Estos días vemos que Pedro Sánchez está realizando una gira europea, para recabar apoyos para el reconocimiento del estado palestino; y esto está bien, pues todo pueblo tiene derecho a ser reconocido al máximo nivel. Pero ¿por qué se esfuerza en solucionar un problema que le viene grande, y no quiere abordar, de verdad, el problema catalán? A continuación, hago una mera aproximación a ese dislate.
Efectivamente, a Pedro Sánchez le gustan más los temas internacionales, pues considera que le dan mayor brillo a su pretendida y buscada imagen de estadista. Pero, se olvida que para eso se precisa practicar con el ejemplo, si realmente quiere mostrar una faceta honesta, coherente y creíble. Y, por lo que sabemos, ahí es donde falla ese ‘líder’, así que a los independentistas catalanes no nos engaña en absoluto.
Pretender solucionar el histórico contencioso palestino – judío, es de una gran complejidad, ya que tiene raíces históricas milenarias. Pero, aún así, proponer el reconocimiento del estado palestino, requiere proponer, de forma clara, los aspectos básicos, como son el territorio definido y viable, con alternativas para trasladar a los colonos judíos de Cisjordania y, obviamente, un calendario prefijado, con un programa de acciones conducentes al fin deseado.
Pero, limitarse a impulsar el reconocimiento del estado palestino, sin detallar nada, sin entrar en los pormenores decisorios, no sólo es un dislate, si no que se pueden aplicar todos los sinónimos al respecto, pues es un disparate, una barbaridad, un desatino, una imprudencia, una insensatez, un despropósito, un desacierto, etc.
Y que Pedro Sánchez sustente su actual posición, con el genocidio que vemos a diario, es una razón de peso, pero eso no permite olvidar que los catalanes, en los 310 últimos años, hemos sufrido todo tipo de derrotas militares, asesinatos, prisión, exilio, expoliación económica y, también, un genocidio cultural. Y todo eso sigue en la actualidad, en diferente grado, pero consistente a lo largo de los siglos. Pero, claro, Sánchez quiere ignorar todo eso, y sustituirlo por un simple problema de convivencia.
No hace falta remontarse a siglos atrás, sólo es preciso recordar los hechos producidos hace casi 90 años:
El 6 de octubre de 1934, el president de la Generalitat de Catalunya, Lluís Companys, proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española, y la reacción española fue la esperable, y fue compartida por los catalanes españolistas, los unionistas de siempre, como escribió el director de La Vanguardia (un diario conservador y unionista por excelencia), Agustí Calvet:
‘Es algo formidable. Mientras escucho me parece que estuviera soñando. Eso es, ni más ni menos, una declaración de guerra. ¡Y una declaración de guerra -que equivale a jugárselo todo, audazmente, temerariamente- en el preciso instante en que Catalunya, tras siglos de sumisión, había logrado sin riesgo alguno, gracias a la república y a la Autonomía, una posición incomparable dentro de España, hasta erigirse en su verdadero árbitro, hasta el punto de poder jugar con sus gobiernos como le daba la gana! En estas circunstancias, la Generalitat declara la guerra, esto es, fuerza a la violencia al Gobierno de Madrid, cuando jamás el Gobierno de Madrid se habría atrevido a hacer lo mismo con ella’.
Hacia las 22.00 h del mismo día 6, una compañía de artillería ocupó la Plaza de la República (actual Plaça de Sant Jaume) informando que tenían órdenes de tomar los dos edificios oficiales.
Sobre las 7 de la mañana del 7 de octubre, las tropas entraron en el Palau de la Generalitat y detuvieron a Companys y a su gobierno, y a varios diputados; también entraron en el Ajuntament de Barcelona, y detuvieron al alcalde Carles Pi i Sunyer. Todos ellos fueron conducidos al buque prisión Uruguay, anclado en el puerto. En esos días murieron 38 civiles y 8 militares. Más de tres mil personas fueron encarceladas, la mayoría en el vapor citado, y puestas bajo la jurisdicción de los consejos de guerra. También fue detenido Azaña, que se encontraba casualmente en Barcelona, para asistir a los funerales del que fuera ministro de su gabinete, Jaume Carner.
