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El Eros y el Thanatos

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

‘Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia’ (Aldous Leonard Huxley, 1894 – 1963) y, este escrito va sobre esa facilidad para desaprender, para ignorar, que nos caracteriza individual y socialmente.

La Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia por el Covid-19, el 11 de marzo del 2020. El gobierno español, mediante el BOE nº 67, del 14 de marzo, declaró el estado de alarma, por la emergencia sanitaria.

Mañana, 15 de marzo, en España será el cuarto aniversario del primer confinamiento por el Covid-19, que duró hasta el 21 de junio, es decir, 98 días, 2351 horas, prácticamente cerrados en nuestras casas, y, posteriormente, mediante una desescalada, las restricciones y limitaciones, de una forma u otra, se fueron suavizando, hasta el 15 de diciembre del 2022, que se dio como oficialmente superada la pandemia en España.

Y, tras esa pandemia, el propósito generalizado fue que esa experiencia nos sería útil para aprender y mejorar, de cada al futuro.

Pero vemos, que no fue así, pues una vez nos quitaron todas las limitaciones, salimos como pollos descabezados, y nos olvidamos de todo, especialmente, que el pollo Mike (decapitado el 10 de setiembre de 1945 en Colorado), acabó su ‘suerte’ en la primavera de 1947.

Efectivamente, ese episodio histórico marcó y determinó nuestras vidas, e incluso nos destrozó sueños e ideales difícilmente olvidables, o imposibles de olvidar, pues el tiempo no lo cura todo, ya que nos movemos por las pulsiones del eros (instinto de conservación: alimento, sexo, sueño, etc.) y del thanatos (la ausencia total de preocupaciones y dolores, por lo que, inconscientemente tendemos a repetir errores en búsqueda de la muerte). Y en esa dialéctica, el paso del tiempo apenas sirve de bálsamo de Fierabrás, que, según el Quijote, lo curaba todo.

Y ese no aprendizaje de la historia nos lleva a emular al mítico Sísifo que, como Prometeo, se enfrentó a los dioses, y fue condenado a empujar perpetuamente una gran piedra hacia la cumbre de la montaña, para que volviera a caer rodando hasta el valle, y así, repetir infinitamente el trabajo.

Entre las obras de Albert Camus (1913 – 1960), en este escrito podría destacar ‘La peste’ (1947), que narra la solidaridad de unos médicos durante una plaga en la ciudad de Orán (Argelia), y muestra, también, el comportamiento de diferentes personajes, como médicos y turistas fugitivos; pero me parece más pedagógico centrarme en ‘El mito de Sísifo’ (1942):

‘Albert Camus desarrolló la idea del ‘hombre absurdo’, o con una ‘sensibilidad absurda’. Es aquel que se muestra perpetuamente consciente de la completa inutilidad de su vida. También es aquel que, incapaz de entender el mundo, se confronta en todo momento a esta incomprensión. El hombre rebelde será, por lo tanto, aquel que se encuentre en todo momento frente al mundo: ‘El rebelde no niega la historia que le rodea y trata de afirmarse en ella, pero se encuentra ante ella como el artista ante lo real, la rechaza sin eludirla. Ni siquiera durante un segundo hace de ella un absoluto.

(…) Según Camus, Sísifo es el héroe absurdo definitivo, pues experimenta la libertad durante un breve instante, cuando ha terminado de empujar el peñasco y aún no tiene que comenzar de nuevo. En este punto, Camus sentía que Sísifo, a pesar de ser ciego, sabía que las vistas del paisaje estaban ahí y debía haberlo encontrado edificante. Uno debe imaginar feliz a Sísifo, por lo que, aparentemente, lo salva de su destino suicida’

(Wikipedia)

Y me parece que ese sentimiento de la absurdidad, esa sensibilidad absurda, predomina en todos los ámbitos, incluso nosotros mismos somos absurdos, ya que estamos sujetos a nuestras rutinas, sin ni siquiera disfrutar de breves instantes de libertad, ni de intuir el paisaje que nos rodea.

