Si la aproximación a la ‘realidad’ es compleja, máxime cuando nos invaden con realidades virtuales, realidades aumentadas, etc., y todo ello elevado a la enésima potencia por todo tipo de informaciones, medios, canales y redes, cada uno con sus intereses propios, que modifican, desvirtúan, reinterpretan esa ‘realidad, (si es que realmente existe y es empíricamente demostrable) Pues bien, a esa complejidad, debemos añadir la que comportan las apariencias.
El término ‘apariencia’ viene del latín ‘apparentia’, y significa ‘cualidad de lo que se muestra’; y según el diccionario de la RAE: aspecto o parecer exterior de alguien o algo; verosimilitud, probabilidad; cosa que parece y no es; asimismo presenta las siguientes locuciones:
- Cubrir las apariencias: salvar las apariencias, disimular.
- En apariencia: aparentemente, al parecer.
- Guardar las apariencias: salvar las apariencias.
- Salvar las apariencias: disimular la realidad para evitar habladurías o críticas.
y la palabra ‘parecer’ viene del latín ‘parëre’, dicho de una cosa, opinar o creer, asemejarse, tener determinada apariencia o aspecto.
Todo esto viene a cuento por el bombardeo de inputs (no forzosamente noticias) que todos los partidos políticos están efectuando tras la investidura de Pedro Sánchez (PSOE), pues vemos, claramente, que todos los partidos están satisfechos de su propia actuación / representación, y, todos ellos están contentos, incluso Alberto Núñez Feijóo (PP), pues considera que ha mostrado claramente su opinión y ha evidenciado la falta de coherencia de Pedro Sánchez.
Pedro Sánchez, obviamente, está súper satisfecho y todo su partido, y así lo muestran de forma excesiva, mostrándose como los salvadores de España; igualmente, ERC y Junts, se muestran satisfechos, por considerar que tienen la sartén por el mango, y se sienten decisivos, como nunca.
Y a este galimatías, desde ayer, los medios de comunicación han rizado el rizo, y nos invaden con fotografías de la recepción de la presidenta de las cortes, Francina Armengol, por parte del rey. Fotografías que han provocado ríos de tinta, tertulias y todo tipo de comentarios, sobre la expresión de seriedad, adusta, rígida y desabrida de Felipe VI; y esperaban ver la expresión que pondría hoy, en el momento de la posesión oficial del cargo.
Efectivamente, en ambos actos, parece que el rey ha querido mostrar, aparentar, su malestar; tan grave como cuando salió el 3 de octubre del 2017, ante el cuadro de Carlos III, para mostrar su poder, pues, entre otras cosas, Carlos III promulgó la real ordenanza de quintas, aprobada en 1770, que provocó en Barcelona el ‘motín de las quintas’ (avalot de les quintes), en 1773.
‘El 4 de mayo de 1774, unos hombres subieron al campanario de la catedral de Barcelona y tocaron a somaten, para alertar a la población, contraria al reclutamiento forzoso; un grupo de hombres fue tiroteado, al intentar escapar por el Portal Nou; algunos diputados fueron detenidos, así como muchos barceloneses. El obispo Josep Climent intercedió por los presos y los amotinados, delante de Pedro Rodríguez de Campomanes, y por eso hubo de renunciar al obispado en 1775.
En 1774 se formó una junta de gobierno con autoridades locales para organizar el reclutamiento de 1775, pero en el sorteo no se contó con Barcelona en el sorteo. Las autoridades disimularon este hecho, diciendo que en el resto del Principado se continuaba aplicando el sistema de voluntarios pagados en lugar de sorteo’.
(fuente: Wikipedia)
Este ejemplo me parece interesante para mostrar muchas cosas: que las apariencias deben ser coherentes, ya que mostrar a su antecesor Carlos III, en lugar de mostrar a su padre Felipe V, fue una muestra de cierta cobardía, lo valiente hubiera sido mostrar al destructor de las instituciones catalanas, Felipe V, pero, claro, él es Felipe VI, y quiso evitar esa referencia tan específica, y se respaldó en su heredero, que siguió aplicando sus fechorías en Catalunya, pero, con grandes errores, entre ellos, el mencionado de la leva de quintas forzosas. Ejemplo que nos enseña, a los independentistas catalanes, que la confrontación, suele dar resultados positivos. Así que, esa apariencia de Felipe VI en 2017, mostró muchas cosas, entre ellas, un error de cálculo, pues querer respaldar su llamada al ‘a por ellos’, mostrando un ejemplo fallido de su antecesor, cuanto menos, es jocoso. Lo que confirma que las apariencias, también deben ser calculadas, estudiadas.