Companys y su gobierno fueron juzgados por el tribunal de garantías constitucionales y fueron condenados en junio de 1935 por rebelión militar a 30 años de prisión, que comenzaron a cumplir, unos en el penal de Cartagena, otros en el del Puerto de Santa María.
El gobierno de Lerroux desató ‘una dura oleada represiva con la clausura de centros políticos y sindicales, la supresión de periódicos, la destitución de ayuntamientos y miles de detenidos, sin que hubieran tenido una actuación directa en los hechos’, lo que evidenció ‘una voluntad punitiva a menudo arbitraria y con componentes de venganza de clase e ideológica’.
La autonomía catalana fue suspendida indefinidamente por una ley aprobada el 14 de diciembre a propuesta del gobierno (la CEDA exigía la derogación del Estatuto) y la Generalitat de Catalunya fue sustituida por un consejo de la Generalitat designado por el Gobierno y con un presidente (el coronel Francisco Jiménez Arenas) denominado gobernador general de Catalunya. Se clausuró el Parlament de Catalunya y alrededor de cien ayuntamientos fueron disueltos siendo sustituidos por comisiones gestoras integradas por políticos de derechas.
En enero de 1935, el citado coronel fue sustituido por Manuel Portela Valladares, y en abril, éste fue sustituido por el radical Juan Pich y Pon, que compaginó el cargo de gobernador de Catalunya y alcalde de Barcelona, a pesar de estar envuelto en el escándalo del estraperlo.
La Ley de Contratos de Cultivo fue anulada y se tramitaron casi tres mil juicios de desahucio de rabasaires y de aparceros, siendo muchos de ellos encarcelados en el barco prisión Manuel Arnús, anclado en el puerto de Tarragona.
La conmutación, por parte del gobierno de Niceto Alcalá Zamora, de las penas de muerte, por la de 30 años de prisión, de los militares implicados en la proclamación del Estado Catalán (el teniente coronel Juan Ricart, el capitán Federico Escofet y el comandante Enrique Pérez Farrás, provocó una ola de indignación en el ejército, hasta el extremo que el jefe de gobierno amenazó con dimitir si se les ejecutaba.
(fuente: Wikipedia)
Como vemos, la situación actual no dista demasiado de la mencionada de 1934, con consecuencias similares. Y eso es debido a que las fuerzas e intereses son los mismos: el estado español sigue siendo una réplica inmutable e in-transformable de la de antaño, La Vanguardia sigue en su Retaguardia, y políticos como Salvador Illa (PSC/PSOE), Jessica Albiach (Comunes/Sumar) y Alejandro Fernández (PP), no dejan de ser una réplica del populista Alejandro Lerroux. Y, como no, las disputas entre ERC y la Lliga, seguimos viéndolas entre ERC y Junts.
Pero a pesar de toda nuestra historia, Pedro Sánchez, dadas sus limitaciones e intereses, cree que sus gestiones nos pacifican y reestablecen la convivencia entre catalanes.
Así, si no es capaz, ni tiene la voluntad de querer entender el problema catalán, ¿cómo puede creer que alguien le vea capacitado para intentar resolver el problema entre los judíos y los palestinos?
El escritor Pere Calders i Rossinyol (1912 – 1994), en su colección de micro-relatos denominado ‘De teves a meves’ (1984) (de tuyas a mías) incluye el cuento que da título a esa colección, en el que narra que:
‘Un hombre accede a hacerse un retrato para complacer a la patrona de la pensión en la que ha sido huésped durante años y que va a abandonar. Hasta ahí, la complaciente normalidad. Pero cuando el fotógrafo dispara su vieja máquina, la llamarada del magnesio salta a una cortina, y el narrador, que se pone a salvo, nos informa de que la cosa acaba con el incendio de un bloque de casas y la muerte de trescientas personas, ‘todas de buena familia’’.
