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República Laica

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Para este escrito he tomado el título de un documento del maestro Carles Castellanos i Llorenç, editado el pasado mes diciembre del 2023 por La Veu de Poble Lliure, ya que me voy a centrar en él.

Este documento que amablemente me obsequió el autor (y compañero de activismo independentista), empieza la introducción señalando que:

‘El marco de la nación catalana libre que estamos construyendo con la lucha, y que instauraremos, es el de una República laica e igualitaria. En este artículo nos esforzaremos en desbrozar el camino hacia este objetivo necesario y políticamente imprescindible. La clarificación del aspecto ideológico y político general de la nueva República, que anunciamos en el título, nos obliga a ir más allá de las discusiones programáticas, a sobrevalorar los problemas concretos en la definición de objetivos inmediatos y de puntos comunes constitucionales que no corresponden en esta propuesta que centramos en los aspectos señalados’.

Para ello, Castellanos realiza un análisis histórico general, desarrollando el siguiente esquema:

  • El poder de las religiones en el alba de los tiempos.
  • La tiranía sometida a crítica. Teoría y práctica social de los inicios.
  • Imperios y repúblicas en el desarrollo precapitalista.
  • Génesis de la revolución catalana histórica.
  • Las ideas de las luces frente a las creencias míticas y religiosas. Repercusiones en las teorías y prácticas del republicanismo.
  • El desarrollo del igualitarismo y del antiimperialismo. Repercusión en los Països Catalans.
  • Crítica del liberalismo individualista y de sus evoluciones postmodernas.
  • Combatir las ideologías obscurantistas y reaccionarias, aquí y en todo lugar.

En el presente escrito no pretendo efectuar un análisis ni un resumen del documento en cuestión, ya que considero que es preciso leerlo íntegramente, pues es muy recomendable para intentar abarcar la totalidad de las ideas expuestas por el autor.

Por eso me centro en la constatación de Catalunya, como un espacio específico ‘resultado de la aparición progresiva en el seno de la sociedad catalana, de una concepción de las relaciones sociales que contrastaba con un entorno triplemente hostil’, pues, el autor prosigue indicando que:

‘Ya desde su nacimiento, el pueblo catalán fue observado con un profundo recelo por las fuerzas imperialistas que iban amenazando el entorno y por los capitostes religiosos dispuestos a darles soporte. Los nacientes estados de España, de Francia y los papas de Roma han ido combatiendo con las prohibiciones y también con las armas, de una manera bien cruenta, la expresión política de los principios que han ido configurando socialmente la nación catalana.

La ideología social de la nación catalana y su entorno natural, el área occitana, con la adición de la LLombardia, como se ha ido descubriendo, iban configurando un espacio europeo alejado de las autoridades imperialistas y belicistas de la época. Las costumbres sociales que se iban desarrollando en el entorno de esta gran área del sur de Europa ya desde la baja edad media contrastaban fuertemente con las formas de poder que se iban formando entorno a los estados francés y castellano, fuertemente militarizados y gobernados por monarquías de estilo despótico que establecían un triángulo opresivo con el soporte permanente del papado.’

Y esta idea de los Països Catalans, como espacio intermedio entre dos potencias militaristas, respaldadas por el papado, me parece que es sumamente clarificadora e ilustrativa, si bien no es exclusiva, ya que el Reino de Navarra, por ejemplo, también comparte nuestra problemática.

Y me parece interesante relacionarla con las tesis expuestas por Vicent Partal, en su obra ‘Fronteres: aquelles línies que algú ha dibuixat sobre un mapa’ (Fronteras; aquellas líneas que alguien ha dibujado en un mapa), editorial Comanegra, 2022.

Siguiendo con Partal las fronteras han tenido (y tienen) la función de intentar separar un colectivo humano de otro (…) y, en la historia, esas líneas no eran estables como hoy (…) el término frontera, un femenino derivado del sustantivo ‘frente’, ya es una pista sobre su esencia (…) Así, la frontera no era un punto geográfico fijo, sino una acción.

‘(…) bastantes lenguas enriquecen el concepto de frontera, aportando matices muy interesantes, algunas sutilizas semánticas que nos llevan más allá y nos abren la mirada. Y son matices que, por si solos, ya nos habrían de indicar qué error tan grande es reducir el fenómeno de la frontera a la variante estrictamente administrativa, a la frontera de choque, a la reducción del concepto a la aplicación que han hecho los estados-nación’

Partal señala los términos ‘border’ (inglés), la línea que separa; ‘frontier’ (francés) espacio de transición abierto por un lado, ‘confins’ (francés), aquél espacio difuso en el que las cosas se mezclan más que se separan; la ‘muga’ de los vascos que incluso genera habitantes de la línea (los mugalariak); etc.