Pero nos movemos en las meras apariencias, subjetivas e interpretables. Y llevarse por las apariencias, nos hace vulnerables, al reformar la realidad. Las apariencias engañan (Frida Kahlo); si bien, más que las apariencias, lo que nos engaña son nuestras propias expectativas.
A este respecto, me parece interesante la lectura de la siguiente fábula de Esopo:
‘El lobo orgulloso de su sombra y el león
Vagaba un lobo por un lugar solitario, a la hora de la puesta de sol, cuando de pronto se fijó en la sombra que proyectaba en el suelo. Era realmente alargada.
Vaya, pensó el lobo, con esta talla que tengo tan imponente, ¿cómo no iba a asustarse el león? En verdad soy yo el rey de los animales y no él. Si mido más de treinta metros.
Estaba el lobo ensimismado con sus pensamientos cuando de pronto un enorme león se le echó encima y comenzó a devorarlo. Fue entonces cuando se lamentó mientras pensaba: fue la presunción la causa de mi tragedia.
Moraleja: no valores tus virtudes solo por cómo las ven tus ojos, pues fácilmente de engañarán’
(https://tucuentofavorito.com)
Obviamente, las apariencias pueden estar provocadas o sugeridas por la propia inseguridad, el temor al rechazo, a ser menospreciado por los demás. La dismorfofobia o trastorno dismórfico expresa la obsesión por la apariencia física, y comporta un cierto malestar y a comportamientos repetitivos.
Así, todos los personajes citados, desde el rey hasta los líderes de los partidos, presentan esa patología, una preocupación excesiva por la imagen, por las apariencias, pues, inconscientemente perciben el defecto o defectos propios.
Vimos que el discurso del president Carles Puigdemont del 5 de setiembre, en Bruselas, fue potente, ya que fue claro y nítido, por lo que no requirió interpretaciones posteriores, mientras que la firma del acuerdo firmado con el PSOE, ha precisado todo tipo de explicaciones de matices, sobre sus intenciones y expectativas.
Otro ejemplo lo hemos viso en la sesión de investidura de Pedro Sánchez, que tras su discurso prepotente de la mañana, justificando la amnistía como un perdón para buscar la convivencia de los catalanes (una burda y tramposa justificación que ya comenté en un escrito anterior), causó malestar en el grupo de Junts, por lo que, tras ser requerido de forma explícita por Miriam Nogueras si mantenía su compromiso con el acuerdo firmado, y que lo ratificase en la cámara, pues su discurso no había sido valiente, y que con Junts no intente tentar a la suerte, porque no funcionará. Sánchez, cambiando su rictus prepotente y soberbio, y con cara de preocupación, al ver peligrar su investidura, con voz titubeante dijo ‘cuenta usted con el compromiso del PSOE y el mío propio para cumplir con los acuerdos’. Es decir, al verse contra las cuerdas, se quitó la camisa prepotente, para sustituir la apariencia mostrada por la mañana, y ajustarse a la necesaria realidad. Y eso fue una clara muestre de que Pedro Sánchez siempre juega al filo de la navaja, como buen equilibrista del alambre sin red, que, al verse en peligro, hace marcha atrás, esa es su valentía y ética.
Platón banalizó la distinción entre apariencia y realidad, mostrando que la apariencia designa un fenómeno ilusorio, que tiene un estatuto ontológico deficitario y que presenta la capacidad de hacerse pasar por el original que refleja; en tal medida, la apariencia tiende a sustituir a la realidad, a la que no reenvía, sino, antes bien, oculta.
La apariencia, por lo tanto, se considera, clásicamente, como un conocimiento incompleto y superficial, en contraposición a la realidad, o conocimiento verdadero y profundo. Por lo tanto, debemos huir de las apariencias, pues manifiestan o dan a entender lo que no es o no hay. El esnob, es la persona que imita con afectación las maneras, opiniones, etc., de aquellos a quienes considera distinguidos. Y en eso son verdaderos maestros los políticos al uso.
Pero la realidad, como dijo el filósofo John Locke, solo puede establecerse desde las apariencias. Y de ahí la complejidad, por lo que nuestro análisis debe ser afinado.
Todo son apariencias, nos movemos en un mundo aparente, si bien hay cosas empíricamente contrastables, entre ellas, y de modo principal, la muerte. Ayer falleció un familiar mío, el tercero este año, y esas sí que son unas realidades contrastables, aquí no hay apariencias que valgan.
Pero, en este mundo aparente, debemos intentar desbrozar la basura que nos inunda y contamina; solo así, teniendo unos referentes objetivos y honestos, podremos dilucidar y ser selectivos, sin llevarnos por los engaños.