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Cambio climático y egoísmo

Las situaciones de crisis muestran lo peor de nosotros, como intento explicar en este escrito.

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Es sabido que, en los períodos de vacas flacas, de crisis, afloran, de forma acuciante, nuestros principales defectos, en especial, el egoísmo, es decir, el excesivo interés en preservar nuestro propio confort.

Así, no nos extraña que en nuestro entorno individualista, predomine el egocentrismo, y triunfen los ególatras y narcisistas; en detrimento de la generosidad, el altruismo y la solidaridad.

Un ejemplo actual lo tenemos con la sequía que está caracterizando estos últimos años en Catalunya (entre otras muchas regiones españolas y mundiales); una sequía que es la peor, en intensidad y persistencia, de los últimos cien años, según el Servicio Meteorológico de Catalunya.

Y, ante esta situación, y centrándome en el reino español, podemos plantearnos muchas observaciones y preguntas, que presento seguidamente, prescindiendo de su mayor o menor relevancia:

En primer lugar, como es un problema que no afecta a Madrid, no es un problema del reino español, aunque afecte, seriamente, a varias comunidades autonómicas. Pero, como dice de forma repetida Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la comunidad de Madrid, ‘Madrid es España dentro de España, y España es Madrid’, así que todo está muy claro.

En segundo lugar, constatamos que los distintos municipios catalanes, también somos insolidarios entre nosotros, como vemos habitualmente: ningún municipio quiere que se instalen en sus territorios molinos de viento, ni cualquier otro sistema de energías alternativas, pues no quieren deterior su paisaje, su entorno. Y, claro, siempre acaban situándose en los municipios del Sur de Catalunya, para seguir degradándolo, y hacer que se confirme la profecía autocumplida del empobrecimiento del Sur. Así, las centrales nucleares, la mayor cantidad de molinos eólicos, etc., se concentran allí. Pero, claro, los mayores consumidores estamos en el área metropolitana de Barcelona. Queremos su energía, y, ahora, queremos el agua del Ebro, pero no queremos sus consecuencias perjudiciales.

En tercer lugar, vemos que el gobierno de la Generalitat tampoco tiene las ideas claras sobre las medidas a adoptar, pues adelanta medidas que corrige al día siguiente, como la del conseller d’Acció Climàtica, David Mascort, que esta semana ha mostrado su incapacidad, pues:

‘Catalunya se prepara para entrar en fase de emergencia por la sequía, lo que se prevé que pueda pasar a mediados de enero, y una de las medidas que se aplicarán se no llueve, seré el cierre de las duchas de las instalaciones deportivas que utilicen agua para regar los campos de fútbol, o bien llenar o rellenar piscinas, siempre que no compensen el agua que gastan.

El conseller Mascort, que el martes anunció las medidas que aplicará el Govern, ha reconocido este miércoles, que ‘me equivoqué a la hora de explicarme’, lo que ha provocado que algunos interpreten que se cerrarán los vestuarios y los deportistas no se podrán duchar. Pero eso no es exactamente así. Mascort ha hecho un tour por varias emisoras de radio para deshacer el equívoco y dejar las cosas bien claras. La prohibición de utilizar las duchas está condicionada al hecho de que los clubs o las instalaciones rieguen o llenen (o rellenen) piscinas: ‘Lo que diremos a la instalación es ‘si queréis seguir regando los campos de fútbol o rellenando piscinas para hacer deportes, el agua que gastéis allí la ahorráis en las duchas’

(Ketty Calatayud, elnacional.cat, 13 de diciembre del 2023)

Es evidente que ni después de la aclaración, el mensaje queda claro; por lo que es una muestra más de la deficiente comunicación. En momentos críticos, la información, el mensaje ha de ser claro, consistente y objetivo. Pero, los mensajes obtusos reflejan una mentalidad obtusa.

