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Hoy ha muerto Aleksei Navalny, pronto Julian Assange, después Pablo González, etc.

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Es sabido que el poder siempre vulnera el derecho fundamental de la libertad de expresión y de manifestación y, para ello, fija los listones a su conveniencia, como intento explicar seguidamente.

El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Pero sabemos que esa declaración no es vinculante, a pesar de que los países miembros la firmasen, por lo que quedó como un ideal común a conseguir en todos los pueblos y naciones.

Teóricamente, esos derechos defienden la vida en igualdad de condiciones, dignidad y movilidad, de todos los seres humanos, sin distinción de raza, color, sexo, lengua, religión, opinión política, etc.;

Y en el artículo 19, señala:

‘Toda persona tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado por causa de las propias opiniones y el de buscar, recibir y difundir las informaciones y las ideas por cualquier medio y sin límites de fronteras’.

En su artículo 29.2, se establece que:

‘En el ejercicio de los derechos y las libertades, todos estarán sometidos solo a las limitaciones establecidas por la ley y únicamente con la finalidad de asegurar el reconocimiento y el respeto debidos a los derechos y libertades de los otros y de cumplir las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática’.

Y todos sabemos el difícil equilibrio necesario entre los derechos propios y los ajenos, ya que el respeto a los derechos y a la reputación de los otros es un terreno resbaladizo; máxime dada la diferente interpretación de la moral y del orden público.

Y sabemos, también, que los poderes utilizan todo tipo de argucias para eliminar a los que les molestan y, claro, como ejemplo, como aviso a futuros navegantes atrevidos. Y eso ha pasado, pasa y pasará en todos los continentes.

Pero, centrándome en Europa, es preciso señalar que:

En Rusia, han sido asesinados múltiples periodistas activistas, por ejemplo:

Daria Aleksándrovna Dúguina (Daria Platónova), 1992 – 20 de agosto del 2022, a los 29 años, por un coche bomba.

Natalia Jusaínovna Estemírova (1958 – 15 de julio del 2009, a los 51 años), cuando estaba investigando casos extremadamente sensibles en Chechenia, fue encontrada con heridas de bala en la cabeza y el torax en una zona boscosa.

Vladislav Lístyev (1956 – 1 de marzo de 1995, a los 39 años), tiroteado al entrar en su domicilio.

Stanislav Yúrievich Markélov (1974 – 19 de enero del 2009, a los 35 años), asesinado junto a la periodista Anastasia Babúrova (1983 – 2009, a los 26 años)

Anna Stepánovna Politkóvskaya (1958 – 7 de octubre del 2006, a los 58 años) que, por sus reportajes en la segunda guerra en Chechenia, fue arrestada, sometida a un simulacro de ejecución por las fuerzas armadas rusas, después envenenada y, finalmente, acribillada en el ascensor del edificio de su apartamento, en Moscú.

Etc.

Evidentemente, otra profesión de riesgo es la del político opositor al régimen y, siguiendo en Rusia, podemos recordar a:

Alexander Litvinenko, Boris Berezovosky, Serguei Yuchenkov, Yevgeny Prigozhin, Boris Nemtsov, etc., asesinados por disparos, coches bomba, o envenenados con talio o polonio, o tirados desde una ventana, etc.; Vladimir Kara-Murza, vicepresidente del partido Rusia Abierta, arrestado en abril del 2022 y condenado a 25 años de cárcel, ha sobrevivido, de momento, a dos episodios de envenenamiento, en 2015 y 2017.

Y hoy le ha tocado el turno a Aleksei Anatólievitx Navalni (1976 – 16 de febrero del 2024, a los 48 años), que en enero del 2021 superó un envenenamiento con Novitxok, ha muerto bajo custodia en la prisión, oficialmente, durante un ‘paseo’ en la cárcel de Kharp, a 50 kms. del Círculo Polar; un lugar muy agradable para ‘pasear’, claro.

Cambiando de país, y pasando al Reino Unido, únicamente me centro en el caso de Julián Paul Assange (n. 1971), fundador de Wikileaks, que podría ser condenado a 175 años de cárcel en los EUA, acusado de espionaje y por publicar documentos secretos a los que tuvo acceso gracias a Chelsea Manning; documentos secretos que, entre otras cosas informaba de posibles crímenes de guerra cometidos en Irak por el ejército de los EUA.

Assange se limitó a hacer el trabajo habitual que deberían efectuar todos los periodistas de investigación, y por eso, no debería ser castigado.

