Nueva normalidad post-coronavirus
Ahora los distintos gobiernos, en general, están aplicando el desconfinamiento, mediante diferentes fases progresivas, atendiendo a los distintos intereses pero, siempre, proclamando que el principal objetivo es la salud y, según nos dicen, siempre basándose en los consejos que les dan sus propios equipos de científicos, ya que los otros intereses, son más inconfesables.
Posteriormente, será preciso comparar las políticas, las situaciones y los resultados conseguidos por cada uno de los distintos gobiernos, para sacar las pertinentes conclusiones y exigir las debidas responsabilidades.
Pensando ya no sólo en el mencionado descalamiento, sino en el futuro que nos espera, ahora comúnmente llamado “nueva normalidad”, basada en el distanciamiento social; mascarillas; bares, restaurantes, peluquerías, cines, teatros, etc., con extremas medidas de seguridad, y supresión de actividades masivas. Y esa nueva normalidad exigirá que, por ejemplo, los nietos deban mantener las distancias con sus abuelos, y también deberemos mantener esa distancia con familiares y amistades.
Está claro, que de cara al futuro curso escolar, se deberán establecer horarios laborables flexibles, para que los padres puedan organizarse, sin la ayuda, que en muchos casos prestan los abuelos; y eso, salvo algún problema logístico, se solventará.
Y este distanciamiento hasta que se disponga de una vacuna, si bien, todos los científicos avisan que, con suerte, esto no será hasta dentro de un año o año y medio; y después, pasarán más meses hasta que pueda estar a disposición de la totalidad de la población, y con el fiasco que hemos visto con el mercadeo con las mascarillas, no podemos confiar que en ese caso se gestione mejor.
Hemos visto que hay países que han gestionado eficazmente esta crisis y que, como nos recuerdan ciertos medios no manipulados, en general, esos países están gobernados por mujeres (Dinamarca, Alemania, Finlandia, Nueva Zelanda, Islandia, Noruega y Taiwán), y es de esperar que la “nueva normalidad” que consigan, será muy próxima a la que teníamos; mientras que aquí, en España, por ejemplo, nunca se fijan en esos modelos, prefieren fijarse en estilos de gobernanza similares, para no salir mal parados y, por eso, nuestro futuro será muy depresivo y gris, por no decir negro; ya que el “orgullo español” está por encima de todo, aquí seguimos con el “que inventen ellos” de Unamuno.
Partal, en su editorial en Vilawep, nos ha recordado que “cuando Hitler llegó al poder, Goebbels llenó Alemania de carteles que decían: La culpa de todo la tienen los judíos y los ciclistas (…)”, aquí, Pedro Sánchez y el mal autodenominado gobierno progresista, empecinado con su visión unionista, vertical y con total desprecio de los gobiernos autónomos, nos repite constantemente que, todos unidos saldremos bien de esta crisis, y los que plantean alternativas, como el presidente de la Generalitat de Catalunya, Quim Torra, son criticados por antipatriotas, de la patria “una, grande y libre” implantada por Franco. Y ese argumento, no difiere mucho del mensaje alemán citado, pues, en este caso, nos consideran a los independentistas catalanes como los ciclistas. En Alemania de la época, causaba extrañeza que la culpa fuera de los ciclistas, ya que tenían asumido que los judíos sí que la tenían. Aquí pasa lo mismo, nosotros, somos el anzuelo (los ciclistas) en el que pican todos los medios de comunicación sistémicos, para cargarnos la culpa, y así, no prestar atención a las diferentes improvisaciones gubernamentales.
A mi ese futuro que nos espera, me “desespera”, y me gustaría que no se cumpliese; pues es evidente que a según que edades, perder uno o más años, es casi perderlo todo para siempre; y volviendo con la relación nietos – abuelos, pasar uno o dos años sin tener contacto, sin celebrar sus efemérides, o haciéndolo a distancia, ya que, los niños pueden ser portadores asintomáticos y, los mayores (la franja más vulnerable), aunque estemos bien físicamente, siempre podemos ser asintomáticos y representar un peligro para todos.
Ya sé que la situación es muy compleja y, como dice el refrán, “el miedo guarda la viña”, si bien debemos recordar que el “miedo es un sentimiento vital de amenaza, y tiene una cierta analogía con la angustia, pero, en el miedo, el temor se refiere a un objeto preciso. Mientras que la angustia, es un sentimiento vital asociado a situaciones apuradas, a tensiones psíquicas, a desesperación, que presenta la característica de pérdida de la capacidad de dirigir voluntaria y razonablemente la personalidad” (F. Dorsch). Es lógico tener miedo al contagio, ya que nos puede ir la vida, o las posibles secuelas; pero no debemos perder la capacidad de dirigir nuestras vidas, y aceptarlo de forma acrítica pues, en caso contrario, mostraríamos un notable nivel de angustia, más o menos soterrada.
Y cuando se está casi tocando los 70 años de edad, ya no podemos ni debemos aceptar riesgos, obviamente, pero tampoco podemos ni deberíamos aceptar unas restricciones temporales más o menos prolongadas, con las consecuentes repercusiones psicológicas y vitales, pues, como he dicho, toda merma, a esta edad, ya es irrecuperable.
Y unas restricciones así, siguiendo con el ejemplo de los nietos, mucho más moldeables, un distanciamiento prolongado les rompería los lazos afectivos con sus abuelos.
Por todo ello, prefiero una política como la que defiende la Generalitat de Catalunya, que solicita un confinamiento más prolongado, para evitar, en lo posible, futuros rebrotes de la pandemia, que sería más frustrante todavía. Pero la experiencia nos demuestra una y mil veces, que el estado profundo español, seguirá aplicando su visión de siempre.
A pesar de todo ello, confío que la ilusión no nos falte, y podamos tener, mas pronto que tarde, la normalidad perdida.
Amadeo Palliser Cifuentes