Esta precampaña electoral ha empezado fuerte en los medios de comunicación, si bien, en la ciudadanía, se observa un cierto distanciamiento, un alejamiento de los partidos; por eso me parece interesante profundizar un poco al respecto.
Me parece evidente que, pensando en el conjunto de los catalanes, concentrar el voto en los partidos independentistas aportará, indiscutiblemente, mayores ventajas, pues esos partidos serán los únicos que podrán ‘forzar’ a Pedro Sánchez (PSOE) a considerar en mejor medida sus decisiones (presupuestos y la ejecución de los mismos, una mejor financiación y, en definitiva, un más justo reconocimiento de la realidad de nuestro país), mientras que los partidos unionistas, seguirán velando por la continuidad del statu quo, el ‘café para todos’ (que, en definitiva, para Catalunya, acaba siendo una mera agua negra)
Obviamente, también hay diferencias entre los partidos independentistas, pues mientras que ERC, como hemos visto por su actuación en esta última década, está ‘entregado’ al PSOE; Junts ha venido presionando más, como hemos podido comprobar por la definitiva ley de la amnistía.
Por eso, me parece interesante recapacitar y ponderar adecuadamente nuestro futuro voto, prescindiendo de las batallitas partidistas, si no, pensando en clave de futuro inmediato. Y allá cada uno con su libertad y su conciencia.
A este respecto, me parece interesante trasladar la siguiente historia:
‘El crimen más inútil de la historia
Alba Editorial reedita las memorias del príncipe Fèliks Iussúpov, la mayor fortuna privada de Rusia y responsable del asesinato de Rasputín.
Es el relato de más de treinta años de una vida fastuosa.
En una nota preliminar a este libro de memorias, la nieta de Fèliks Iussúpov, Xènia Sfiri-Sheremétev, nacida en el exilio romano, señala con sincera desvergüenza la gratitud por los ‘valores’ que su abuelo les legó: ‘la grandeza de espíritu, la valentía y la sencillez’. Dicho del hombre que ideó, organizó y ejecutó el asesinato de Rasputín, dice mucho de cómo entienden estos valores de ‘grandeza de espíritu’ los que nacen privilegiados desde la cuna, y para los que, el crimen de una persona es un acto de grandeza.
El asesinato de Rasputín marcó para Fèliks Iussúpov un antes y un después, ya en el exilio. Es esta vida anterior la que el mismo relató en ‘Memorias de antes del exilio (1887 – 1919) y que la editorial Alba ha reeditado, con una magnífica traducción de Isabel González-Gallarza. Es el relato de más de treinta años de una vida fastuosa, grandiosa y despreocupada de quien fue el heredero de la mayor fortuna privada de Rusia. Hasta que, parodiando a Carlos Puebla: llegó al mando Lenin, y mandó pararla.
Iussúpov relata una infancia y juventud dorada y esto a pesar de que, al nacer, fue la decepción de su madre que esperaba una niña y como una niña la crio hasta los cinco años. Fue un niño débil, pero Iussúpov creció en un entorno privilegiado, con una única sombra en su vida, la relación casi inexistente con su padre. ‘Él no sabía nada de nuestra vida. Ni mi hermano ni yo nunca pudimos tener una conversación sincera con él’, escribió en esas memorias.
Describe las fiestas en ocasión de la coronación del zar Nicolás II; la vida diaria en los diferentes palacios que la familia tenía en San Petersburgo, Moscú, Seló y Tsárskoie; su carácter de niño mimado que obligó a su padre a inscribirlo en el instituto militar Gurevich, famoso por el rigor de su disciplina; las visitas a París con su hermano para disfrutar del músic-hall; su vida a Oxford como estudiante o la primera vez que conoció a Rasputín. Explica también cómo emparentó directamente con el zar al casarse con su sobrina Irina Aleksándrovna… De viaje con ella, el inicio de la Primera Guerra Mundial les sorprendió en Berlín, donde fueron detenidos, pero finalmente pudieron escapar. Con todo, el interés del relato y del propio personaje consiste en su participación directa en la organización y asesinato de Rasputín, el gran protegido de los zares.