Ayer, en una multitudinaria conferencia de prensa, Stella Assange, esposa de Julián, aseguró que:

‘La lucha por la libertad de Julián es la lucha contra el tiempo y contra su deterioro físico y mental (…) ya no tiene tiempo (…) casi hace cinco años que está preso sin cumplir ninguna condena, en una celda de máxima seguridad, de 3×2 metros, y aislado las 24 horas del día (…) las condiciones que sufre violan los derechos humanos más elementales (…) Assange, de 53 años, pero que parece mucho mayor, por el sufrimiento y la persecución física que sufre desde hace más de una década’

Según escribe Quim Aranda (Ara, de hoy, 16 de febrero):

‘De hecho, solo las primeras 52 semanas estuvo cerrado por orden judicial, por haber roto la libertad que tenía, bajo palabra. Está en la prisión de Belrmarsh, al sur de Londres, desde que fue detenido al ser expulsado de la embajada de Ecuador en la capital británica, el 11 de abril del 2019, donde había pedido asilo siete años atrás, para evitar la extradición a Suecia, por una presunta violación, un caso que se cerró’.

Y podría hacer una larga lista, pero, para limitar este escrito, me parece preciso resaltar la farisaica actitud de la población, en general, ya que diferentes instituciones concedieron múltiples distinciones a esos personajes, por ejemplo:

A Navalni: Preimo Bambi (2023), premio Günter Walraff (2023), premio al Coraje civil (2022), premio M100 Media (2021), premio Sàkharov (2021), premio Noris Nemtsov (2021), premio Caballero de la libertad (2021), premio Coraje (2021), botón Play de oro (2018), Time 100 (2017 y 2021), premio de la Plataforma de la memoria y la consciencia europea (2015), FP top 100 global Thinkers (2011), persona del año (2009), etc.

A Assange: premio Ossietzky (2023), premio Günter Walraff (2022), premio Stuttgart de la paz (2020), Courage Award for the Arts (2013), medalla de oro por la paz y la justicia (2011), premio Sidney de la paz (2011), premio Martha Gellhorn de periodismo (2011), premio Walkley (2011), premio Sam Adams (2010), premio Index (2008), etc.

Y así ya tenemos la conciencia tranquila, pasamos página, y … al olvido, que la vida es corta, y el fútbol o cualquier festejo son más importantes y nos quitan la posible incomodidad.

Y esa falsedad generalizada la vimos tras el atentado a la revista satírica francesa Charlie Hebdo (7 de enero del 2015), en el que murieron asesinadas 12 personas y 11 más quedaron heridas, 4 de ellas de gravedad. Pues bien, a los pocos días, vimos desfilar a todos los políticos europeos y personalidades varias, con el mensaje de que ‘todos somos Charlie Hebdó’, o con la pancarta ‘je suis Charlie’, incluso el presidente turco Recep Tayyip Erdögan. Y también, claro, Pedro Sánchez (PSOE), que sigue manteniendo la ley mordaza.

En este escrito me parece preciso recordar a dos notables casos de españoles detenidos en la actualidad:

El periodista vasco Pablo González Yagüe (n. 1982), detenido en una cárcel de Polonia desde el 28 de febrero del 2022 (pronto se cumplirán dos años), acusado de espionaje, mientras cubría la crisis de refugiados provocada por la invasión de Ucrania.

Reporteros sin Fronteras denunció que es intolerable e insólito que el periodista lleve tanto tiempo en esta situación en un estado miembro de la UE.

Lleva dos años y en ese tiempo no han trascendido las pruebas que tiene Polonia en su contra, pero sí varias insinuaciones sin fundamento o descontextualizadas sobre su ‘posible’ espionaje para Rusia.

Días antes de su detención en Polonia, estando en ucrania, la inteligencia de ese país lo retuvo, le clonó su móvil, y le citó en Kiev, siendo ‘invitado’ a abandonar el país en 72 horas.

Una vez detenido en Polonia, los servicios secretos españoles (CNI) visitaron e intimidaron a algunos familiares y amigos del periodista en Euskadi y Catalunya.

Gonzalo Boye, abogado de Pablo, dijo que:

‘Pablo González ha sido detenido en Polonia por hacer su trabajo (…) le acusan de tener dos pasaportes y dos tarjetas de pago de dos entidades diferentes , y la explicación es que Pablo González tiene la doble nacionalidad, pues nació en Moscú en 1982, con el nombre de Pavel Alekssevich Rubtsov, y cuando tenía 9 años, sus padres se divorciaron, y su madre, que era una de ‘los niños de la guerra’ (aquellos menores que fueron enviados a Rusia en la guerra civil española) decidió trasladarse con sus hijos a España, primero a Euskadi y después a Catalunya, y decidió traducir su nombre poniéndole los apellidos de su padre, es decir, del abuelo, de esta manera, en España, el reportero quedó registrado como Pablo González Yagüe’.

