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El presente nunca es el futuro de ayer

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Ayer, 30 de enero, Junts no apoyó la propuesta de ley de amnistía, con gran irritación del PSOE y ERC, y gran alegría de la derecha y extrema derecha (PP y Vox, indiferenciables); yo coincido con Junts, esta propuesta no podía ser aprobada, como he explicado en diferentes escritos y comento a continuación.

Ayer, en un acto realizado en el Ateneo de Barcelona, se presentó la proyección del documental ‘Sota el jou del franquisme’ (bajo el yugo del franquismo), finalizando con una mesa redonda, en la que uno de los participantes, Pere Baltá, dijo una frase que me pareció que merecía ser enmarcada; se trata de la frase que he tomado como título del presente escrito, es decir: ‘el presente nunca es el futuro de ayer’.

Esta frase me pareció muy acertada, ya que, si alguno de nuestros sueños llega a hacerse realidad, con grandes posibilidades no presentará el colorido ni el esplendor que pensábamos que tendría.

Pero, cuando vemos que el presente, como es en el caso de la política española – catalana, no deja de ser más que otro día de la marmota, más bien nos viene a la memoria la siguiente canción de Raimon (Ramón Pelegero Sanchis): ‘Quan creus que ja s’acaba’ (cuando crees que ya se acaba) (1970):

‘Cuando crees que ya se acaba

Cuando crees que ya se acaba

vuelve a empezar

cuando crees que ya se acaba

vuelve a empezar

Y vuelve el tiempo de los monstruos

que no están muertos

y el silencio hace nido en la vida

hace nido en las cosas

Cuando crees que ya se acaba

vuelve a empezar

cuando crees que ya se acaba

vuelve a empezar

Puede ser una noche

el ascensor que siempre sube

se parará en tu piso.

Y tu y yo deberemos abrir

y yo y tu, impotentes frente a la noche

deberemos abrir.

Esta vieja, odiada noches

deberemos abrir y no lo puedes decir

Cuando crees que ya se acaba

vuelve a empezar

cuando crees que ya se acaba

vuelve a empezar

Todos somos conscientes de que el presente es el que es, y que no podemos despreciarlo ni infravalorarlo recordando los sueños del pasado. Pero eso no quiere decir, ni mucho menos, olvidar el pasado, pues nos condiciona, máxime, si el pasado lo conformó el mismo estado profundo español que nos sigue reprimiendo, como expresó Raimon en la mencionada canción.

Sabemos que el reloj nunca va marcha atrás, lo que hicimos y soñamos no lo podemos modificar; pero debemos ‘re-soñar’ esos deseos, tocando con los pies el terreno actual, del aquí y ahora. Pero es evidente que hay cuestiones, como la formación nacional de Catalunya, que nos ocupa, que consideramos que son transversales, atemporales y, por más tiempo que pase, seguimos considerándolas fundamentales, fundacionales, y, esos ideales no podemos olvidarlos ni traicionarlos.

Podemos pensar diferentes ‘juegos’ intelectuales, para distraernos de nuestros sueños, como reflejan los siguientes pensamientos:

  • ‘No hay nada permanente en este malvado mundo, ni siquiera nuestros problemas (Charles Spencer Chaplin, 1889 – 1977), o
  • ‘El futuro es algo que cada cual alcanza a un ritmo de sesenta minutos por hora, haga lo que haga y sea quien sea’ (Clive Staples Lewis, 1898 – 1963)

y así, podemos caer en la trampa relativista, y justificar nuestro pasotismo, quedándonos en el sofá de casa; si perdemos nuestros sueños, nuestros deseos, nunca los conseguiremos.

Y en estas estamos, en un nuevo impasse, en el que todo vuelve a empezar, ya que tras el voto negativo de Junts a una ley de amnistía que excluye el terrorismo y la traición, debería hacer replantear la estrategia del PSOE y ERC, ya que las exclusiones incluidas unilateralmente por Pedro Sánchez (PSOE) aún reconociendo, como reconoce el PSOE, que en Catalunya, en el 2017, no hubo terrorismo ni traición; y, asimismo, el PSOE ‘justifica’ esa exclusión con unos argumentos muy frágiles, puesto que la legalidad europea no restringe, en ningún caso, que se tengan que excluir los actos de terrorismo en una amnistía, como vimos en la efectuada por el Reino Unido en 2017, y la que está propiciando ahora el propio gobierno del premier Rishi Sunak, para ‘olvidar’ los actos de terrorismo de las fuerzas militares y paramilitares en Irlanda.