Y pensando en las duchas, es evidente que nuestro egoísmo y falta de solidaridad la podemos observar claramente, pues, en nuestros domicilios particulares somos más restrictivos en el uso del agua, mientras que, en las duchas de los gimnasios, no nos autoregulamos, y dilapidamos el agua.  

En cuarto lugar, vemos que no sólo falla la comunicación, si no que también ha fallado la previsión, pues o no se hicieron análisis prospectivos, o, si se hicieron, no fueron tomados en consideración, en la medida que era preciso, ya que las plantas de desalinización y de depuración y regeneración de las aguas de todo tipo, no son suficientes para cubrir las necesidades actuales.

En quinto lugar, falta un criterio objetivo sobre las prioridades, ya que la prioridad debería ser garantizar el abastecimiento de la población y de las explotaciones agrícolas y ganaderas, pues la alimentación es básica.

Pero vemos que no se han efectuado las inversiones precisas para rentabilizar los regadíos, mediante el procedimiento del gota a gota (en sustitución del de inundación)

Y también vemos que la industria turística quiere preservar el consumo en las sedes hoteleras (que es donde se produce un mayor, exageradísimo, consumo de agua; en comparación con las viviendas de particulares); otro ejemplo de disfuncionalidad, es querer mantener pistas de esquí, y de patinaje sobre hielo, ‘olvidando’ la sequía que tenemos y tendremos en el futuro.

Es evidente que todo tipo de industria comporta empleos, trabajo, y eso es fundamental, pero, no pueden poner en peligro las necesidades básicas del agua para la ciudadanía y servicios fundamentales.

Estos últimos municipios argumentan que el agua para la producción de nieve artificial, o para el montaje de pistas de hielo, se aprovechan y autoregulan, sin pérdida de agua, que se recicla; pero eso es meramente teórico.

Y, el colmo, es que no se quiere ‘poner en peligro’ los campos de fútbol (pues el fútbol es el circo actual, nuestro opio) y de golf (que beneficia a las élites); con sus grandes beneficios privados.

Así, cada municipio, ‘defiende’ sus intereses económicos y el de las instalaciones de su ámbito, prescindiendo del interés general del país.

En sexto lugar, todos sabemos que a nivel ecológico debemos consumir productos de proximidad, para reducir la huella del dióxido de carbono, y, de ese modo, asegurar, de algún modo, la sostenibilidad.

Y esa proximidad debería aplicarse en todos los ámbitos y, también, en el de las instalaciones hidroeléctricas y eólicas, que ya he comentado.

En séptimo lugar, vemos que empresas privadas extraen agua de manantiales propios (de los Pirineos, Montseny, Cardó, etc.) para, después, comercializarla, incluso en comunidades autonómicas sin peligro de sequía. Y eso lo hacen buscando el máximo beneficio privado.

En octavo lugar, vemos que en Barcelona (y lo mismo debe pasar en otras ciudades catalanas), se prioriza el regadío y limpieza de las zonas ‘turísticas’ e instituciones oficiales, en detrimento de los barrios periféricos.

Y, así, podríamos hacer una larga y más exhaustiva lista, pero creo que, para reflejar la situación que sufrimos, ya es suficiente, pues nos permite observar que, como siempre, hay una confrontación entre el egoísmo y el altruismo.

Asimismo, nos muestra que, por nuestra propia ceguera del problema, preferimos confiar que, tarde o temprano, ya lloverá y se solucionará el problema. Y, claro, preferimos que ahora no nos ‘estropeen’ las fiestas navideñas, que, el año próximo, ya afrontaremos el problema.

En esa línea conservadora y liberal, el gobierno de la Generalitat no quiere adoptar medidas drásticas ahora, prefiere garantizar los negocios y privilegios privados y, de ese modo, posponer los recortes para más adelante. Y, así, todos más contentos, a pesar de que, al posponer las medidas reguladoras, cuando sean inevitables, serán más extremas.

