hacían los romanos, como ya expliqué en un anterior escrito.

Leyenda celta de Gargoris y Habis, (reinterpretación de un mito griego):

‘En las zonas boscosas de los tartesios donde los titanes hicieron la guerra contra los dioses, había la tribu de los curetes (cunetes), cuyo rey era Gargoris, que descubrió la manera de recolectar la miel.

Gargoris mantenía relaciones incestuosas con su hija, dejándola embarazada, por lo que ordenó que fuera encerrada y que su hijo desapareciera para siempre, por miedo al escándalo.

Primero, Gargoris ordenó que se le abandonara en el campo. Tras varios días, mandó a buscarlo para darle sepultura, y cual fue su asombro, cuando lo encontraron alimentándose de la leche de diferentes animales.

Más atrocidades se le ocurrieron, pero el bebe siempre aparecía a salvo, incluso, en la última de ellas, que ordenó tirarlo al océano embravecido, y éste le medió suavemente hasta llevarlo a la orilla.

Fue amamantado por una cierva, y pronto se hizo fuerte y hábil, tanto que corría con el resto de animales por montes y bosques. Pero un día fue capturado por un lazo y entregado al rey como regalo.

Él, al verle, lo reconoció por su enorme parecido. Sorprendido porque el pequeño hubiera sido capaz de sobrevivir a tantas vicisitudes, le designo su sucesor. Y así se le impuso el nombre de Habis.

Sometió con las leyes al pueblo, enseñó a uncir los bueyes al arado y a buscar alimentos en los surcos. Y porque fue criado por animales, forzó al pueblo a dejar los alimentos salvajes y comer lo que daba la tierra.

También prohibió los trabajos serviles y la plebe fue distribuida en siete ciudades. Muerto Habis, el reino fue conservado durante muchos siglos por sus sucesores’.

(https://mitologiaceltablog.wordpress.com)

Según la leyenda recogida por el historiador romano Cnaeus Pompeius Trogus (Cneo Pompeyo Trogo) (siglo I a.C.), Gargoris hizo todo lo posible para eliminar a su hijo Habis (Habido, Habidis), como recoge el único mito transmitido por las fuentes de la Hispania Antigua que debió obtener de Asclepíades de Mirlea (siglos II-I a.C.):

‘Por otra parte, los bosques de los tartesios, en los que los Titanes, se dice, hicieron la guerra contra los dioses, los habitaron los cunetes, cuyo antiquísimo rey Gárgoris fue el primero que descubrió la utilidad de recoger la miel.

Éste, habiendo tenido un nieto tras la violación de su hija, por vergüenza de su infamia, intentó hacer desaparecer al niño por medios diversos, pero salvado de todos los peligros por una especie de fortuna, finalmente llegó a reinar por compasión que despertaron tantas penalidades.

Ante todo, ordenó abandonarlo y, pocos días después, al enviar a buscar su cuerpo abandonado, se encontró que distintas fieras lo habían alimentado con su leche. Después de llevarlo a casa, manda arrojarlo en un camino muy estrecho, por el que acostumbraba a pasar el ganado; hombre verdaderamente cruel, ya que prefería que su nieto fuera pisoteado en vez de darle muerte simplemente.

Como también entonces había salido ileso y no estuvo falto de alimentos, lo arrojó primero a unos perros hambrientos y torturados por la privación de muchos días, y después también a los cerdos.

Así pues, puesto que no sólo no recibía daño, sino que además era alimentado por las ubres de algunas hembras, mandó por último arrojarlo al océano. Entonces, claramente, por una manifiesta voluntad divina, en medio de las enfurecidas aguas y el flujo y reflujo de las olas, como si fuera transportado en una nave y no por el oleaje, es depositado en la playa por unas aguas tranquilas, y no mucho después se presentó una cierva, que ofrecía al niño sus ubres.

Más tarde, por la convivencia con su nodriza, el niño tuvo una agilidad extraordinaria y durante mucho tiempo recorrió montañas y valles en medio de los rebaños de ciervos, no menos veloz que ellos.

Finalmente, apresado por un lazo, es ofrecido al rey como regalo. Entonces, por el parecido de las facciones y por las señales que se habían marcado a fuego en su cuerpo al nacer, reconoce al nieto.

Después, admirando tantas penalidades y peligros, él mismo lo designa su sucesor al trono.

Se le puso el nombre de Habis, y después de haber recibido la dignidad real, fue de tal grandeza, que parecía no en vano arrancado a tantos peligros por la majestad de los dioses. De hecho, sometió a leyes a un pueblo bárbaro y fue el primero que enseñó a poner a los bueyes bajo el yugo del arado y a procurarse el trigo con labranza, y obligó a los hombres, por odio a lo que él mismo había soportado, a dejar la comida silvestre y tomar alimentos más suaves.

Sus vicisitudes parecerían fabulosas (…) prohibió al pueblo los trabajos de esclavo y distribuyó la población en siete ciudades.

Muerto Habis, sus sucesores retuvieron el trono durante muchos siglos’

(Pompeyo Trogo (XLIV, 1-16)

De todas las leyendas se pueden extraer diferentes moralejas, y a mi me parece que también podemos aplicarla, metafóricamente, al movimiento independentista catalán, que hemos sufrido todos los males por parte del reino español, pero ni así nos ha eliminado. Seguimos y seguiremos, persistiendo, hasta que, forzado por las evidencias, el reino español acabe reconociendo la República Catalana, y así conseguiremos la eutimia permanente.