El abanderado de la delegación mexicana se queda a pie de podio en el pentatlón moderno de los Juegos Olímpicos París 2024 en una gran competencia.
Con una carrera de intenso cierre, una esgrima de seis toques, disparos certeros y hasta un récord olímpico, fue lo que hizo el mexicano Emiliano Hernández en la final del pentatlón moderno de los Juegos Olímpicos París 2024, en donde se quedó un paso de la medalla de bronce sobre los jardines del Palacio de Versalles.
Emiliano tuvo este sábado 10 de agosto un momento histórico. Se brindó en cada una de las pruebas para alcanzar su momento cumbre y demostrar que estaba hecho para las grandes batallas como la protagonizó esta tarde de intenso calor.
Emiliano no se guardó nada. En la equitación llevó a Voila D´Audale a la exquisitez en cada obstáculo para sumar 286 puntos de los 300 posible que lo colocaran en la punta.
“El caballo muy bueno, al final creo que yo estaba un poco ansioso por los obstáculos, un poco sin entrar en armonía con lo que el caballo me pedía”, dijo.
Y es que durante el trayecto de los 10 obstáculos derribó dos, en ese momento sintió una especie de impotencia por no haber terminado limpio el recorrido, lo que significaba que debía ser mejor en la esgrima.
“Desde ahí tuve que remar contra corriente”, asentó. “Dejarlo todo hasta la línea de meta”, añadió.
Para la esgrima tuvo la certeza de que el camino no sería sencillo y que un descuido sería un desastre a todo lo hecho en la temporada. Un subcampeonato mundial en Bath el año pasado y un bronce en una Copa del Mundo, le habían abierto el panorama para terminar en Versalles con algo grandioso.
Tuvo seis toques casi perfectos. El británico Joseph Choong, oro en Tokio 2020, supo de su rapidez con el arma; luego siguió el alemán Fabian Liebig, el italiano Giorgio Malan hasta el húngaro Balazs Step fueron cayendo poco a poco hasta completar la faena. El buen paso se lo rompió el egipcio Mohanad Shaban, quien el destino lo mandó hasta el último puesto al final de la competición. El público lo arropó.
“Es muy bonito tener un estadio lleno y que poco a poco empiezan a corearte. Para mí que soy fan del fútbol, fue algo muy bonito poder vivir esa sensación”, puntualizó.
Ese gesto le inyectó energía para llegar a los 200 metros libres de natación en una alberca artificial con fondo el inmenso Palacio de Versalles y ante el intenso sol que caló hasta los huesos. En su brazada llevó 2:03.39 minutos para colocarse en la tercera posición.
Fue un nado profundo y motivado para llegar a la última etapa convencido de que lo bueno estaba por llegar. Apenas salió de la pileta, se dirigió al stand de tiro y comenzó a su calentamiento, estiró los músculos y se enfiló a la salida.
No tuvo miedo de irse con todo. Lo importante era llegar a la promesa hecha a su hermano -medallista olímpico en Río 2016 en la misma disciplina- y a su familia. Sus zapatillas amarillas lo destacaron de sus contrincantes, en cada zancada marcó su destino, tiró casi a la perfección y comenzó a remontar posiciones.
Ante la algarabía de Versalles, Emiliano pasó a sus cinco primeros rivales, hasta llegar a la cuarta posición. Parecía que llegaba lo inimaginable. A una vuelta del recorrido, su rostro cambió, sus ojos parecieron cristalizarse, giro su cuerpo y se fue con todo por el último suspiro que le alcanzó para un récord olímpico.
Dejó al italiano Matteo Cicinelli y a los coreanos Jun Woongtae y Seo Changwan; pero ya no pudo rebasar al otro italiano Giorgio Malan a quien había vencido en la esgrima.
“Di ese 110 por ciento, entregué todo, me quedé sin nada en la línea de meta. Ojalá hubiera otro stand de tiro, otra carrera, pero así es esto”.
– Por otro lado rompes récord olímpico. – Sí, creo que no me sabe en este momento el récord olímpico. Porque al final es pentatlón y la medalla se da a los mejores de los cinco deportes.
Apuntó que “creo que lo primero que tengo que decir es una disculpa a mi familia, a mi equipo, a México de no haber sido capaz de darles esa alegría que esperaban de mi”.
Por un momento enmudeció, un nudo en la garganta impidió continuar con su historia. Se acercó su hermano. Si, Ismael que en Río 2016 nadie creía en él y alcanzó la gloria.
“Es un fregón, es un chingón”, le gritó.
“Si hay alguien que me ha apoyado, es él. Si hay alguien que me ha cubierto las espaldas es él y no poder responderle como lo soñábamos, creo que fui yo el que habló más y le ofrezco una disculpa”, reviró Emiliano.
Alguien preguntó que si las lágrimas eran de un guerrero que se rifó en el escenario.
“Si, al final di la competencia de mi vida, al final cuatro disciplinas que al día de hoy salieron como lo soñé. Pero esto es el pentatlón, son cinco disciplinas. Me voy de París con la tristeza de no llegar, con una enorme disculpa a Emy de ocho años y decirle a ese Emy y a toda mi familia que lo siento”.
Al final marcó 286 unidades en equitación, 210 en esgrima (12 bonificados), 304 en natación y 720 en tiro-carrera a 0,03 segundos para totalizar mil 532 y el cuarto sitio olímpico.
De regreso de Versalles hubo una sensación de frustración. De ver cómo Emiliano demostró ser un atleta mexicano, de esos que hay pocos, que dejó todo por el podio y que al final solo le alcanzó para un cuarto lugar.
Así sintió Emiliano su carrera, en la cual definió todo su esfuerzo en una tarde en los jardines de Versalles. A tres segundos del bronce..