Y en ese contexto debemos incluir a los políticos, como nos ratificaron ayer mismo, tirando por la borda la actual legislatura catalana (la XIII de la Catalunya autónoma), con una excusa infantil y de lo más tonta, como es la construcción de un macro casino de Hard Rock, sabiendo que, en realidad ese tema era sólo la pantalla de la oscura y oculta realidad.

Así, una legislatura que, inicialmente (21 de marzo del 2021), nació con un 52% de los diputados pertenecientes a partidos independentistas, por lo que debería haber trabajado para llevar adelante el trabajo iniciado con el referéndum del 2017, en realidad ha resultado ser una legislatura perdida.

Según Pericles (495 a.C. – 429 a.C.) el buen gobernante debía poseer cuatro cualidades: primera, tener ideas sobre lo que conviene hacer; segunda, saberlas explicar con claridad, para convencer; tercera, querer a la ciudad; y cuarta, no aceptar sobornos.

Y en esa línea consideró que: ‘El que sabe pensar, pero no sabe expresar lo que piensa, esta al mismo nivel del que no sabe pensar; el que domina las dos cosas, pero no quiere a la ciudad, no mira por el bien de la comunidad, y si se somete al dinero, todo lo pierde por esa razón’. Ese pensamiento representó un cambio de mentalidad, ya que no se prima al guerrero ni al poderoso.

Siguiendo con Pericles:

‘No se sale adelante celebrando éxitos, sino superando fracasos’

‘La felicidad está en la libertad, y la libertad en el coraje’

‘En lugar de considerar la discusión como una piedra de tropiezo en el camino de la acción, es un preliminar indispensable para cualquier acción sabia’.

‘Somos libres y tolerantes en nuestras vidas, pero en los asuntos públicos nos ceñimos a la ley’

‘Un hombre que no se interesa por la política no es un hombre que se ocupa de sus propios asuntos, es un hombre que no tiene ningún asunto en absoluto’

‘Aunque solo unos pocos son capaces de originar una política, todos somos capaces de juzgarla’

‘Cuando los tiranos parecen besar, ha llegado el momento de echarse a temblar’

‘Los más valientes son, sin duda, aquellos que tienen la visión clara de lo que les espera, tanto la gloria como el peligro, y, sin embargo, salen a su encuentro’

‘Si Atenas te parece grande, considera entonces que sus glorias fueron alcanzadas por hombres valientes que aprendieron sus deberes’

‘Generaciones futuras se maravillarán de nosotros, como la era actual se maravilla de nosotros ahora’

(https://www.psicoactiva.com)

En definitiva, si queremos aprender de nuestra historia, de nuestros errores y aciertos, y, así, superar la mencionada idea de Huxley: ‘Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia’, no basta con el deseo, debemos llevarlo a la práctica, es decir, tener la idea de hacerlo y saberlo explicar convincentemente, como apuntó Pericles, sólo así dejaremos de ser hombres absurdos.

Y, en el actual contexto político catalán, una vía para salir de la absurdidad generalizada, me parece que debería pasar por luchar contra el pasotismo, contra el quietismo y contra el conformismo que nos imponen la mayoría de los políticos y sus empresas (partidos); pues, en este momento, como desde el referéndum del 2017, todos deberíamos haber ido juntos, unidos, y liderados por el president Carles Puigdemont, destituido inmoralmente por las fuerzas unionistas, y eso no lo podemos perdonar ni olvidar.

Se lo debemos al president, ya que fue el gobernante que elegimos democráticamente, y que los unionistas, nos reprimieron.

Siguiendo con los valores de Pericles, la democracia venció la superioridad del guerrero y poderoso, y Puigdemont, representa la democracia de la principal institución democrática catalana, que es la que debemos defender. Y, en este caso, el president, asimismo, se ha confirmado como el mejor guerrero, así que, no podemos pedir más.