Nunca en la historia de la humanidad y, todo y el carácter perverso del personaje, podrá encontrarse un asesinato más inútil y estéril. Más allá de hacer desaparecer a Rasputín, su muerte no sirvió para nada.
La muerte de Rasputín tenía el objetivo de salvar la monarquía rusa, absolutamente decrépita y hundida y con esto, los privilegios de toda la aristocracia. Pero no sirvió para nada. Fue un acto casi irrelevante que además llegó demasiado tarde. Sólo tres meses después se produjo la revolución y la gran Rusia de Iussúpov y los zares se fueron al infierno para siempre.
Pero antes, en Iussúpov fue creciendo la consciencia que el mal estaba en Rasputín y que era preciso acabar con él para mantener los privilegios. ‘No era más que un agricultor analfabeto sin principios, cínico y envidioso que, por las circunstancias, había llegado hasta las más altas esferas. Sus influencias sin límites sobre los soberanos, el culto de sus admiradoras, sus contínuas orgías y la depravada ociosidad a la que nos estaba acostumbrando, habían extinguido en él, todo vestigio de consciencia’.
Con gran sangre fría relata cómo fue creciendo en él la idea de la necesidad de acabar con aquel hombre; este acto de ‘grandeza de espíritu’ del cual hablaría después su nieta. Y señala: ‘Era como si el destino me hubiese conducido hasta él, para que pudiese ver con mis propios ojos el nefasto papel que ejercía’. ¿De manera que qué sentido tenía esperar? Perdonarle la vida no hacía si no aumentar el número de víctimas de la guerra y prolongar el sufrimiento del país. ¿Seguramente sólo había un hombre honrado en Rusia que no desease su muerte? Era preciso eliminarlo sin que nadie conociese nunca las circunstancias de su muerte ni el nombre de los autores de su asesinato’.
Y así, el 16 de diciembre de 1916, Fèliks Iussúpov; el político Vladimir Purishkévich y el oficial Segei Mijáilovich Sujotin, invitaron a Rasputín para que conociera a su esposa, la princesa Irina Aleksándrovna, que en realidad se encontraba en Crimea con sus suegros. Después de envenenarlo con dulces, como no moría, tuvieron que dispararle diversas veces hasta matarlo. Los conjurados lanzaron el cuerpo de Rasputín a las aguas congeladas del río Neva, del cual fue rescatado cuando se encontraron uno de sus zapatos, enganchado en uno de los pilares del puente.
La descripción de los detalles en la preparación del suceso, así como toda la larga secuencia que llevó a la muerte de Rasputín, deja claro que, lejos de sentir cualquier arrepentimiento, Iussúpov se sintió iluminado, un hombre designado para cumplir ‘la elevada misión de acabar con el enemigo de Rusia’.
También me parece didáctica la siguiente fábula oriental, sobre la responsabilidad de nuestros actos:
‘La mariposa azul
Cuentan que hace mucho tiempo, en el lejano oriente, un hombre quedó viudo, y tuvo que quedarse al cuidado de sus dos hijas pequeñas.
Las niñas eran muy inteligentes y curiosas. De hecho, estaban constantemente preguntando cosas a su padre. Y él respondía con mucha paciencia. Pero llegó un día en el que el padre de las niñas se vio incapaz de responder a las complejas preguntas de sus hijas, y decidió enviarlas una temporada con el hombre más sabio del lugar, un anciano maestro que vivía en lo alto de una gran montaña.
