Es habitual pensar que todo está determinado, que el ciclo causa efecto es generalizado, pero, a veces, surgen sorpresas que provocan una alteración que convierte en imprevisible el futuro inmediato, como explico seguidamente.
El término sorpresa tiene su origen en la palabra latina ‘superprehensus’, que significa ‘cosa inesperada’, que pilla a alguien desprevenido y le causa estupor; si bien el precedente más próximo de ese término lo encontramos en la palabra francesa ‘surprise’: impresión producida por algo imprevisto.
Y visto con la debida perspectiva, el procés catalán y nuestro referéndum del 2017, en realidad, fue un hecho disruptivo en la política española, y sigue siéndolo, como vemos con muchos ejemplos.
Entre esos ejemplo, podemos ver que casi siete años después del referéndum, los partidos independentistas (ERC y Junts) condicionaron recientemente la configuración del gobierno de Pedro Sánchez (PSOE) y, en este momento, siguen condicionando su estabilidad, pendiente de la ley de la amnistía; otro ejemplo lo hemos visto en la presente campaña de las elecciones autonómicas de Galicia, ya que los principales partidos (PSOE y PP) han configurado su campaña electoral teniendo como principales argumentos, precisamente, la citada ley de la amnistía, las negociaciones con el president Carles Puigdemont, la lengua catalana, etc.
Una notable excepción del ilógico proceder de esos dos partidos, lo hemos observado con el partido nacionalista gallego, el BNG, que se ha centrado en los problemas reales de su comunidad, por lo que, según las últimas estimaciones, eso ha sido muy bien recibido, hasta el extremo de hacer peligrar una quinta mayoría absoluta del PP, según algunas encuestas, que ojalá se confirmen.
Y si se llegan a confirmar estas estimaciones, podríamos ver que será el principio del fin del impresentable Alberto Núñez Feijóo (PP).
El pescado ya está vendido, y hoy, domingo 18 de febrero, los gallegos están votando, y dentro de unas pocas horas saldremos de dudas. Pero todo está por ver, ya que el tradicional conservadurismo gallego, por diferentes causas, pero, especialmente, por dos factores esenciales:
- la atomización de la población (con una media de edad elevada), diseminada en infinidad de pequeñas aldeas;
- y la incidencia del voto exterior, ya que, potencialmente, hay medio millón de votantes, concentrados, en gran número en Argentina.
Y claro, no hay que descartar el peso del uso fraudulento del poder, como hemos visto repetidamente en España, y que, en estas elecciones gallegas, se ha reproducido de nuevo, pues el Alfonso Rueda (PP), actual presidente del ejecutivo de esa comunidad, hace un par de días anunció un aumento de los sueldos de los sanitarios y de todos los funcionarios. A los sanitarios les ha prometido un incremento con efecto retroactivo del 1 de enero de este año, del 7,9% en las guardias nocturnas de los días laborales y del 15,71% en las de los festivos (incluida la noche de los viernes); y al resto de funcionarios, un aumento adicional del 0,5% al que estaba presupuestado, a partir de la nómina de febrero.
Una decisión así, obviamente, en un país democrático, sería impensable, ya que, desde la convocatoria de las elecciones, todo ejecutivo se mantiene en funciones, y debe limitarse a tramitar las gestiones imprescindibles, nada más. Y en el reino español tampoco faltan leyes que regulan todo tipo de actividades durante las campañas electorales, y sobre el particular las juntas electorales, enmarcadas en la Loreg (ley orgánica del régimen electoral general, ley 5/1985, del 19 de junio)
Pero, por experiencia, vemos que esas juntas electorales, sólo se esmeran para perseguir al independentismo catalán, por ejemplo, hasta el extremo de inhabilitar, en el año 2020, al president de la Generalitat, Quim Torra, por una pancarta reclamando la libertad de los presos políticos durante unas elecciones generales, a las que Torra no se presentaba.
Y la fiscalía, obviamente, en el caso gallego tampoco actuará de oficio, pues todo lo que sea favorecer al PP, les parece correcto. Y ese es otro ejemplo de la vergüenza del sistema español, claro.
Por eso, la sorpresa, en lugar de ser derivada de la palabra latina ‘superprehensus’, o de la palabra francesa ‘surprise’, en la España carpetovetónica se concibe ese término como derivado de la conjugación de ‘sor’ (monja) y ‘presa’ (sin escape)
Pero, prescindiendo de la posible sorpresa de hoy, vemos que, efectivamente, el referéndum catalán tuvo y sigue teniendo una gran incidencia en la política española, dejando desnudos todos sus poderes: judicial, policial, mediático, financiero, etc. y, claro, los partidos políticos y sindicatos unionistas y, en especial, la casa real, han quedado en una evidente situación antidemocrática, que no les es nueva, pero que siempre han intentado esconder bajo sus alfombras.