Y, metafóricamente, me parece que Pedro Sánchez está haciendo el papel de ese fotógrafo pirómano.
El mencionado título ‘de tuyas a mías’, recuerda el refrán: ¿de tuyas a mías, cuantas te comerías?, que refleja el contraste entre la realidad y la irrealidad y, en está última está instalado Pedro Sánchez y el conjunto del estado español y los unionistas.
Por eso me parece oportuno reproducir otro micro-relato del mencionado Calders:
‘Agujeros negros
El amigo era de aquellos que se animan en las conversaciones de sobremesa, a la hora del café. Me puso suavemente su mano encima de mi brazo, y me dijo:
No nos engañemos, tu. Nosotros somos el futuro del pasado y, a la vez, el pasado del futuro…
Y engolando la voz, añadió:
Por muy extraño que parezca, el hombre no ha tenido nunca presente’
Y ese amigo del cuento, en plan de ‘cuñao’, es el que asume Pedro Sánchez tanto en su distopía internacional, en su anti-utopía, en su quimera, como en su desmemoria interesada de la historia catalana.
Pedro Sánchez, siguiendo con este cuento de Calders, quiere llenar los agujeros negros de la historia, con sus fotos, exultante con diferentes presidentes europeos, así satisface su egolatría, y potencia su narcisismo. Pero, claro, no soluciona ni solucionará nada, como podremos ver en breve.
Es evidente que esa labor pedagógica internacional debería realizarla para conseguir que se cumpla una de sus promesas de investidura, por ejemplo, el reconocimiento del catalán en las instituciones europeas, pero, claro, una vez apoltronado en la Moncloa, todos sus compromisos pasaron a las catacumbas, esa es su ‘credibilidad’.
Por eso, me parece interesante reproducir algunos pensamientos que me acaba de enviar un compañero de las manifestaciones de Meridiana Resisteix:
‘La política es el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a los hombres sin memoria’ (François M. Arouet, Voltaire, 1694 – 1778)
‘Cuando un candidato invierte millones y millones en su campaña. No es un candidato, es un empresario y como empresario, cuando sea alcalde, sólo pensará en sacar lucro, provecho y en lo que menos pensará … será en la gente’ (Carlos Gaviria Díaz, 1937 – 2015)
‘Aquel candidato que regala cosas para que lo sigan, no es un líder. Es un comerciante de la política’ (José Mujica, n. 1935)
‘Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzosa’ (Víctor Hugo, 1802 – 1885)
‘El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los PROPIOS oprimidos’ (Simone de Beauvoir, 1908 – 1986)
‘Una nación está en peligro cuando su presidente habla todos los días y se cree la persona más importante de su país’ (Arturo Umberto Illia, 1900 – 1983)
‘Cuando un político dice que acabará con la pobreza, se refiere a la suya’ (Paulo Coelho, n. 1947)
Aunque un gobierno haga una ley dando permiso a los burros para que vuelen, no por eso a los burros les salen alas’ (P. Jorge Loring Miró, S.J., 1921 – 2013)
‘Los políticos y los pañales deben ser cambiado con frecuencia … ambos por la misma razón’ (George Bernard Shaw, 1856 – 1950)
‘La ignorancia de un votante en una democracia pone en peligro la seguridad de todos’ John F. Kennedy, 1917 – 1963)
‘Si hay un idiota en el poder, es porque quienes lo eligieron están bien representados’ (Mahatma Gandhi, 1869 – 1948)
‘No existe bestia en el mundo más peligrosa que un ignorante con poder’ (Ronald Reagan, 1911 – 2004)
Evidentemente, todos estos pensamientos deberíamos sopesarlos y ponderarlos debidamente, cada uno en nuestro ámbito personal y social, y extraer las conclusiones pertinentes, y, así, poder obrar en consecuencia, en nuestras actividades, especialmente, en el momento de votar. Sólo así podremos desprendernos de políticos fatuos y superficiales.