Este es otro ejemplo de la mala praxis de la UE, y del escaso peso político y nula voluntad del gobierno español, es decir, de Pedro Sánchez.

Es ignominioso, injustificable, que González siga olvidado, hasta que nos enteremos … (ojalá no) que ha fallecido. Entonces todo serán pésames, claro.

El rapero Pau Rivadulla i Duró (Pablo Hasél), (n. 1988), encarcelado desde el 16 de febrero del 2021, es decir, hoy, justamente, hace 3 años, acusado por enaltecimiento del terrorismo y calumnias e injurias contra la corona. En total, acumula cuatro condenas que suman 6 años y medio de prisión.

Hasél es considerado un preso de conciencia o una víctima del ataque a la libertad de expresión, por parte de Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Fair Trials, el Pen Club Internacional o el espacio de la IV Internacional.

Aquí en el reino español, ya sabemos cómo se las gasta el poder judicial, pues tiene una idea muy peculiar de lo que es terrorismo y, por lo tanto, de lo que es enaltecimiento y apología.

Y con su estrecho prisma, todo es terrorismo y, por lo tanto, no cabe el derecho de información y de expresión. No aceptan la crítica y no conciben que el arte puede ser una herramienta crítica y, en especial, el estilo de los raperos, que suele ser ácida y dura.

Y en este caso vemos que todas las instituciones miran hacia otro lado, o incluso peor, como señaló Vicent Partal en su editorial de ayer, pues la Generalitat de Catalunya, como responsable de las prisiones catalanas, aplica una inusual dureza y maltrato a Pau, con más restricciones, máxime si se comparan con los ‘privilegios’ que tuvieron los líderes políticos.

Ayer, el rapero Valtònyc (Josep Miquel Arenas Beltrán) criticó esa prisión, señalando que en la actualidad es el único cantante en cárceles europeas, por sus letras.

Hasèl fue acusado por 64 tuits y fragmentos de una decena de sus canciones, así que es una clara privación de la libertad de expresión.

Se puede discrepar sobre su forma de expresión, por su dureza, etc., pero, obviar la diferencia abismal entre la palabra y los hechos, es malicioso. Y considerar que una canción puede incitar a la violencia, es considerar descerebrados a los oyentes, pero, efectivamente, la sentencia consideró que esos tuits y canciones comportaban ‘un riesgo en abstracto’ de que alguno de sus seguidores en redes sociales cometiera atentados.

Además, esta detención contrasta, especialmente, con la diferente altura de la luz de gálibo que se aplica en los casos de extrema derecha que, esos sí, pasan de los gritos a los hechos, y no pasa casi nada, como vimos a los asaltantes neonazis de la librería Blanquerna de la Generalitat de Catalunya en Madrid.

El catedrático de derecho penal Joan Queralt, actual senador de ERC, consideró, en su momento, que ¿si tan peligrosas eran las canciones, convertidas en piezas de convicción como sería un alijo de droga en un juicio de narcotráfico, por qué no se ha ordenado su retirada de las redes?

La sentencia consideró que los mensajes de Hasèl iban ‘más allá de la crítica social y de expresar simpatía con los Grapo u otros grupos terroristas, pues comportaban una alabanza de los medios violentos y una incitación a su reiteración que genera un elevado riesgo real de que alguno de los múltiples seguidores en las redes sociales del acusado los intente repetir’

Siguiendo con el citado Queralt: ‘es tremendamente complicado establecer una relación de causa efecto entre lo que uno dice y lo que pueden hacer terceros. No se midió bien la repercusión de unos tuits de Hasèl, que puede tener bastantes seguidores, pero ninguno de ellos hizo nada (…) por lo que consideró un disparate el ingreso en prisión (…) no se trata de compartir o no los excesos verbales de Hasèl, sino de recordar, como decía el Constitucional en sus buenas épocas, que la libertad de expresión no garantiza el derecho a no ser inquietado, sino todo lo contrario’.

Según escribió Oriol Solé Altimira (eldiario.es, el 11 de febrero del 2021):

‘En opinión de Diego Herchhoren (abogado de Hasèl), el ejecutivo español está obligado a acometer una reforma en el delito de enaltecimiento para acomodarlo a lo establecido en la directiva europea de prevención del terrorismo, que limita las condenas a la apreciación de un riesgo objetivo y evaluado en caso concreto, en vez del riesgo en abstracto de la condena de Hasèl.

