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El postureo de los partidos políticos españoles

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

En mi escrito de ayer me centré en el postureo del poder judicial español, y en éste, me refiero al realizado por los partidos políticos, tomando, como ejemplo, el de ERC.

Ya comenté ayer que todos, prácticamente sin excepción, apostamos por querer quedar bien, aparentar una buena imagen, aceptable por los que nos rodean y, así, dejamos en segunda instancia nuestras convicciones.

Hace unos días comenté, asimismo, que somos esclavos del ‘deber de’, por encima del ‘querer ser’; es decir, que nuestras convicciones y nuestra voluntad, habitualmente quedan relegados. Y así, hacemos difícil conseguir la felicidad, como dice un refrán que circula como meme en las redes sociales: ‘Hacer lo que te gusta es libertad, que te guste lo que haces, es felicidad’.

Tenemos muchos ejemplos para estar disconformes con la situación actual, entre ellos, los siguientes, que me trasladó una amiga:

  • Entre la consulta de Arenys de Mar (Barcelona, 2009) y el primer pacto de investidura de Pedro Sánchez (2020), en Catalunya se realizaron 13 elecciones, y el PSC/PSOE no ganó ni una sola vez. Desde aquel pacto, los socialistas han ganado todas las elecciones. Puede ser que así se entiende, ¿o todavía no?
  • Los grandes hospitales públicos catalanes sin los presupuestos precisos, reduciendo camas y actividad durante los tres meses de verano; mientras que el gobierno de ERC hace campaña, por tierra, mar y aire, enalteciendo el sistema público de salud catalán, es tomar a la ciudadanía por imbécil.
  • Que los policías españoles que nos pegaron el 1 de Octubre del 2017 (referéndum) quieran beneficiarse de la ley de amnistía, es un insulto a los Derechos Humanos. Ni olvido, ni perdón.
  • La Fórmula 1 ha de ir al Circuito de Montmeló, y el Paseo de Gràcia, ha de ser para la gente. No podemos volver a vender Barcelona. Y menos cuando reducir el ruido y la contaminación, son imperativos legales y de salud.

Pues bien, la ciudadanía tenemos la opción para discrepar, de todas esas medidas arbitrarias, y es manifestándonos, expresando, de ese modo, que así no, que no todo vale, que nuestros derechos deben estar por encima de cualquier interés partidista, que deben prevalecer sobre cualquier tipo de postureo de los partidos políticos que nos gobiernan.

Y un buen ejemplo de ese postureo, lo hemos tenido estos días con ERC, al que me refiero seguidamente.

Como ya expliqué, este jueves pasado (13 de febrero), los militantes de ERC de la federación de Barcelona, estaban convocados para validar el preacuerdo de este partido, con Jaume Collboni, alcalde de Barcelona (PSC/PSOE).

El martes 11, ERC celebró una reunión de su ejecutiva, que fue maratoniana, de casi 4 horas, para abordar si era el momento adecuado para esta decisión y cómo debía consultarse a la militancia barcelonesa. Y, finalmente, se consideró que sí que era el momento oportuno, por lo que decidieron convocar a la militancia para dentro de dos días, el jueves pasado.

El debate de esa consulta extraordinaria, debía ser largo, pero tuvo que posponerse, ya que el aforo del local elegido al efecto, el Orfeó Martinenc (de la Meridiana de Barcelona), tenía un aforo de poco más de 200 personas, cuando, en la federación barcelonesa, tienen unos 1000 afiliados, de los que, más de la mitad se personaron para participar en esa consulta; y, claro, al no poder acceder al recinto todos los afiliados presentes, Eva Baró i Ramos, presidenta de esa federación, se vio obligada a posponer el congreso extraordinario.

En ese momento, ERC efectuó un lacónico comunicado, firmado por la presidenta de la federación, Eva Baró y el secretario Antoni Vidal: ‘La asistencia excede el aforamiento del lugar previsto y es preciso garantizar los derechos de toda la militancia a participar en este proceso congresual (…) ahora la dirección buscará un nuevo emplazamiento que garantice el derecho a la participación de la militancia’.

Pues bien, que ERC convocase, con apenas dos días de antelación, ese congreso extraordinario de la federación barcelonesa, para efectuar un debate tan trascendente, como un mero trámite menor, para ‘ratificar’ el preacuerdo de incorporarse al gobierno del ayuntamiento, efectivamente, a mi modo de ver, es un postureo más, una forma de mostrar la escasa democracia interna de ese partido, ninguneando a sus bases.

La pregunta prevista era: ¿los cinco regidores de ERC en la capital catalana han de entrar en el gobierno de Jaume Collboni?

El preacuerdo que ya estaba planificado, y les daba dos tenientes de alcaldía (turismo y derechos sociales), además de competencias en aspectos como la lengua, la promoción económica y la calidad urbana, así como la gestión de los distritos de Gràcia, Horta-Guinardó, y las Corts.

El objetivo era que Jaume Collboni presentase su nuevo gobierno, de coalición, mañana domingo, en el primer aniversario de su investidura como alcalde; y el PSC/PSOE con ERC ya lo tenían todo preparado.

Obviamente, el gobierno minoritario de ERC es prácticamente inviable, como se ha visto, al no poder aprobar el nuevo cartapacio municipal, ni los presupuestos, etc. Pero eso Collboni ya lo sabía, cuando consiguió la alcaldía gracias al apoyo Sumar/Comunes y del PP, para desbancar a Xavier Trías (Junts), que había ganado las elecciones. Pero, como contra los independentistas todo vale, incluso el apoyo del PP, así están las cosas.

