El 6 de diciembre de 1978 se realizó el referéndum con el que se aprobó la actual constitución española, y, hoy, tras 45 años, vemos que, en realidad, desde la legalización de esa carta magna, este período podríamos asimilarlo al juego de roles de ‘dragones y mazmorras’ (dungeons & dragons), creado en 1974, y, claro, la celebración anual de la vigencia de este marco legal, no deja de ser como el día de la marmota (en referencia a la folclórica celebración del 2 de febrero en los EUA)
Inicialmente, muchos consideramos que esa constitución podía ser ‘la mejor forma posible, dadas las circunstancias’ para cerrar la etapa del franquismo; pero, al poco, nos dimos cuenta de que la ‘constitución marmota’ no predijo ni predice el final del invierno franquista, seguimos con el tiempo nublado (borrascoso), así que el ‘bicho constitucional’ no ve su sombra, por lo que el invierno continúa.
Hemos constatado que la constitución española es el perfecto subproducto de la torre de Babel, y pasó a ser una cárcel (de papel acorazado) para los independentistas, y ha provocado unas luchas entre los partidos constitucionalistas (básicamente PP y PSOE) que nada tienen que envidiar a las de ‘Juego de tronos’ (Game of Thrones), si bien, esta serie, afortunadamente, tuvo una vida más corta (2011 a 2019), ya que lo realmente importante para ellos, como pasa en la serie con los Siete Reinos, es conseguir el trono de hierro y sus prebendas.
Y como sucede siempre, los menos afortunados, o, directamente los desafortunados, somos la ciudadanía en general, como muy bien refleja la película ‘Los juegos del hambre’ (The Hunger Games), dirigida por Gary Ross en 2012, pues vemos que en la película, los 12 distritos de la nación de Panem, controlados por el capitolio, como castigo por una revuelta fallida, estaban obligados a seleccionar un chico y una chica, de entre 12 y 18 años, para participar en los juegos del hambre, con grandes probabilidades de fallecer, ya que los más preparados (los profesionales) eran los que solían ganar; y, en nuestra realidad, vemos que los que intentan modificar la constitución, o los que queremos escapar de ella, somos igualmente castigados y denostados.
Un reino español, que, según una encuesta realizada por El País y la Cadena Ser y publicada el pasado día 3, refleja que:
- el 60% de los españoles creen que la amnistía es injusta y un privilegio, y
- un 85% considera que el PSOE la ha hecho para seguir gobernando (la realidad es que esa respuesta debería ser el 100%)
y demuestra que siguen teniendo la mentalidad conquistadora castellana que, privilegiada por representar a la afortunada metrópoli, desprecia y ningunea a sus colonias, como la catalana. Y confirma, nuevamente, que consideran la constitución como la madrastra de la cenicienta.
Y, claro, el poder es un gran agujero negro, que lo absorbe todo, y los aspirantes a ‘gozar’ de sus privilegios, son capaces de vender su alma (si la tienen) para subir unos peldaños en ese poder infernal. Un buen ejemplo lo tuvimos con la configuración de Sumar, liderada por Yolanda Díaz, para presentarse a las recientes elecciones generales del 23 de julio. Y ayer explotó, pues Podemos se ha liberado de las garras que le anulaban, en todos los sentidos; si bien, es preciso recordar que Podemos se apuntó al carro de Sumar, a última hora y de mala gana, por temor a pasar a la invisibilidad total.
Yolanda Díaz, una política gris, mediocre, pero muy ambiciosa, como mostró en sus años de ejercicio político en Galicia, decidió que lo más conveniente, para ella, era convertirse en el felpudo de Pedro Sánchez, y, para ello, olvidó y olvidaron sus acompañantes, todo atisbo ideológico, y, como no, toda lealtad y generosidad con Podemos, patrocinadores del movimiento 15 M (movimiento de los indignados del 15 de mayo del 2011) que configuró a todos los partidos que conforman Sumar (Comunes, Mareas, Compromís, etc.)
A Podemos, no le quedaba, por lo tanto, otra alternativa que pasar sus cinco diputados al grupo mixto del congreso, por lo que Sumar ha pasado de 31 a 26 diputados. Y, así, el gobierno más chupi progre, de Pedro Sánchez únicamente tiene el soporte de 148 diputados (122 del PSOE + 26 de Sumar), y la mayoría son 176, por lo que será más complejo aprobar leyes, ya que Podemos pasará a ser un nuevo interlocutor con el que negociar.
Y ahora, Sumar critica a Podemos que hayan roto su compromiso, firmado y sellado; todos quieren aprisionar con sus textos fundacionales. Pero, claro, los que asumen la apropiación (paternidad) de esos textos, no consideran que sus malas artes, su mala gestión, sus actividades, son las que han provocado la reacción final.
Es sabido que asumir la mala gestión propia, es casi impensable, pues requiere honestidad, ética y moral. Ya lo dijo Napoleón Bonaparte (1769 – 1821): ‘La victoria tiene muchos padres, pero la derrota es siempre huérfana’.
