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El estado español, amnistiando a los policías, aplica el ‘blutrache’ o venganza de sangre

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Tras la nefasta resolución del tribunal supremo, impidiendo la amnistía a los líderes políticos, ayer vimos que 46 agentes de la policía nacional y guardias civiles fueron amnistiados de sus cargos de agresión el 1-O. Y esta es otra prueba del nueve que confirma el carácter franquista del reino español, como intento explicar a continuación.

El tribunal supremo de INjusticia, impidió la aplicación de la amnistía, en base a una tramposa lectura de la ley de la amnistía, al considerar que hubo malversación, por enriquecimiento ilícito, y basándose en una ‘futura’ legislación europea, según una iniciativa planteada por el PP, y que todavía está en trámite; y, en el supuesto de que se llegase a aplicar, nunca podría tener un carácter retroactivo, si perjudica al reo. Esa argumentación, que no fue contemplada en el nefasto juicio efectuado el 2019, ha sido añadida ahora, de forma ilegal y oportunista, para frenar la amnistía.

Todos los jueces tienen su ideología y convicciones, y actuar de acuerdo con ellas no es prevaricar, si bien deben aplicar las leyes, sin cuestionarlas. Pero utilizar todo tipo de argumentos, retorciéndolos a su conveniencia e interés, sí que es PREVARICACIÓN.

En estos días hemos visto que el tribunal superior de justicia de Catalunya ha amnistiado a 27 independentistas imputados por causas menores, si bien, a nivel personal y familiar, todas son mayúsculas, pues han tenido una grave incidencia en la vida de los imputados y sus familias y amistades, durante esos largos 7 años, desde el 2017. Unos de esos amnistiados, por su notoriedad, fueron el exconseller de interior Miquel Buch y Lluís Escolà, el escolta del president en el exilio, Carles Puigdemont.

Y, desgraciadamente, ayer vimos que el juzgado de instrucción número 7 de Barcelona, amnistió a 46 policías nacionales y guardias civiles, que intervinieron agresivamente en diferentes colegios electorales, argumentando, el juez Francisco Miralles, que ‘las actuaciones investigadas fueron de escasa duración individual (…) y estaban enmarcadas en un objetivo policial definido (…) y que los hechos no fueron suficientemente graves para excluirlos de la amnistía’

La portavoz de Jupol, uno de los sindicatos policiales, se congratuló de la amnistía a sus compañeros, pues ‘habían pasado un verdadero calvario todos estos años que han estado pendientes del juicio’. Vaya desfachatez, inmoralidad, falta de empatía, falta de justicia, etc.; lo que demuestra la necesidad de regenerar todos los cuerpos policiales, y efectuar análisis psicológicos a los candidatos, para no aceptar a cualquiera, indiscriminadamente, sólo mostrando su ‘españolidad’ y su anticalanidad.

Amnistía Internacional Òmnium Cultural, la ANC, Iriada, etc., han anunciado que recurrirán la absolución de esos 46 policías, ya que la ley excluye los delitos de torturas y los tratos inhumanos, así como el indebido uso abusivo de la fuerza y la violación de los derechos humanos. Argumentos en línea con los organismos internacionales de derechos humanos.

Como se ve, por todo esto, hay una clara distorsión, un diferente criterio judicial español.

En una primera impresión, y pensando en este escrito, pensé centrarme en la Ley del Talión, en concreto, el ‘ojo por ojo y diente por diente’.

Pero esa ley, atribuida a Hammurabi, el sexto rey de Babilonia, en el siglo XVIII a. C., compuesto de 282 leyes que conformaron el Código que lleva el nombre del mencionado rey, tenía un carácter retributivo, de equilibrio entre el delito cometido y el castigo impuesto; es decir, se basaba en una relación cruel, pero proporcionada, por lo que comportó un límite a la venganza. Así, por ejemplo:

  • la ley 195 establecía que ‘si un hijo pega a su padre, se le cortarán las manos’;
  • la 196: ‘si un hombre libre vacía el ojo de un hombre libre, se le vaciará a él’;
  • la 197: ‘si un hombre libre rompe un hueso de otro hombre libre, se le romperá a él’;
  • la 229 establecía que: ‘si un arquitecto hacía una casa para otro, y no la hacía sólida, y la casa se hundía y mataba al propietario de la casa, el arquitecto sería muerto’;
  • y la ley 230: ‘si la casa hace morir al hijo del propietario de la casa, se matará también al hijo del arquitecto’;
  • etc.

