En la era digital, la imagen pública no sólo abarca a las figuras visibles de nuestra sociedad, como políticos y celebridades, sino que se extiende a las plataformas que utilizan para comunicarse con el mundo. TikTok, una de las redes sociales más influyentes del momento, se encuentra en el ojo del huracán en un tema que trasciende fronteras y pone de manifiesto la complejidad de regular el espacio digital que no todos comprenden, mientras se salvaguarda la libertad de expresión y la protección de los usuarios más vulnerables.
Y precisamente en ese tenor, la Unión Europea ha iniciado una investigación en contra de TikTok, bajo la Ley de Servicios Digitales (DSA), que destaca la creciente preocupación global respecto a cómo las plataformas digitales gestionan la seguridad y privacidad de los menores. Esta medida subraya un esfuerzo por imponer un marco regulatorio que garantice un entorno digital seguro, especialmente para los niños y adolescentes que constituyen una parte significativa de la base de usuarios de TikTok, recordemos que esta red fue creada inicialmente para jóvenes de entre 13 y 17 años. La posibilidad de enfrentar multas de hasta el 6% de sus ingresos globales por incumplimientos a la DSA refleja la seriedad con la que las autoridades están abordando estas preocupaciones.
El tema en esencia no es nuevo, el escándalo de Facebook con Cambridge Analytica que fue muy sonado donde se compartieron infinidad de datos de usuarios, o las estadísticas que tenía Meta y que salieron a la luz sobre el impacto emocional en la autoimagen en los niños y jóvenes por el uso de Instagram son dos claros ejemplos. Vamos, son muchas las variantes que apenas vamos descubriendo sobre las redes digitales y su impacto en las diversas esferas sociales.
Ahora, la imagen integral de TikTok se ha visto inmersa en diversas complicaciones, como las prohibiciones para el uso de la plataforma en dispositivos oficiales de funcionarios del gobierno que fueron implementadas, el año pasado, por varios países occidentales como: Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y muchos países europeos. Y es que son varias las razones detrás de estas decisiones como: la recolección excesiva de datos, el que la plataforma es propiedad de la empresa ByteDance y que esta es China, y la percepción de que podría ser usada para espiar a los usuarios, y aunque esto está basado en teorías, sin duda, ha manchado la reputación de la plataforma.
Sin embargo, recientemente sucedió algo que contradice todo lo anterior y recalca la importancia de la plataforma sobre todo para lograr un posicionamiento de marca con las nuevas generaciones, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se unió a TikTok, el pasado 11 de febrero, un movimiento que, si bien le ha generado más de 9.6 millones de visualizaciones y más de 180 mil seguidores, también ha avivado el debate sobre la coherencia de las políticas gubernamentales respecto a la seguridad nacional y el posicionamiento de la imagen pública digital. Sin duda, este acto podría interpretarse como un reconocimiento tácito del poder de TikTok en la esfera política, contradiciendo las preocupaciones expresadas por sus propios funcionarios. Por algo, esta acción ha suscitado una notable controversia en el ámbito político debido a su evidente contradicción y por lo mismo un conjunto de 18 congresistas republicanos ha instado a Biden a cerrar su cuenta en TikTok, argumentando los potenciales riesgos que conlleva el uso de esta red y recordando que existe una prohibición para que los funcionarios gubernamentales instalen TikTok, lo que hace que la participación del presidente en esta plataforma sea particularmente discordante.
Al final, TikTok es un claro ejemplo de la complejidad de navegar la imagen pública en la era digital, donde las plataformas no sólo deben lidiar con las regulaciones y la percepción pública, sino también con las implicaciones desconocidas de su operación.