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La continuidad de la Pascua militar: de Maó a la madriguera de la bestia

En el presente escrito intento hacer una revisión transversal de la celebración de la pascua militar por el estado español, mostrando la continuidad de su infamia.

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Ayer, 6 de enero, el estado español celebró el acto militar más importante del año, siguiendo la conmemoración instaurada por Carlos III en 1783.

Esa celebración, que Felipe VI aprovechó para homenajear al ejército español y elogiar su papel en la ‘defensa’ de la democracia y la preservación de la integridad de la constitución española; y alabó ‘la defensa del marco de convivencia democráticamente elegida por los españoles, por parte de las fuerzas armadas, pues, durante casi el último medio siglo, el ejército ha contribuido con abnegación a preservar el marco constitucional’.

Es evidente que la historia, generalmente, la escriben los vencedores, y así inducen a la desmemoria, provocando una memoria selectiva, a su conveniencia.

Pero muchos sabemos que el rey Juan Carlos I fue impuesto por el dictador y asesino Francisco Franco, tras jurar los principios fundamentales del franquismo; que Juan Carlos, después, no juró la constitución; constitución que fue impuesta, en sus principales artículos (rey, unidad, etc.) a punta de pistola de los militares, consiguiendo que esa constitución, en su artículo 8.1, establezca que las fuerzas armadas tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad nacional y el ordenamiento constitucional.

Y muchos sabemos, asimismo, que ni el rey, ni los diferentes poderes del estado, nunca han renegado ni pedido perdón por su pasado (y presente) franquista; por lo que, esos poderes (militar, judicial, policial, etc.) no se han regenerado.

Los jefes de estado de los imperios de siglos pasados fueron pidiendo perdón por su historia colonizadora; excepto el reino español, que nunca ha pedido perdón a sus colonias, y, tampoco a la ciudadanía española. Y, claro, la principal responsable, es la corona.

Y con ese pasado (y presente) ¿qué lecciones de moralidad y de ética puede presentar Felipe VI?, ¿qué papel puede alabar y elogiar de su ejército (pues él es el capitán general, jefe de todos los ejércitos), si sabemos que el 1 de octubre del 2017 estaban preparados para intervenir en Catalunya?, ¿qué valor democrático tiene esa constitución cuyo garante es el ejército?

Está claro que la intervención en actuaciones exteriores les puede haber lavado, en algún grado, su imagen internacional. Pero la realidad es la que es; y, por más que vendan su historia, sabemos que el ejército actual es la continuidad del que se levantó, se sublevó, en 1936, contra el gobierno legalmente constituido. Esa es la base de su historia real.

Y la actuación de los diferentes poderes del estado, aún en la actualidad, siguen teniendo la ideología franquista, como reflejan diferentes actuaciones: el mantenimiento de formas de proceder y símbolos franquistas, instituciones con claros tintes franquistas, actuaciones como la represión contra los independentistas catalanes, etc.

Un buen ejemplo, y a modo de recordatorio, el próximo martes 9 de enero, TV3 emitirá el programa ‘Laietana, 43. El cau de la Bèstia’, es decir, la comisaría de la Vía Laietana de Barcelona, la verdadera madriguera de las bestias torturadoras, que ejercieron sus habilidades más brutales y sádicas en los interrogatorios por razones ideológicas, religiosas, étnicas o de género. Esa sede, como ha reconocido Xavier Antich, presidente de Òmnium Cultural, ‘ha sido un centro de detención y tortura durante un siglo, y todo lo que ha pasado es responsabilidad del estado, no afecta sólo a los funcionarios que han torturado’.

Entre esos torturadores, destacaron: Julián Gil Mesas, Arturo Ureta, los hermanos Creix, Caro Fontanillo, Francisco Aguas Barragán, Pedro Mesas y Eduardo Quintela, entre los principales responsables de la brigada de investigación social; muchos de ellos condecorados y ascendidos.

En ese programa se entrevistarán a una cuarentena de torturados supervivientes, ya que algunos fallecieron en el interrogatorio, y la mayoría ya han fallecido por la ley de la vida.

Desde hace años, y en la actualidad, diferentes colectivos, como Amical de Mauthausen y otros campos y de todas las víctimas del nazismo, la Asociación Catalana de Personas ExPresas Políticas del franquismo, el Ateneu Memoria Popular y la Comisión de la Dignidad siguen manifestándose periódicamente ante la sede de la vergüenza (Vía Laietana 43), respaldados por la Comisión de la Memoria Histórica del colegio de abogados, el European Observatory on Memories, la Fundación Cipriano García, CCOO, Iridia, el Centro de Defensa de Derechos Humanos, la Mesa de Catalunya de Entidades Memorialistas y Òmnium Cultural, que amparan también la iniciativa de convertir ese tenebroso lugar, en un centro de memoria democrática. Pero, aún así, los distintos gobiernos españoles, ni PP (por supuesto), ni el PSOE (por otra de sus traiciones), siguen desoyendo esas demandas, y, por lo tanto, la comisaría sigue instalada en su lugar histórico, y … actuando con sus viejas habilidades ‘democratizadas’.