Por eso, he descartado relacionar la actuación judicial española con esa ley, ya que, como vemos, aquí no se guarda la proporción y no se limita la venganza.

Aquí, en el carpetovetónico reino español impera la ‘Blutrache’, la venganza de sangre, que establecía el sistema jurídico de los pueblos germánicos.

Seguidamente reproduzco algunos fragmentos ilustrativos, extraídos de Wikipedia:

La Blutrache, la venganza de sangre:

‘La venganza de sangre tomaba entidad cuando un miembro de una determinada Sippe (colectivo familiar germánico) moría o era dañado por algún individuo. Ello permitía al resto de miembros de la Sippe de la víctima devolver la agresión, de manera que quedaban exentos de culpa si mataban o dañaban a aquel que mató o dañó a su familiar.

(…)

Así, quedaba en manos de la Sippe la persecución y castigo de aquellos que hubieran perjudicado sus bienes jurídicos.

(…)

La Sippe se basaba en un sistema punitivo descentralizado para proteger y defender a sus miembros. (…) ya que no existía un monopolio estatal en lo referente al uso de la fuerza (…)’

La Sippe, parientes de sangre:

‘(…) En ese grupo se englobaba al conjunto de parientes de sangre con base a un individuo que descienden de un tronco común en línea masculina.

El derecho germánico atribuía a ese conjunto de individuos un carácter de círculo de autodefensa, con un conjunto de derechos y deberes para sus miembros, de manera que la protección penal de sus integrantes quedaban en manos del propio colectivo cerrado de la Sippe.

Así, cuando el círculo comunitario veía cómo uno de sus miembros era dañado, los restantes quedaban legitimados para acceder a la Blutrache o al Wergeld.

(…)

Otro de los principales efectos de la Sippe consistía en la extensión del juramento particular, que se extendía al resto de componentes, convirtiéndoles en ‘cojuradores’. Así, el juramento adquiría un carácter solidario y genealógico, algo que suponía una gran ventaja en el campo procesal.

(…)

Dentro de la Sippe, existía un jefe semejante al paterfamilias romano, con unas atribuciones más extensas, como corresponde a un sistema jurídico menos desarrollado que el Derecho Romano. El poder del cabeza de la Sippe se denominó Munt, o mundium (para las fuentes latinas)

Wergeld (weregild, wergild, weregeld, etc.), pago como reparación:

Etimológicamente, Wergeld deriva de ‘were’ (hombre) y ‘geld’ (pago); precio de un hombre.

El Wergeld era un pago como reparación exigido a una persona culpable de homicidio u otro tipo de muerte ilegal, aunque también podía ser exigido por cualquier otro crimen serio.

(…)

El pago del Wergeld fue un mecanismo legal (similar al blutrache), muy importante en las sociedades del norte de Europa, como la vikinga o la anglosajona, durante la Alta Edad Media. (…) El pago se hacía normalmente al clan familiar; si el pago no se realizaba, o era rechazado por el bando ofendido, solía derivar a una contante deuda de sangre.

(…)

El tamaño del Wergeld en casos de asesinato venía impuesto por el rango social de la víctima. En los casos de esclavos o thralls (esclavos en la cultura escandinava), no se estipuló ningún precio, aunque era común realizar un pago simbólico en el caso del thrall y el valor del esclavo en su caso.

(…)

Este impuesto era también aplicado por los celtas, quienes lo denominaban ericfine en Irlanda y galanas en Gales, y por los pueblos eslavos, que lo llamaban vira, en Rusia y Polonia, glówczyzna (…)

Thrall, esclavo:

(…) pertenecía a la casta más baja de las sociedades nórdicas, y normalmente, sin aptitudes ni capacidades laborales concretas; y etimológicamente deriva del término: correr.