Y lo penoso es ver que ERC se alinee con el PSOE y critique a Junts por su negativa a votar esa ley.

Desde hace muchos años ERC vendió su alma al PSOE (quizás en el futuro sabremos qué compromisos asumió Oriol Junqueras para tener el indulto; un indulto que benefició también a miembros de Junts, pero que, en este momento, éstos o se han retirado de la política activa, o están en un segundo plano)

Parece mentira que ahora ERC discrepe de la estrategia de Junts, argumentando que todos tienen el mismo objetivo, pero que la estrategia de ERC es ir consiguiendo avances, poco a poco, paso a paso, y que es mejor la actual ley de amnistía, que nada. Esta estrategia de ERC, a mi modo de ver, sólo se sustenta como la zanahoria que se ha de seguir manteniendo de cara a las próximas elecciones (siempre hay alguna en perspectiva, ahora las europeas de junio, y después las catalanas)

Y parece mentira, asimismo, ver que la férrea disciplina interna de ERC, comporte situaciones rocambolescas, como ver que Ruben Wagensberg, diputado por ese partido, que hoy se ha sabido que se ha trasladó a vivir a Suiza, por el temor de la persecución del ‘juez’ Manuel García-Castellón contra el movimiento del Tsunami democrático. Este diputado, en una entrevista telefónica en RAC1, ha comentado que esa situación le comportaba un elevado nivel de ansiedad y de depresión, y que se estaba medicando al respecto; pero, al ser preguntado sobre la ley de la amnistía, ha seguido al pie de la letra la consigna de su partido, es decir, que hubiera sido mejor aprobarla tal cual, y modificarla en el futuro. Una incongruencia más, ya que, con esa ley aprobada, su persecución se vería reforzada.

Ahora, el proyecto de ley de amnistía vuelve a la comisión de justicia del congreso, para ser reformulada, en el plazo de quince días (lo habitual es un mes, pero al ser tramitada como urgente, ese plazo se reduce a la mitad)

Pero, el PSOE sigue manifestando que mantener esas exclusiones son una línea roja, inamovible; y así hemos oído a sus ministros Félix Bolaños y María Jesús Montero, ‘justificando’ la excelencia de la ley, alegando la división de poderes. Una división que, en este caso se ha visto que es meramente teórica, ya que el poder judicial ha ido retorciendo las instrucciones que están haciendo, para considerar que ‘todo es terrorismo’, siguiendo la política que comenté en un escrito anterior, explicando la famosa frase de los hermanos Marx: ‘y dos huevos duros’.

La portavoz de Junts, Míriam Nogueras, ayer lo dijo de forma clara, que ‘la ley es una buena ley, si estuviéramos en una verdadera democracia’, pero que viendo ‘las malas artes’ del poder judicial, si se abre la puerta mencionando como exclusión el terrorismo y la traición, no es más que poner un puente de plata a dicho poder judicial, para que actúe libremente en esa línea.

Es evidente que ahora, sin esa ley de amnistía, e incluso si se hubiera aprobado, el poder judicial ya ha visto que se le abría el ‘cielo’ pues ya tienen claros los delitos de terrorismo y traición (antes consideraron que eran delito de rebelión, después pasaron a sedición, y ahora los consideran de terrorismo; esa es su ilógica interpretación de la ley)

También es vergonzoso que tanto el PSOE como ERC, argumenten que Junts ha votado igual que el PP y Vox; que han facilitado el trabajo al poder judicial, impidiendo esa ley. Estos son argumentos infantiles, peor aún, son argumentos propios de personas cabreadas sin argumentos racionales.

Igualmente, el argumento que hoy ha planteado Jaume Asens (de Sumar), diciendo que aprobando esa ley, tal cual, el siguiente paso sería modificar el código penal, para afinar la descripción de terrorismo. Otra vía utópica, tortuosa y larga en el tiempo, otro brindis al sol, una nueva zanahoria.

Sabemos que el poder judicial es monolítico y con una mentalidad pre-democrática (por decirlo de forma fina), ya que se defienden y autoprotegen. Es igual que se haga públicos vídeos mostrando al citado ‘juez’ García-Castellón, riéndose de un imputado y de su abogado, tras salir éstos de una vista; y ver cómo la fiscalía le marcaba el procedimiento y los plazos. Todo es irregular, pero no pasa nada, ellos son el brazo armado de puñetas.