Y el fariseo Félix Bolaños (actual ministro de justicia), dijo, el año pasado, que la policía se había regenerado, y que la comisaría en cuestión no tiene nada que recordar el pasado. Ufff.

Nadie se puede regenerar sin pedir el preceptivo perdón. Esto no sólo es preceptivo en la cultura católica.

Es evidente que a medida que van pasando los años, muchas de las víctimas de la sublevación y represión franquista y de las víctimas del régimen asesino, van falleciendo; y, dentro de unos pocos años, no quedarán apenas.

Y es verdad, también, que la mayor parte de esas víctimas, por la presión y el temor, en buena parte, sucumbieron a la ley del silencio; salvo honrosísimas excepciones.

Por eso, todos tenemos una obligación moral con todos ellos, y es la de preservar la memoria, hacer lo posible y lo imposible, para que su historia, no se olvide. No podemos aceptar que el estado nos imponga su memoria selectiva, que nos fuercen a la desmemoria.

Ya lo cantó Raimon (Raimon Pelegero i Sanchis, n, 1940), en su ‘Jo vinc d’un silenci’ (yo vengo de un silencio) de 1975:

‘Yo vengo de un silencio

antiguo y muy largo

de gente que va alzándose

desde el fondo de los siglos

de gente que llaman

clases subalternas.

Yo vengo de un silencio

Antiguo y muy largo.

Yo vengo de las plazas

y de las calles llenas

de niños que juegan

y de viejos que esperan

mientras hombres y mujeres

están trabajando

en los pequeños talleres

en casa o en el campo.

Yo vengo de un silencio

que no es resignado,

de donde empieza el huerto

y acaba el secano,

de esfuerzo y blasfemo

porque todo va mal:

Quién pierde los orígenes

pierde la identidad.

Yo vengo de un silencio

antiguo y muy largo,

de gente sin místicos,

ni grandes capitanes,

que viven y mueren

en el anonimato,

que en frases solemnes

no han creído nunca.

Yo vengo de una lucha

que es sorda y constante,

yo vengo de un silencio

que romperá la gente

que ahora quiere vivir libre

y ama la vida,

que exige las cosas

que le han negado.

Yo vengo de un silencio

antiguo y muy largo,

yo vengo de un silencio

que no es resignado,

yo vengo de un silencio

que la gente romperá

yo vengo de una lucha

que es sorda y constante.

Raimon, hizo famoso el verso: ‘quien pierde los orígenes, pierde su identidad’ (incluido en la canción anterior), verso que es un fragmento de un poema de Joan Salvat-Papasseit (1894-1924)

Y volviendo a la nefasta pascua militar, me parece es preciso señalar que esa expresión no deja de ser un mero oxímoron, ya que el término pascua, del hebrero ‘pesaj’, celebraba el éxodo judío de Egipto, es decir, ‘el salto’ del Mar Rojo, de la esclavitud a la liberación, guiados por Moisés.

Antes de Moisés, los hebreos ya celebraban el ‘pesaj’, que significa: saltar, o pasar de un salto; para celebrar el salto del invierno a la primavera. La palabra ‘pascha’ (adquirió una ‘u’) por analogía al término latino ‘pascua’ (pastos), por la analogía a que en esa fecha se solía comer una cabeza de oveja comprado a los pastores (pascuum: lugar de pastos), finalizando, de ese modo con el ayuno.

La Pascua se celebra 4 ó 5 meses lunares después del solsticio de invierno, cuando la luna llena es más brillante. Así, la Pascua de Resurrección es la fiesta del cristianismo, según los evangelios canónicos (el concilio de Nicea, del año 325, estableció que fuera el primer domingo después de la luna llena tras el equinoccio de primavera, en el hemisferio norte.

Y denominar a la fiesta del ejército español, como una pascua, es una abominación, una falta de cultura, un ataque a la inteligencia, y no solo a la democrática. Pues pretender asimilar la liberación de la esclavitud, o la redención de los pecados, con algo que tiene que ver con la milicia, con la guerra, con las armas, con la opresión, y, en definitiva, con la muerte, no deja de ser una salvajada.

Y, también, es preciso recordar que la maldita pascua militar española, instaurada por Carlos III en 1783, para ‘celebrar’ la conquista de Menorca en poder del Reino Unido, pues el 6 de enero de 1782, la armada franco-española tomó la ciudad de Maó (Menorca). Esta isla había estado 75 años en manos de los ingleses, desde la guerra de sucesión española (1706 – 1713) y, por el tratado de Utrecht (1714) fue cedida al Reino Unido.

El Reino Unido fue partidario de Carlos de Austria y, por lo tanto, contrario a los Borbones. Y, en esa guerra, los catalanes fuimos machacados en 1714, como es sabido, y, desde entonces, seguimos bajo la bota borbónica.

Es necesario señalar que Menorca, al ser un importante enclave geoestratégico, vivió diferentes dominaciones en el siglo XVIII: inglesa (1713 – 1756); francesa (1756 – 1763), inglesa (1763 – 1782), española (1782 – 1798), inglesa (1798 – 1802), española (desde 1802); por lo que sería muy largo de explicar.