(…)

El amo de un thrall tenía el poder sobre su vida y su muerte. Un thrall podía usarse como sacrificio humano en el funeral de un caudillo vikingo o como ofrenda a los dioses.

Danegeld, tributos a cambio de paz:

La mayor parte de los ingresos en esa época eran los danegeld, basado en las pieles, el comercio de esclavos, etc.

(…)

El secuestro de poblaciones saqueadas fue tan intenso que la composición genética de Escandinavia se vio alterada por el ingreso de esclavos, especialmente por las esclavas extranjeras que eran tenían hijos de los dueños, entre 750 y 1100.

Me parece que no es incorrecto efectuar un paralelismo metafórico entre las sociedades germánicas mencionadas y el reino español, pues vemos que aquí, en realidad, se mantiene el espíritu del Sippe, que aquí sigue formado por los neofranquistas, que tienen carta blanca para actuar al ‘sentirse ofendidos’ por los que consideran de clase inferior (como los thrall catalanes), o por los que no mantenemos el espíritu franquista que sí que tienen los ‘pura sangre’ por ser parientes de sangre españolista / franquista.

Y en el reino español, sabemos que el poder de la Sippe, lo tiene el cabeza del clan (Felipe VI), el citado Munt, o mundium (para las fuentes latinas); si bien, por delegación, ejercen ese papel los Injustos ‘jueces’, los marchenas, lamelas, aguirres, etc., que son los que determinan el tipo de blutrache, la deuda de sangre que debemos pagar los díscolos catalanes, una deuda de sangre que será infinita, como sabemos, pues nunca verán saciada su venganza.

Y ante esta situación, como apunté ayer, podemos seguir engañándonos y considerar que la necesidad hará que los pactos, los acuerdos, puedan solucionar el problema actual. Pero, a mi modo de ver, eso es perseverar en el error. Y los que actúan así, no actúan de forma ética ni moral. Y ellos lo saben, por eso les duele ver que haya independentistas que no se quieren rendir, que ven que el único camino posible, es dejar de ser thralls (esclavos).

Por eso, debemos rechazar las políticas del ‘mientras tanto’, como muy bien comentó Silvia Barroso, en su artículo titulado ‘el mentrestant d’Espanya’ (Elmon.cat, del pasado 30 de junio), en el que señala que:

‘(…) los partidos independentistas ya han iniciado las negociaciones y ahora han de decidir qué ficha mover, y lo hacen, pensando en el ‘mientras tanto’, sin oír las llamadas de la ANC. (…) Y todo esto pasa en el ‘mientras tanto’, que quiere decir, mientras España, que tiene un estado, tomas decisiones estructurales (…) como ahora con la bendición judicial de los ‘agentes infiltrados’ (que hasta ahora se basaban en un artículo de la ley de enjuiciamiento criminal, pero que ahora, el tribunal constitucional (que se supone que ha de amparar los derechos fundamentales de los ciudadanos), ha oficializado, con la condición de que sea autorizado por un juez si considera que puede haber vulneración de derechos (…) pero esos jueces dependerán del consejo general del poder judicial pactado entre el PSOE y el PP (…) este es el ‘mientras tanto’ de España, que le está durando siglos’.

Muchos ya estamos más que hartos, cansados de tanto abuso, y no queremos dejar que esta situación se prolongue, marcando y determinando el futuro de nuestros nietos.  Por eso, sólo nos queda una opción, como apunta la ANC, la confrontación pacífica, contundente y efectiva desde las calles.

Es verdad que ahora, culpa de los partidos independentistas, la mayor parte de la ciudadanía está desmovilizada y desmotivada, pero confío que su ‘Pepito Grillo’ interior les aconseje bien y les despierte; que no haga como en el cuento de ‘Las aventuras de Pinocho (Pinocchio)’, escrito en 1881-1883, por Carlo Lorenzini, ‘Collodi’ (1826 – 1890), y que, de forma conservadora, le aconsejaba que no se metiera en líos y le mostraba las nefastas consecuencias que tendría si no le escuchaba.