Adam Smith (1723 – 1790), en su obra ‘La riqueza de las naciones’ (1776) expresó que los individuos, aunque actúen fundamentalmente en su propio interés, contribuyen a la prosperidad sin proponérselo, y a ese fenómeno, le llamó ‘la mano invisible’, buscando precedentes en ‘la mano invisible de Júpiter’, refiriéndose a las creencias politeístas de los habitantes de la antigüedad, que atribuían a los dioses no sólo los eventos irregulares de la naturaleza, si no, también, acciones sociales sorprendentes.
Pero, a pesar de que el independentismo catalán incida en el proceso español, eso no quiere decir, ni mucho menos, que nos acabemos beneficiando, pues sabemos que las reglas y el tablero de juego están trucados y manipulados, y los árbitros, no digamos; así que su mano invisible, es diabólica, como sabemos.
Y tampoco podemos soñar ni confiar en el efecto mariposa que, como es sabido, es un concepto de la teoría del caos, descrito en sistemas caóticos que explica que cualquier pequeña variación en unas condiciones iniciales en un sistema determinista no lineal, acabará dando lugar a una diferencia mayor en estados posteriores; pero, me parece que no podemos confiar, ya que dentro de un estado caótico, las reglas, sus reglas, siguen y seguirán reforzando ese caos, al eliminar o minimizar todo atisbo de aleteo de mariposas en Catalunya.
Pero, las sorpresas, las ‘superprehensus’, las ‘cosas inesperadas’, existen. Muchos pensamos que si un día, más o menos lejano, puede regresar Carles Puigdemont, aquí se producirá un verdadero tsunami. Pero eso no es una sorpresa, ya que cabe dentro de toda lógica, y por eso, es esperable e incluso predecible. No en vano se están esforzando todas las fuerzas unionistas para evitar su regreso.
Aún así, no debemos descartar la sorpresa (surprise)
Hace unos días vimos la película ‘Sala de profesores’ (Das Lehrerzimmer), dirigida en 2023 por Leonie Benesch, en la que narra la experiencia de una profesora idealista, Carla Nowak, en una escuela secundaria conservadora, aparentemente controlada y normalizada, hasta que un suceso lo tergiversa todo, y se desestabiliza hasta extremos inesperados.
Y en esas estamos, ‘Esperando a Godot’ (*), en referencia a la obra de ese mismo nombre, escrita por Samuel Barclay Beckett (1906 – 1989) entre los años 1948 – 1949, y publicada en 1952.
(*) en general se acepta que se refiere a Dios (God, en inglés), pero Beckett siempre negó esa interpretación, afirmando que derivaba de ‘godillot’ que en francés significa ‘bota’, así que los personajes podrían estar esperando una bota; ese es el teatro del absurdo, movimiento en el que se clasifica al autor.
En esa obra, Beckett describe a cuatro indigentes que vagan por los caminos de la vida, reflexionando mientras esperan a alguien que nunca va a llegar; y esa búsqueda da sentido a su vida, en la que la espera es una muestra de la absurdidad de la vida misma.
En definitiva, que los independentistas catalanes no podemos dormirnos esperando una bota. Debemos esforzarnos, trabajar para conseguir la independencia, sin esperar que nos caiga del cielo ni que nadie nos la regale.
Y para eso es básica la unidad, es la única forma de hacer que el camino sea provechoso.
En cambio, si seguimos con nuestra habitual confrontación entre ERC y Junts, y con nuevas listas cívicas que aparecerán, no conseguiremos nada, pues la división comporta debilidad. Y esta confrontación recuerda otra novela de Beckett, ya que, en su obra ‘Final de partida’ (‘Endgamen’, en inglés (*), o ‘Fin de partie’, en francés), publicada en 1957.
(*) título que proviene del juego de ajedrez, al final del cual quedan pocas piezas en el tablero.
En esta obra, Beckett retrata a:
‘dos personajes, Hamm, un viejo amo que está ciego y no puede permanecer de pie, y su sirviente, Clov, que no puede sentarse.
Ambos viven en una pequeña casa junto al mar, aunque a veces el diálogo sugiere que no hay nada fuera de la casa, ni mar, ni sol, ni nubes.
Los dos personajes, mutuamente dependientes, siempre se han llevado mal, y así se ve a lo largo de la obra. Clov a veces muestra una remota intención de librarse de su yugo, pero nunca es capaz de hacerlo.
Los otros dos personajes que aparecen son los padres de Hamm, que no tienen piernas: Nagg y Nell, los cuales viven en sendos cubos de basura que aparecen en el escenario. De vez en cuando piden comida y hablan entre sí’
(Wikipedia)
Así que, si no queremos perder el tiempo esperando una bota, y no queremos perpetuar la actual situación entre ERC y Junts, como los personajes de esa obra, solo nos queda implicarnos seria y solidariamente y aplicar el refrán ‘a Dios rogando y con el mazo dando’ (Mt. 22:14).