(A modo de anécdota, comento que mi familia (paterna y materna) es de origen menorquín, y según pude analizar, con registros que se remontan al siglo XVI, recogidos en 9 libros, en total unas 2500 páginas, los publiqué hace unos años, pues mi interés es que mis nietos no pierdan sus orígenes)

El escritor y político Josep Benet i Morell (1920 – 2008), apuntó que: ‘Un país no puede ser normal si no conoce, con nombres y apellidos, todas y cada una de las víctimas de una guerra vivida. Su estudio constituye una obligación ineludible que necesariamente hay que abordar, como correspondería hacer en cualquier país civilizado’

Y es verdad que, en estas últimas décadas, diferentes gobiernos autonómicos e instituciones civiles, están realizando una ingente labor para recuperar la memoria histórica. Pero todo es poco, pues faltan recursos, una mayor financiación y la eliminación de trabas y cortapisas político-administrativas.

A modo de ejemplo, en la proximidad de mi barrio, recientemente se está reivindicando la memoria de dos jóvenes:

Barrio del Clot:

La de Benet Antoni Pasanau i Blanch (1900 – 1936), un anarcosindicalista afiliado a la CNT, que trabajaba de carretillero en la fábrica de cervezas Damm de Barcelona, próxima al barrio del Clot; y al producirse el golpe de estado fascista de 1936, junto a otros compañeros, montó una ametralladora en el terrado de la citada fábrica y se enfrentó a los insurrectos. Poco después, se apuntó a la Columna Durruti y marchó al frente de Aragón, dejando a su mujer, Magdalena Solà Mercè y a su hijo Santiago, nacido en 1922.

Fue herido en el asalto a una caserna de la guardia civil; dado por muerto inicialmente, después fue evacuado a Lleida, y después a Barcelona (Clínica de l’Aliança), donde falleció el 6 de agosto de ese año 1936, y enterrado el 8 de agosto en el cementerio del barrio de Sant Andreu, seguido por una gran multitud de obreros. Entre 1937 y el final de la guerra, hubo una iniciativa popular para que la calle Rogent llevara su nombre.

En la actualidad, hay otra iniciativa popular para reivindicar nuevamente ese cambio de nombre, incluso colocaron una placa de madera, con su nombre, como sustituto del actual Rogent. Pero el ayuntamiento de Barcelona se hace el sordo.

Barrio de Nou Barris:

Otro caso es el de Josep Lluís Facerias Face (1920 – 1957), vecino del barrio de Poble-Sec, un maquis anarquista, que también en 1936 había ido al frente de Aragón, fue detenido en 1939 y pasó varios años en batallones de trabajos forzados; fue liberado en 1945, pero se comprometió a la reorganización de las Joventuts Llibertàries. Pasó por la cárcel Modelo (entre 1946 y 1947) y, al salir, empezó su actividad guerrillera, primero dentro del Moviment Llibertari de Resistència (MLR), y después a través de su propio grupo de acción. Finalmente, pasó cinco años en el exilio en Italia. Y a su regreso, asesinado, asesinado al final de la calle Pi i Molist, en una emboscada policial realizada el 30 de agosto; siendo considerado el último guerrillero urbano anarquista antifranquista.

En este caso, el ayuntamiento de Barcelona sí que instaló, hace unos años, una placa y un plafón informativo en el lugar del asesinato.

Pero, a nivel popular, esas historias son desconocidas, pues el reino español nos ha robado nuestra historia real, nos ha inoculado el virus de la desmemoria, para ‘aceptar’ su memoria selectiva, fascista, claro.

Por todo ello, ¿qué podemos pensar de un rey que festeja una pascua militar, guerrera, para conmemorar el final (que no lo fue) de una contienda iniciada por su familiar, el primer Borbón Felipe V?, para conseguir el trono español; una ‘fiesta’ impuesta por los vencedores, unos vencedores que no se atreven a celebrar el 1 de abril de 1939, que fue su victoria, la de los sublevados contra el régimen legal y democrático y, para sustituir esa fecha, retomaron otra de sus ‘victoria’.

¿Qué podemos esperar de un rey, un niñato malcriado entre los suyos, los herederos del régimen franquista?, ¿y qué podemos esperar de unos gobiernos tolerantes (cuanto menos) con ese pasado?

Joan Fuster i Ortells (1922 – 1992) escribió que los catalanes ‘estamos hartos de tener que pedir perdón por existir’.

Hay unos memes que circulas por las redes, que dicen:

‘El pueblo que elige a corruptos no es víctima, es cómplice’.

‘El primer acto de corrupción de un funcionario es aceptar un cargo para el que no está preparado’

Creo que está suficientemente claro, no es preciso añadir nada más. Todo depende de nosotros, del esfuerzo memorístico y del interés de reivindicación que tengamos. No es aceptable que jóvenes como los mencionadas, que no son más que una mínima muestra, ofrecieran su vida por la democracia, y que, nadie los recuerde, como tampoco a los torturados.

Sabemos que, al nivel familiar, normalmente conocemos muy poco de nuestros bisabuelos, y eso es grave. Pero olvidar a los que dieron su vida por nuestro futuro, es imperdonable.