Un nuevo ejemplo de no asumir las responsabilidades propias, lo pudimos ver ayer, al hacerse públicos los resultados del Informe Pisa 2023 ‘Programme for International Student Assessment’ (Programa Internacional para la evaluación de los estudiantes); en este informe se refleja que España ha empeorado, pero, Catalunya, ha quedado en peor situación (por debajo de la media española, y casi la peor comunidad autónoma; y debajo de la media de la OCDE) en las tres competencias estudiadas: competencia matemática, científica y lectora.
Es sabido que explicar los triunfos, las victorias, es más fácil que explicar las derrotas, los fracasos. Cuando, en ambos casos, la situación es polifacética, pues intervienen múltiples factores. Y, evidentemente, el nivel de renta familiar es primordial, pues los resultados son mejores en los centros privados que en los públicos.
Pero lo más triste, en la no asunción de responsabilidades, es aducirla a causas ajenas; y en eso, la casi generalidad de los políticos son unos artistas, artistas del alambre.
Y hemos visto que la Generalitat de Catalunya, ha elegido la salida fácil, culpar a los inmigrantes, pues considera que los resultados son fruto de la sobrerepresentación de los alumnos inmigrantes en las pruebas; ya que el 24% de los alumnos examinados eran inmigrantes, mientras que en el conjunto del sistema educativo catalán éstos representan el 15%.
Y es sabido que los estudiantes inmigrantes se concentran, básicamente, en la enseñanza pública, por razones de rentas, claro.
Gregorio Luri, pedagogo, maestro y filósofo, en una entrevista en el Ara de hoy (6 de diciembre), entre otras cosas responde a la pregunta: ‘Educación ha apuntado un posible error de sobrerepresentación de los alumnos recién llegados en la muestra, diciendo:
‘Es indignante este mensaje. Si esto ha pasado, el problema es todavía mayor, porque desde la OCDE se envía a los países la muestra que harán servir y estos la revisan para dar la conformidad. Aquí la Generalitat debería de haber estado atenta: si hay un error, es culpa suya’
Desconozco los protocolos, si la propuesta de muestra fue remitida al ministerio del gobierno de Pedro Sánchez; y, en ese caso, si la compartió con las respectivas comunidades autonómicas. Y, en este último caso, si la Generalitat estuvo atenta, o no.
De todos modos, sabemos que la falta de financiación crónica que padecemos los catalanes, obviamente, se acusa en la sanidad, en la educación, la vivienda, en fin, en todos los servicios básicos. Pero, claro, la Generalitat tiene su responsabilidad, al priorizar determinadas obras públicas, deportivas, etc., todas ellas importantes, pero secundarias ante las básicas mencionadas.
Y, también sabemos que, ante cualquier problema o fracaso, lo fácil es acusar al extranjero. Todos llevamos una buena dosis de racismo, más o menos controlado racionalmente.
Lo vimos con las quejas de Alberto Núñez Feijóo, al saber que el portavoz de la comisión negociadora entre el PSOE y Junts, es el diplomático salvadoreño Francisco Galindo Pérez, dijo: ‘Es un bochorno recurrir a la mediación extranjera entre compatriotas, elegir un experto supuestamente en negociaciones entre terroristas y guerrillas latinoamericanas’
Antes he citado el movimiento indignados, así que, para concluir este escrito (que ha resultado ser una miscelánea), me parece interesante volver al movimiento en cuestión, del cual Stephane Frédéric Hessel (1917 – 2013) fue uno de los principales ideológicos, y autor del libro ‘¡Indignaos!’: un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica. (2011), libro prologado por José Luis Sampedro (1917 – 2013), (curiosamente ambos nacieron y fallecieron el mismo año).
En ese librito, Hessel señala que el motivo de la resistencia es la indignación, pues la diferencia entre los ricos y los pobres, de cada vez es mayor, en todos los órdenes de la vida. Según este autor afirma que nuestra sociedad busca el ‘siempre más’, y que nuestra peor actitud es la indiferencia.
El mencionado pedagogo Luri, señala, también, que en el sistema educativo catalán ‘se ha confundido la mejora con la innovación, hemos sustituido lo que es bueno por lo que es nuevo, si una cosa se plantea como nueva e innovadora, ya parece que le hemos de abrir las puertas. Y ahora Pisa nos demuestra que esto no funciona (…)’
Y en ese error, uno de los mayores exponentes fue el anterior responsable de educación de la Generalitat, Josep González i Cambray en el período 26 de mayo del 2021 y 12 de junio del 2023, y, con anterioridad, desde el 7 de junio del 2018, hasta su ascenso, fue director general del departamento de educación. Este político, licenciado en marketing, sabía vender humo, y así nos ha ido, ya que los diferentes presidentes de la Generalitat en ese período prefirieron hacerse los sordos a las quejas de los sindicatos de los profesionales de educación.
Como sabemos, estamos en un momento difícil (a lo largo de la historia nunca ha sido fácil), y debemos optar, si seguimos indiferentes, resignados, y preferimos hibernar como las marmotas, o todavía nos queda un resquicio de dignidad, de ética y moralidad, para indignarnos, para no callar, para seguir manifestándonos, para aparcar a los políticos que no nos representan (expresándoles que su lucha por el trono de hierro, no es nuestra guerra), en fin, o nos movilizamos, aunque nuestra sombra sea minúscula, o acabaremos sucumbiendo a los juegos del hambre. No hay otra.