El estado español, como sabemos, está ausente, a pesar de que Catalunya sea la comunidad autonómica que más ha crecido demográficamente; pues en lo que llevamos de año, se ha incrementado en 140.000 ciudadanos, básicamente por la inmigración. Y, claro, esa mayor ciudadanía tiene, también, las mismas necesidades.

Todos deberíamos ser solidarios, siempre, y más en momentos de crisis, como la que tenemos; pero vemos que no es así, y nos comportamos de forma egoísta, como en las siguientes fábulas de Esopo (s. VII a.C.):

‘El asno y su sombra

Un comerciante tenía que viajar a una ciudad que estaba bastante apartada del lugar en donde vivía. Decidió alquilar un asno. Consiguió los servicios de uno que se conocía bien el lugar. Joven y de pelaje gris, su dueño le ofreció a llevarle junto a él, por cinco monedas de plata.

Comenzó el viaje, y el animal avanzó sin problemas por el duro camino de tierra y piedras pequeñas. Sin embargo, era verano y aquel día hacía mucho calor.

Los dos hombres decidieron para para descansar. Y como aquel lugar era desértico, no había árboles.

La única sombra que tenían era la del asno. Pero era tan delgada, que sólo servía para uno.

Así que tanto el dueño del asno, como el comerciante, empezaron a discutir sobre cuál de los dos debía beneficiarse de la sombra del animal.

El asno es mío, por lo que me corresponde su sombra, decía el dueño del animal.

De eso nada, yo pagué por él, y me corresponde a mí, protestaba el comerciante.

Pero pagaste por el viaje, no por la sombra.

La discusión fue a más y más. De los gritos pasaron a las manos y ambos empezaron a pegarse. El asno, asustado, salió corriendo, sin que los hombres se dieran cuenta.

Cuando dejaron de pelear, de puro cansancio, al fin se percataron de que se habían quedado sin asno. Entonces, avergonzados, comenzaron a andar bajo el sol ardiente’

(https://tucuentofavorito.com)

Dos bolsos

Según una leyenda antigua, cada hombre nace en el mundo con dos bolsos suspendidos de su cuello, uno al frente y otro en la espalda.

El bolso que lleva delante está lleno de faltas y defectos de sus vecinos, y el bolso grande que lleva detrás en la espalda, lo lleva lleno de sus propias faltas y defectos.

De ahí es que los hombres son rápidos para ver las faltas de los otros, pero son a menudo ciegos para juzgar y ver sus propios defectos’

(https://www.contarcuentos.com)

En definitiva, nuestra sociedad en general, y nosotros en particular, somos y actuamos en plan egoísta, en nuestros actos y juicios. Así, vemos que hay personas sin casa y casas sin personas, ciudadanos durmiendo en las calles, ciudadanos que piden para comer (en el metro, en las calles, en todo lugar), pero son invisibles, no los vemos ni queremos ver, y así mantenemos nuestro nivel de confort.

No hemos valorado que, en las situaciones de estrés, de necesidad, hemos actuado de forma egoísta, obviando las necesidades ajenas, incluso las de nuestros vecinos más próximos.

Es verdad que, en estas situaciones extremas, podemos sentir ansiedad, preocupación, cansancio, desesperación, soledad, vacío, abandono; pero, enseguida ‘superamos’ o creemos superar esos sentimientos, conformándonos, al tener cubiertas nuestras necesidades.

Por nuestro egoísmo, vivimos el presente, y nos olvidamos del futuro que les dejaremos a nuestros nietos. Somos unos irresponsables.

Sabemos que el futuro será más complejo en muchos aspectos y condiciones; quizás no será el futuro distópico, apocalíptico, como el que presentan las películas como Mad Max, dirigida por George Miller en 1979 (el título de esa película presenta un juego de palabras, ya que puede entenderse como ‘El loco Max’ o ‘Máxima locura’), pero nuestros descendientes verán que la mínima solidaridad actual, será un vestigio histórico, pues deberán competir por todo. Ese es el futuro que les dejaremos, pues ya hemos perdido la oportunidad de revertirlo.