Las niñas preguntaron al sabio muchísimas cosas, y él parecía tener respuesta para todo. ¿Por qué las estrellas no se caen?, ¿y por qué el mar viene y va?, ¿por qué no vemos la luna por el día?…
Y él, con una bondadosa sonrisa, respondía con calma a cada una de las preguntas. Las niñas estaban sorprendidas… ¡no podía ser que lo supiera todo! Tal es así, que una de las hermanas, deseosa de dejar al anciano sin respuestas, le propuso a su hermana: ¿Por qué no buscamos una pregunta que el sabio no sea capaz de responder?
¿Y cuál puede ser?, preguntó su hermana.
Espera, que tengo una idea…
La niña salió de la habitación, y a los cinco minutos regresó con algo envuelto en un trapo.
¿Qué llevas ahí?, preguntó su hermana con curiosidad.
Entonces, la niña levantó ligeramente el trapo y dejó ver una hermosa mariposa azul.
¡Oh!, ¡qué bonita!, exclamó su hermana. Pero … ¿qué pregunta le haremos al sabio?
Verás, iremos a verle y sostendré la mariposa en mi mano. Le preguntaremos: ¿qué crees que tengo en la mano: una mariposa viva o una mariposa muerta? Si él responde que está viva, apretaré la mano sin que se de cuenta y así la mariposa estará muerta cuando la abra… Y no habrá acertado. Si responde que está muerta, la dejaré libre, y el sabio tampoco habrá acertado…
¡Qué lista eres, hermanita!, dijo entusiasmada su hermana.
Así que las hermanas corrieron a ver al viejo sabio. Al llegar, la niña le hizo la pregunta que habían acordado: Tengo una pregunta para ti, gran sabio… ¿Qué crees que tengo en la mano: una mariposa viva o una mariposa muerta?
El anciano se quedó mirándolas a los ojos y respondió muy sereno:
Todo depende de ti. Está en tus manos’.
(https://tucuentofavorito.com)
Efectivamente, todo depende de nosotros, de nuestra libertad de decisión de voto; y por eso, debemos ser conscientes de nuestros actos, procurando que no sean estériles, como en el caso del final de Rasputín, pues, es infructuoso y ridículo arriesgarse para realizar un cambio cosmético, del tipo lampedusiano, de gatopardismo: ‘que todo cambie, para que nada cambie; si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie’ (‘El gatopardo’, escrita por Giuseppe Tomasi di Lampedusa, 1896 – 1957), pues, a los tres meses, finalmente, la Revolución de Octubre de 1917, acabó con todos los privilegios de la anterior nobleza.
En el reino español ya vimos que, antes de morir en la cama, el dictador y asesino Francisco Franco Bahamonde (1892 – 1975), lo dejó todo ‘atado y bien atado’, pues la transición / traición, fue, precisamente, un cambio lampedusiano, como sabemos y hemos constatado durante estos últimos 49 años de pseudo-democracia.
Y todo depende de nuestro voto, si queremos más de lo mismo, como defienden los catalanes unionistas españoles, o si queremos dar un salto hacia adelante.
Y para ello, debemos recordar, asimismo, que ERC ha despreciado olímpicamente, la mayoría del 52% que hemos tenido los independentistas en el Parlament, durante esta legislatura truncada.
Tampoco podemos aceptar más, que nuestras instituciones, como el Ayuntamiento de Barcelona, la capital del Principat, esté tomado con malas artes (como sabemos: Colau, en su momento, pactando con Ciudadanos, y Collboni, con el PP, para evitar, ambos que esa institución estuviera gobernada por los vencedores: ERC, y ahora Junts), pues esos españolistas lo que pretenden es des-catalanizar esa institución: un buen ejemplo lo tenemos con el cartel oficial de la fiesta de Sant Jordi (del próximo 23), en el que no figura ninguna ‘senyera’, nuestra bandera; ya no pedimos que salgan ‘esteladas’ (bandera independentista), eso sería mucho pedir. Pero la ‘senyera’, como todos sabemos, ese día es omnipresente, en las rosas, en las mesas de las librerías, en todos lados.
