“Zona de indiferencia”, de Mario Palacios Kaim, abierta al público hasta el 25 de agosto en el Museo de la Ciudad de México.
● La muestra evidencia la relatividad de la autoría con una serie de piezas transformadas por efecto del sol, señalando que nacen, en realidad, de la coincidencia, la sincronicidad y el destino.
● Para despedirse del público, “Zona de indiferencia” presenta una intervención multidisciplinaria de Zona de riesgo y Silencio EP¡; una mesa redonda con Carmen Razo y Víctor Sánchez Villarreal; y una intervención coreográfica de Marisol Cal y Mayor.
“Modifica el espacio y lo convierte en un laberinto, en un bosque, en un libro”
«Zona de Indiferencia», de Mario Palacios Kaim, es una reflexión sobre la posibilidad de la resistencia de las obras artísticas a ser interpretadas, juzgadas, dejando un espacio libre para que las personas se relacionen con ellas de un modo singular. Abierta al público en el Museo de la Ciudad de México hasta el 25 de agosto.
Las piezas que la componen evidencian el paso del tiempo, e invitan a los visitantes a reflexionar sobre las relaciones entre nuestras emociones y el arte, ofreciendo una experiencia contemplativa que, paralelamente, cuestiona la autoría en el arte, señalando que las piezas de la exposición nacen de la coincidencia, la sincronicidad y el destino.
Mario Palacios Kaim, reconocido artista plástico con una trayectoria de casi cincuenta años, ha trabajado con importantes galerías como Sloane-Racotta, Arroniz, Archivo Colectivo (hoy Saenger Galería), López Quiroga, entre muchas otras, presenta los últimos días de exhibición de “Zona de indiferencia”, donde una imagen se repite pero nunca es igual, no es una duplicación, sino más bien un efecto de multiplicación.
Sobre ello, Irving Domínguez, curador de la exhibición, explica que: “van apareciendo distintos niveles de lectura, desde la fotografía, la gráfica y la escultura, hasta la cualidad contemplativa, que es uno de los ideales de la modernidad en el arte occidental: que el arte permita acercarse a lo sublime. Es un espacio que permite estar, vamos a decirlo así, en un momento distinto, ajeno al trajín de la vida diaria”.
“Zona de Indiferencia” es una colección de piezas elaboradas a partir de placas de acero para blindaje usadas por el artista como una suerte de esténciles que dejó a la intemperie para evidenciar los estragos del sol –el efecto del tiempo y la naturaleza. Al preguntarle sobre los elementos filosóficos detrás de esta idea, responde con otra pregunta:
“¿Quién es el indiferente? ¿El mundo, las obras o yo? Desde el punto de vista filosófico estamos acostumbrados a acercarnos a ideas ya muy elaboradas y aprenderlas, y eso debilita nuestra aproximación al conocimiento, a la experiencia.
La exposición nos acerca a un evento, a un hecho. Pero resulta que también modifica el espacio y lo convierte en un laberinto, en un bosque, en un libro, y empiezan a aparecer versiones que contribuyen, en su conjunto, al goce. No tanto al entendimiento, pero sí al disfrute de una exposición que tiene como característica alimentar la pregunta”.
Un lugar diferente, erigido sobre el vacío
Al hacer uso de merma industrial para crear las esculturas que podemos ver en “Zona de indiferencia” resulta imposible no cuestionarse sobre su relación con la Ciudad de México, un lugar en constante proceso de (auto)destrucción y (auto)reconstrucción, con las venas, los huesos y las varillas expuestas.
Para Mario Palacios Kaim la Ciudad de México está construida sobre el vacío que ha generado la superposición de culturas: “De lo prehispánico quedan ruinas. De lo colonial un quince por ciento. Los temblores, los segundos pisos, los ríos entubados. La ciudad está construida sobre vacíos, igual que los esqueletos (las placas de acero). De estos esqueletos extrajeron piezas que tienen una utilidad, y lo que va quedando es una estructura maravillosa, bellísima. No se podría lograr un diseño de otra forma. Pero es también una estructura creada sobre vacíos”.
En este sentido, Irving Domínguez agrega: “La Ciudad de México es una experiencia urbana muy densa y muy saturada, y en efecto hay una relación muy estrecha entre estos restos de producción industrial, las placas de blindaje, y la idea de lo urbano como un aspecto agresivo. La Ciudad de México te obliga a estar alerta todo el tiempo. Es una ciudad que te deja agotado. Pero la exposición de Mario Palacios Kaim es el reverso de esa moneda. Es decir, es el reverso de todo este lado hostil de la ciudad para encontrarte con un lado contemplativo, con un lado silencioso, discreto, luminoso. ¡Este es otro lugar! Y en este lugar puedo estar bien si así lo decido”.
Actividades de cierre
Para despedirse del público, “Zona de indiferencia” llevará a cabo algunas actividades relacionadas con la exposición en conjunto con el Museo de la Ciudad de México.
El próximo 27 de julio a las 14 horas se presentará una intervención de arte sonoro, poesía y audiovisuales a cargo de Zona de riesgo y Silencio EP¡.
El 10 de agosto, también a las 14 horas, se llevará a cabo una mesa redonda con la artista e investigadora Carmen Razo y el pintor Víctor Sánchez Villarreal. Modera Irving Domínguez, curador de la exposición.
Por último, el 25 de agosto se realizará una intervención coreográfica a cargo de Marisol Cal y Mayor.
Mario Palacios Kaim siempre está abierto a colaborar con otros artistas y está muy interesado en la opinión del público general, lo que le permite generar un diálogo, discusión y debate para probar sus propias ideas artísticas y obtener perspectivas.
“La exposición tiene una característica: es muy poco solemne. La barrera entre el artista y el espectador se ha roto y eso me gusta mucho. Hay libertad. En general, es esta proximidad, esta naturalidad lo que a mí me satisface muchísimo, porque es acercarse al arte de una manera sencilla, simple, en lugar de una cuestión solemne y de lejanía. Genera interacción, cercanía, y eso es muy bonito”, concluye el artista.
No te pierdas “Zona de indiferencia” y sus actividades de clausura en el Museo de la Ciudad de México.