Pero tomar una decisión de ese calibre, presuponía, por parte de la dirección de ERC, la atonía de la militancia y su abstencionismo habitual, por lo que daban por descontado el aval a su decisión. Y esa es la trampa de su postureo, ya que, en realidad, la militancia se asistió masivamente, a pesar de la premura de la convocatoria, y, en las colas para entrar, mostraron su desacuerdo con la dirección, incluso Ernest Maragall manifestó que ‘así y ahora no’, y pidió un debate abierto.

En primera instancia, ante este ridículo organizativo, los militantes deberían forzar el cese de la mencionada Eva Baró y del también regidor Jordi Coronas i Martorell. Pero, está claro que las responsabilidades no acaban con esos ceses, si no, que deberían ampliarse a la directiva del partido, pues, obviamente, el momento es inoportuno, ya que, de una forma u otra, interfiere en las conversaciones para investir, o no, a Salvador Illa (PSC/PSOE) como president de la Generalitat, negociaciones que está previsto iniciar el próximo martes.

A todas luces, la entrada en el gobierno del ayuntamiento de Barcelona sería visto, por los afiliados, y por la ciudadanía en general, como un intercambio de cromos, de poltronas, para investir a Illa.

Actualmente, ERC tiene 5 regidores en el ayuntamiento de Barcelona y 23 consejeros de distrito. Los 5 regidores son: Elisenda Alamany i Gutiérrez, Jordi Castellana i Gamisans, Eva Baró i Ramos, Jordi Coronas i Martorell y Rosa Suriñach Frigola.

Es preciso señalar que, por ejemplo, Elisenda Alamany, militó en el partido de Comú/Podem, hasta el 2019, y que dimitió, por disconformidad con el rumbo del partido, y pasó a ERC, siendo incorporada al máximo nivel; por lo que, en realidad, es el típico caso de arribismo político, todo por la poltrona. Y, claro, es el prototipo de incorporaciones realizadas por ERC, para ampliar las bases, incluyendo a no independentistas. Así, me parece consecuente que Alamany pretenda obtener más rendimiento a su carrera política, prescindiendo (o no) de la conveniencia nacional del momento (por las negociaciones para la investidura de Illa, que espero que no llegue a buen puerto)

Y ante este galimatías, vemos que Marta Rovira, actual presidenta en funciones de ERC, da por ‘amortizadas’ las consecuencias de la posible entrada en el gobierno del ayuntamiento, desde el momento que se hicieron públicas. Y Oriol Junqueras, expresidente de ERC, y candidato virtual para volver al cargo, apuesta por cualquier negociación, si son oportunas y convenientes.

Es decir, que ni uno ni otro se involucran en la decisión, pues, como sabemos, ‘las victorias tienen muchos padres, pero las derrotas son huérfanas’, como dijo Napoleón Bonaparte (1769 – 1821).

Y si todo este embrollo no es puro postureo por parte de la directiva de ERC, que, intentando ocultar sus verdaderos intereses, quieren buscar la pátina democrática que les avale, vemos que, esta vez, ‘les ha salido el tirro por la culata’.

En definitiva, que todo es postureo, tacticismo político, como lo que pretende Salvador Illa, que es que sea Carles Puigdemont el primero a presentar su investidura; ya que, su fracaso previsible, le allanaría el camino a Illa, que, por ser el vencedor de las elecciones, debería ser el primero que lo intentase.

Por todo ello, viendo que el postureo, el fingimiento, es lo que prevalece en todos los órdenes de la vida y, de forma muy especial y acuciada en el ámbito político, debemos distanciarnos, racional y emocionalmente, de todo tipo de comentarios de esos ‘personajes’.

Debemos distanciarnos de personajes como Jaume Collboni, el artífice que apoyó a Ada Colau para que, en 2019 quitasen la alcaldía a Ernest Maragall, vencedor de las elecciones, pactando con Manuel Valls (Ciudadanos); y el año pasado, consiguió el cargo de alcalde, pactando, como he dicho, con los Comunes y el PP. Todo para frenar el independentismo.

Por eso, a mi modo de ver, es incongruente, tanto querer entrar en el gobierno del ayuntamiento, como apoyar la investidura de Illa, pues ellos, personalmente, y sus partidos, apoyaron la aplicación del 155 y la represión posterior. Y eso debemos tenerlo siempre presente. Ni olvido ni perdón.

Todos hemos sufrido ejemplos de postureo en las empresas en las que hemos trabajado, pues hemos visto ‘compañeros’ que ‘trabajaban’ más horas de las que correspondía, que aparentaban en las reuniones, que interrumpían conversaciones, etc.; y los hemos debido soportar, ya que no teníamos ni el poder ni la libertad para marchar. Pero, como electores, sí que tenemos el poder y la libertad de votar a quien nos parezca más ético, no a meros oportunistas aprovechados. Y eso debemos tenerlo siempre presente.

En mi escrito de ayer acabé recordando ‘el sostenella, defendella, mantenella y no enmendalla’ propio de los hidalgos castellanos, y asumido, también, por muchos ‘políticos’ profesionales y miembros de partidos políticos. Pues bien, para finalizar, y distensionar un poco los ánimos del paciente lector, transcribo un chiste popular ‘ambientado en pleno Medioevo castellano:

¿A do vais, noble caballero, con tan bella dama?

A godella

¿A Godella de los Infantes?

No, a godella de fornicalla.