Y eso no es nuevo de este año, pues desde el año 2016, ningún cartel incorporó la ‘senyera’ (en el 2020, por la pandemia, ni hubo cartel, ni se realizó ningún acto). En el período anterior, 2011-2015, con el alcalde Xavier Trías (Junts), no se hacían carteles de Sant Jordi.
Pero es evidente que con los Comunes (Colau) y con el PSC/PSOE (Collboni) el Ayuntamiento ha borrado el carácter nacional de la Diada de Sant Jordi, confirmando que no son más que apéndices, delegados, del gobierno central. Y esto es un simple ejemplo, que muestra la ideología españolista de esos partidos, pero sólo es la punta del iceberg, como sabemos y sufrimos; y ese sería el patrón que nos aplicarían si Salvador Illa (PSC/PSOE) ganase las elecciones para la Generalitat.
En mi escrito de ayer acabé citando la ‘Cançó de les balances’, compuesta por Josep María Carandell en el año 1968, y que Ovidi Montllor i Mengual (1942 – 1995) incluyó en su álbum ‘La fera ferotge (1968)’. Pues bien, seguidamente reproduzco su letra, ya que me parece que siempre es pertinente:
‘La cançó de les balances
(La canción de las balanzas)
Pues era un rey que tenía
su castillo en la montaña
todo lo que veía era suyo
tierras, pozos, árboles y casas
y por la mañana desde la torre
cada día los contaba.
La gente no quería al rey
y él tampoco no los quería
pues de contar sabía
pero amor no le quedaba
cada cosa tenía un precio
la tierra, los hombres, las casas.
Un día un joven de su reino
se puso cerca del castillo
y cantó esta canción
con voz triste pero clara
y dijo esta canción
con voz triste pero clara.
¿Cuándo vendrá el día en que el hombre
valga más que los pozos y las casas
más que las tierras más buenas
más que las plantas y los árboles?
¿Cuándo vendrá el día en que al hombre
no se le pese con las balanzas?
El rey, al oír al joven
lo hizo prender y con rabia
ordenó que le diesen
ciento cincuenta bastonazos
y en la torre lo cerró
castigado a pan y agua.
Pero el pueblo todavía sabe
la canción de las balanzas
y cuando se juntan los hombres
riendo y llorando, la cantan
y cuando se juntan los hombres
riendo y llorando, la cantan
Sabemos que el reino español se las gasta como el rey de esa canción, y en lugar de los 150 bastonazos, aplicó el artículo 155, pero el resultado fue la misma prisión y la represión, como sufrimos. Por eso, y siguiendo con Ovidi, en su canción:
‘Bon vent … i barca nova’ (buen viento y barca nueva), incluida en el mismo álbum citado:
‘Adiós, empieza mi despedida
a todo el tiempo pasado.
buen viento y barca nueva.
Sé, pero, que no se estrena un prado,
seguimos siendo realquilados
dentro de una gran cueva
(…)
Nueva sangre llega a mi cerebro
y me siento tirante la piel,
y me vuelve a la memoria
tiempos de caza, de peces y de pájaros,
de jóvenes y de viejos …
¿Pero ahora es otra historia?
así y todo, cualquier fracaso
me pone en el percance
del recuerdo sin gloria.
(…)
No es claro, también es oscuro,
tengo delante de mí un muro.
la risa se me gira.
el callejón sin salida me para:
presente, pasado y futuro…
y un mismo punto de mira.
Veo el trigo más tierno que maduro,
veo quien manda seguro
el mundo no avanza: gira.
Adiós, empiezo la despedida
y soy un recién llegado.
no me voy, soy el que vuelve.
En definitiva, necesitamos que se haga realidad la nueva sangre, la sangre renovada, que nos traiga de nuevo las ilusiones que teníamos todos hasta el 2017, pues, sólo así, haremos realidad nuestros deseos de independencia, poder decir adiós a España y estrenar nuestra nueva barca.