(…)

A favor del cantante jugaron los votos particulares de los magistrados de la Audiencia Nacional y del tribunal Supremo partidarios de no castigar penalmente los tuits y canciones del rapero. ‘En ninguno de los 62 tuits se puede identificar un llamamiento a la violencia, y no parece que puedan ser susceptibles de generar situación de riesgo para persona alguna’, escribió en su voto particular la magistrada de la Audiencia Nacional Manuela Fernández Prado; los magistrados Miguel Colmenero y Ana Ferrer discreparon de la mayoría de sus compañeros de la Sala y señalaron que los mensajes y las letras ‘encuentran cobertura en la libertad de expresión (…) si bien las opiniones de Hasèl denotaban sintonía ideológica con algún miembro del Grapo, buscar en ellos un llamamiento a la violencia resulta desmesurado’

(…)

El PSOE, a finales del 2020, rechazó en el congreso de los diputados, la despenalización del delito de injurias a la Corona’.

(…)

En ese mismo artículo, se citan los siguientes tuits de Hasèl:

Por culpa de Arabia Saudí los niños en Yemen sufren así. Cosas de los amigos demócratas de los mafiosos Borbones.

¿Guardia civil torturando o disparando a inmigrantes? Democracia. ¿Chistes sobres fascistas? Apología del terrorismo.

2 años desde que Isabel Aparicio (ex militante del Grapo) fue exterminada por comunista, negándole el estado la asistencia médica en prisión.

El mafioso del rey dando lecciones desde el palacio millonario a costa de la miseria ajena. Marca España.

Luego pretenden que lloremos cuando les pasa algo a esos monstruos llamados policías.

¿50 policías heridos? Estos mercenarios de mierda se muerden la lengua pegando hostias y dicen que están heridos.

Etc.

La reproducción de esos tuits tiene el único e importante objetivo de mostrar al lector, de qué estamos hablando. Las injurias a la corona, como se puede encontrar en la red, se refieren a acusaciones contra Leticia, sobre sus relaciones sexuales extramaritales, contra el emérito por sus correrías con prostitutas y cacerías, etc., hasta uno que ‘amenaza con secuestrar a Francesco Schettino, capitán que abandonó en pleno naufragio el crucero Costa Concordia, para que tome el timón del Fortuna, yate del rey; ‘Juan Carlos el Bobón’, etc.

Seguidamente reproduzco algunos pensamientos sobre la libertad de expresión, que me parecen interesantes:

Liu Xiabo, Premio Nobel de la Paz en 2010, dijo que: ‘La libertad de expresión es la base de los derechos humanos, la raíz de la naturaleza humana y la madre de la verdad. Matar la libertad de expresión es insultar los derechos humanos, es reprimir la naturaleza humana y suprimir la verdad’.

Según Amnistía Internacional: ‘La información es poder, por eso, la libertad de expresión depende de la riqueza, de los privilegios y del lugar que ocupamos en la sociedad. Rara vez son las personas rizas y poderosas las que se ven limitadas a la hora de expresar sus opiniones’

‘Gracias a la libertad de expresión hoy ya es posible decir que un gobernante es un inútil sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco’ (Jaume Perich)

‘La libertad es siempre libertad para quien piensa diferente’ (Rosa Luxemburgo)

‘La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír’ (George Orwell)

‘Si nos quitan la libertad de expresión nos quedamos mudos y silenciosos y nos pueden guiar como ovejas al matadero’ (George Washington)

‘Si no creemos en la libertad de expresión de aquellos que despreciamos, no creemos e4n ella en absoluto’ (Noam Chomsky)

En definitiva, mi experiencia me muestra que en el reino español, el derecho a la libertad de expresión y de manifestación pacífica, es reprimida por el uso de la fuerza, amparada por una legislación represiva, culpa, en gran parte, de la ley mordaza que Pedro Sánchez prometió derogar, y que lo único que hizo fue un simple maquillaje.

Y me paree incomprensible, injusto, inhumano, inmoral, y muchos etc., más, que Pedro Sánchez vaya pasando los años en su poltrona y no dedique el tiempo preciso, que debería haber sido prioritario, para actualizar el código penal y adecuarlo a los estándares europeos, para que, casos así, no sucedan. Pedro Sánchez, si tuviera un mínimo de conciencia, no podría dormir, sabiendo que Hasèl, por citar este ejemplo, está en prisión.