Por eso, me parece que la idea de considerar toda Catalunya como tierra de frontera, abierta por el lado del poderoso de turno, que casi siempre ha sido por el lado castellano, como en la actualidad y, en ese sentido, todos los catalanes podríamos asemejarnos a los mencionados mugalariak.

Siguiendo con Partal, ‘El geógrafo e historiador Alpha Oumar Konaré, jefe de estado de Mali entre el 1992 y el 2002, puso sobre la mesa el interesante concepto de país-frontera, en un intento de conciliar la tradición de la frontera como un espacio abierto de contactos con la realidad actual de la frontera como un espacio de control’

Esta idea de país-frontera, a mi modo de ver, encaja perfectamente con el pensamiento expuesto por Castellanos, pues:

‘el carácter revolucionario catalán, forzado por el contexto de las agresiones imperialistas, (explican) la revolución histórica catalana (como) la expresión de la contradicción soterrada entre los intereses populares y las agresiones absolutistas e imperialistas (…) y será probablemente con las luchas de resistencia contra la ocupación frente de los borbones españoles y franceses, que sacudieron los Països Catalans de una punta a otra, después del Tratado de los Pirineos (el 1659) y hasta el final de la guerra de ocupación española (el año 1715), cuando ya se muestran unos fundamentos políticos más claros en defensa de las ‘lleis de la terra’ (leyes de la tierra), es decir, que es cuando se extiende socialmente la consciencia de defender unas formas de gestión política contrarias al absolutismo, como la existencia de un Tribunal de Contrafaccions y otras normas de aire garantista que el absolutismo borbónico había liquidado. Un patriotismo político de raíz popular empezó, entonces, a tomar forma.’

Me parece claro que el reino castellano siempre consideró a Catalunya como un terreno enemigo y, después, el reino español nos ha considerado como tierra conquistada, como tierra colonizada, como nos muestra la continua explotación económica y el menosprecio social y cultural.

Por eso, implícita e inconscientemente, nos han reconocido como un país-frontera, como unos bárbaros (extranjeros); y, por nuestra parte, esta idea nos retroalimenta y deberíamos explotarla.

Partal señala que:

‘contra lo que suele pensar la gente, y contra aquello que los estados quieren que pensemos, las fronteras son siempre una invención humana y ni tan solo aquellas tan aparentemente naturales no son, naturales. Islandia, por ejemplo, se ve hoy como un país con una frontera casi perfecta: es pequeña, muy homogénea y compacta, alejada geográficamente, y vive cerrada por la naturaleza insular. Pero, hasta finales de 1944 Islandia no era un país independiente y por lo tanto esta ‘naturalidad’ que todos apreciamos hoy en su delimitación frontera simplemente no existía. El hecho de ser una isla, cuando no era estado, no significaba nada. Por que´, por decirlo con palabras de Henri Wesseling, las fronteras no son determinadas por la naturaleza, si no por el poder’.

Como vemos, todo cambia, no hay nada fijo e inmutable, todo es caduco, y espero que más pronto que tarde, Catalunya será una nueva Islandia; y el poder lo tenemos el pueblo, no lo debemos olvidar.

Para finalizar, me gustaría pensar que esta ensalada de ideas que acabo de hacer, combinando las de Castellanos y las de Partal, no las desmerezca ni las devalúe, pues mi interés es justo el contrario, resaltar los pensamientos de ambos magníficos maestros, en el mejor y más amplio sentido del término. Y claro, recomendar la lectura de ambas obras, pues es la mejor forma de agradecerles su gran trabajo.

Los independentistas catalanes queremos lograr nuestra república laica e igualitaria, como apunta Castellanos, y todos tenemos claro que no la queremos para sustituir el estado español por el nuestro, no queremos un estado clónico al español, ni un choque de estados, ni mucho menos, si no que queremos configurar una mucho mejor. (Nota final: como mera observación colateral respecto al origen de las religiones como fuente de poder, en el documento de Castellanos he encontrado a faltar una mención sobre la interpretación psicoanalítica del superyó, por ejemplo, en la línea apuntada por Sigmund Freud (1856 – 1939) y la hipótesis expuesta en su obra ‘Tótem y Tabú’ (1913), pero, como digo, esta observación es marginal