Tampoco pasa nada si el ‘juez’ Joaquín Aguirre explica en una televisión alemana las ‘conexiones’ del movimiento independentistas con Rusia, indicando que Catalunya era la puerta trasera de Putin para desestabilizar la UE. Y no pasa nada, que un juez haga suyas las tesis de la acusación en su propia instrucción, y lo publicite, debe ser ‘normal’ para esa corte de puñeteros (por sus puñetas, claro)

Y volviendo a los argumentos racionales, que he señalado que brillan por su ausencia en las críticas del PSOE y ERC contra Junts, me parece muy interesante recordar un artículo que publicó Enric González, titulado ‘¿Ha habido alguna vez un votante racional?’, en el que expresaba:

‘Tendemos a creer, quizás por que necesitamos un mínimo de fe en el sistema, que cada ciudadano vota según sus intereses. Y que del recuento se puede deducir una cosa catalogable como un ‘interés general’ o, como mínimo, ‘un interés mayoritario’. Y esto es totalmente falso.

El 2007, el economista Bryan Caplan publicó en los EUA un ensayo titulado ‘El mito del votante racional: por qué las democracias escogen malas políticas’ (…) que, en línea con otras publicaciones exponen que ‘sólo ciudadanos cualificados tengan derecho a votar’ (…) Si consideramos que el voto racional es el que se ajusta a los intereses del votante, los ejemplos de irracionalidad son casi ilimitados (…) uno de los principales factores de la irracionalidad gira entorno de la fidelidad al partido, o al líder, cosa que no podría confundirse con una cierta coherencia ideológica. La fidelidad al partido, o al líder, va unida a la necesidad que sus rivales sean derrotados. Digo rivales, pero debería decir enemigos: la política del siglo XXI se basa en la confrontación, cuanto más brutal y visceral, mejor.

Hablábamos de coherencia ideológica, es decir, otro mito (…)

(…) Es necesario precisar sobre la irracionalidad de los votantes: en no pocas ocasiones es consecuencia de la irracionalidad de los dirigentes políticos. Vistos desde el momento presente, ni el Brexit ni las elecciones que llevaron a la breve declaración de independencia de Catalunya no parecen una exhibición de racionalidad. En su momento, pero, tuvieron su lógica.

A los británicos se les prometió que salir de la UE no solo era fácil, sino también beneficioso. A los catalanes se les prometió que romper con España también era fácil (resulto que no) y beneficioso (esto quedó por ver). Los votantes decidieron creérselo, cosa que tuvo su coste racional (es preciso conceder una mínima credibilidad a los políticos para que la democracia liberal funcione) y su coste irracional (seamos realistas, hoy día es preciso un gran esfuerzo de voluntad para creerse a los políticos, sobretodo cuando prometen grandes cosas)

Vivimos en una final de época y caminamos a ciegas bajo la amenaza de un cambio climático potencialmente ‘cataclísmico’. Esto explica en parte toda clase de irracionalidades. Sobre la cuestión de si existió alguna vez un votante racional, lo que es racional, me parece, es creer que no’

(Ara, 27 de enero del 2024)

Ante esta situación, tenemos varias alternativas:

  • la primera, es no pensar, seguir en nuestra irracionalidad, no cambiar y seguir con las viejas actuaciones, sin más; o, en casos límites, quedarse en el sofá de casa, mirando series de cualquier plataforma.
  • la segunda, intentar ser racionales en nuestros pensamientos, pero sin ser coherentes con nuestras acciones y comportamientos.
  • la tercera, intentar esa coherencia, que, es la alternativa más compleja, y que, con muchas probabilidades lleva a la frustración, dada la correlación de fuerzas respecto al estado español.
  • etc.

En definitiva, cada uno de nosotros debemos replantearnos nuestras respectivas posiciones, dentro de la racionalidad y la coherencia, pero, para que tengan un mínimo de posibilidades de éxito, es preciso que se basen en un mínimo sustrato intelectual, sólo así evitaremos adelantar el inevitable final, como explicó ayer el arqueólogo Eudald Carbonell i Roura, en un programa de TV3 ‘¿Cuánto tiempo nos queda?’, que dijo que no tenemos que temer los peligros de la inteligencia artificial, que con la natural ya tenemos armas suficientes para destruir nuestro planeta; y podemos aplicar ese pensamiento al caso que nos ocupa.

Pues bien, empecemos poco a poco, considerando las siguientes máximas:

Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar’ (Ernest Miller Hemingway, 1899 – 1961)

‘Morimos sólo una vez, pero durante mucho tempo’ (Jean-Baptiste Poquelin, ‘Molière’, 1622 – 1673)

Eso sería un primer paso para intentar que mañana sea el futuro que deseamos hoy.